dijous, 25 d’abril del 2024

RESISTIRE. LA HISTORIA DETRÁS DE LA CANCIÓN.

 https://resistencia.org.uy/articulos/230/resistire-la-historia-detras-de-la-cancion



 

Escribe: Julián Vadillo. Fuente: El Salto

“Resistiré”, la canción popularizada por el grupo Dúo Dinámico con letra de Carlos Toro Montoro y elementos tomados de la canción de Gloria Gaynor “I will survive”, esconde una historia que conviene recuperar: la de Carlos Toro Gallego, padre del autor de la letra. Él resistió.

Cuando en 1918 Europa estaba devastada por la Primera Guerra Mundial y el conflicto llegaba a su fin, un nuevo elemento distorsionador vino a empeorar la situación. A partir de marzo de 1918 comenzó a extenderse una epidemia de gripe, minusvalorada al principio por todos los países, pero que, con el paso de los meses, hizo estragos. Mal conocida como la gripe española, sus acciones se extendieron por una Europa destruida entre 1918 y 1920, aunque su extensión fue mundial y provocó millones de muertos.

El año de esa pandemia, en España se estrenó una zarzuela en Madrid con el nombre La canción del olvido, de Federico Romero Sarachaga y Guillermo Fernández-Shaw Iturralde, con música de José Serrano. En esa zarzuela se hizo muy famosa la canción “Soldado de Nápoles”, que se extendía por España al ritmo que la pandemia de gripe. Por eso a la propia pandemia se la conoció con el nombre de la canción, y en España recordar la música es acordarse de la gripe española. Un himno para una pandemia hace más de cien años.

Más de cien años después de aquella pandemia de gripe, un nuevo virus asola numerosos países y provoca miles de muertos. No es una gripe, sino el coronavirus. Y en medio de un confinamiento, muchas personas han dejado volar su imaginación para hacer más llevaderos estos duros momentos.

La música siempre es buena compañera en estos momentos y en diversos lugares de prensa, radio, televisión, balcones, patios, etc., resuena una canción: “Resistiré”. Una canción popularizada por el grupo Dúo Dinámico, cuya letra compuso Carlos Toro Montoro y cuya música tiene elementos tomados de la canción de Gloria Gaynor “I will survive”. Estos días hemos visto cómo diversos artistas han versionado la canción, la han puesto de actualidad y aparece en numerosos lugares.

Pero no, no voy a hacer un artículo sobre la canción, sino más bien sobre algo que puede esconder la canción y que, en estos días que tanto se oye y se canta, es conveniente tener en cuenta. Al menos como justicia histórica, que con los tiempos que corren es más que necesaria.

CARLOS TORO

Carlos Toro Montoro a lo mejor no era tan conocido hasta estos días. Compositor de numerosas canciones y periodista, sus letras se conocen no tanto por él, sino por los intérpretes que las cantan, como es el caso del Dúo Dinámico.

Sin embargo, detrás de la historia de Carlos Toro nos encontramos un periplo de lucha, de resistencia, que hace de esta canción algo especial. Sobre todo por quien fue el padre de Carlos Toro Montoro: Carlos Toro Gallego.

Hace muchos años, en el curso de una investigación histórica sobre represión franquista, di con el nombre de Carlos Toro Gallego. La explosión fortuita de un polvorín militar en Alcalá de Henares en septiembre de 1947 sirvió de pretexto a las autoridades franquistas para acometer detenciones contra las estructuras comunistas clandestinas del Partido Comunista de España (PCE) y de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Casi todos los comités de Alcalá de Henares y Madrid cayeron en aquellas fechas por un acto que era imposible que hubiese cometido la organización clandestina de los comunistas.

En octubre de 1947 fue detenido en Madrid Carlos Toro Gallego. Natural de Jaraicejo, un pequeño pueblo en la provincia de Cáceres, Toro Gallego había nacido en 1907. Antes del golpe de Estado de julio de 1936, era un activo afiliado a la UGT y a las JSU, pasando posteriormente al PCE, según su ficha policial.

Cuando se produjo el golpe de Estado contra la República, Carlos Toro fue voluntario en el Ejército republicano, alcanzado importancia una vez que se constituyó el Ejército Popular y llegando a ser Comisario Político de la 50 División, que intervino primero dentro del XX Cuerpo de Ejército que actuó en Levante y posteriormente pasó al XXI.

