dissabte, 18 de desembre del 2021

La historia de los rastreadores de la memoria silenciada

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El proyecto ‘Mapas de memoria’, impulsado por la Diputación de Ciudad Real y liderado por un grupo de antropólogos, ha conseguido localizar a través de la historia oral y archivos municipales 53 fosas comunes y casi 4.000 represaliados en la provincia durante el franquismo

Jorge Moreno siente que su trabajo como antropólogo social y documentalista durante los últimos años se parece más al de un detective que al de un investigador universitario. De la mano de un equipo de 12 colegas académicos, maestros y vecinos, ha rastreado toda la provincia de Ciudad Real en busca de pistas documentales y, sobre todo, testimonios de familias de los represaliados del franquismo que le ayudasen a encontrar dónde están enterradas los centenares de víctimas que la dictadura se llevó injustamente por delante durante la postguerra. “Mientras los arqueólogos intentan buscar los restos, nosotros intentamos buscar el recuerdo. Es eso lo que te va a ayudar a encontrar la fosa donde está enterrado, pero también quién era esa persona y cómo fue asesinada”, explica Moreno. La gran diferencia entre este grupo de antropólogos y un agente policial es que para este parte de un cadáver y busca información de cómo tuvo lugar dicho crimen, y para ellos encontrar el cuerpo es el destino final. Recuerdos, fotografías, cartas, archivos municipales e historias de sepultureros han sido el hilo que les ha conducido a encontrar a 3.457 fusilados en la provincia –3.937 si se contabilizan a los vecinos de Ciudad Real asesinados y enterrados dentro y fuera de la misma– y 53 fosas. Pero no solo eso, también han recogido el sufrimiento y la angustia de unos familiares que, en muchos casos, no habían podido acceder a sus muertos.

Recuperar esa memoria y dibujar con ellas mapas que expliquen qué pasó durante aquellos años es el fin del proyecto Mapas de memoria, impulsado por la Diputación de Ciudad Real y en el que participan el departamento de Antropología Social y Cultural de la UNED, el Centro Internacional de Estudios de Memoria y Derechos Humanos (también de la UNED) y la Universidad Complutense. El recorrido de este grupo de investigación comenzó en el año 2011 con el proyecto Todos los nombres de la represión de posguerra en Ciudad Real. Esta investigación de largo recorrido ha sido el germen de Mapas de memoria, un espacio de investigación, creación e intervención social. El objetivo ha sido establecer puentes que nos permitan comprender la memoria, la violencia y el trauma, así como dignificar a las personas que fueron desaparecidas o silenciadas por la represión franquista”, cuenta el socialista José Manuel Caballero, presidente de la Diputación Provincial de Ciudad Real.

Germinal Fernández sostiene unn retrato de su padre Vidal, fusilado el 23 de noviembre de 1944.
Germinal Fernández sostiene unn retrato de su padre Vidal, fusilado el 23 de noviembre de 1944.JORGE MORENO ANDRÉS

La investigación cuenta con dos líneas de actuación que en la mayoría de las veces se han llevado a cabo simultáneamente. Recoger los testimonios de las familias de las víctimas para recuperar sus biografías y saber dónde pueden estar enterradas; y señalizar las fosas comunes donde estos represaliados fueron sepultados para luego, en la medida de lo posible, exhumarlas.48

Parte de la labor de estos investigadores es entrelazar la información oficial con los relatos de los afectados. “Ponemos a dialogar la información que encontramos en las casas [de los familiares de las víctimas] con la información que encontramos en los archivos. Muchas veces lo que dicen los documentos de los juicios sumarísimos son declaraciones [de los prisioneros republicanos] hechas bajo tortura. Hay que poner muy en entrecomillas lo que dice el victimario de la víctima”, subraya Moreno. Pero encontrar a las familias no es una tarea fácil. En muchas ocasiones solo disponen de un nombre. Para solventar eso, los antropólogos inspeccionan los registros civiles de los pueblos para hacer un esquema de parentesco del asesinado: con quién estuvo casado, sus padres y hermanos hasta completar un árbol genealógico de tres generaciones hasta la actualidad. “Otra posible pista es encontrar [en ese árbol] a un familiar con el mismo nombre que el muerto. Eso quiere decir que [esa persona] se puede hacer preguntas de por qué se llama así. Y a partir de esos familiares, buscamos los recuerdos”, dice el antropólogo.

