dissabte, 19 de febrer del 2022

José Carlos Grey-Molay, el republicano negro que sobrevivió a Mauthausen y nunca quiso recordarlo.

 https://www.eldiario.es/catalunya/jose-carlos-grey-molay-republicano-negro-sobrevivio-mauthausen-quiso-recordarlo_1_8757514.html


Carlos Grey-Molay en Mauthausen.

“Reflexivo, íntegro y fiel a sus ideales”, así describe su hija Muriel a José Carlos Grey-Molay, el combatiente republicano que llamó la atención de los dirigentes nazis del campo de concentración de Mauthausen por su color de piel. Este año se cumplen cuarenta años de su muerte en Francia, donde formó una familia a la que siempre intentó proteger de los recuerdos de lo que había vivido en el campo austríaco.

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José Carlos Grey-Molay, que ante los nazis se identificó cómo Carlos Grey-Key, había nacido, según algunas fuentes como un artículo de la periodista Lucía Mbomío para Afroféminas, en 1913 en la isla de Bioko –Guinea Ecuatorial–, que por aquel entonces era una colonia española y se conocía con el nombre de Fernando Poo; aunque otras como la asociación ‘Amical de Mauthausen y otros campos y de todas las víctimas del nazismo de España’ sostienen que, en realidad, él ya había nacido en Barcelona y que eran sus padres los que provenían de esta isla. No obstante, se sabe con certeza que la familia se trasladó a la capital catalana y que fue allí donde Grey-Molay acabó la enseñanza secundaria y comenzó la carrera de medicina. 

“Cuando papá estudiaba en Barcelona, empezó la Guerra Civil y entonces todas las esperanzas de futuro desaparecieron”, explica su hija Muriel en el documental Greykey dirigido por Enric Ribes. El estudiante de medicina luchó en el bando republicano y, por diferentes circunstancias que no están del todo claras, terminó en el verano de 1941 recluido en Mauthausen, donde fue incluido en el registro de prisioneros como “republicano español”. Gracias al banco de datos de la ‘Amical de Mauthausen’, sabemos que antes de llegar al campo austríaco Grey-Molay había pasado por el campo de prisioneros de Frontstalag 140 –cerca de la localidad francesa de Belfort–, a unos 70 kilómetros de la frontera actual con Alemania y unos 30 de la de Suiza; y también por el de Stalag V C, próximo a la ciudad alemana de Baden-Baden. 

Según lo que relata Joaquim Amat-Piniella en el libro K.L. Reich, la complexión fuerte de Gray-Molay sorprendió a los nazis al frente del campo y chocó con sus prejuicios hacia las personas negras, que imaginaban débiles, con el vientre abultado y con “expresión caníbal”. La extrañeza fue tal que, como cuenta Amat-Piniella, uno de los nazis se mojó el dedo con saliva y, a continuación, frotó con fuerza contra la piel del prisionero para ver si se le iba “la pintura”. Además de su buen aspecto físico, señala Amat-Piniella, les desconcertó lo culto que era, pues "hablaba varios idiomas y se hacía entender en alemán". 

Franz Ziereis, oficial de las SS y comandante jefe del campo de concentración de Mauthausen, le dio a Grey-Molay un uniforme de camarero y lo convirtió en el criado de los oficiales, pero estos se quejaron porque no querían que su comida pasase por las manos de un "ser tan inferior", de acuerdo con lo que explica la periodista Montserrat Roig sobre Grey-Molay en su libro Els catalans als camps nazis.

Ziereis le buscó un nuevo puesto, le dio un nuevo uniforme y le ordenó que se encargara de recoger y guardar los abrigos de los oficiales que visitaban el campo, pero esto tampoco les gustó a los militares, porque "seguía siendo un negro de manos sucias", según cuenta su hija Muriel y recoge también Roig. De este nuevo uniforme, la periodista dice que era más bien un "disfraz", porque era un traje de la guardia real yugoslava, "de color rojo y con cordones dorados". Las dos imágenes que se conservan de Carlos Grey-Molay de esa época son dos fotografías realizadas por Francesc Boix, que lo retrató con los diferentes trajes que el comandante Ziereis le había proporcionado.

