dissabte, 7 d’abril del 2018

Paseos por la línea del frente

https://www.lamarea.com/2018/04/01/paseos-la-linea-del-frente/




Decenas de trincheras en posiciones estratégicas recuerdan cómo se combatió, vivió y murió en la guerra.
01 abril 2018
09:30
Paseos por la línea del frente
Restos de las trincheras de Los Migueles, en Rivas Vaciamadrid. FERNANDO SÁNCHEZ
‘Paseos por la línea del frente’ es una de nuestras Rutas de la memoria. Puedes suscribirte aquí para recibir la revista todos los meses.
En los cerros y llanuras que se extienden en el entorno de Rivas Vaciamadrid, a las mismas puertas de Madrid, hasta 80.000 combatientes participaron en una de las contiendas más trágicas de la Guerra Civil. Del 6 al 27 de febrero de 1937, casi 10.000 personas murieron en la Batalla del Jarama, la primera gran batalla moderna en la historia de España. Aquel invierno, los republicanos lograron frenar el avance de las tropas franquistas sobre la capital española. Ochenta años después, el sol cae a plomo sobre las trincheras de Los Migueles, a un par de kilómetros de un polígono comercial de Rivas. Manuel Castro recorre esta línea de defensa republicana recuperada gracias a unos campamentos de trabajo internacionales. Castro es miembro de Jarama 80, una asociación de voluntarios que trabaja para mantener viva la memoria de un frente que fue clave durante la resistencia de Madrid contra los sublevados. Aquella batalla marcó la historia del lugar a sangre y fuego. Las bombas arrasaron Vaciamadrid y Rivas del Jarama, y en 1945, la Dirección General de Regiones Devastadas reconstruyó los dos municipios en un solo núcleo. “Estas trincheras forman parte del patrimonio histórico de nuestro pueblo. Casi todo lo que había en él desapareció en la guerra, así que es nuestra obligación mantener todo esto en pie y conservar su memoria viva, que la gente recuerde qué es lo que pasó”, afirma.
La de los Migueles es una de las seis rutas que integran el Parque Histórico Batalla del Jarama, una iniciativa que cuenta con el impulso de cuatro ayuntamientos madrileños (Arganda del Rey, Morata de Tajuña, San Martín de la Vega y Rivas Vaciamadrid), que quieren difundir la historia de la Guerra Civil a través de los vestigios de la contienda. Muchos de los visitantes que se acercan hasta aquí son extranjeros. Nietos, bisnietos y parientes de milicianos que se enrolaron en las Brigadas Internacionales para combatir el fascismo llegan cada año para ver la tierra en la que luchó o murió su ser querido. Es frecuente que a estas visitas acudan americanos, irlandeses, franceses, ingleses, escoceses, polacos  o italianos. “Una vez vino una familia sueca con 50 personas para recordar a un miliciano”, apunta Castro. Porque el recuerdo de los brigadistas sigue muy vivo en los descendientes de quienes entregaron lo mejor de su juventud (incluso sus vidas) para luchar por los valores que defendía la II República. Al igual que en el entorno del Jarama, centenares de trincheras cavadas por toda la geografía española son hoy testigo mudo de aquella guerra. A continuación proponemos seis de estas rutas.

RUTA DE LOS MIGUELES

Rivas Vaciamadrid (Madrid)
Estado de conservación:
Bueno. Se aprecian el fortín blindado, el parapeto, refugio, cuevas, puestos de tirador, observatorio y trincheras.

ARAGÓN

Tras los pasos de Orwell por el desierto de los Monegros
El frente atravesó la comarca de los Monegros por la Sierra de Alcubierre, límite natural entre las provincias de Huesca y Zaragoza. En sus trincheras combatió el escritor británico George Orwell, quien plasmó sus vivencias en su obra Homenaje a Cataluña. Aquellas trincheras situadas en los montes Irazo y Pucero integran hoy la Ruta Orwell, a la que se accede por la carretera A-129 (kilómetro 34,6), de Leciñena a Alcubierre. En el recorrido podemos observar alambradas, ramales de comunicación,abrigos pasivos ligeros, pozos de tirador, observatorio y la zona de descanso de los soldados. En esta comarca aragonesa pueden visitarse otros vestigios bélicos interesantes como las trincheras de las Tres Huegas, en el kilómetro 33,5 de la A-129. No lejos de aquí, en La Almolda, también se han recuperado unas trincheras próximas a la ermita de Santa Quiteria, un enclave geoestratégico en el Frente de Aragón. Su dominio proporcionaba un privilegiado observatorio de toda esta comarca desértica.