Listado de fusilados de Abenójar (Ciudad Real).
Listado de fusilados de Abenójar (Ciudad Real).COLECCIÓN PARTICULAR DE TEÓFILO NAVAS

También utilizan varios canales para que los familiares se pusieran directamente en contacto con ellos, a través un buzón electrónico o anuncios en redes sociales y artículos de prensa. Así fue cómo supieron quién era Miguel Velasco, un médico asesinado y enterrado en la fosa de Almagro del que solo sabían que su oficio le llevó a Córdoba y Cádiz. “No aparecía. Un día, alguien de Zaragoza nos llamó porque se había enterado de que se estaba abriendo una fosa y el nombre de Miguel Velasco aparecía en EL PAÍS”, cuenta Moreno. La hija de Velasco, Gertrudis, seguía viva en una residencia en Las Rozas (Madrid). “Fue como una auténtica máquina del tiempo encontrar a una persona así. Nos relató que, cuando mataron a su padre, entraron en su casa y quemaron todos los libros que tenía”, añade. Moreno relata parte de la entrevista cuando la visitó:

― ¿Cómo fue?

― Me acuerdo, cuando me enteré, estar con mi abuelo en la cocina llorando los dos. Unos meses después, murió de pena. Y yo me quedé sola.

Junto a los recuerdos también se encontraban objetos comunes que, debido a la historia que los envuelve, se han convertido en amuletos de las familias: El anillo que Gumersindo Molina, muerto en Ciudad Real en 1942, fabricó artesanalmente en la cárcel de Almodóvar del Campo para su novia o la carta que Vicente Verdejo escribió en una cajetilla de cigarros antes de morir en 1940 en Valdepeñas. Para darlos a conocer, la Diputación de Ciudad Real ha creado la exposición itinerante Las pequeñas cosastambién disponible en formato virtual en la web del proyecto.

Los objetos que rescataron vidas

El antropólogo confiesa que entrar en las casas de las familias es como encontrar piezas de un puzle aún por montar y cuyo dibujo final, siempre es un mapa del lugar donde se encuentra la fosa. Pero hallarlas tampoco es una tarea fácil. La mayoría de los asesinatos fueron cerca de cementerios. En algunos casos, si el detenido se había confesado, se enterraba en una fosa dentro, pero si no, fuera de este. “¿Qué pasa con los cementerios?, que son espacios móviles. La construcción de nuevos nichos provoca que las fosas del interior desaparezcan. Es un trabajo muy difícil ver cuál ha sido el movimiento [de reformas y ampliación] del cementerio para ver si la fosa está o no está”, cuenta Moreno. Un ejemplo es el de la localidad de Almagro, donde había dos, una dentro del camposanto y otra fuera. Esta última se encontraba intacta y ha sido la que se ha podido exhumar en mayo de 2021. “Cada lugar es un mundo y hay que estudiarlo de manera precisa”, analiza.

Las 53 fosas de Ciudad Real localizadas

El próximo paso del proyecto Mapas de Memoria es terminar de señalar los enterramientos que han localizado, muchos aún por excavar. “El objetivo es que las 53 fosas de la provincia se encuentren debidamente señalizadas, abriendo la posibilidad para realizar las exhumaciones correspondientes en aquellos lugares que sea posible su apertura si así lo demandan los familiares y las condiciones técnicas lo permiten”, comenta el presidente de la Diputación. En algunas de las que ya lo han sido, como en la de Almagro, se ha realizado una instalación artística bautizada con el nombre de Rostros desvelados. En ella, conforme los arqueólogos encontraban los restos de un fusilado colgaban la silueta genérica de una cara con el nombre del difunto debajo. 26 en total. Y en el momento en el que los antropólogos encontraban a la familia y localizaban una foto del asesinado, se retiró la silueta y se puso la foto de la víctima con su nombre.