En Els catalans als camps nazis, Montserrat Roig también cuenta que "después de pasar por distintos trabajos, el ‘negre Carles’ terminó limpiando los retretes de las SS” y que “lo miraban como si fuera un bicho raro, el hazmerreír de los nazis”. La hija de Grey-Molay explica en el documental Greykey que su padre nunca quiso darles a sus cinco hijas demasiados detalles acerca de sus años de cautiverio en Mauthausen, pues no quería que recreasen en su imaginación lo que le había pasado. A pesar de esto, ella asegura que no pudo evitar imaginárselo y que siempre quiso saber más, porque considera que “no hay nada peor que no saber”. 

Una de las herramientas que utilizó Muriel para reconstruir la historia de su padre fueron las fotografías de Francesc Boix, que son las más antiguas que se conservan de él. Aunque Grey-Molay siempre protegió a sus hijas de sus experiencias como prisionero, sí les explicó que lo que más esperanza le daba mientras estaba en Mauthausen era la idea de poder llegar a formar su propia familia, de ser padre, y que, para eso, “tenía que sobrevivir”.

En 1945, el campo de concentración de Mauthausen fue liberado, pero Grey-Molay no regresó a Barcelona, sino que se fue a Francia. En París, conoció a la que sería su mujer y la madre de sus hijas. Muriel recuerda que durante su infancia su padre siempre trabajaba por las noches, primero como bailarín en un cabaret y después como electricista. “Las noches no son fáciles para los que han estado en un campo de concentración”, añade. 

Trabajar por la noche fue la “solución” que Grey-Molay encontró a los malos recuerdos, porque durante el día “podía dormir un poco con el ruido de fondo que lo rodeaba y reconfortaba”, según cuenta su hija. Además de eso, Muriel asegura que su madre fue siempre un apoyo fundamental para él, porque “siempre estaba ahí para recordarle que ya no estaba en una litera en un campo”. 

El documental Greykey muestra la faceta más íntima de José Carlos Grey-Molay con anécdotas familiares contadas por su hija y fotografías del álbum doméstico. Apenas se menciona la ideología de Grey-Molay, aunque Muriel lo califica como “comunista” al que no había visto nunca en una iglesia antes del día de su boda. Y ella evoca, también, el consejo que su padre les repetía cuando ella y sus hermanas eran niñas: “Si te tumban, levántate y sigue. Siempre que puedas, sigue avanzando”. 

dijous, 17 de febrer del 2022

Euskadi homenajeará a los cerca de 2.000 fusilados por el franquismo en la Guerra Civil y la posguerra.

 https://www.eldiario.es/euskadi/euskadi-homenajeara-cerca-2-000-fusilados-franquismo-guerra-civil-posguerra_1_8752799.html


El Gobierno vasco y el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos (Gogora) ultiman un acto en memoria de las cerca de 2.000 personas fusiladas por el franquismo por defender la democracia entre los años 1936 y 1945 (Guerra Civil y posguerra), según ha informado el Departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales. Para su realización, Gogora invita a todas las personas que sean familiares de personas ejecutadas por el bando sublevado a que se pongan en contacto con el Instituto, con el fin de recoger información y posibilitar su participación en el homenaje. Para ello pueden telefonear al 944 032 843, o enviar un e-mail a gogora.memoriahistorikoa1@euskadi.eus.

La nueva ley vasca de Memoria Histórica prevé sanciones administrativas de hasta 10.000 euros por blanquear el franquismo

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Con este acto, el Gobierno vasco homenajeará a las cerca de 2.000 personas ejecutadas en Euskadi durante ese periodo, incorporando tanto los fusilamientos llevados a cabo por el bando franquista sin mediar una sentencia judicial, comúnmente denominados paseados, como a las personas ejecutadas por Consejo de Guerra, según informa Europa Press. Según han apuntado desde el Departamento de Justicia, Igualdad y Políticas Sociales, la represión franquista de tipo extrajudicial, no reglada, se produjo, sobre todo, en los primeros meses tras la sublevación rebelde de julio de 1936.

No fue hasta comienzos de 1937 cuando se empezaron a conformar los tribunales militares y a producirse los procesos sumarísimos, "engrasándose la maquinaria represiva legal franquista", ha añadido. Tal y como se recoge en el documento 'Informe: víctimas mortales de la Guerra Civil en Euskadi' de Gogora, las ejecuciones extrajudiciales fueron muy numerosas en los territorios donde había triunfado el golpe de Estado o en los que cayeron en manos franquistas en los meses siguientes.

