dissabte, 3 de juliol del 2021

Arrancan los trabajos en las 'fosas de los fusilados' de la Almudena donde podrían estar las 'Trece Rosas'.

 https://www.publico.es/politica/arrancan-trabajos-fosas-fusilados-almudena-trece-rosas.html


Se trata de averiguar si los restos de los 3.000 fusilados por el régimen franquista en Madrid se encuentran en los dos osarios que afloraron por las lluvias. Los familiares de las víctimas creían, según la versión ofrecida por los anteriores gobiernos municipales del PP, que los restos fueron incinerados en los 90.


Estado del osario en marzo de 2019
Estado de uno de los osarios, en marzo de 2019.  A.M.P.

Con retraso de varios meses arrancan, por fin, los trabajos de intervención en los dos osarios históricos del Cementerio de la Almudena, en Madrid, donde presuntamente fueron depositados los restos de las 3.000 personas fusiladas en la capital tras la victoria de los golpistas, en abril de 1939, y hasta febrero de 1944. Según ha podido saber Público, este mismo viernes ha comenzado la prospección para realizar las catas, descubrir la profundidad de los osarios, el número de restos que albergan y su periodo histórico.

La Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense de Madrid firmó un convenio el 21 de mayo pasado con la Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios de Madrid para realizar un estudio sobre los dos osarios, cuyos restos quedaron al descubierto en 2018, en el primer osario, y el pasado mes de febrero, en el segundo. En ambos casos, por culpa de las lluvias y corrimientos de tierra.

Lo que la tierra mostró entonces --numerosas restos óseos que afloraron entre ladrillos de muros derrumbados--, podría ser el descubrimiento de un ruin secreto y, en todo caso, la constatación de una vil mentira: los restos de los fusilados no fueron exhumados e incinerados en la planta crematoria del cementerio de Carabanchel durante los años 90, como había mantenido el gobierno municipal del PP. Los restos podrían seguir en el Cementerio de la Almudena en las grandes fosas donde fueron trasladados los ejecutados a los diez años de ser enterrados anónimamente en fosas comunes de la necrópolis madrileña. 

En el caso del primer osario que afloró, a mediados de 2018, la sorpresa fue mayúscula, porque estaba identificado en los registros del cementerio, pero se creía vacío, en base a la versión ofrecida por los responsables del camposanto cuando la sociedad que lo gestionaba era la  Empresa Mixta de Servicios Funerarios, que estuvo vigente mientras gobernó el Partido Popular en la capital hasta la llegada de Manuela Carmena a la alcaldía. Décadas en las que los historiadores y familiares de las víctimas han creído que los restos de los fusilados y ejecutados a garrote vil fueron convertidos en cenizas en los años noventa. Las Trece Rosas, por ejemplo, podrían estar en estos osarios.

Sin embargo, los trabajos que han comenzado no tienen por finalidad la recuperación de restos concretos. En los osarios puede haber restos de unas 50.000 personas. Eran fosas enormes donde iban a parar los cuerpos enterrados por la Beneficencia, en tumbas de caridad o de cuarta categoría; pasado el tiempo estipulado para ocupar la fosa común donde fueron enterrados, eran trasladados a esos osarios, que pueden datar de los años veinte y treinta, por lo que junto a los ejecutados por el franquismo descansan los restos de personas fallecidas que nada tienen que ver con la represión franquista.

Según informan a Público fuentes conocedoras de la intervención forense en la Almudena, los osarios en cuestión están concebidos para que la materia orgánica se secara y se degradara al aire libre, de ahí que no hayan estado cubiertos más que por tierra. El equipo de la Escuela de Medicina Legal de la Complutense tiene que averiguar la profundidad de ambas fosas e intentar cuantificar los restos que contienen. Y lo más importante, intentar datar esos restos para confirmar que allí descansan los fusilados de Franco. 

En la prospección, se analizarán restos óseos, como cráneos con agujeros de bala, y se espera encontrar las chapas de plomo con un número identificativo que colocaban a las personas fusiladas, según explican fuentes antropólogas y forenses. 

