La fase inicial de la primera gran exhumación de civiles represaliados por el franquismo en la Comunidad de Madrid termina con 13 cuerpos encontrados de los 108 que fueron fusilados en el cementerio viejo de Colmenar en 1939. Los ministros Félix Bolaños e Ione Belarra han visitado los trabajos y han anunciado que concederán nuevos fondos para continuar la excavación.
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo
Fotógrafo
La expectación en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo (Comunidad de Madrid) es máxima. Insólita en un lugar centrado, al menos estos días, en la memoria histórica. Ya no uno, dos ministros han anunciado su visita a los trabajos de exhumación de represaliados por el franquismo que se están llevando a cabo en el camposanto. “Dicen que van a sacar un real decreto y los van a sacar todos”, susurra excitada Gema López Navacerrada en uno de los corrillos cuando aún no han llegado los coches oficiales pero la presencia de la seguridad del Ministerio hace inminente su llegada. Caras emocionadas en los interlocutores, manos que se agarran.
La noticia, de ser cierta, es clave. Los fondos de los que dispone el equipo encargado de la excavación son limitados —20.000 euros— y solo han dado para diez días de trabajo y la apertura de la mitad de una fosa. Acaban hoy, pero queda mucho trabajo y muchos familiares saben que encontrar y enterrar debidamente a los suyos depende de que continúe la excavación. Han aparecido 13, pero los registros dicen que allí se fusiló a 108. Una quincena de familias pudo entonces recuperar los cuerpos, el resto sigue ahí.
Son muchos los parientes de quienes fueron fusilados en el cementerio los que están presentes este miércoles de finales de agosto. Una treintena. Están nerviosos y portan los retratos de sus familiares con su nombre y fecha de fallecimiento. Benito Lázaro de la Morena, fusilado el 19 de junio de 1939. Isidoro Marivela Paredes, fusilado el 15 de abril de 1939. El abuelo de Gema, Facundo Navacerrada López, es uno de ellos. Sus restos se encuentran, según todos los indicios, en una de las fosas. Aunque quien conoce mejor la historia es Benita, madre de Gema e hija de Facundo. A sus 90 años, es la mayor del grupo, y por ello es blanco de objetivos y micrófonos, aunque también de una ración extra de afecto.
Cardillos y bellotas
Se mueve entre los medios como pez en el agua tras diez días sin separarse del lugar donde espera que alguien le anuncie que han encontrado a su padre. “Mucha alegría, mucha satisfacción; y esperanza de que esto siga y puedan sacarlos a todos”, señala a El Salto. “83 años esperando, cariño”. No solo es la mayor, además porta, si cabe, una de las historias más duras. “Me acuerdo cuando mataron a mi padre”. Tenía siete años. Es la menor de cinco hermanos, la mayor entonces tenía 16. “Mi madre estaba presa, estábamos con mi abuela materna y entró una mujer al portal de mi abuela gritando ‘¡Han matado a Facundo! ¡Han matado a Facundo!’, y cuando oyó eso se cayó al suelo y se quedó muerta”. Un infarto. Los cinco hermanos se quedaron solos. Los hijos del líder de UGT en San Sebastián de los Reyes no recibieron ayuda ni de familiares con ideología contraria: “Mi madre estuvo presa tres años y medio. Estábamos solos, viviendo de cardillos, del campo, de bellotas… cosas así”.
Facundo Navacerrada pecó de ingenuidad y quizá de esperanza en la raza humana aquellos convulsos días de 1939. Fue al Ayuntamiento para intentar sacar de la cárcel a su mujer, a quien habían detenido por ser su pareja; la mujer de un sindicalista. “A mí no me van a hacer nada porque yo ni he robado ni he matado”, cuenta Benita que aseguró él entonces. “Mi hermana le dijo: ‘Padre, no se presente que le van a matar’. Como un corderito se fue al Ayuntamiento. Y le echaron la mano, le dieron una buena paliza entre todos los caciques que había allí y le metieron preso”.