Al finalizar la Guerra Civil, Carlos Toro Gallego fue detenido y condenado por un Tribunal Militar a la pena de muerte por delito de rebelión, aunque su pena fue conmutada por 30 años de cárcel y posteriormente por una inferior de 20 años y un mes. En el año 1944 consiguió la libertad condicional y en marzo de 1947 se hizo con la libertad definitiva al beneficiarse de un indulto.

Sin embargo, en una España donde no había rincón que no fuese una cárcel, Carlos Toro Gallego no tardó a en volver a las ergástulas del franquismo. Nunca dejó de tener contacto con el clandestino Partido Comunista, y mantuvo relaciones con antiguos camaradas suyos y con las actividades de la guerrilla.

En octubre de 1947 volvió a ser detenido cuando formaba parte de una estructura clandestina del PCE, siendo interrogado y torturado en la prisión de Alcalá de Henares, donde se los vinculó a las estructuras que el PCE y las JSU tenían en la ciudad de Cervantes y a las que se acusaba de haber llevado a cabo un atentado contra el polvorín militar que explotó en septiembre de 1947.

La detención de Carlos Toro Gallego no fue casual. Su compromiso con el PCE era evidente, a lo que se unía que en ese momento la estructura interior del Partido Comunista en Madrid tiene un infiltrado que hizo estragos en la organización: José Tomás Planas, alias “El Peque”, un hombre infiltrado por el comisario Roberto Conesa en las estructuras clandestinas del PCE. Carlos Toro Gallego tuvo la mala suerte de conocer a José Planas y fue incluido en la causa que instruyó la explosión del polvorín de Alcalá.

La macrocausa del franquismo contra las estructuras del PCE y de las JSU fue dividida por el juez especial Enrique Eymar. En la causa 142.010 fueron incluidos los más activos militantes y considerados más peligrosos. Su sentencia, efectuada el 9 de julio de 1948, conllevó ocho penas de muerte que fueron ejecutadas en Ocaña en agosto de ese mismo año.

Carlos Toro Gallego fue encuadrado en la causa 239/48, junto a Fernando Nacarino Moreno, Ricardo Lidó Expósito o Alejandro Heredero del Castillo, a los que se les pidió la pena de muerte. El tribunal dictó contra ellos 30 años de prisión. La siguiente condena más fuerte fue la de Carlos Toro Gallego, condenado a catorce años de reclusión.

Carlos Toro Gallego resistió.

Viendo su trayectoria, Carlos Toro Gallego resistió. Y cada una de las estrofas de la canción que su hijo compuso recuerda sobremanera a la capacidad de resistencia de un hombre que vivió bajo una pandemia que asoló España durante casi cuarenta años y que le recluyó una parte importante de su vida por pensar distinto. Aunque no fuera la intencionalidad de su hijo, en alguna entrevista ha reconocido que es concebido como un himno de resistencia y de su propia vida, por lo que la historia de su padre estaría presente.

Podemos tararear “Resistiré”, se puede convertir en un himno contra la pandemia del covid19, pero conviene recordar lo que trasciende bajo una letra de resistencia y lucha.

dimarts, 23 d’abril del 2024

España e Italia en el siglo XX: posguerra, democracia, dictadura

 


Grupos de memoria histórica celebran la investigación de crímenes de guerra en Víznar, Granada.

 https://www.granadahoy.com/provincia/Grupos-historica-investigacion-Viznar-Granada_0_1896111881.html

Detalle de una fosa durante la visita las fosas del Barranco de Víznar

Detalle de una fosa durante la visita las fosas del Barranco de Víznar ANTONIO L. JUÁREZ

Organizaciones dedicadas a la memoria histórica en Andalucía han elogiado la resolución de la Fiscalía de Derechos Humanos de iniciar un expediente para investigar como delitos de lesa humanidad los crímenes ocurridos en Víznar (Granada) entre 1936 y 1939, una medida sin precedentes.

La Fiscalía de Sala de Derechos Humanos y Memoria Democrática, encabezada por la exministra Dolores Delgado, ha puesto en marcha los procedimientos legales para indagar los asesinatos cometidos en Víznar durante la Guerra Civil española y los años siguientes.

Hasta el momento, el equipo que trabaja en Víznar ha exhumado los restos de 124 víctimas, incluidas 34 mujeres, y ha encontrado por primera vez los de un niño de unos doce años asesinado de dos disparos en la cabeza en septiembre de 1936.

El profesor de la Universidad de Granada (UGR) y presidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, Rafael Gil Bracero, ha explicado que la decisión de la Fiscalía responde a una petición reiterada por el movimiento memorialista y permitirá por primera vez analizar las muertes violentas de los represaliados.