CASTILLA-LA MANCHA

Abánades y la batalla olvidada de Guadalajara
Abánades estuvo durante toda la Guerra Civil en primera línea de frente, lo que lo llevó a cambiar de manos en varias ocasiones. Tras la Batalla de Guadalajara (1937), Abánades se convirtió en un pueblo fantasma, saqueado por las tropas de ambos bandos, sobre todo las franquistas, que estaban atrincheradas en el castillo. Aquellos puestos defensivos pueden recorrerse hoy tranquilamente a pie. Durante el trayecto encontramos  trincheras, parapetos aspillerados, fortines, nido de ametralladora y abrigos. La recuperación de estos vestigios ha sido posible gracias al CSIC, cuyos expertos excavaron y recuperaron gran cantidad de estructuras y material. Las trincheras muestran de con claridad las diferencias entre los dos bandos enfrentados: las republicanas son zanjas de continuidad cavadas en la tierra sobre el cerro del Rondal; en las franquistas, más aisladas, aparece el cemento y su edificación es más elaborada, tal y como sucede en otras zonas de batalla como en la Sierra de Guadarrama. A Abánades se llega a través de la carretera GU-928, que parte de la salida 118 de la autovía A-2. Este municipio, escenario de la conocida como batalla olvidada de Guadalajara, alberga el Museo Histórico Municipal, que contiene una amplia exposición de objetos y documentos cedidos por los vecinos que acercan al visitante a la dura experiencia de la vida cotidiana en las trincheras. Desde el año 2010 también se realizan representaciones históricas en el pueblo.

ANDALUCÍA

Vestigios bélicos en plena Sierra de Huétor (Granada)
El Parque Natural de la Sierra de Huétor, en Granada, cuenta con un gran entramado de trincheras digno de una visita. Naturaleza e historia confluyen en este recorrido por las montañas granadinas. Túneles, zanjas, escaleras y refugios configuran esta extensa red de posiciones militares que se suceden por el Arco Noreste de la Vega de Granada. Existen cuatro itinerarios perfectamente señalizados, que incluyen hasta 400 trincheras: la travesía del Peñón de la Mata, la subida a la posición de El Enebral, el ascenso al Calar de Güéjar Sierra y las trincheras del Parque Natural de la Sierra de Huétor. Este último recorrido transcurre entre los municipios de Alfácar, Huétor Santillán, Nívar y Víznar, a escasos 20 kilómetros de la ciudad de Granada. El acceso al inicio del itinerario se realiza desde la autovía A-92 (salida 253), en dirección a Víznar por la carretera GR-NE-52 y el desvío que conduce hasta el Centro de Visitantes del Parque Natural de la Sierra de Huétor. Tras el estallido de la guerra, la provincia de Granada enseguida quedó partida en dos. La línea de división se situó en las sierras, por ser lugares con un buen control visual y con ventajas para organizar la defensa. Al recorrer las sendas que atraviesan este espacio natural salpicado de ríos y montes nos toparemos con numerosos restos bélicos de interés como el Cerro de la Yedra, el Llano del Fraile, el sanatorio de la Alfaguara, las trincheras de Las Veguillas o la posición de la Cueva del Gato, entre muchos otros. En la zona se aprovecharon los puntos altos de los cerros para instalar estas fortificaciones, que se conservan en un excelente estado de conservación.

ASTURIAS

Un paseo por los restos del Frente del Nalón
Tres sencillas rutas a través de las trincheras ocultas en los montes de La Degollada nos acercan a un conjunto de restos de la Guerra Civil único en Asturias. Al lugar se accede por la carretera AS-237, que parte de la salida 408 de la autopista A-8 (dirección Grado/Avilés Oeste). Sacos, trincheras y nidos de ametralladoras del bando republicano conviven en un paraje natural que formó parte del Frente del Nalón, a escasos 20 kilómetros de Avilés. La vegetación envuelve estos vestigios históricos recuperados en los últimos años gracias a la labor de la Asociación para la Recuperación de la Arquitectura Militar Asturiana 1936/37. Lo cierto es que algunas de las estructuras se mantienen casi intactas. Al recorrer el lugar, nos podemos hacer a la idea de las terribles condiciones de vida de los soldados que intentaron evitar el avance del ejército fascista. La ruta con mayor número de infraestructuras y elementos bélicos es la que parte del área recreativa de La Degollada hasta el paraje de La Escrita. A lo largo de 5,8 kilómetros (unas dos horas y media de recorrido) veremos cómo los nidos de ametralladora dominaban el valle desde la cima del Pedrosu. En el camino aparecen  pozos, chabolas y un depósito. Impresiona la cercanía de las trincheras de uno y otro bando, separadas apenas por 400 metros de distancia. Las otras dos rutas son más cortas: una de ellas nace y muere en el aparcamiento de La Reigada (3,6 km) , y la otra parte del mismo punto y finaliza en La Degollada (3,9 km).