La historia de estos rastreadores de la memoria silenciada ha rescatado del posible olvido recuerdos desgarradores como estos: “Bajo una encina [los militares] les dieron un último cigarro a fumar y mi abuelo les dijo que su novia estaba embarazada y quería que en el pueblo supiesen que era hijo suyo. Mi abuela vivió toda su vida con miedo”. “Mataron a mi padre y a mi madre la llevaron para que se despidiera. En mi familia todas las mujeres fueron a la cárcel... y todos los hombres al cementerio”. “Un día de los que iba mi hermano Enrique a llevarle la comida le dijeron que ya no la necesitaba. Los mataban sin avisar”. La mayoría, recogidos en dos volúmenes (Todas las fosas de posguerra en Ciudad Real y Para hacerte saber mil cosas nuevas), reflejan que esa memoria no está muerta e inspiran esperanza a las familias de estas víctimas que esperan a que se las reconozca como tales.

CRÉDITOS

Redacción Julio Núñez
Diseño Belén Daza
Desarrollo Rodolfo Mata
Coordinación editorial Juan Antonio Carbajo
Coordinación diseño Adolfo Domenech

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Mapas de Memoria, el presente de las víctimas silenciadas

Han buscado a miles de desaparecidos, han explorado las historias que hay detrás de cada uno de ellos y las fosas comunes donde están enterrados. Mapas de Memoria es un espacio de investigación, creación e intervención social que busca generar conocimiento sobre el pasado reciente y dignificar a los desaparecidos o silenciados. Así se han podido recopilar más de 4.000 nombres de desaparecidos en Ciudad Real y las fosas donde fueron enterrados, cuyos datos pueden consultarse.


Mapa de Memoria. Diputación de Ciudad Real
Mapa de Memoria. Diputación de Ciudad Real.

Antropólogos, historiadores, investigadores y artistas se han marcado el objetivo de establecer puentes que nos permitan comprender la memoria, la violencia y el trauma, y dignificar a las personas desaparecidas o silenciadas. Ellos conforman Mapas de Memoria, un espacio de investigación, creación e intervención social que busca generar conocimiento sobre el pasado reciente.

En 2009, el Centro Internacional de Estudios de Memoria y Derechos Humanos (CIEMEDH) de la UNED inició su investigación sobre la represión de la dictadura franquista con el proyecto Todos los nombres de la represión de posguerra, financiado por el Ministerio de Presidencia. En 2017, el proyecto toma un nuevo impulso gracias a la colaboración de la Diputación provincial de Ciudad Real, y nace así el proyecto Mapas de Memoria, con la finalidad de recuperar la memoria de todas las víctimas del franquismo.

Metodología etnográfica

Auspiciada por el CIEMEDH en colaboración con la Diputación de Ciudad Real, la investigación de Mapas de Memoria se basa en la metodología etnográfica, que genera un conocimiento compartido entre investigadores y familias, y contribuye así a aumentar el conocimiento teórico, pero también a responder a un interés social que ha estado oculto y olvidado.

Con esa metodología etnográfica y la historiográfica, Mapas de Memoria realiza un trabajo marcado por un diálogo continuo entre familiares, investigadores y archivos, que se materializa en artículos, conferencias y tesis doctorales dirigidas a explicar las formas culturales en la transmisión de la memoria. Algunas de las líneas temáticas de esta iniciativa son la materialidad y el afecto, la representación y el daño, archivos del terror o la memoria de los victimarios.