Gil Bracero ha subrayado que la incoación del expediente, del que ya se ha dado traslado a la Fiscalía de Granada, abre una etapa nueva que facilitará la reparación y la justicia real a los familiares de los asesinados.

La decisión de la Fiscalía de Sala de Derechos Humanos se apoya en los informes remitidos por el equipo multidisciplinar de la Universidad de Granada  que dirige Francisco Carrión y que desde 2021 trabaja en las fosas de Víznar (Granada), declarado Lugar de Memoria Histórica.

"El expediente facilitará que se tengan en cuenta los relatos de los cuarenta años de represión que han estado cercenados y analizará casos de muerte y desaparición forzosa, que son delitos tipificados de lesa humanidad", ha explicado Gil Bracero.

El presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha confiado en que esta investigación judicial permita dar a conocer una etapa de "barbarie" en la que, según sus datos como historiador y experto, se transgredieron los códigos éticos, con una mayoría de víctimas que no eran combatientes.

Ha añadido que ese trabajo judicial facilitará que se incorpore el relato de la parte hasta ahora silenciada, pero también ayudará a terminar el "luto suspendido" para muchas familias de los represaliados.

Por otro lado, el portavoz de la Asociación Verdad, Justicia y Reparación de Granada , Francisco Vigueras, ha calificado de acierto la investigación judicial y ha incidido en que los restos de Víznar, como los de otras muchas fosas del país, son de víctimas de crímenes contra la humanidad.

Vigueras ha explicado a EFE que el movimiento memorialista lleva años pidiendo que se levanten actas judiciales del trabajo en estas fosas para lograr la reparación real de los familiares de los represaliados pese a que sobreviven cada vez menos.

"Los restos de Víznar demuestran que las víctimas fueron ejecutadas de disparos en la nuca o en la frente a corta distancia, y este tipo de asesinatos necesita la actuación de los jueces, garantes como son de un Estado de derecho", ha añadido Vigueras, que ha considerado que ha comenzado un "camino necesario".

Sin noticias de Gurs: el campo de concentración francés por el que pasaron 24.000 republicanos

 https://www.eldiario.es/navarra/noticias-gurs-campo-concentracion-frances-pasaron-24-000-republicanos_1_11304409.html

Internos del campo de concentración de Gurs.

Rodrigo Saiz

Gurs —

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Lucio Gabari todavía no había cumplido los 30 años cuando Francisco Franco dio el golpe de Estado el 18 de julio de 1936 con el que dio comienzo la Guerra Civil. Natural de la localidad navarra de Olite y militante republicano, huyó a Francia por miedo a las represalias y su familia le perdió la pista. No fue hasta muchos años después cuando, a raíz de unos documentos que llegaron a sus manos, descubrieron que en 1939 había estado internado en el campo de concentración de Gurs. Posteriormente, en 1944, según esta misma documentación, fue trasladado al campo de concentración Nazi de Buchenwald, de donde, a los pocos días fue enviado a Flossenbürg y finalmente a Johanngeorgenstadt. “No sabemos nada más de él, si murió ahí, si logró escapar...nada, en las fichas aparece como 'desaparecido'”, cuenta su sobrina nieta Ainhoa. Ella, en representación de la familia, ha acudido este viernes al homenaje que el Gobierno de Navarra ha celebrado en las instalaciones del campo de Gurs a los 435 navarros que estuvieron internos en él tras escapar de la guerra.

Ainhoa ha sido la única de su familia en visitar el campo en el que estuvo su tío abuelo. “Su hermana falleció el año pasado, tenía la esperanza de recibir sus restos antes de morirse”, recuerda visiblemente emocionada. “La ficha de los ingresos en los campos es lo único que tenemos de él y dudo mucho que podamos recabar más información porque ya han pasado muchos años”, lamenta.

Como Lucio, más de 6.000 alaveses, vizcaínos, guipuzcoanos y navarros llegaron a este campo trasladados desde Argeles en marzo de 1939. Construido en apenas unos meses a los pies de la cara norte de los Pirineos, a unos 30 kilómetros de la muga con España, inicialmente sirvió como refugio de los republicanos que huían de la dictadura (llegaron a estar internos en él más de 24.000). Posteriormente, también llegaron miembros de las Brigadas Internacionales procedentes de diversos países que, dado el contexto político o económico, no podían regresar a sus lugares de origen, así como los conocidos como 'los aviadores', en puridad técnicos del ejército republicano. Se calcula que más de 18.000 personas estaban internadas en Gurs en la primavera del año 1939.