CATALUÑA

El recuerdo de la Batalla del Ebro en Tarragona
En el interior de Tarragona se vivió el episodio más largo y mortífero de la Guerra Civil. En la Batalla del Ebro hubo alrededor de 30.000 muertos y 75.000 heridos. Las cicatrices de aquella carnicería son aún muy visibles en la Comarca de les Terres de l’Ebre, con multitud de trincheras, refugios y monumentos, así como distintas rutas que recorren las sierras de Pàndols y Cavalls. Los espacios de la Batalla del Ebro incluyen un total de cinco centros de interpretación y 19 localizaciones históricas. De entre ellas sobresale una línea de trincheras, de la que se conservan cerca de 700 metros, que formó parte de la red de defensa republicana entre las localidades de Vilalba dels Arcs y la Pobla de Massaluca. También en la punta del Duc,con excelentes vistas sobre el río Ebro, se puede descubrir un conjunto fortificado que forma parte de la línea defensiva construida a lo largo del río Algars para proteger el territorio de una invasión franquista. Los senderos rehabilitados permiten seguir los caminos que recorrieron los soldados republicanos. No lejos de aquí encontramos las trincheras de Berrús, en la vertiente de una colina que domina la confluencia entre el río Matarranya y el Ebro, cuyas estructuras aún se mantienen en pie.

PAÍS VALENCIANO

Líneas de retaguardia en torno a Valencia
En el Parque Natural del Túria se encuentra la masa boscosa de la Vallesa. Hoy se conservan en este espacio los restos de una red de trincheras y búnkers que construyó el ejército republicano durante la Guerra Civil. El conjunto de trincheras formaba parte de la línea de defensa de la Inmediata, 26 kilómetros de fortificaciones entre Puig y Riba-roja, que flanqueaban la ciudad de Valencia. Era una línea de retaguardia que no entró en combate, y que se apoya en el talud natural que forma el río Turia. La ruta tiene una longitud de 8 kilómetros, con dificultad baja, y recorre el bosque de la Vallesa, uno de los últimos pulmones del área metropolitana. El paraje de pinos, olivos y algarrobos nos acompaña a lo largo de todo el camino. Su situación en un lugar defensivo privilegiado permitía el control del cauce del Turia posibilitando el fuego frontal, de flanqueo, y cruzado con las posiciones de la Vallesa situadas en la vertiente norte del río. Entre los elementos más importantes de la posición sobresale una interesante red de galerías, cuya suma alcanza más de 100 metros de longitud; una trinchera de servicio para conectar los distintos abrigos y cuatro fortificaciones de hormigón para el asentamiento de armas automáticas. Para llegar hasta aquí se debe tomar la salida 349 Manises-Aeropuerto de la autovía A-3 y, a la altura del aeropuerto, desviarse a la carretera CV-370.  En el km 9,100, tomaremos un desvío que indica Urbanizaciones y aparcaremos junto al río, en el cruce de las calles Xiprer y L’Avena.¿

De España a China, los voluntarios que revolucionaron la medicina de guerra

http://www.lavanguardia.com/internacional/20180331/442081563131/de-espana-a-china-los-voluntarios-que-revolucionaron-la-medicina-de-guerra.html