La 'confesión' del exdirector de Cementerios de Madrid

Gabino Abánades, exdirector de Cementerios de Madrid, ya jubilado, confirmó  en 2019 a esta periodista que se conservan en la Almudena dos osarios de la época de la primera posguerra, donde están los restos de los ejecutados por Franco. Abánades, que trabajó 46 años en el Cementerio de la Almudena, corrigió la versión ofrecida verbalmente hasta entonces a historiadores y familiares de víctimas sobre la incineración de los restos de los fusilados, aclarando, quizá por primera vez, que los osarios que se vaciaron y cuyos restos se llevaron a quemar al Cementerio de Carabanchel eran posteriores a 1955. 

Tomás Montero, portavoz del colectivo Memoria y Dignidad, celebra el inicio de los trabajos, tras el "maltrato" a las víctimas dado por este consistorio. El descubrimiento del primer osario, en 2019, indignó a las familias, que siempre habían creído que los restos de sus seres queridos se habían convertido en ceniza sin haber sido avisados previamente. 

Desde la Oficina de Derechos Humanos y Memoria del equipo de gobierno de la alcaldesa Manuela Carmena (Más Madrid) se impulsó en marzo de 2019 las actuaciones para el estudio de los restos, pero finalmente no se pudo materializar un proyecto ante la proximidad de las elecciones. 

"El objetivo es llegar a la verdad", dice el diputado socialista Ramón Silva, que el pasado mes de marzo exigió explicaciones al gerente de la Empresa Municipal de Servicios Funerarios, Fernando Sánchez, cuando afloraron restos óseos en otro osario del cementerio. "Hay que saber con seguridad qué restos contienen esos osarios, su época, y, dignificarlos como se merecen".

La noticia sobre el inicio de la intervención en las ya llamadas 'fosas de los fusilados' abre la esperanza a los colectivos de Memoria Histórica, después del abrupto desmantelamiento del Memorial de las víctimas del franquismo en el Cementerio de la Almudena, a finales de 2019, un proyecto irrecuperables mientras siga gobernando José Luis Martínez Almeida en el consistorio.

divendres, 2 de juliol del 2021

La victoria de "los moas": el revisionismo alcanza la cúspide de la derecha española.

 https://www.infolibre.es/noticias/politica/2021/07/30/revisionismo_122371_1012.html



  • El discurso del líder del PP culmina un proceso que arranca con Aznar en La Moncloa, cuando la derecha mediática y política reacciona al auge del movimiento memorialista con la promoción de un grupo de autores despreciados por la comunidad académica encabezados por Pío Moa
  • El historiador Francisco Espinosa destaca que el respaldo mediático de la prensa derechista explica el éxito político y comercial de una fórmula que recicla mitos descatalogados de la historiografía franquista
  • Casado, que traspasa la equidistancia y se adentra en la justificación del golpe, entronca con una corriente revisionista europea, analiza Julián Casanova
  • El investigador sobre educación Enrique Díez señala que la deriva es posible por décadas de "tabúes" en las aulas sobre la Guerra Civil y la represión

Publicada el 03/07/2021 a las 06:00

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"La Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia"

El líder del PP también ha afirmado que la Constitución de 1978 ha demostrado que "no puede haber democracia sin ley, ni ley sin democracia".

Francisco Espinosa, autor de una abundante bibliografía sobre la Guerra Civil y la represión, admite sentir "vergüenza ajena" por el discurso de Pablo Casado, aunque no sabe si más por afirmar que en la República no había ley o por sostener que Franco intervino para dotar a España de algo digno de tal nombre. Recordemos las palabras leídas por el presidente del PP el miércoles en el Congreso.

"Vergüenza ajena", reitera Espinosa. El discurso de Casado, analiza, no sólo se sitúa en la equidistancia, posición canónica de la derecha española desde la Transición, sino que se adentra en el revisionismo propagandístico puro y duro. Ya no suelta aquello de los "carcas" que "están todo el día con la guerra del abuelo, con las fosas de no sé quién", sino que –como han subrayado multitud de historiadores desde el miércoles– justifica el golpe de Estado y deslegitima a la Segunda República con argumentación falsa.

¿Por qué cruza esa línea? ¿Cómo ha llegado hasta ahí?

El éxito de "los Moas"

Espinosa, cómo no, hace un poco de historia para explicarlo. El autor de Por la sagrada causa nacional (2021) señala que hasta mediados de los 90 imperó un consenso de "silencio", aceptado por el PSOE, que camuflaba las tensiones subyacentes bajo el discurso de la "reconciliación". El revisionismo –analiza– cogió brío ya con José María Aznar en La Moncloa como respuesta al avance de la historiografía sobre la represión desde los 80 y al auge del movimiento memorialista, primero con la Asociación Archivo, Guerra y Exilio (1998) y luego con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (2000). Ya en la primera legislatura del PP (1996-2000), se produjo un hito clave: Aznar recurrió a lo que Espinosa llama "los Moas"... cuyos ecos llegaron este miércoles al Congreso.