Pero a partir de la ocupación alemana de Francia en 1940, bajo el mando del régimen de Vichy, el campo dejó de ser un refugio para exiliados de la guerra y se convirtió en un campo de concentración orientado, sobre todo, a recluir en él a judíos de distintos puntos de Europa, pero también a los “indeseables”, es decir, disidentes políticos y otras minorías como la gitana u homosexuales, que compartieron recinto con algunos republicanos españoles que todavía seguían allí.

Clausurado en 1945, el Gobierno francés “nunca ha querido sacar del olvido lo que pasó en Gurs”, apunta Raymond Villalba, “un hijo del campo”, como él mismo se define, porque sus padres se conocieron estando allí refugiados. “Hay muchas manchas para Francia, como los seis convoyes de judíos que el régimen de Petain envió a los campos se exterminio”, añade. Lo que en la actualidad se puede visitar es una reconstrucción de las instalaciones de entonces, que fueron desmanteladas y sobre las que se plantaron cientos de árboles.

“No querían ser franceses pero tampoco reconocer el régimen de Franco”

Asociaciones como 'Terres de Mémorie(s) et de Luttes', de la que es miembro Raymond Villalba, se encargan de mantener viva la memoria de Gurs y de quienes pasaron por aquel campo. A él sus padres le contaron las penurias que allí pasaban hombres, mujeres y niños. “Los inviernos de 1939, 1940 y 1941 fueron terribles, hizo mucho frío y hubo mucha nieve y los barracones eran de madera y no estaban pensados para esas condiciones”, apunta. De hecho, sus padres se conocieron porque a su padre, carpintero, lo nombraron responsable del mantenimiento de los barracones y podía moverse libremente por el campo, ya que el resto de internos tan solo podían estar en la zona que se les había designado. “Mis padres nunca quisieron ser franceses, pero tampoco reconocer el régimen de Franco”, cuenta Raymond Villalba, nacido en Francia y ahora concejal de Oloron, municipio francés situado a pocos kilómetros del campo de Gurs, por el Partido Comunista.

También relató en su casa las condiciones en las que se vivía en Gurs Félix Sembroiz, vecino de Olite, que con 26 años combatió en el Frente del Ebro. Cruzó a Francia y estuvo en las playas del Roussillon, donde los republicanos españoles que huyeron a Francia estuvieron confinados hasta la construcción del campo de Gurs. En marzo fue llevado a este recinto. “Sus recuerdos eran de barro, mucho frío, hambre...”, relata su nieta Vitori Jaurrieta Sembroiz. “Además de escribir cartas a mi abuela, también escribía las de gente que no sabía leer ni escribir. Las cartas tenían censura, mi madre recuerda que las cartas venían con un papel marrón pegado, que se notaba que habían sido abiertas e incluso alguna vez con un tachón”, añade. Félix no volvió a España hasta la primavera de 1976, una vez muerto el dictador Franco. “Podía haber vuelto antes, pero tenía que pasar por el consulado y eso suponía reconocer gobierno y mi abuelo dijo que ni hablar. Tenía unas convicciones que mantuvo toda la vida”. Para poder ver a la familia, se quedó a vivir en Oloron y fueron los miembros que vivían en Navarra los que cruzaban a Francia para verle.

Otros muchos sin embargo, por miedo o vergüenza, no se atrevieron a contar a los suyos su paso por el campo. Es el caso de Octavio Victoria, de Alsasua, quien tras haber combatido en el Frente del Norte y en la Batalla del Ebro, escapó a Francia y fue llevado a Gurs. De allí, le devolvieron a España y fue enviado a África a realizar trabajos forzosos. Este viernes su nieto ha ido a Gurs a recordarle. “Me enteré de su historia por un libro en el que vi su ficha, en casa nunca nos contó nada”, relata. Tampoco lo hizo Ramón Mazquiarán, también vecino de Alsasua. “No querían hablar, pero después me enteré que cuando regresó sus hijos no le reconocían de lo cambiado que estaba”, señala su nieto José Ramón.

Hoy en Oloron, muchos de sus vecinos tienen apellidos vascos y se recuerda a los republicanos españoles como héroes de guerra pues, muchos de ellos se alistaron para detener el avance de los nazis por Francia a partir de 1940 y fueron “claves” en la Resistencia francesa.