Jèssica Martorell
Pekín, 31 mar (EFE).- Durante la guerra civil española, voluntarios internacionales revolucionaron la medicina con técnicas pioneras como la transfusión y conservación de sangre, que luego aplicaron en la segunda guerra sino-japonesa. En China, salvaron miles de vidas y se convertieron en héroes nacionales.
Este grupo de 25 voluntarios, considerados por muchos como los primeros médicos "sin fronteras" y precursores de la medicina humanitaria, protagonizaron un importante trasvase de conocimiento médico que permitió mejorar la atención a víctimas civiles y reducir la mortalidad.
"Fueron un precedente de los movimientos que luego se generalizarían como Médicos Sin Fronteras, incluso la Organización Mundial de la Salud", explica en una entrevista con Efe el sociólogo e historiador español Carles Brasó, que se encuentra estos días en China trabajando en su investigación.
Aunque ninguno de ellos era español, en el país asiático se les conoce como los "médicos españoles", porque así se referían a ellos en la prensa local cuando empezaron a llegar en 1938 procedentes de España para asistir a los heridos en el conflicto entre China y Japón (1937-1945).
La innovación médica llegó por la generalización de los bombardeos contra la población civil y la retaguardia durante la guerra civil española (1936-1939), que convirtió a los grandes hospitales en "blancos" para la aviación enemiga, por lo que los médicos tuvieron que buscar otras alternativas.
Fue entonces cuando estos voluntarios internacionales en el bando republicano y el personal local empezaron a organizarse en unidades móviles que tenían que estar muy cerca de la zona de batalla para atender "in situ" a los heridos más graves.
Bajo esta nueva logística, se empezaron a incorporar ambulancias equipadas con equipo quirúrgico e instalar hospitales y unidades de atención médica en el frente.
Otra de las técnicas que revolucionó entonces la medicina fue la creación de bancos de sangre y las técnicas de transfusión y conservación de esta. Por primera vez, la sangre se pudo transportar en vehículos hasta el frente para atender a los heridos con mayor rapidez.
El primer sistema de transfusión de sangre del mundo fue puesto en marcha conjuntamente por el cirujano canadiense Norman Bethune -considerado el padre de la medicina humanitaria- y por el médico español Frederic Durán-Jordà.
"Fue una innovación a nivel mundial, nunca antes se había hecho", destaca Brasó.
Tras su experiencia en España, decidieron marcharse a China para seguir contribuyendo a lo que ellos consideraban el primer estadio de una gran guerra mundial contra el fascismo, convirtiéndose así en los primeros médicos "sin fronteras".
"Había un movimiento internacional de solidaridad y ayuda médica en base a donaciones voluntarias para desplazar no solo a médicos, sino también medicinas y ayuda médica a países en conflicto", apunta el historiador.
El viaje de 17 de estos médicos fue financiado por los comités de ayuda a España de Reino Unido y Noruega, que decidieron traspasar parte de los fondos a China. "Fue un fenómeno que nació dentro de un movimiento de izquierdas con un fuerte componente comunista", señala Brasó.
El intercambio médico que se produjo entre España y China "no destaca por su carácter tecnológico, porque había escasez de medios, sino que se centró en la formación de prácticas médicas que ayudaron a reducir la mortalidad".
Por ejemplo, formaron al personal chino con sencillas prácticas de higiene, como la esterilización o con "el método Trueta", una cura oclusiva de heridas abiertas para evitar amputaciones que se empezó a utilizar durante la guerra civil española.
En China hay un monumento en memoria de estos médicos internacionales, el más conocido de ellos Bethune, que murió en el país asiático en 1939 debido a una infección tras sufrir un corte en una operación.
Años después, Mao Zedong, a quien solo había visto una vez, le dedicó "En memoria de Norman Bethune", un artículo en el que ensalzaba su figura y fue incluido en el famoso Libro Rojo, que millones de chinos tuvieron que memorizar en la escuela, lo que lo convirtió en un héroe nacional.
Sin embargo, Brasó "desmitifica" a Bethune y lo contextualiza: "No trabajó solo, sino junto a otros médicos internacionales y locales" que fueron "símbolo de un movimiento internacional y cosmopolita".
Los homenajes a Bethune en el país asiático son constantes, y el Instituto Cervantes de Pekín acogerá el próximo diciembre una exposición fotográfica sobre su trayectoria en España y China.
Mientras, en España, pocos saben de estos médicos voluntarios. El historiador lamenta el "manto de silencio" que todavía persiste sobre la guerra civil española y que tanto cuesta romper. EFE

Los fantasmas de Belchite: una visita al pueblo mártir del Frente de Aragón


https://www.eldiario.es/viajarahora/destino_espana/Que-ver-en-Belchite-visitas-guiadas-ayuntamiento-batalla-Guerra-Civil-Espanola-como-llegar-visitas-guiadas-psicofonias-paranormal_0_757324269.html