Las historias de miles de desaparecidos

La intervención social de Mapas de Memoria se ha centrado durante los últimos años en buscar los nombres de miles de desaparecidos, las historias que hay detrás de cada uno de ellos y las fosas comunes donde fueron enterrados, que han dado paso a otras tareas actuales, como la atención a las víctimas, la señalización de lugares de memoria y la apertura de fosas.

Recientemente ha producido libros, documentales y exposiciones y promueve la colaboración con artistas interesados en utilizar estas temáticas en producciones interdisciplinares. Entre la últimas colaboraciones destacan las de la cineasta Adriana Vila, la ilustradora Daniela Martagón o el grupo teatral mexicano Teatro Línea de Sombra.

Cuatro mil nombres que pueden consultarse

Mapas de Memoria ha investigado y recopilado los nombres de cada una de las víctimas de la represión franquista en la provincia de Ciudad Real, con el objetivo de recuperar y dignificar la memoria de todos los vecinos de la provincia que sufrieron represión.

El equipo de investigación ha recorrido toda la provincia para entrevistarse con familiares de represaliados y consultar archivos históricos locales y nacionales, como el del Ministerio de Defensa. Así se han podido recopilar hasta el momento los nombres de más de 4.000 desaparecidos y localizar todas las fosas donde fueron enterrados, 53 en total, que pueden consultarse públicamente de forma online.

Para dejar constancia

También se han publicado los libros, Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939, dónde aparecen todos los nombres y un centenar de biografías; y Todas las Fosas de posguerra en Ciudad Real, donde se relata la vida social de estas fosas y se aportan datos concretos de cada una.

Actualmente, Mapas de Memoria lleva cabo un proceso de señalización cuyo objetivo es dejar constancia de dónde fueron enterradas las víctimas y que las 53 fosas de la provincia se encuentren debidamente indicadas, abriendo la posibilidad de realizar las exhumaciones correspondientes en los lugares que sea posible, si así lo demandan los familiares y las condiciones técnicas lo permiten.

L. M. G.

divendres, 17 de desembre del 2021

El fusilamiento que aguardó al parto.

 https://elpais.com/espana/2021-12-17/el-fusilamiento-que-aguardo-al-parto.html



Hallados los primeros restos de represaliados de la Guerra Civil en Alicante, entre ellos los de una mujer cuya ejecución se postergó hasta que alumbrase y amamantase a su hija.



Alicante - 
Carmen Soriano Gambín, fusilada en agosto de 1941.
Carmen Soriano Gambín, fusilada en agosto de 1941.JUAN MARTÍNEZ LEAL

Las hermanas Carmen y Rosario Soriano Gambín, dos jóvenes de Callosa de Segura (Alicante), fueron juzgadas en 1939 por un tribunal militar franquista, acusadas de haber participado en el asesinato de un guardia municipal. Ambas fueron condenadas a muerte y a Rosario la fusilaron inmediatamente. A Carmen, embarazada a sus 20 años, no la llevaron al paredón hasta el 1 de agosto de 1941, después de dar a luz y amamantar durante un tiempo a su hija. Cuando murió tenía 22 años. Su cuerpo acaba de exhumarse en una fosa común del cementerio de Alicante, junto al de otros represaliados, los primeros que aparecen en la provincia tras numerosas excavaciones.

La fuerte influencia de la Iglesia en el régimen franquista y el “tremendo poder” que los sacerdotes ejercían en las prisiones pueden ser las causas de que las autoridades permitieran que Carmen diera a luz, según conjetura el historiador Miguel Ors, antes de que se ejecutase su pena capital. “No le habrían permitido abortar”, sostiene, “y el cura no habría permitido que la fusilaran embarazada”, sostiene el experto, porque “el bebé no tenía culpa de nada”. Con todo, su caso es muy infrecuente, sino único, al menos en Alicante. En la provincia solo se fusilaron 20 mujeres frente a 605 hombres y Ors no tiene constancia de otras embarazadas condenadas a muerte.