Memoria de la represión franquista (1): Recuerdo y relato oficial del franquismo (1, 2)

 https://www.miciudadreal.es/2024/04/14/memoria-de-la-represion-franquista-1-recuerdo-y-relato-oficial-del-franquismo/

La dictadura de Franco duró 40 años. Su muerte se produjo hace ahora unos 50 años. Si los que tenemos vivencias de los últimos años del franquismo (aun siendo niños) conservamos muchos recuerdos de aquel tiempo que nos dan un panorama bastante fidedigno de cómo era el país, no ha de extrañarnos, pues, que los cientos de miles de personas y familiares de represaliados tras la Guerra Civil, y aun los que no la sufrieron en primera persona, no hayan podido superar el trauma de aquel tiempo, ni con la llegada de la democracia, ni tampoco en pleno siglo XXI, a pesar del pesadísimo manto de silencio y miedo que se impuso en la sociedad española. 

La historia nos ofrece numerosos ejemplos de reconciliación entre adversarios en conflictos bélicos, muchos de ellos civiles, pocos años después de la finalización del conflicto: Ruanda, Bosnia, Indochina… Incluso Alemania e Italia tardaron en entrar en la CEE solo trece años después de su derrota en la II Guerra Mundial. España sigue siendo una excepción. A la muerte de Franco se restituyó el orden constitucional, sí, pero ni con Felipe González ni con Jose Mª Aznar hubo intención de revisar oficialmente todo cuanto afectó cuarenta años antes a los represaliados, en cuanto a las causas de su represión, procesos judiciales, daños a las familias, etc., dejando aparte a los que tuvieron que exiliarse. Felipe justificó su silencio tanto por no soliviantar a los adeptos al viejo régimen (militares o no) como por confundir la modernización con la voluntad de pasar página rápidamente con el pasado. De los siguientes, pues… poco cabía esperar del partido que fundaron algunos ministros del dictador, y de un sucesor cuya soberbia no parece tener límite.

Puede que el anuncio de la muerte de Franco, el 20-N-1975 se produjera -como se dice- al día siguiente del suceso, o no, por temor a la reacción popular. Lo que sí sé, y recuerdo, es cómo se apoderó el pánico en mucha gente mayor, creyendo que la muerte de Franco traería inminentemente una Guerra Civil. Hasta ese punto llegó el miedo y el culto a su persona. Franco era el garante definitivo de la Paz, sustentada en la Victoria sobre los demonios del comunismo y los enemigos de España. Y esa victoria se hizo eliminando de un modo u otro a todos sus adversarios. Primero, al enemigo en combate, y en la retaguardia: los rojos, la masonería, y sus familias. A continuación, a los políticos republicanos de derechas. Después vendrían los monárquicos, los falangistas incómodos, y en general cuantos les molestasen en su camino. El 1 de octubre, coincidiendo con el aniversario de su nombramiento como mando supremo de las fuerzas del alzamiento y jefe del estado, se declaró fiesta nacional. Ganar su favor (directo, o indirecto; siempre arbitrario) era un pasaporte claro para el ascenso. Así fue como, por ejemplo, se expropió el Pazo de Meirás a sus legítimos dueños para regalárselo a Franco como finca de recreo. O como los joyeros de toda España se asociaron para que pudieran sufragar solidariamente las joyas que a capricho se llevaba su esposa, doña Carmen Polo “de Franco”, cuando visitaba las joyerías por todo el país.

Hace poco, hablando de la guerra civil en Sudán del Sur, decía Isaías Lafuente que no se puede hablar de conflicto olvidado, sino de conflicto ignorado. En efecto, se olvida lo que la memoria no retiene, pero lo que nunca se ha conocido es imposible olvidar. Y esa fue la estrategia de Franco para perpetuar el modelo de nación que instauró tras la Guerra Civil: primero, no dejar rastro de sus adversarios; después, silenciar; finalmente, que las generaciones siguientes ignorasen lo sucedido -o sea, dar apariencia de normalidad a la barbarie, para hacer creer que nunca hubo una realidad distinta.