Lo de "los Moas" va por Pío Moa, puntal de un movimiento al que Espinosa también adscribe, en un artículo en Conversaciones sobre Historia, a César Vidal, Ángel D. Martín, José Javier Esparza, Jesús Palacios o Fernando Paz. El investigador ha llegado a detallar 20 ideas-fuerza de esta corriente: la República fue proclamada ilegítimamente y se dedicó desde su origen a la violencia anticlerical; la izquierda dio un golpe de Estado en 1934; la victoria del Frente Popular en 1936 fue un fraude; sólo un gobierno militar podía devolver el orden; la represión no fue para tanto; el franquismo fue una dictablanda que enfiló a España hacia la prosperidad y la democracia... Con argumentos como estos, "el objetivo de los revisionistas será, desde un principio, actualizar el ideario franquista con un estilo fácil y accesible", escribe Espinosa.

"Este ideario, promovido desde radio, prensa y televisión, actualizaba y renovaba la propaganda franquista, recordando a amplios sectores sociales que era verdad lo que les habían enseñado en su juventud", añade. Espinosa cita como obras clave la primera de Moa, Los orígenes de la Guerra Civil, de 1999, y Fraude y violencia en las elecciones del Frente Popular, de 2017, de Manuel Álvarez y Roberto Villa. Además, destaca su "éxito editorial", agigantado por el eco político y mediático. Coincide Alberto Reig Tapia en Revisionismo y política. Pío Moa revisitado (2008): "Su éxito comercial no se entendería sin situarlo adecuadamente en su contexto político e ideológico y el amplio apoyo mediático". Con contexto "político e ideológico", hablamos del calentón de la derecha que empezó con Aznar y se sublimó en la primera legislatura de Zapatero (2004-2008).

Aznar "promocionó a Moa hasta el punto de sacarlo en la televisión pública en horario de máxima audiencia o asumir su ideario por la FAES", analiza Espinosa en su artículo. En 2003, Aznar llegó a citar entre sus lecturas para aquel verano Los mitos de la Guerra Civil, de Moa. Pero Espinosa no sólo apunta el dedo contra el PP, sino también contra la "política de silencio" de Felipe González, contra las tibiezas de la ley de memoria de 2007 y contra parte de la "historiografía profesional". También la Real Academia de Historia fue objeto de críticas hace una década por un supuesto sesgo relativizador del franquismo de sus reseñas. Para Espinosa, es importante recalcar que el revisionismo no es un empeño de cuatro friquis, sino una corriente que permea en importantes instituciones del Estado, incluida la judicatura, y que no ha terminado por azar en los apuntes del líder del PP.

Fracaso académico, éxito político

La fuerza del revisionismo no reside en su prestigio académico. Es más, su desmontaje es tarea más que superada por los historiadores que pisan archivos. En Revisionismo y política, Reig Tapia llega a mofarse de unas tesis fracasadas en el ámbito intelectual pero con importantes "patrocinadores" políticos, dentro del PP, y mediáticos, entre los que cita a El MundoLibertad Digital, ABCLa Razón y COPE. "La historietografía trivializa, banaliza, tergiversa, simplifica, manipula, subvierte problemas complejos que la historiografía analiza, investiga, revisa, explica y clarifica", resume Reig Tapia, que se detiene en nombres como los de Pío Moa, César Vidal y Federico Jiménez Losantos.

El sociólogo Iago Moreno, especializado en los movimientos en la derecha, destaca un fenómeno a menudo desapercibido: lo que Casado hace es adaptarse a una línea argumental "completamente blanqueadora del relato franquista de la que se nutren los cuadros e intelectuales del PP". "Rajoy pensó que, como en tantas cosas, correr un tupido velo serviría para centrarse en 'lo importante' y que esa serie de conflictos se desinflasen", explica. Casado, presionado por Vox y un ala de su partido lanzada a la guerra cultural, ha concluido que eso no es suficiente. Pronostica Moreno: "Si hay un gobierno PP-Vox, está claro que habrá miniseries y películas con financiación pública y monumentos de todo tipo para una rearticulación del relato de la guerra. Como dice Losantos, no puede ser que no haya ni un 'bueno' de derechas en la filmografía española. Tienen hambre de relatos propios y mitos más activadores".