El cuerpo de Carmen estaba en la fosa 20 del cementerio de Alicante, una de las dos que se están excavando actualmente con la participación de la Consejería de Calidad Democrática de la Generalitat Valenciana, el Ayuntamiento de Aspe (Alicante) y la asociación local Cinco Ojos. Sus restos han sido los más fáciles de identificar “y ya están exhumados”, cuenta el arqueólogo Jorge García Fernández, de la empresa Drakkar Consultores y codirector de la excavación, “ya que es la única mujer enterrada en la fosa”.

“Carmen pertenecía a una familia de izquierdas”, recuerda el historiador ilicitano Miguel Ors, que especifica que alguno de sus hermanos murió durante la contienda, en el frente. Inicialmente, las hermanas Gambín fueron juzgadas por un tribunal popular republicano antes de que acabara la guerra. Se las acusaba de “haber estado envueltas en la muerte de un guardia municipal”, aunque fueron absueltas.

Fosa 20 del cementerio de Alicante. Las está exhumando la asociación Cinco Ojos junto con el Ayuntamiento de Aspe (Alicante) y la Consejería de Calidad Democrática de la Generalitat.
Fosa 20 del cementerio de Alicante. Las está exhumando la asociación Cinco Ojos junto con el Ayuntamiento de Aspe (Alicante) y la Consejería de Calidad Democrática de la Generalitat.

En 1939, tras la victoria de los sublevados franquistas, las nuevas autoridades volvieron a detenerlas, alegando el mismo motivo, aunque esta vez fueron condenadas a muerte. Rosario fue fusilada poco después de la sentencia. Con Carmen “esperaron a que diera a luz a su hija” que fue entregada a su viudo, Roberto Fernández, señala Ors. “Él se tuvo que ir del pueblo y no volvió hasta que ya era muy mayor”, señala. Carmen murió en el paredón el 1 de agosto de 1941. “Si las familias estaban atentas y reclamaban a sus hijos o nietos, se los daban”, asegura el historiador. Se da el caso, además, de que el viudo de Carmen no tenía ninguna cuenta pendiente con la justicia franquista.

En la misma fosa 20, junto a la joven de Callosa, fueron arrojados otros 13 represaliados, localizados por el Ayuntamiento de Aspe y la asociación Cinco Ojos. Los fallecidos también procedían de otras localidades además de Aspe y Callosa, como Ibi, La Unión (Murcia) o Madrid.

Ya se han exhumado nueve cuerpos de los 14 previstos. “Todos menos dos están enterrados en cajas de madera de pino”, manifiesta García Fernández, “y tres de ellos presentan orificios de proyectil en el cráneo y otro, en el esternón”. Estos signos de violencia parecen confirmar que se trata de condenados a muerte “encarcelados en el reformatorio de adultos de Alicante”, los actuales juzgados de la ciudad, y “posteriormente fusilados en el cuartel militar de Rabasa”, unas instalaciones que aún están en uso. Luego fueron llevados, “ya cadáveres”, al cementerio”, indica el arqueólogo.

Previsiblemente, ocho de ellos son aspenses que tomaron parte, de manera directa o indirecta en “el linchamiento de la familia Calpena”, afirma el catedrático de la Universidad de Alicante José Ramón García Gandía. Los hechos tuvieron lugar el 7 de julio de 1937. Ramón Calpena, “un importante industrial alpargatero”, fue detenido por fuerzas republicanas junto a su hijo Luis y su yerno Javier González. Se los acusaba de alentar la rebelión militar. El empresario fue encerrado en Totana y posteriormente “enviado a su pueblo bajo arresto domiciliario”. Nada más llegar a su casa, los tres fueron hostigados por algunos de sus conciudadanos, “quienes les odiaban por motivos sociales y laborales”, dice el historiador. Los dos Calpena murieron en el altercado. El yerno sobrevivió.