En el caso de Euskadi, este tipo de "represión" se produjo de forma mucho más abundante en Álava y en Gipuzkoa que en Bizkaia. Existe un número indeterminado de personas ejecutadas extrajudicialmente que no constan en los registros civiles o en los libros parroquiales o que lo hacen bajo unos conceptos que "enmascaran la verdadera causa de su muerte, lo que dificulta la labor investigadora de Gogora", han apuntado desde el Departamento. De la investigación en archivos y bibliografía disponible se desprende que fueron 1.191 las víctimas fusiladas de forma extrajudicial en Euskadi, no conociendo la identidad de 54 de las mismas. Corresponden 43 casos a mujeres y 1.148 a hombres.

El Departamento ha señalado que el hecho de que en Álava triunfara la sublevación franquista y de que la mayor parte de Gipuzkoa fuera conquistada en septiembre de 1936, hizo que en los primeros meses se produjeran numerosos casos de represión extrajudicial hasta que se constituyeron los tribunales militares. Sin embargo, ha indicado, para cuando cayó Bilbao, el 19 de junio de 1937, "la maquinaria represiva legal franquista ya estaba perfectamente engrasada, por lo que los casos de ejecuciones por Consejo de Guerra fueron significativamente mayores en número en Bizkaia que en los otros dos Territorios Históricos".

Consejos de guerra

Los consejos de guerra correspondientes a ciudadanos vascas se encuentran custodiados en el Archivo Intermedio de la Región Militar del Noroeste (AIRMN). Entre los años 2006 y 2007 investigadores de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, a través del fotografiado de las portadas y sentencias de cada procesamiento (unas 150.000 imágenes), recuperaron los expedientes correspondientes a los Tribunales que funcionaron en Álava, Bizkaia, Gipuzkoa, Burgos, Logroño y Cantabria, aquellos en los que fueron juzgados la mayoría de ciudadanos vascos, siendo posteriormente volcados en una base de datos en la que figuran un total de 55.546 nombres.

Tras revisar todo ese volumen de información, Gogora ha recopilado todas las sentencias que finalizaron con pena de muerte que recayeron sobre ciudadanos con vecindad en Euskadi en su informe sobre las víctimas mortales de la Guerra Civil y la posguerra. Un total de 1.003 personas, 17 mujeres y 986 hombres, fueron ejecutadas con sentencia judicial, según esa información.

Entre ellas están, por un lado, todas aquellas personas fusiladas en Euskadi, y por otro, todos aquellos vascos y vascas cuyas penas de muerte fueron ejecutadas en otros lugares, la mayoría en Cantabria (121) Personas ejecutadas por Consejo de Guerra. Por territorios históricos, 536 ejecuciones corresponden a Bizkaia, 92 a Gipuzkoa, 29 a Álava y 346 a otras comunidades.

dimecres, 16 de febrer del 2022

Las grandes matanzas del franquismo.

 https://aldescubierto.org/2022/02/11/grandes-matanzas-del-franquismo/



Artículo original de Isabel Ginés y Carlos Gonga para Nueva Revolución: Las grandes matanzas del franquismo y el olvido intencionado

Muchas fake news, noticias falsas, dicen que las matanzas del franquismo no ocurrieron o que ambos bandos mataron de igual manera en la Guerra Civil: es mentira. Mucha gente dice que el franquismo simplemente se defendía del bando republicano: tampoco es cierto. Hay también quienes dicen que las muertes eran inevitables: mienten. Incluso los hay que afirman que la represión tras la guerra fue igual para todos: el problema de afirmar sin saber, de hablar sin conocer, es que se dicen estas barbaridades con total convicción.

Se intenta ocultar numerosas masacres, asesinatos en masa, bien para limpiar conciencias o sencillamente para atribuir a la cruel Transición el apelativo de “modélica” y que se olvide lo que pasó. Lo que pasó no se olvida porque las masacres sucedieron, muchas de ellas en supuesto tiempo de paz, y a día de hoy no han sido juzgadas ni enmendadas. No se deben olvidar porque el fascismo que las provocó vuelve a estar muy presente hoy en día en nuestra sociedad.

Se empezará mencionando algunas de las masacres que tuvieron lugar por todo el país… y que no hace tanto tiempo de ello. Mucha gente inocente murió asesinada y no todos mataron mucho: el bando franquista masacró, asesinó vilmente a miles de personas porque consideraban que no todos tenían cabida en su España. Eso por no hablar de la represión y la repercusión que sufrieron.