El recuerdo y el relato oficial sobre la Guerra Civil se mantuvieron bien frescos durante toda la dictadura, y aun después. Franco mantuvo el Estado de Guerra hasta 1948, tres años después del final de la II Guerra Mundial y nueve después de lograr sus últimos objetivos militares, lo que le permitía continuar la represión, con juicios sumarísimos incluidos. Durante toda la dictadura, lucían en las iglesias grandes lápidas con los nombres de los miembros del bando sublevado que dieron su vida por Dios y por España, encabezados por el nombre de José Antonio Primo de Rivera – presente. También fueron homenajeados ilustres personajes y otros lugareños con sus nombres en las calles de sus pueblos, que todavía permanecen en muchos lugares, incluyendo a nuestra provincia. En cambio, los otros, no merecieron jamás misericordia ni recuerdo. En las proximidades del Templo de Debod en Madrid hay un monumento que recuerda dónde se localizaba el Cuartel de la Montaña, donde estaban los sublevados que fracasaron en el golpe de estado del 18-J-1936. Pero no hay un monumento de igual calibre que recuerde los muertos civiles producidos por la aviación hitleriana. Por todas partes se vivieron horrores; pero los recuerdos del sitio del Alcázar, las quemas de las iglesias o los asesinatos de Paracuellos siempre estuvieron avivados. Bombardeos similares a los de Guernica en otras poblaciones, o del puerto y la ciudad de Alicante, los bombardeos de la Marina contra la población civil en Málaga, los asesinatos en masa en Badajoz (y en general los que hizo la columna procedente de África), etc. no eran muy conocidos hasta bien entrado este siglo. Y por muy comunes que fueran en todas partes del país, las pequeñas historias en las familias españolas que sufrieron la represión de la postguerra se silenciaron totalmente.

Se extendió la creencia de que la represión fue justa y que quienes la padecieron lo merecían. Retratarse como amante de la República era merecimiento más que suficiente. Purgados o exterminados, ya no quedarían rojos en España. Y nadie se atrevía a contradecirlo abiertamente, sin riesgo de ser objeto de represión. Desde los años 60, el desarrollo de la economía y de la universidad española hizo que allí se concentrase una parte importante de la juventud, que se manifestaba contra el régimen en las ciudades, visible e insistentemente. Claro, en el último periodo del Movimiento, formando parte de Europa occidental, y con aspiraciones a entrar en la CEE, ya no se podía reprimir con la misma atrocidad de los primeros años del franquismo; pero la persecución policial y las torturas en los calabozos eran sistemáticas. Y los castigos ejemplares seguían el mismo principio ya descrito: el castigo ejemplar y disuasorio, el silencio y la imposición de una verdad grande y libre. Las ejecuciones en 1963 de Julián Grimau, y en marzo de 1974 Salvador Puig Antich (ambos juzgados con nulas garantías judiciales y torturados antes de su ejecución) son muestra de ello.

Pero si la represión fue la herramienta ejecutiva, la alienación de la población fue el arma definitiva. Franco construyó un relato cuyo rastro está todavía instalado en buena parte en la médula de la sociedad. Pronto los sublevados se hicieron llamar el bando nacional, negando la condición de nacionales a sus adversarios; y así nació la Radio Nacional de España, emisora que aún conserva el nombre, y que durante todo el franquismo era la única emisora (junto a la TVE) que tenía potestad de transmitir noticiarios. La agencia EFE se llama así por la inicial de Falange. Antes de proyectar las películas en todos los cines de España, se proyectaba el noticiario NO-DO, que siempre comenzaba con un reportaje sobre “Su Excelencia, el Jefe del Estado, Generalísimo Francisco Franco”, y después presentaba un retrato de España tan idílico como irreal, donde (por supuesto) no se hacía la menor referencia a cualquier conflicto interno en el país. Todas las publicaciones impresas, canciones, obras de teatro o cine, etc. estaban estrechamente vigiladas por la censura. Eso sí, Franco tuvo la habilidad de usar todos estos medios y modular su discurso y el vocabulario oficial, para que su cambio de posición en la política internacional no le pasara ninguna factura en el interior del país: primero, durante los años 40, cambiando el alineamiento con el eje germano-italiano en favor de los aliados; después, ganándose el favor del amigo americano, que propició nuestra entrada en la ONU en 1953; y en los años 60, agradeciendo la llegada de turistas extranjeros, momento en que comenzó el cambio del paisaje costero y la especulación inmobiliaria. La inestimable complacencia de un Churchill, que prefería una dictadura en España antes que una restauración del orden constitucional, alivió los temores de un derrocamiento del régimen con ayuda internacional, y fue un aliciente para volver a endurecer la represión varios años más.