“La República intentó averiguar lo que había pasado”, especifica el experto, pero varios sospechosos fueron absueltos tras pasar por el Tribunal de Espionaje de Valencia y otro juzgado de Alicante. “Perdieron la oportunidad de hacer justicia, pero en plena guerra no se permitieron perder a destacados representantes políticos y sindicales”, continúa García Gandía. Al acabar la Guerra Civil, sin embargo, el franquismo volvió sobre este mismo asunto. “Juntaron a los principales sospechosos con altos cargos locales”, asevera el experto, “entre ellos, el alcalde socialista Pascual Cánovas Martínez”, que en realidad había tratado de impedir el asesinato de los Calpena. Cánovas fue fusilado y arrojado a la misma fosa 20 del cementerio alicantino.

La misma excavación se ha extendido a la fosa 26, donde el actual alcalde de Aspe, Antonio Puerto (Esquerra Unida del País Valencià), confía en que se pueda identificar a una decena de aspenses más, fusilados el 26 de junio de 1941. “Sus restos se trasladarán a un laboratorio custodiado que hemos instalado”, avanza el primer edil, “para que puedan ser identificados por su ADN”. En la misma fosa fueron arrojadas 25 personas, 22 de ellas represaliadas y procedentes de Aspe, Callosa de Segura, Orihuela, La Romana, Alicante, Torrevieja, Benissa y Elche. “La mayoría de los cuerpos están amontonados y removidos”, explica el codirector de los trabajos, “pero dos cráneos y un esternón presentan orificios de proyectil”.

Francisco Alcolea Cremades, cuyos restos han sido exhumados en Alicante y que ha podido ser identificado por su ojo de cristal. Imagen del álbum familiar de su nieto, Francisco Alcolea Torá.
Francisco Alcolea Cremades, cuyos restos han sido exhumados en Alicante y que ha podido ser identificado por su ojo de cristal. Imagen del álbum familiar de su nieto, Francisco Alcolea Torá.

Un ojo de cristal guardado en un bolsillo

Al llegar al paredón del cuartel alicantino de Rabasa en el que lo iban a fusilar, Francisco Alcolea Cremades guardó en un bolsillo del pantalón el ojo de cristal por el que todo el mundo lo conocía. Agricultor, miliciano, miembro del PCE, de UGT y de la cooperativa agraria Los Convencidos, casado y con tres hijos de tres, seis y 12 años, fue uno de los vecinos de Aspe (Alicante) acusados de instigar el linchamiento de los Calpena, aunque hasta el último momento defendió que no tuvo nada que ver, sino que en el momento de los hechos, se encontraba azufrando sus campos. El 26 de junio de 1941 fue acribillado y posteriormente enterrado en la fosa 20 del cementerio de Alicante.

El ojo de cristal, una especie de “córnea pintada a mano”, ha facilitado su identificación, según el historiador García Gandía, codirector de la excavación. “Lo hemos encontrado junto a una pierna”, explica. “Aunque no quedan restos textiles, hemos interpretado que lo guardó en el pantalón antes del fusilamiento”, añade. El investigador comunicó el hallazgo a la familia de Alcolea Cremades, que prefiere “esperar al análisis de ADN”, señala Francisco Alcolea Torá, nieto del condenado, que se llama igual que su abuelo. “Falta el informe del laboratorio”, declara, “pero desde luego es un descanso para la familia”. “Ahora lo podremos enterrar junto a mi abuela”, prosigue.

Francisco perdió el ojo en Francia, donde trabajó como agricultor, detalla su nieto. “Fue miliciano y combatió con el batallón Alicante Rojo en el frente de Guadalajara”, recuerda. En 1937 volvió a su pueblo, Aspe, situado en zona republicana, “para trabajar sus tierras, probablemente viñedos para uva de mesa”, aventura Alcolea Torá. Al acabar la Guerra Civil, fue detenido en su casa. “Mi padre recuerda que se escondió y vio cómo lo maltrataban y se lo llevaban”, señala el nieto. Fue sentenciado a muerte por “hacer propaganda de la causa roja”, incautar fincas y ser “promotor del asesinato de los Calpena”, según consta en el sumario.