La matanza de Atocha

La matanza de Atocha ocurrió el 24 de enero del 77. Un grupo de extrema derecha asesinó a tiros a tres abogados laboralistas (especialistas en derecho laboral), a un empleado del despacho donde trabajaban y a un estudiante de Derecho.

Los abogados asesinados fueron Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides y Francisco Javier. El administrativo era Ángel Rodríguez y el estudiante de derecho, Serafín Holgado. También fueron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huerta, Miguel Sarabia, Luis Ramos y Lola González. Esta oficina, situada en el número 55 de la calle Atocha, en Madrid, era un despacho de abogados laboralistas de Comisiones Obreras (CCOO) y del Partido Comunista de España (PCE). Los ultraderechistas irrumpieron en él abriendo fuego para asesinar a todas estas personas.

El atentado transcurrió sobre las 22:30 y las 23:00 horas. Buscaban al sindicalista comunista Joaquín Navarro, secretario general del sindicato de transportes de Comisiones Obreras en Madrid por aquel entonces. Joaquín Navarro fue el convocante de huelgas anteriores que lograron desarticular lo que llamaban la “mafia franquista del transporte”. Llamaron al timbre del piso para que les abrieran y así ocurrió pero, al no encontrarle allí, ya que se había marchado unas horas antes, decidieron matar a todos los presentes.

La atrocidad del crimen fue tal que es uno de los pocos crímenes cometidos por la ultraderecha entre 1939 y 1978 que ha tenido un juicio y un reconocimiento. El gobierno italiano, en 1990, vinculó el atentado a la Operación Gladio, un plan orquestado por la CIA para frenar movimientos progresistas en Europa.

La matanza de Badajoz

 Fusilados durante la "matanza de Badajoz" en agosto de 1936. Autor: desconocido. Fuente: ARMHEX
Fusilados durante la «matanza de Badajoz» en agosto de 1936. Autor: desconocido. Fuente: ARMHEX

Nos remontamos ahora a los inicios de la Guerra Civil en tierras extremeñas: la matanza de Badajoz. El genocida Francisco Franco intentó borrarla de la historia dos veces pero no lo consiguió.

La guerra empezó el 17 de julio del 36, cuando Franco y el general Emilio Mola provocaron una sublevación militar para derrocar el Gobierno de Segunda República, elegido democráticamente en las urnas. Casi un mes después, el 14 de agosto del 36, el general franquista Yagüe y sus tropas entraron en Badajoz: querían acabar con la resistencia republicana que plantó cara al golpe de Estado, procedente en su gran mayoría de organizaciones obreras y partidos de izquierda. Cuando comenzó el asalto franquista a Badajoz, la resistencia se encontraba en la catedral, que al final cayó en poder de los legionarios, que fusilaron a todos los antifascistas.

Los moros que acompañaban a Yagüe en este asalto a la ciudad, reclutados por el ejército del general golpista que más tarde sería dictador, se cebaron con la población civil: mataron a todas aquellas personas que estuvieran por las calles, a todos quienes les mostraran oposición. Robaron todo lo que encontraron. Degollaron a muchas personas, violaron en masa a muchas mujeres y mutilaron numerosos cadáveres. Según algunos estudios, se habla de 1.200 a 2.000 ejecuciones durante las primeras horas de la ocupación. Una vez tomada la ciudad, la represión siguió: en el cementerio pacense de San Juan fueron fusiladas multitud de personas.

La plaza de toros de Badajoz fue un centro de reclusión y de asesinato de miles de personas. La masacre de Badajoz fue un aviso para la población de lo que la represión franquista era capaz de hacer. Al mando estaba Yagüe, conocido como “el carnicero de Badajoz”, y apuntan que entre 1.400 y 3.800 personas fueron ejecutadas en esta plaza de toros. Algunos testigos afirmaron que la sangre brotaba por debajo de las puertas hacia el exterior, dada la enorme cantidad de gente que estaban fusilando.

Tras la guerra

A 10 km de Valencia se encuentra el paredón de Paterna, en una zona conocida como El Terrer, donde 2.238 personas procedentes de muchas provincias de nuestro país fueron asesinadas por no tener cabida en la España que Franco había ideado. Cientos de hombres y mujeres que simplemente defendían la libertad del pueblo y el sistema de gobierno de la República fueron detenidos, encarcelados, masacrados y arrojados a fosas comunes, algunas con más de 6 metros de profundidad; todo ello, con la guerra dada ya por terminada. En la mayoría de casos el ejército franquista no permitió despedirse a sus familias.