“Contábamos que iba a venir prensa, que se iba a dar visibilidad. Es lo que queríamos: que esto se supiese, han estado muchos años ocultos. Pero nunca jamás pensamos que iba a causar tal revuelo”, indica Esther Mateo
Las fosas del cementerio viejo de Colmenar albergan los restos de 93 asesinados por las fuerzas franquistas entre el 15 de abril y el 1 de diciembre de 1939, civiles provenientes de las localidades de San Sebastián de los Reyes, Moralzarzal, Manzanares el Real, Soto del Real, Miraflores de la Sierra, El Molar y los entonces pueblos, hoy distritos capitalinos, Fuencarral y Hortaleza. Todos fueron fusilados, aunque pudo haber alguna excepción. “A mi padre creo que no”, cuenta Benita. La voz se le rompe cuando cuando rememora aquello. “Le dieron una muerte muy cruel a mi padre”. Los rumores dicen que lo quemaron, aunque la historia, como tantas otras, no está clara. Solo el análisis de los restos podrá arrojar algo de luz. “Cuando dijeron ‘han matado a Facundo’ mi hermana se vino a Colmenar a recoger a su padre. Entró en una habitación llena de cadáveres, les estuvo lavando la cara para conocer a su padre y su padre allí no estaba. Si a mi padre le matan de un tiro mi padre hubiese estado ahí. Preguntó a un guardia y le dijo ‘en aquel rincón ha muerto uno, ves a mirar’, y allí lo que encontró fue un redondel negro”.
En el centro del corrillo de medios de comunicación un ministro de Presidencia y Memoria Democrática de la España de 2022 proclama lo que los familiares estaban esperando: “Quiero anunciar que vamos a continuar financiando desde el Ministerio y vamos a realizar una segunda fase de estos trabajos de búsqueda de restos humanos y de exhumación, porque las familias se lo merecen. Esto es una cuestión de humanidad”. Y reitera: “De humanidad…”. Bolaños aprovecha para lanzar un recado al arco conservador. “Quién pide derogar la Ley de Memoria, quién dice estar en contra de la Ley de Memoria, está en contra de que las víctimas puedan recuperar los restos de sus seres queridos y darles una sepultura digna. ¿Están en contra de que Benita, aquí presente, pueda recuperar los restos de su padre?¿De verdad?”. La Ley de Memoria Democrática, el gran avance de esta legislatura en materia de memoria histórica, denostada por muchos e insuficiente para otros, verá la luz definitivamente en octubre.
Un par de horas después, la secretaria general de Podemos y ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, acude al lugar para dar su apoyo. “Es importante mandar un mensaje muy claro: esta gente representa lo mejor de nuestro país, representa a la gente que defendió la legalidad democrática, la democracia y también la legalidad frente a la barbarie, el franquismo y el autoritarismo. Ya era hora de que las instituciones públicas, y especialmente el Gobierno de España, hiciera lo que estamos haciendo, que es apoyar la verdad, la justicia, la reparación y los actos de memoria como este”.
Sacarlos a todos
No está aún clara la cuantía a financiar ni qué se hará exactamente en la nueva fase de trabajos, pero ya sin las cámaras delante, Bolaños habla con la treintena de familiares allí reunidos. “Vamos a financiar, hasta donde podamos llegar, para que podáis recuperar a todos vuestros familiares y no solo les deis una sepultura digna, que eso es importante, sino para que España sepa lo que pasó”. Benita, nerviosa, le interrumpe: “La tranquilidad de saber que mi padre está ahí y no está tirado por ahí, que no sé dónde está”.
El siguiente paso para la continuación de los trabajos es que el equipo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que capitanea la excavación con la ayuda de profesionales del Equipo A de Arqueología, voluntarios y estudiantes, realice un proyecto. “Hay que pedir presupuesto al laboratorio de genética, hacer una valoración de tiempos y equipo, y presentarles un presupuesto, lo antes posible, para que ellos puedan hacer la tramitación”, indica Almudena García-Rubio, arqueóloga y antropóloga forense que dirige la excavación. La idea inicial es terminar la fosa en la que han estado trabajando, de la que solo han excavado la mitad por falta de tiempo y medios, y hacer sondeos de uno de los pasillos del cementerio conocido como El Paseo, donde se cree que hay también restos de represaliados. “Hay conocimiento de que algunos sentenciados confesaron y entonces se les permitió a las familias que fueran enterrados ahí, dentro del terreno católico del cementerio, porque el cementerio civil [donde se encuentra la fosa ya excavada] estaba entonces separado completamente”.