Un público amplio

Julián Casanova, catedrático de Historia de la Universidad de Zaragoza, llama la atención sobre otro factor: la adscripción del PP a una corriente revisionista que recorre Europa. Se trata de un "hilo conductor de la derecha" desde Hungría –donde Orbán usa los libros de texto en su cruzada política–, a Polonia, Eslovaquia y Alemania, según Casanova, que observa un empeño en la "reescritura de la historia" de la Segunda Guerra Mundial que incluye el blanqueamiento de colaboracionistas. El historiador, en una entrevista en la Ser, lanzó una reflexión más: el "peligroso juego" que supone para el PP asimilarse con la derecha "fascistizada" de la primavera de 1936: "El problema de la derecha española española es que no tiene una derecha que reivindicar, a diferencia de las europeas".

A ello añade Casanova la insuficiente labor educativa. "El tema de fondo es que [la República, el golpe de Estado y la Guerra Civil] no se estudió en las escuelas y centros de Secundaria", afirmó, lo que facilita un "desconocimiento" que abona el terreno a los que, como Casado, "lo convierten todo en una opinión". En este caso, a su juicio, se trata de una opinión que apunta a la "ilegitimidad de la República" y su práctica equivalencia con el franquismo, unas ideas para las que existe "un amplio público".

El déficit educativo

Pero, ¿por qué existe un "amplio público"? Enrique Díez, doctor en Ciencias de la Educación y profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León, no desdeña el factor de la literatura revisionista, ni tampoco de la "voxificación" de Casado. No obstante, pone el énfasis en los tabúes que han lastrado la penetración de la historia del siglo XX en las aulas y que él ha detallado en su ensayo La asignatura pendiente (2020). En su investigación, Díez detecta "cinco temas tabú" en su examen de los contenidos de libros de Secundaria y Bachillerato de 15 editoriales: 1) El expolio a los perdedores. 2) El papel represor de la Iglesia. 3) Los represores, con sus nombres y apellidos. 4) El papel de la sociedad civil en la represión. 5) El –obstaculizado– reconocimiento a los luchadores antifranquistas. Esos tabúes, reflexiona, acaban facilitando el auge del revisionismo.

"Nuestros alumnos saben más del nazismo que del franquismo. No es que el currículo esté mal diseñado, es que está diseñado específicamente para hacerlo invisible", explica Díez, cuyo ensayo se detiene en todo un catálogo de expresiones de equidistancia. ¿Ejemplos? Una y otra vez en los libros de texto se vincula el fracaso de la República con la “conflictividad social”. “Los odios generados por la insurrección de octubre [en Asturias] y su represión, las aspiraciones revolucionarias de socialistas, comunistas y anarcosindicalistas y la determinación de las derechas de hacerles frente se combinaron para producir una espiral de violencia”, señala un manual de Bachillerato. La vida política estaba “asfixiada por el radicalismo proletario”, apunta otro. El éxito de la idea de los “dos bandos” es casi absoluto. Son frecuentes también en los libros de texto expresiones como “sectores radicalizados”, “terror simultáneo”... Las causas objetivas del golpe se diluyen en el clima de “polarización”. La Guerra Civil se suele presentar en la distribución de bloques de contenidos junto a la República, más que junto a la dictadura, como si fuera el “fin inexorable” de aquella, y no el origen golpista de esta. Díez recuerda unas palabras del historiador Francisco Moreno que cree olvidadas: “Una democracia nunca es culpable de un golpe de Estado y un gobierno democrático nunca es un bando”.

En la misma línea que Díez se sitúa el artículo ¿Historia olvidada o historia no enseñada?, obra de seis investigadores encabezados por Laura Arias y publicado en 2019, que ofrece sin saberlo una explicación a la siguiente pregunta: ¿Cómo puede el líder del principal partido de la oposición lanzar desde el estrado del Congreso de forma impune una opinión por completo descatalogada? El artículo, elaborado a partir del estudio de 199 alumnos, parte de una investigación anterior, sobre 811 chavales de ESO, que arrojaba el siguiente resultado: únicamente un 26,6% fue capaz de definir correctamente qué era una dictadura, mientras que sólo un 20,1% definió con “cierta corrección” el concepto de república. Es interesante relacionar estos datos con otros publicados en 2018 por Carlos Fuertes y Mélanie Ibáñez: casi la mitad (un 45%) de los estudiantes de 4º de ESO y Bachillerato de un instituto de Salamanca consideraban que era innecesario reparar a las víctimas de la represión franquista. Y eso en generaciones jóvenes.