A lo largo del cauce del riu Sec de Castelló de la Plana fueron fusiladas 970 personas, 530 de las cuales fueron lanzadas a fosas comunes. Procedían tanto de esta misma población como de otros lugares y su supuesto delito no fue otro que el no pertenecer al bando que no se sublevó contra el Gobierno legítimo.

Volvamos a la Guerra Civil: el 23 de agosto del 36, varios camiones salieron en dirección al corral de Valcadera, al 70 km de Pamplona. Allí, falangistas (militantes del partido fascista Falange Española, vigente a día de hoy a través de los distintos sucesores que proclama ser sus herederos) y requetés (las fuerzas navarras que participaron en el bando nacional durante la Guerra Civil) fusilaron a 53 presos republicanos simplemente por querer conservar la libertad que tenían en España. Varios sacerdotes presenciaron la escena fatal. Sus cuerpos fueron enterrados en una fosa común.

La desbandá

Una de las masacres más conocidas por su brutalidad y su inhumanidad fue la Desbandá. El 8 de febrero del 37, en plena Guerra Civil, las tropas franquistas se disponían a entrar en la Málaga republicana. Miles de personas quisieron huir hacia Almería para no sufrir la represión franquista, para evitar que sus familias y ellas mismas fueron víctimas de las violaciones y los asesinatos que estaban cometiendo los franquistas en otros lugares. 

La ciudad de Málaga resistía al asedio del ejército de Franco, seguía siendo republicana, por lo que se sabía que la represión iba a ser muy fuerte allí. Por eso, entre 10.000 y 20.000 civiles quisieron abandonar sus hogares de Málaga y partir en dirección a Almería, protagonizando así uno de los mayores éxodos que se han conocido. Su destino estaba a 200 km a pie por un único camino.

Durante este largo trayecto, miles de niñas y niños, hombres y mujeres, embarazadas entre ellas, y gente anciana fueron bombardeados por los barcos que Francisco Franco dispuso en la costa andaluza. Todo el camino quedó cubierto se sangre y muerte. Miles de personas civiles fueron asesinadas a sangre fría desde la descomunal superioridad de un buque de guerra, por su sensato deseo de exiliarse, de buscar protección junto con sus familias.

Uno de estos barcos fue el Baleares, al que el alcalde de Madrid ha decidido volver a dedicarle una calle de la capital para que todas las personas que pasen por ella se sientan orgullosas de la masacre que ocasionó gracias a los franquistas. Qué orgullo, decir que has quedado o que vives en la calle de un buque que arrasó una carretera llena de familias enteras, desarmadas e inocentes; nótese el sarcasmo. El sadismo es una de las cualidades que más ostentan quienes deciden ignorar la memoria histórica, habitualmente bajo la cobardía del anonimato.

La actual calle franquista madrileña del Crucero de Baleares reemplazó a la del Barco Sinaia. En la imagen podemos ver el Baleares, un buque militar imponente, acorazado, con artillería del máximo calibre y de gran alcance, frente al Sinaia, un barco de vapor francés atestado de republicanos exiliados que pudieron llegar con él a México.

Es una vergüenza que en un país democrático se consienta que se dedique otra vez una calle a un hecho histórico en el que se masacró a varios miles de víctimas inocentes; y es que lo que nos vendieron como “democracia” en el 78, después de morir el genocida, no era tal cosa.

España no condenó el fascismo como hicieron otros países que lo sufrieron. España nunca será un país democrático mientras esto se consienta, mientras se permita y la ley no haga nada por evitar ni reprimir estas exaltaciones fascistas. En la Desbandá hubo cerca de 160.000 personas que huían de Málaga hacia Almería, más de 12.000 de las cuales perdieron su vida en esa carretera. Fue un genocidio. Y quien se sienta orgulloso de un genocidio, no sea capaz de empatizar con el dolor humano y crea conveniente enaltecer a sus verdugos no está capacitado para representar a un pueblo, y mucho menos la capital de un país.