“Mi hermana le dijo: ‘Padre, no se presente que le van a matar’. Como un corderito se fue al Ayuntamiento. Y le echaron la mano, le dieron una buena paliza entre todos los caciques que había allí y le metieron preso”, relata Benita
Entre el 22 y el 31 de agosto, días que ha durado la primera fase de la excavación, el equipo de arqueólogos ha encontrado los restos de 13 personas. “Corresponden todos a varones y en algunos de ellos se ha podido documentar ya trauma perimortem, en algunos casos en cráneo, en mandíbula y también en hombros, lo cual es bastante normal teniendo en cuenta que fueron fusilados”, señala García-Rubio. También han aparecido elementos de vestimenta y dos peines entre los huesos.
A pesar de las limitaciones de la excavación —“20.000 euros daba para trabajar estos días de una manera muy precaria, y hemos tenido que cubrir varias partidas de gasto con apoyo de ayuntamientos, etcétera…”, remarca la responsable— el sabor de la doble visita ministerial y del anuncio de continuidad de los trabajos es de triunfo. “Esto es un gran logro”, apunta Esther Mateo, hoy tesorera de la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes, quien tiene tres familiares en las fosas del cementerio viejo de Colmenar. Son su abuelo, Manuel Mateo López, exalcalde e integrante del Partido Comunista en San Sebastián de los Reyes; el primo de su padre, Cipriano Mateo Hernández, afiliado entonces a las Juventudes Socialistas Unidas; y el tío su madre, Cecilio Sanz Rodríguez, del que no consta ninguna afiliación política.
En esta Asociación, y en la voluntad y el trabajo de activistas locales —mención especial al historiador Roberto Fernández Suárez, que tras cinco años de investigaciones documentó todos los represaliados en el cementerio viejo de Colmenar—, se encuentra el germen de lo que hoy se ha conseguido en el municipio madrileño. Un grupo de vecinos ya había realizado homenajes en el Ateneo Cultural Republicano de San Sebastián de los Reyes a sus vecinos represaliados por el franquismo, entre ellos al abuelo de Esther. “En 2015 Roberto me llamó y me dijo que se iba a celebrar el segundo homenaje a los fusilados aquí”. Acompañada de sus hermanos, amigos y dos concejales de Izquierda Unida e Izquierda Independiente de San Sebastián de los Reyes, acudió a la cita, donde se sorprendió de la cantidad de represaliados en su pueblo enterrados en Colmenar: 25 personas. “Entonces pensamos crear un grupo de trabajo para dignificar y honrar su memoria”. Entre homenajes y acciones, con el tiempo el grupo se convirtió en asociación y a través de la Federación Española de Municipios y Provincias, los alcaldes de los ayuntamientos afectados, encabezados por el de San Sebastián de los Reyes, pidieron la subvención que dio como fruto la excavación que hoy termina, pero en breve continuará.
“Contábamos que iba a venir prensa, que se iba a dar visibilidad. Es lo que queríamos: que esto se supiese, han estado muchos años ocultos. Pero nunca jamás pensamos que iba a causar tal revuelo”, señala Esther. A la pregunta de si esto hará que sanen heridas, repite tres veces un sí categórico. “Cuando dicen que estamos abriendo las heridas, no podemos abrir lo que nunca se ha cerrado. Mi padre se murió con un dolor grandísimo y no pudo ver ningún homenaje a su padre y a los demás”.
Ahora toca esperar a que Aranzadi redacte un nuevo proyecto y lleguen los nuevos fondos, pero hay quien tiene claro qué pasará cuando encuentren a su padre. “Lo llevo con mi marido, que lo tengo enterrado en Alcobendas. Así el día que yo me vaya estamos los tres juntitos”, cuenta Benita con los ojos cargados pero una sonrisa en su rostro.