En 2001 y 2002 el PP apoyó dos resoluciones en el Congreso, una de resarcimiento moral de los maquis y otra de condena del franquismo. En ambos casos, la posición de Izquierda Unida la expuso Felipe Alcaraz, que hoy reflexiona: "Casi pareció que se vislumbraba un cambio de naturaleza de la derecha española, pero no ha tenido continuidad". Fue, dice, una raya en el agua, causada por una época de cierto margen de actuación de figuras "suaristas" como Luis de Grandes. Francisco Espinosa también resta importancia a aquellos "gestos cara a la galería". "No surtieron efecto jurídico alguno, como esa declaración de ilegítimas, en vez de ilegales, de las condenas del franquismo", señala. A su juicio, "el PP nunca ha roto con el franquismo y es algo que tiene poco remedio". ¿Por qué? "En Europa –razona– ser demócrata lleva consigo ser antifascista. Aquí la Transición permitió a la derecha no renunciar a nada". Eso es lo que facilita, añade, unos pactos con la ultraderecha que en Alemania y Francia están vetados.

Ante unas palabras desafortunadas del líder de la oposición. Ángel Viñas.

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ÁNGEL VIÑAS

Economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo

El líder del PP, Pablo Casado, interviene este miércoles en el Pleno del Congreso.- EFE

En la reciente sesión de Cortes el Sr. Pablo Casado se ha referido a la guerra civil. La ha caracterizado como una lucha entre quienes "querían democracia sin ley" y quienes "querían ley sin democracia". Las reacciones contrarias han sido fulminantes. Merece un suspenso en Historia de España y, quizá, también en Historia del Derecho.

En las raras ocasiones en que me he sentido inducido a referirme al líder de la oposición he subrayado una cualidad que siempre me ha dejado ojiplático: fue un estudiante de Derecho tan superdotado que aprobó la segunda mitad de la licenciatura de una tirada y en un curso. Yo me he preciado de mi buena memoria (hoy algo peor de lo que fue) pero confieso que no hubiera sido capaz de tal proeza. No estudié Derecho pero sí llegué a saberme de memoria la Ley de Sociedades Anónimas de 1951 más las disposiciones sobre otros tipos de sociedades mercantiles del Código de Comercio de la época. Y, ciertamente, memoricé como un papagayo todos los temas (salvo uno) de las oposiciones a un cuerpo de la Administración y los tres primeros ejercicios (tres horas de duración) de las de Cátedra.

Es decir, imagino que el Sr. Casado, dotado de envidiables facultades tan hipermnésicas como se decía que las tenía quien fue ministro de (Des)información y Turismo y fundador del antecedente de su partido, preparó a conciencia su intervención en el Parlamento (si bien da la impresión por las imágenes que he visto que, prudente orador, se llevó consigo algunas cuartillas). Por aquello de los nervios.

Después de haberme dejado las pestañas en casi cuarenta archivos españoles y extranjeros a lo largo de unos treinta años estudiando los orígenes y desarrollo de la guerra civil y de la subsiguiente dictadura me siento en condiciones de lanzar al Sr. Casado, o a sus historiadores de corte, un pequeño desafío: que demuestre documentalmente su doble aserto.

La guerra civil no se produjo espontáneamente. Fue el resultado de una conspiración monárquica, militar y fascista. Comenzó tibiamente en el primer año de vida de la República, tomó viento en el extranjero al siguiente y, tras la amnistía otorgada por el primer Gobierno Lerroux, sus responsables se trasladaron a España. A partir de 1934 se aproximaron a la Italia fascista y crearon una organización subversiva en el seno del Ejército. En octubre de 1935 se informó a Mussolini que, si las izquierdas volvían al poder aunque fuese por medio de elecciones, los monárquicos y militares se sublevarían.  Así, pues, de generación como respuesta a los desórdenes públicos en la primavera de 1936, rien de rien.