“Mi abuelo aparece en varios testimonios del juicio”, continúa su nieto, “parece que estuvo en varios lugares a la vez la noche del linchamiento”. La familia sospecha que el principal motivo que condujo a su muerte fue ser “amigo de Francisco Alcaraz”, un relevante miembro del partido comunista en Aspe, fugaz alcalde y posible instigador del crimen. “Mi abuelo le prestó dinero para que saliera de Aspe y se fuera al puerto de Alicante”, explica, “donde embarcó en el Stanbrook”, el célebre último barco que zarpó desde la ciudad cargado de republicanos con destino a Orán (Argelia), un día antes de acabar la Guerra Civil. Tras pasar por los penales de Aspe y Novelda, a los que su mujer, Francisca, le llevaba ropa y comida, fue finalmente conducido a Alicante, donde fue fusilado y enterrado en la fosa común.

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dijous, 16 de desembre del 2021

Un ojo de cristal confirma la identidad de uno de los primeros represaliados por el franquismo encontrados en Alicante.

 https://www.elsaltodiario.com/exhumacion-fosas-comunes/ojo-cristal-senala-restos-primeros-represaliados-franquismo-hallados-cementerio-alicante


EXHUMACIÓN DE FOSAS COMUNES

El reciente hallazgo de una prótesis ocular confirma el lugar de enterramiento de Francisco Alcolea Cremades, fusilado en 1941 y buscado durante décadas por su nieto, que lo ubicó en la fosa XX del Cementerio municipal de la capital alicantina, donde se ha encontrado la prótesis.



El ojo encontrado del represaliado en el cementerio de Alicante. AINHOA J. VILATÓ

 

16 DIC 2021 15:32


Por fin ven la luz los primeros restos de represaliados tras la Guerra Civil en las fosas comunes del Cementerio de Alicante con un significativo hallazgo que los señala inequívocamente como pertenecientes a los ocho aspenses fusilados el 26 de junio de 1941 y arrojados a la fosa XX del camposanto alicantino. Según los registros cementeriales, uno de esos ocho represaliados era Francisco Alcolea Cremades, apodado “el del ojo de cristal” por la prótesis que llevaba en sustitución del ojo que le faltaba, prótesis que acaba de ser encontrada en la fosa XX identificando a su portador y alegrando a su nieto, Paco Alcolea, que se muestra emocionado pero prudente a la espera de que los análisis de ADN proporcionen la confirmación definitiva.

El esperanzador hallazgo ha tenido lugar a raíz de que la empresa arqueológica Drakkar haya localizado esta semana en las fosa XX y XXXVI del Cementerio de Alicante los primeros cuerpos en conexión anatómica y con evidentes signos de violencia. Este hallazgo llega nueve meses después de la primera excavación en la búsqueda de personas represaliadas por el franquismo en el camposanto alicantino, cuyas continuas modificaciones en las últimas décadas hacían temer la desaparición de los restos.

Según ha explicado a El Salto Jorge García, arqueólogo de Drakkar, concretamente se han encontrado en la fosa XXXVI “trozos de cráneo con orificios de proyectil” y un solo cuerpo en conexión anatómica, por lo que por el momento no pueden afirmar “que todos tengan signos de violencia o que fueron fusilados” porque “no se les puede asignar un cráneo”, explica el arqueólogo. Respecto a la fosa XX, además de los ocho aspenses en los registros figuran otros seis cuerpos más, en total 14 de los que a día de hoy llevan exhumados nueve y localizados otros dos, es decir por el momento se han hallado 11 de los 14 cuerpos.