El adoctrinamiento comenzaba en la escuela (aquello sí era un adoctrinamiento, y no lo que los afines al franquismo nos pretenden hacer creer sobre lo que ocurre ahora): el canto del himno de la Falange (Cara al sol) antes de entrar a clase en los centros educativos públicos; el crucifijo y los retratos de Franco y José Antonio Primo de Rivera en las aulas; el recuerdo de las aportaciones de la ciencia española a la humanidad; un “borrón y cuenta nueva” sobre la historia de España que, en el mejor de los casos, omitía o tergiversaba la historia más reciente del s. XIX -con un Carlismo siempre presente-, el reinado de Alfonso XIII o la más reciente República, y que insistía parcial y reiteradamente en un pasado glorioso e imperial de conquistas en América, la expulsión del invasor francés, o los actos heroicos en las guerras de Marruecos; el castigo severo y físico, como siempre, tan ejemplar como disuasorio para los menos atrevidos; el peso aplastante de la doctrina y la moral católica en el sistema educativo; etc.

Y, por supuesto, llevar la represión a lo más profundo de las conciencias de todos los españoles, niños o mayores, a través de la acción de la Iglesia Católica. En la España de Franco había tres poderes: el militar, el civil y el eclesiástico. España era un país confesional, lo que significaba la participación de la Iglesia católica en la imposición del ideario franquista desde las más altas oficinas (con participación directa o interpuesta a través de miembros del Opus Dei en el Gobierno) hasta el último rincón de España. Todos los días, a las 12 del mediodía, RNE retransmitía el rezo del Ángelus. La catequesis formaba parte de la instrucción escolar, donde había que aprender de memoria todas las oraciones, las virtudes teologales, etc., a riesgo de ser castigado de rodillas hasta aprenderlo. La vida misma estaba regulada a partir de los sacramentos, el calendario festivo religioso o la visita semanal al confesionario. Entre los censores había una representación importante de la Iglesia. El mayor estímulo para la fe era el temor a una vida eterna en el infierno por cometer cualquier tipo de pecado. Especialmente severa con las mujeres (esposas y madres) por falta a la moral católica o en relación a las tentaciones que podían surgir de sus relaciones con los hombres. En vez de justicia social, limosnas y beneficencia. Y en caso de sufrir injusticias, rezar, tener fe y resignarse ante la voluntad de Dios.

Nada de esto dejó de suceder en vida del dictador. Como para no recordarlo…

Este retrato, en sí mismo, denota una realidad creada desde lo cierto, lo aparente y lo insinuado/no manifestado. Pero es un retrato incompleto, donde sobran falsedades y prejuicios, y donde falta el conocimiento de muchos otros sucesos y realidades que ocurrieron, y que afectó a medio país. Si las decisiones de Franco eran refrendadas por más del 90% del censo, ya en las primeras elecciones en democracia el respaldo que obtuvieron sus partidarios en las urnas (año y medio después de su muerte) dejó en evidencia que la realidad del país nada tenía que ver con aquel retrato. No basta con reconocer que fue una dictadura, si cuando se pretenden reparar sus consecuencias, la verdad y la justicia, se responde que las heridas de “la guerra del abuelo” (como decía Pablo Casado cuando era la “chispa” del PP) están cerradas, que no hay que reabrirlas, que es un tema que no interesa a la sociedad salvo para crispar, y que hubo dolor en ambos bandos. Es cierto que hubo dolor; lo que no hubo es el reconocimiento del dolor y la injusticia que sufrieron los perdedores. Y por más tiempo que pase, mientras que no se desentierren los recuerdos y las personas, y haya una reparación mínima, seguirá sin cerrarse este capítulo, para vergüenza de todos los españoles.

https://www.miciudadreal.es/2024/04/21/memoria-de-la-represion-franquista-2-un-relicario-en-ciudad-real/

Memoria de la represión franquista (2) – Un relicario en Ciudad Real


Un lápiz clandestino, menguado hasta el tamaño de una uña; un dibujo infantil de un avión bombardero; una vieja foto de mujer, más gastada del tacto que de la luz; un papel con las últimas voluntades escritas por alguien a poco de morir… Hay veces en que uno no ve un objeto, sino algo parecido a un holograma, la imagen invisible de aquellas personas que portaban esos objetos. Es la emoción que sucede cuando se sabe algo más de la historia de sus protagonistas, cuando esos objetos cotidianos se convierten en algo mágico, en reliquias. Seguramente, muchos de nosotros hayamos experimentado una sensación parecida al contemplar en casa algún objeto de familiares muertos o antepasados (una porcelana, una alhaja, un cuadro en la pared, una herramienta…) que nos retrotraiga a momentos de encuentro con ellos. Bueno, algo así fue lo que yo he vivido cuando asistí en una visita guiada a la exposición temporal “El cuerpo ausente [tantas maneras de despedirse, tantas formas de pervivir] “, que ha desarrollado el proyecto MAPAS DE MEMORIA, del Centro Internacional de Memoria y Derechos Humanos de la UNED (CIEMEDH) y que se encuentra abierta al público en el Museo de la Merced de Ciudad Real desde el 15 de febreroprorrogada hasta el 7 de mayo para ilustrar cómo fue la represión franquista sobre la población, ocurrida después de la Guerra Civil, y conocer el alcance de dicha represión en la provincia de Ciudad Real: del ostracismo a la musealizacion.