El asalto al régimen democrático y al gobierno constitucional fue liderado por militares y políticos monárquicos, más o menos fascistizados, que lo justificaron con pretextos espurios: entre ellos, la amenaza roja (incluso soviética) que supuestamente se cernía sobre la patria. Con la idea de seguir las desangeladas palabras de uno de los conspiradores y alcanzar la victoria tras una guerra corta.

¡Ay! Una parte del pueblo español no rindió las armas y tampoco anticipó los casos de Austria o Checoslovaquia años más tarde. El gobierno legítimo se vio, no obstante, dejado en la estacada por sus aliados naturales: franceses, británicos y norteamericanos y condenado a su suerte en virtud de la política de no intervención. Naturalmente, con el indisimulado regocijo de nazis y fascistas que fueron poco a poco acentuando su ya bien demostrado desprecio a las democracias. Cero patatero, pues, al señor Casado en la primera parte de su desafortunada formulación.

Un cero quizá matizado en la segunda, porque los sublevados retorcieron torticeramente la ley, declararon como tales a quienes no se les unieron y empezaron, desde el primer momento, una "limpia" sin paralelo en la historia de España. Bajo el manto de una hoy inconcebible subversión del derecho, apoyado después por el Francoprinzip (aplicación castiza del Führerprinzip). Y, sin olvidar, bendecidos por la Iglesia católica española de la época.

Los sublevados se dotaron de una ley, la suya, fuera de todo control que no fuera el propio. Con ella en la mano subsistieron hasta prácticamente 1948. Entonces se dignaron sustituir el bando de guerra por otro sistema en el que solo varió la invocación jurídica porque, aunque la guerra había terminado casi diez años antes, la campaña contra el rojo debía continuar.

En resumen: es arriesgado querer subsumir en una frase de pocas palabras más de cuarenta años de historia.  Hay que tener para ello una habilidad especial. El Sr. Casado es muy dueño de creer que la tiene. Debe, sin embargo, aguantar que mucha gente, y entre ella muchos historiadores, pensemos que la ha destilado en una formulación escasamente afortunada.  Sugerencia: que lea más historia o busque mejores preparadores de discursos.

dijous, 1 de juliol del 2021

Cuando llovían octavillas del cielo: la propaganda clandestina contra el franquismo.

 https://www.eldiario.es/catalunya/cultura/llovian-octavillas-cielo-propaganda-clandestina-franquismo_1_8087948.html



Diversas publicaciones antifranquistas editadas en la clandestinidad durante la dictadura.

"Lo que debes hacer cada día es no subir al tranvía y desahogar tus males rompiendo muchos cristales". Como si de una cadena de Whatsapp o de un tuit viral se tratara, miles de papelitos con este mensaje fueron circulando de mano en mano entre los barceloneses en febrero de 1951. El mensaje caló y durante dos semanas la población se negó masivamente a utilizar el transporte público en protesta por el aumento del precio de los billetes.  

Josep Sala, superviviente de los campos de concentración franquistas: "No éramos ni siquiera un número, no éramos nada"

Josep Sala, superviviente de los campos de concentración franquistas: "No éramos ni siquiera un número, no éramos nada"

La llamada huelga de los tranvías fue la primera gran acción colectiva contra el régimen franquista y no hubiese sido posible sin la circulación masiva de estos papelitos. Durante cuatro décadas, este tipo de notas y las pequeñas publicaciones clandestinas fueron la principal manera de organizar la lucha popular contra una dictadura que ahogaba y reprimía con dureza cualquier atisbo de disidencia. 

A veces se imprimían en domicilios particulares. También en la trastienda de algún comercio o tras una falsa pared que escondía una imprenta. En otras ocasiones eran fotocopias de panfletos hechos a mano y durante la posguerra se llegaron a producir en condiciones muy precarias. Muchas de ellas –el 20%– incluso eran imprimidas fuera de España por exiliados que las introducían posteriormente por la frontera francesa.

La exposición 'Cuando llovían octavillas: clandestinidad, prensa y propaganda antifranquista', inaugurada este martes en el Archivo Histórico de Barcelona (entrada gratuita, abierta hasta el 29 de enero de 2022), recopila y enseña decenas de estas publicaciones que demuestran la abundante producción de propaganda clandestina que hubo en la ciudad durante toda la dictadura, una tradición que vivió su máximo esplendor a finales de los 60 y principios de los 70 y que para algunos fue la antesala de los fanzines 'underground' de la Transición.