Los arcos de San Martín de Tours hoy soportan los azules de un cielo inmisericorde en verano y gélido en invierno. Las piedras mutiladas dejan un lienzo desolado de techos que ya no existen y paredes truncadas. “Pueblo viejo de Belchite; ya no te rondan zagales; ya no se oirán las jotas; que cantaban nuestros padres”, reza, y nunca mejor dicho, una pintada en la mismísima puerta de la iglesia. Cuesta abajo se ven los tejados de la nueva Belchite. Casas pequeñas e iguales de tejados alineados. Casi como si fuera de mentira. Ladera arriba, el viejo Belchite muestra sus tripas al aire en un desolado panorama de techos hundidos en los que las vigas de madera parecen huesos astillados; en torres de ladrillo sucumbidas en apenas instantes después de haber resistido el paso de los siglos ; en calles que parecen venas taponadas de escombros. Una cruz de hierro recuerda a la mitad de los caídos. Se erigió tras la catástrofe española para recordar el lugar en el que, según dicen, se quemaron los cadáveres de miles de combatientes caídos.
Una vez leímos que el tiempo se había detenido en Belchite en 1937. No es del todo certera la expresión. Uno se pasea por las famosas Cinco Villas, casi a tiro de piedra, y tiene la sensación de que el tiempo se detuvo. Pero en Belchite el tiempo se acabó con una explosión. O quizás fue una pesadilla de la que el pueblo no logró despertar. El Trujal fue durante siglos el lugar donde se prensaban las aceitunas para hacer aceite. Unas cubas de piedra y ladrillo enormes (cuatro metros por lado) en las que se apilaron hasta 80 cuerpos después de la batalla. Comentan que muchos muertos republicanos fueron quemados ante la imposibilidad de enterrarlos a todos. Una cruz de hierro forjado por los que perdieron recuerda a los caídos del bando de los que ganaron. Todo en este pueblo es tragedia; hasta la construcción del Nuevo Belchite, en la que participaron prisioneros de guerra sometidos a trabajos forzados en régimen de esclavitud .
Arco de la Villa desde la Calle Mayor. Este es el sector mejor conservado de Belchite. Christian Lendl
Arco de la Villa desde la Calle Mayor. Este es el sector mejor conservado de Belchite. Christian Lendl
Belchite debió ser un pueblo precioso. De su antiguo esplendor apenas quedan rastros. El más evidente es el Arco de la Villa, una de las cuatro puertas que daban acceso al interior del pueblo y suponían el arranque de la Calle Mayor. No tenía muralla Belchite… Las casas formaban un cerco defensivo que hacía las veces de muro. Fue útil en la Guerra de Sucesión Española y para pararle las patas al francés durante la gloriosa gesta del pueblo (ojo que recalcamos esto de el pueblo) contra la invasión napoleónica. Pero 105 tanques T-26, más de 90 aviones, cañones, morteros y granadas de mano no son los fusiles y las bolas de plomo de la artillería de siglos anteriores. Allí llovieron las hostias como panes.
Arcos desnudos de San Martín. Miquel Angel Pintanel Bassets
Arcos desnudos de San Martín. Miquel Angel Pintanel Bassets
24 de agosto de 1937. La ofensiva sobre Brunete ha fracasado. Los intentos por embolsar a las tropas franquistas del frente de Madrid para aliviar la presión sobre el norte han fallado. Las autoridades militares de La República deciden intentar desviar la atención en el Frente de Aragón y, de paso, tratar de dar un golpe importante en Zaragoza. La idea es crear una brecha entre Belchite y Zuera en las líneas rebeldes que obligue al ejército franquista a concentrar la atención en Zaragoza. 80.000 efectivos republicanos se lanzan en tromba y rompen el frente. El límite sur del avance es Belchite. Y para allá van unos 31.000 combatientes republicanos que se topan con la resistencia feroz de entre 4.000 y 7.000 regulares y falangistas . El combate es feroz. Se pelea casa por casa; esquina por esquina. Con el frente ya abierto y los brigadistas internacionales a escasos kilómetros de las primeras calles de Zaragoza, se sigue peleando con ahínco en Belchite. Es una metáfora de la tozudez española. Con Zaragoza a un palmo, se brega con toda la rudeza de los que se odian y Belchite se inmola.
El cartel más famoso de Belchite. Luis Villa del Campo
El cartel más famoso de Belchite. Luis Villa del Campo