La historiografía sobre la Guerra Civil y la represión posterior en la provincia de Ciudad Real no es precisamente escasa. Tan necesario es que se siga investigando, como dar a conocer el resultado de estas investigaciones del ámbito académico a la población española, y humanizar las cifras y los datos de la represión franquista en la postguerra (ya de por sí escandalosos) haciendo visibles los objetos que las familias han conservado durante décadas de silencio y duelo inconcluso y que han cedido para esta exposición. El título de la exposición precisamente incide en eso: no es política, es el intenso dolor humano que provoca la ausencia y sus circunstancias.

La exposición ilustra el padecimiento durante ese tiempo de miles de familias de gente corriente, el encarcelamiento en lugares recónditos de las hijas y esposas de muchos de los represaliados (por el mero hecho de ser familiares directos), las peripecias para comunicarse clandestinamente con las familias en el exterior, las condiciones de vida en la cárcel… Hasta fueron obligados por la Guardia Civil a hacer desaparecer de sus viviendas los retratos de sus familiares represaliados muertos. En esta ocasión no cuantifica ni se detiene en profundidad en los exiliados, los reos trasladados a otras provincias, o los que murieron en Francia a causa de la II Guerra Mundial o fueron llevados a campos de concentración nazis. Tampoco los hijos pequeños de las presas se libraron del drama familiar en las instituciones religiosas que se hicieron cargo de ellas. Y luego, el adoctrinamiento diario en la escuela, con la amenaza permanente de caer en el pecado y en la llama eterna. Los/las que aquí quedaron vivos para contarlo, enmudecieron sepulcralmente después en su mayoría. Así, semana tras semana, mes, tras mes, año tras año, sin esperanza alguna por que acabase alguna vez el ensañamiento. Cada individuo es un mundo; pero cuando un infinito de mundos se rige por el mismo patrón, las anécdotas ya no son individuales, sino que se convierten en sistema.

Entre otros objetos personales, como los ya citados, se muestra en la exposición un documento del año 1946 con los nombres de 45 procesados en prisión preventiva; a su lado, una carta donde se informa de la localización de un enterramiento, donde fusilaron, entre otros, a un menor de 15 años en 1941. Los juicios sumarísimos del Estado de Guerra se prolongaron durante más de diez años después de acabada la guerra.

En sus diez años de trabajo, el grupo de trabajo Mapas de Memoria ha podido registrar en la provincia de Ciudad Real, hasta ahora, la muerte de 3.938 personas (sin contar con los represaliados que sobrevivieron al presidio) por causas que van desde asesinatos, fusilamientos o aplicación del garrote vil, a la muerte en prisión o emboscadas, en una provincia cuya población en 1940 era de 530.308 habitantes. Solo en la capital, con 31.307 habitantes, el número de víctimas en la fosa localizada junto al cementerio es de 1.220 personas; la identificación personal de los restos ya es imposible de realizar. En la exposición se puede consultar un fichero con las fichas de todos ellos, ordenados por población. La página web del grupo también aporta otras informaciones de interés, como información o localización de las fosas de la provincia.

Hasta cierto punto, parecería lógico que, recién terminada una contienda civil, persista el horror y la venganza. En el siglo XIX ya hubo otras guerras civiles (hasta tres guerras carlistas por el trono: 1833-40, 1846-49, 1872-76) y pronunciamientos, y ninguno de ellos se saldó con la misma brutalidad hacia el bando perdedor. Sin embargo, no hay calificativos suficientes para definir la brutal represión del Movimiento Nacional sobre el bando perdedor, prolongada durante cuatro décadas, negando la más mínima misericordia humana hacia esas personas, que en la mayoría de los casos no cometió más delito que ser contrario al fascismo, o ser familiar de alguien que lo hubiera declarado.