La colección que posee el Archivo –compuesta de más de 1.000 publicaciones y 9.000 octavillas– es una de las más importantes de este tipo en Catalunya y se formó gracias a las donaciones anónimas que muchos vecinos depositaron durante la primera etapa de la dictadura en el buzón de la entidad o bien dejaron escondidas entre las páginas de los diarios de la sala de consultas. El resto fueron donaciones privadas de activistas, partidos, entidades y asociaciones vecinales. 

Buena parte de la colección son documentos efímeros, pensados inicialmente para ser destruidos, que sin embargo han llegado hasta nuestros días gracias a los riesgos que tomaron muchos ciudadanos y entidades que las quisieron preservar.

"La prensa clandestina del franquismo era uno de esos grandes desconocidos que había que poner en valor", señaló Manel Risques, comisario de la exposición y profesor de Historia Contemporánea, durante la presentación de la muestra. "Sin ella no habría habido lucha ni resistencia antifranquista, fue una columna vertebral de todo este movimiento".

Las autoridades fascistas lucharon activamente contra la producción de estas publicaciones y destinaron ingentes esfuerzos para localizar a sus autores, a las imprentas y los locales donde se producían. En 1949 se llegó a ejecutar a Joaquim Puig i Pidemunt por ser el director de la revista Treball, editada por el PSUC y considerada por el franquismo como un "órgano de agitación y propaganda".

La variedad de emisores de estos periódicos, revistas y octavillas demuestra que la producción clandestina durante la dictadura fue muy transversal, especialmente a partir de finales de los 60. Hay material producido por partidos políticos como el PSUC, PSOE y ERC, entre otros, pero también publicaciones y convocatorias de asociaciones vecinales y estudiantiles así como de organizaciones feministas, católicas y antimilitaristas.

El material expuesto también permite viajar por los distintos estados de ánimo y las reivindicaciones de la clandestinidad durante la dictadura. En ocasiones se abordaban cuestiones internacionales –desde la liberación de Leningrado hasta la guerra de Vietnam– y en otras, cuestiones mucho más mundanas como la vida asociativa de los barrios, la detención de manifestantes o la petición de servicios en algún barrio de la ciudad.

Se puede ver cómo la esperanza por la victoria aliada en la II Guerra Mundial supuso la eclosión de diversas publicaciones que informaban de los avances sobre el nazismo. Durante los años 40, la mayoría de periódicos y octavillas se enfocaron en la resistencia antifascista, en denunciar el carácter ilegítimo del franquismo y los ataques a la identidad catalana. La ilusión por la victoria aliada, sin embargo, se fue apagando al mismo tiempo que estas publicaciones cuando se constató que el cambio no iba a llegar a España.

A principios de los 60 tanto el movimiento estudiantil como el PSUC fueron ganando peso en la producción de material clandestino. Las octavillas que se repartían se utilizaban para citar a los barceloneses a todo tipo de manifestaciones y huelgas obreras, ya fuese para protestar por las torturas policiales, pedir un aumento de salarios o visibilizar la condena a muerte de dirigentes antifranquistas. 

Unos años antes, en febrero de 1959 incluso se llegó a convocar un "gran concierto de cláxones" a la salida del Camp Nou para protestar por el nombramiento como director de La Vanguardia de Luis de Galinsoga, que había llegado a afirmar que "todos los catalanes" eran "una mierda".

A principios de los 70 el movimiento vecinal sufrió un fuerte impulso y contribuyó definitivamente a la generalización de estas revistas y octavillas. Se protestaba contra el barraquismo, contra las centrales nucleares, contra alcaldes franquistas y se puede percibir la articulación del movimiento feminista, con varios ejemplares que recogen la llamada a la abstención de las mujeres en el referéndum de la ley de reforma política de finales del 76. También Manuel Fraga y "su policía" se convirtieron en uno de los principales objetivos de las publicaciones de los 70, al mismo tiempo que se denunciaba el proceso sucesorio del rey Juan Carlos. 

Ya en los estertores de la dictadura, se observa en la exposición cómo la agitación política tuvo como referencia la Assemblea de Catalunya, principal plataforma unitaria antifranquista impulsada a finales del 71. La Assemblea mostró su gran capacidad de movilización y puso en la agenda una petición que haría fortuna en la Transición y retumbaría durante años: "Llibertat, amnistia i Estatut d'autonomia".