Sospechas y colaboradores

Volvamos a Extremadura: en Helechal, a medio camino entre Córdoba y Badajoz, se produjo la matanza del cortijo del Enjembraero. Los franquistas sospechaban que cuatro hombres colaboraban con el maquis. El maquis era la guerrilla formada por gente que se oponía a la dictadura franquista. Estos campesinos extremeños fueron arrestados por motivos políticos, encarcelados y fusilados el 1 de febrero de 1949 por la Guardia Civil. Sus nombres: Antonio Cortés, Silesio Calderón, Antonio Iglesias y Manuel Merino. Fueron sacados de la cárcel de Castuera, a no más de 20 km de su destino, y asesinados en el cortijo.

La simple sospecha de que una persona estuviese colaborando con el maquis era motivo más que suficiente para los franquistas para acabar con su libertad y hasta con su vida. En Alía, en el término de Cáceres, fueron asesinadas 24 personas de esta localidad y de La Calera, ambas extremeñas, por esta mera intuición. La masacre fue perpetrada el 16 de agosto del 42.

La misma suerte tuvieron los 8 habitantes turolenses de la masacre de Monroyo, en la provincia de Teruel, también conocida como la saca de Monroyo: el 11 de noviembre del 47, 8 habitantes fueron asesinados por la Guardia Civil en una carretera cercana a Alcañiz por ser acusados de colaborar con el maquis o de ser maquis.

En Asturias, más de lo mismo: varias personas fueron asesinadas junto a sus familiares en el pozo de Funeres, en Laviana, a manos de la Guardia Civil, por creer estos que pertenecían a la guerrilla antifranquista. Les llevaron hasta este lugar y allí les asesinaron. Estas tres últimas masacres ocurrieron ya asentada la dictadura franquista.

Se conoce como masacre de Azazeta a una matanza que tuvo lugar durante la guerra en el País Vasco, concretamente en Álava: 16 presos políticos, entre quienes estaba Teodoro González de Zárate, el alcalde republicano de Vitoria, fueron asesinados el 31 de marzo del 37.

Estas asesinatos en masa contrastan fuertemente con los fusilamientos de Zaragoza, en los que 3.543 personas murieron en las tapias del cementerio de la capital de Aragón por profesar la ideología del bando que no era bien recibido en España.

Por otra parte, la cifra de la represión franquista en el cementerio San José de Granada es aún mayor: aproximadamente 5.200 personas perdieron la vida en las tapias de este cementerio por sus ideas políticas.

Las matanzas del franquismo y la justicia

Simplemente se han nombrado algunas de las matanzas, fusilamientos o asesinatos que ejecutaron los franquistas, ya fueran durante la guerra o tras ella. Una considerable mayoría de las tapias de los cementerios de España están cubiertas por agujeros de las balas que mataron cualquier anhelo y esperanza de volver a la democracia. Algunas de ellas, de hecho, están reconstruidas para eliminar los rastros de la represión franquista y en otras, lamentablemente, ya no se pueden apreciar con claridad dichos orificios por el paso del tiempo.

Pero hubo muchas más. A lo largo y ancho del territorio español hay múltiples casos de cementerios, paredones y cortijos donde fueron asesinadas extrajudicialmente, por ser presos políticos y por tener una ideología que no compulsase con el fascismo, miles de personas.

España tuvo un régimen genocida, un totalitarismo que facilitó que una persona que quería el poder asediara pueblos y ciudades, permitiera que los moros que reclutó para que le ayudaran a conquistar el país violaran a sus mujeres, que asesinaran impunemente a miles de personas inocentes y a sus parientes; a muchas mujeres embarazadas, a muchos bebés; que violaran a niñas de no más de 14 años.

Todo esto es lo que se vivió durante años y es lo que se tiene que conocer para superar el pasado pero repararlo bien. Reparar el pasado es conocer lo que pasó para saber reconocer situaciones similares y poder evitar así que no vuelva a suceder; es recordarlo para aprender, no para ponerlo en las calles como recordatorio de un tiempo feliz entre la miseria y la muerte. Más calles “Ana María Matute”, “García Lorca” o “Miguel Hernández” y menos “Baleares”, “General Yagüe” o “Queipo de Llano”, que las calles del pueblo no deben exhibir sangre y asesinatos sino progreso, vida y libertad.

Artículo original de Isabel Ginés y Carlos Gonga para Nueva Revolución: Las grandes matanzas del franquismo y el olvido intencionado

Enlaces, fuentes y bibliografía:

– Foto de portada: Recreación de un fusilamiento. Autor: Germán Zorraquín. Fuente: Asociación Gerediaga Elkartea