En la fosa XX, además de los ocho aspenses en los registros figuran otros seis cuerpos más, en total 14 de los que a día de hoy llevan exhumados nueve y localizados otros dos, es decir por el momento se han hallado 11 de los 14 cuerpos

Los hallazgos de esta semana ofrecen cierta esperanza a los familiares de represaliados, después de que en febrero de este año diera comienzo un hecho insólito que los familiares de las víctimas pensaban que nunca tendría lugar en la ciudad alicantina, último escenario de la guerra civil española. Con la apertura de la primera fosa, la número X, aparecieron cientos de familiares interesados en encontrar los restos de sus seres queridos, la noticia traspasaba fronteras gracias a la labor de la Asociación de Familiares de Represaliados del Franquismo Cementerio de Alicante, llegando hasta México o Francia, el exilio para miles de familias españolas tras el final del conflicto armado. No obstante, las primeras excavaciones que albergaba el camposanto alicantino no ofrecieron resultados, los cuerpos de los represaliados no aparecían pero las fosas arrojaban pruebas de otros horrores de la época como el robo de bebés.

Ojo de cristal

Sin embargo, pese a las adversidades hay algunos familiares de víctimas que llevan años en la lucha por que se reconozca su derecho a dar una sepultura digna a sus seres queridos y no han cesado de insistir, como es el caso del aspense Paco Alcolea, quien ha dedicado parte de su vida a conocer el paradero de su abuelo, Francisco Alcolea Cremades, fusilado el 26 de junio de 1941 en el paredón de Rabasa. Alcolea Cremades era natural de Aspe, agricultor y militante del PCE; le apodaron “el del ojo de cristal” porque le faltaba un globo ocular. Un dato en el que Paco, en su afán por recuperar la memoria familiar, insistió desde la apertura de la fosa XX, donde los libros cementeriales situaban a su abuelo.

Ayer su suerte cambiaba, una llamada telefónica del historiador José Ramón García Gandía confirmaba el hallazgo por parte de los técnicos de Drakkar de un ojo de cristal situado a la altura del brazo durante los trabajos de exhumación. Paco Alcolea al recibir la noticia asegura que se sintíó “muy emocionado con el hallazgo”, pero matizó que el descubrimiento “no será completo hasta que recuperemos todos los cuerpos de las personas fusiladas y arrojadas a las distintas fosas comunes que alberga el Cementerio de Alicante”, expresa Alcolea a El Salto. No obstante, Alcolea añade que de momento prefiere ser “prudente” y esperar a que las pruebas de ADN confirmen definitivamente su identidad.

El historiador Vicent Gabarda explica que los familiares “ayudan a recabar una serie de datos que no aparecen ni en partida de defunción ni en sumario ni en la ficha presidiaria”

El historiador valenciano Vicent Gabarda, autor del libro Els afusellaments al País Valencià (1938-1956) (PUV, 2007) entre otros tratados sobre la represión en el este peninsular durante y tras la guerra civil, se ha encargado de entrevistar a los familiares de las víctimas de la represión franquista con la finalidad de conocer condiciones físicas que puedan diferenciar a nivel antropológico a una víctima del resto. Gabarda explica que los familiares “ayudan a recabar una serie de datos que no aparecen ni en partida de defunción ni en sumario ni en la ficha presidiaria”. En este tipo de entrevistas el historiador pregunta desde costumbres hasta algún tipo de malformación física, comenta Gabarda acerca de la labor que realiza para la Conselleria de Participació, Transparència, Cooperació i Qualitat Democràtica.

En cuanto a la reacción de las asociaciones de familiares, contactada por El Salto la presidenta de la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo del Cementerio de Alicante, Maria José Pérez Galant, ha asegurado que este descubrimiento supone “una esperanza” para los descendientes de las víctimas, subrayando el hecho de que el hallazgo que señala los restos de Francisco Alcolea Cremades coincida con el registro cementerial, respecto a lo que Pérez Galant considera que “en el momento en que identifiquen a uno es como si hubieran identificado a mi abuelo”.

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