Los jóvenes suspenden en memoria histórica. Con diferencias, sí, pero el conocimiento de temas como la República, la Guerra Civil, la dictadura o el exilio están aún llenos de vacíos y distorsiones. Saben que existieron, pero desconocen o confunden muchas de sus características y lógicas internas. Son para ellos hechos convertidos en “agujeros negros de la Historia reciente de España”, concluye un informe sobre “las barreras entre los jóvenes para acceder al conocimiento de la memoria democrática”, encargado por la Asociación de Descendientes del Exilio Español.
Elaborado por el instituto de investigación CIMOP, se trata de un estudio cualitativo y se ha basado en entrevistas individuales y dinámicas grupales realizadas en mayo y junio a jóvenes de entre 16 y 30 años. “El conocimiento de la historia del siglo XX español, especialmente de su primera mitad, se ha mostrado relativamente pobre entre el grueso de los jóvenes”, reza el informe, que pone el foco en que la visión “dominante” está marcada por acontecimientos internacionales como la Segunda Guerra Mundial. “Todos pueden reconstruir cómo era un campo de concentración nazi, pero no tienen una imagen mental de cómo y dónde se produjo la represión franquista”.
En nuestro país, los hitos que nombran son fundamentalmente la Transición y la Guerra Civil, mientras que otros hechos “clave para conocer nuestra sociedad”, como la dictadura, la posguerra, el antifranquismo o el exilio “viven notablemente en el olvido”. Y lo que conocen aparece “vaciado de sentido político-ideológico y de referencias específicas”, subraya el estudio, financiado por el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.
El informe llama la atención sobre la variabilidad y ausencias de estos contenidos en las aulas. Muchos jóvenes señalaron que la República o la contienda “fueron temas a los que no se llegó a tiempo por ser de los últimos” o apuntaron a la sensación de “haberse metido un atracón” para memorizar hechos y fechas. Cubrir estas lagunas es lo que pretende la nueva Ley de Memoria Democrática aprobada definitivamente hace unos días, que incorpora el estudio de la represión franquista en los libros y currículums
Los entrevistados fueron chicos y chicas de Madrid, Valencia y Sevilla, de clases “medias-bajas” y “medias-altas”, estudiantes en centros públicos y privados o en la universidad y algunos ya trabajando. Pero no todos mostraron las mismas “lagunas”. Los investigadores han identificado que el factor que más predispone a los jóvenes a mostrar mayor interés y conocimiento de estos hechos es la “memoria familiar y comunitaria”, que hayan escuchado recuerdos o anécdotas de sus padres y, sobre todo, de sus abuelos. Frente a ello, el “pacto de silencio” en el entorno es “un claro escollo”, algo que el estudio identifica con mayor intensidad en Madrid y menos en Valencia y Sevilla.
La República asociada solo a la izquierda
La imagen “dominante” que los entrevistados tienen sobre la Segunda República está plagada de “confusiones” y ausencias. Suelen vincular este periodo exclusivamente con la izquierda, como si la derecha política hubiera estado ausente, y “una parte relevante” de ellos exhiben dudas sobre el carácter realmente democrático y representativo de estos gobiernos. Sin embargo, los jóvenes que sí muestran más conocimiento de esta época histórica nombran “el salto de derechos” que se produjo en cuestiones como el sufragio universal o la política educativa.
Aún así, dominan las referencias a esta etapa como un periodo “convulso y caótico”, de “fuerte desorden social”, lo que provoca en la juventud “cierta relativización” del golpe de Estado de 1936 aunque la mayoría lo califiquen de “ilegítimo” e “ilegal”. Se proyecta “como si fuese el recurso usado por la derecha política para poner fin a un periodo convulso y peligroso, mal gestionado y dirigido por las fuerzas de izquierdas”, reza el informe, que pone el foco en la variedad de respuestas que dan los entrevistados a qué fueron tanto la sublevación militar como la guerra.
El golpe de Estado se llegó a definir como “alzamiento nacional”, usando la terminología de los sublevados franquistas; en algún caso también como “enfrentamiento entre bandos” o “levantamiento nacional o popular”, “revolución”, “levantamiento político” o “enfrentamiento abierto”. “Quienes tenían una imagen de la República articulada en la idea de la representar solo a la izquierda, tendieron a caracterizar su fin en clave de conflicto y enfrentamiento”. Otro grupo, para el que fue un régimen más diverso y democrático, tendió a usar el concepto de golpe de Estado y a definirlo “como un intento de ciertos sectores reaccionarios de imponer por la fuerza un cierto proyecto para España”.
Una de las participantes de Valencia llegó a definir la imagen que tenía de la dictadura como una “mala enfermedad por la que había que pasar” debido a la inestabilidad precedente, mientras que en ese mismo grupo otros jóvenes defendían la idea de que el levantamiento fue un ataque premeditado contra un régimen democrático. En Madrid, otro de los entrevistados relató el estallido de la Guerra Civil como un “levantamiento de parte de la población más pobre contra un régimen dictatorial” (se entiende la Segunda República).
“No reabrir heridas”
Sobre el exilio, el informe apunta hacia una falta de “notoriedad y relevancia” en la imagen que suelen proyectar los jóvenes, así como una ausencia de “figuras y referentes” que entonces “simbolizaron esta realidad y resistencia”. Debido a la connotación “peyorativa” que sigue teniendo para muchos el término 'republicano', prefieren la denominación “exilio español” que “exilio republicano” mientras que tienen a situarlo “como un factor algo secundario en importancia con respecto al resto de efectos indeseados de la guerra y el comienzo de la dictadura”.
Se da también “una inercia relativamente amplia” a identificar el exilio como un hecho “elitista”, un “recurso más próximo a un grupo social privilegiado” mientras que de forma generalizada, los jóvenes expresaron un mayor interés por historias de vida anónimas y no tanto de referentes públicos. Por otro lado, entre la diversidad de visiones, la imagen de “consenso” entre los entrevistados para comprender el exilio se basa en percibirlo como “la única vía para evitar represalias” como torturas o encarcelamiento, una imagen a la que “ha apelado” la mayor parte.
La necesidad de mantener una memoria de lo sucedido gozó de mucho acuerdo entre los jóvenes, sobre todo por considerar que las voces de entonces están perdiéndose, pero el estudio destaca una imagen “politizada y estigmatizada” del propio concepto de memoria histórica. Para algunos, las leyes sirven para “revertir una situación de injusticia histórica”, pero otros ven en ellas un intento de “reescribir el pasado”, entroncando con un discurso “más vinculado a la extrema derecha”, manifiesta el informe.
Al margen de la polarización, para la mayoría de ellos y ellas el mantra “no reabrir las heridas del pasado innecesariamente” sigue funcionando, mientras que la idea de “restituir los derechos a las víctimas olvidadas” también logra generar consenso. Entre las políticas concretas, la localización y la apertura de las fosas comunes es una de las que mayor receptividad genera.