El 6 de septiembre Apenas unos centenares de franquistas alcanzan Zaragoza con miles de republicanos pisándoles los talones. Belchite es, otra vez, republicana; Zaragoza no. Muchos dicen que si se hubiera desviado parte de las fuerzas hacia la capital maña, ésta hubiera sido tomada por los republicanos. Pero no. Belchite arrasada por los obuses es una muestra más de lo que es la Guerra Civil Española: casi 5.000 muertos, más de 6.000 heridos y 2.411 rebeldes hechos prisioneros. Pocos meses después se repite la acción pero en sentido inverso. En marzo de 1938 el pueblo vuelve a caer. De los más de 3.100 habitantes del pueblo censados antes de la guerra sólo quedan 1.500 . Muchos muertos. Otros huidos. Para los que quedan no se han acabado los problemas. Los izquierdistas y sus familias son internados en ‘La Pequeña Rusia’, barracones construidos para albergar a las familias rojas a modo de campo de concentración, o fusilados. Franco promete reconstruir el pueblo pero luego decide prohibirla y convertir a las ruinas en “un símbolo de la barbarie roja y de la victoria del Bando Nacional”. El nuevo pueblo queda concluido a finales de los 50 pero hay que esperar a 1964 a que los últimos vecinos queden realojados. El abandono durante décadas del Viejo Belchite hace más destrozos que las bombas.
Vista general del pueblo. El abandono tiró más muros que las bombas. Ricardo Nadal
Vista general del pueblo. El abandono tiró más muros que las bombas. Ricardo Nadal
Visitar Belchite hoy
La primera vez que estuvimos en Belchite el acceso al pueblo era totalmente libre y se podía deambular por las ruinas sin restricciones. Aunque el grueso de la chatarra y restos de armamento había sido retirado décadas atrás aún se veían casquillos de balas y peines (soporte para las balas en las ametralladoras). Aquello tenía su mística y muchos se internaban en el pueblo destruido por la noche en busca de algún alma en pena. El pueblo se hizo famoso en España a finales de los 80 gracias a un grupo de periodistas entre los que estaba Iker Jiménez. El equipo del programa de radio IV Dimensión grabó las primeras psicofonías de Belchite en las que pueden oírse explosiones y el rugido de los motores de los aviones; la grabación dio la vuelta al mundo y el pueblo se convirtió en una especie de meca para parapsicólogos y curiosos. Uno puede creer o no en esas cosas. Pero la realidad es que Belchite encoje el alma. Y en torno al desastre se construyeron multitud de leyendas. Unas son simples, como las de las campanas que repican aunque ya no existen; otras son hasta recurrentes y clásicas, como la del niño que llora o el soldado que se lamenta moribundo; otras son espectaculares como la de la casa que se construye y se desploma sola.
Ruinas de la Calle Mayor. Luis Villa del Campo
Ruinas de la Calle Mayor. Luis Villa del Campo
Más de 10.000 personas visitan Belchite todos los años. Muchos atraídos por esta leyenda paranormal que envuelve al pueblo (es un clásico dejar grabadoras en San Martín y volver a recogerlas antes de salir del recinto vallado); la gran mayoría por el hondo significado histórico del lugar. Hay pocos sitios como éste dónde se pueden sentir con tanta fuerza la huella de nuestra contienda civil. Hoy, la visita es guiada. En la web del ayuntamiento se pueden reservar las entradas. Tienes tres posibilidades: la visita diurna; la nocturna o sacar para ambas. Esto último es más que recomendable ya que a la información histórica sobre la batalla se le añade ese halo de misterio que sale de cada grieta, de cada ruina. Antes la visita nocturna acojonaba bastante; ahora al ser guiada los escalofríos se controlan bastante bien. Las explicaciones están perfectamente documentadas y, al contrario de lo que sucede en otros escenarios bélicos, no hay pie a la exageración. Viejas fotos y relatos en primera persona te ponen sobre la pista de lo que tuvo que ser la experiencia de estar en Belchite aquel verano.
COMO LLEGAR
EN COCHE : Desde Madrid la A-2 (Autovía de Barcelona) hasta la salida 271 (Almunia de Doña Godina). A220 hasta Belchite. Desde Zaragoza la A2 en dirección Barcelona hasta salida de Villafranca del Ebro. ARA-A1 hasta conexión con la A222 hasta Belchite.
EN BUS : Gupo Hife. Salida desde Zaragoza (Estación Central de Autobuses): 08:30 (D y Festivos), 09:15 (D y Festivos), 09:15 (S. laborables), 10:30 (L a V laborables), 17:00 (L a V laborables), 18:30 (L a V laborables), 19:00 (L a S festivos), 19:00 (S. laborables), 19:30 (L a V laborables), 21:45 (D y Festivos). Salida desde Belchite: 08:40 (L a S festivos), 08:45 (L a S laborables), 08:57 (L a V laborables), 14:04 (D), 15:00 (L a S festivos), 15:10 (S. laborables), 15:35 (L a V laborables), 20:15 (D y Festivos).