Se cumplen ocho décadas desde que piquetes militares dirigidos por generales golpistas sembraran el terror y segaran a golpe de fusil la vida de 196 republicanos en Cáceres y poblaciones aledañas. El pretexto: un falso complot republicano para tomar la ciudad.
Monumento homenaje en el cementerio de Cáceres
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Estaba a punto de despuntar el día cuando los mineros de la barriada de Aldea Moret de Cáceres fueron conducidos a punta de fusil hasta el campo de tiro de la ciudad donde recibieron el impacto mortal de un pelotón de 60 piquetes conformado por 20 guardias civiles, 10 guardias de asalto y 20 miembros de la milicia nacional.
Estos hechos ocurrieron en vísperas del día de Reyes Magos del año 1938 como relata el libro Tragedia y represión en Navidad, del historiador Julián Chaves Palacios, y recuerdan por estas fechas con diferentes actos asociaciones de la memoria en la comunidad.
El hijo de Mateo Duque Ramos, fusilado el 5 de enero de aquel año, que dejó viuda y cuatro hijos, conoció que el cuerpo de su padre yacía en el cementerio con 14 años. Fue un día que lo llevaron a limpiar hierbas al cementerio y un hombre se lo dijo, según relata su nieto Mateo Duque.
“Era mi abuelo y no pertenecía a ningún partido, no se identificaba con ninguna ideología, pero tenía una profesión muy delicada por aquellas fechas: se dedicaba a cargar los barrenos en las canteras de cal” y conocía el uso de la dinamita, lo que valió para relacionarlo con el falso complot .
Fernando Baz, sobrino de Eulogio Baz Marcos, también fusilado, relata que un día, al volver a casa de su hermana Paula, mujer viuda con la que vivía, avisaron a su tío de que la Guardia Civil había ido a buscarle. Eulogio “se arregló y se fue al cuartel sin más y nunca volvimos a saber de él”, lamenta su familiar. “A los pocos días, el 5 de enero de 1938, le fusilaron”.
Un primo de la familia, enterrador y encargado de introducir los cuerpos del fusilamiento en la fosa común fue quien lo advirtió al reconocer los cuerpos de su tío y de otro primo, Julián Baz, minero caído ante el mismo pelotón.
CAZA DE BRUJAS
Estas palabras corresponden al testimonio de algunos familiares, recogidos en los trabajos de investigación de los historiadores Chaves y Francisco Hinojosa, y en prensa regional. Hijos y nietos, que tras romper años de silencio y temor, han contribuido a arrojar mucha luz sobre la sangrienta navidad de hace 80 años en Cáceres.
Los 16 mineros –a quienes tan sólo figurar sus nombres impresos en una libreta supuso la pena de muerte– según recuerdan historiadores y familiares, perdieron su vida fruto de “una caza de brujas planificada por un militar africanista” para aterrar a la población.
Desde julio de 1936 Cáceres había caído en manos de los sublevados golpistas, pese a ello el general africanista Ricardo Rada denuncia un supuesto complot liderado por Máximo Calvo para tomar la ciudad que desencadena la masacre
Según argumenta Chaves, autor de la obra anteriormente referida, que también dirigió el proyecto de Memoria Histórica en Extremadura, “desde julio de 1936 Cáceres había caído en manos de los sublevados golpistas, pese a ello el general africanista Ricardo Rada denuncia un supuesto complot liderado por Máximo Calvo para tomar la ciudad que desencadena la masacre”.
En la misma línea, se manifiesta el profesor e historiador extremeño Francisco Hinojosa, aunque con matices. Ambos explican que los fascistas sublevados protagonizaron semanas de represión y escarnio sobre la población cacereña que darían como resultado más de 400 detenciones y el fusilamiento, sin capacidad de defensa, de casi 200 personas. Ocurrió entre el 25 de diciembre de 1937 y el 21 de enero del año siguiente.
Coinciden también en señalar que el detonante de la inquina fascista, que sometió por aquellas fechas a las poblaciones cacereñas a fusilamientos al amanecer, mediodía y atardecer, resultó un “montaje de los sublevados y falangistas”.
Una operación ficticia dirigida por el militar africanista al mando en Cáceres para someter y erradicar cualquier intento de insurrección entre la población. Lo que evidencia la “represión sistemática” de los golpistas en tierra extremeña, apuntan.
VARIAS POBLACIONES
En cuanto a las ejecuciones, sus investigaciones constatan que los pelotones de piquetes fusilaron a 196 personas (182 hombres y 14 mujeres). Fusilamientos que se registraron en las poblaciones de Cáceres, Arroyo de la Luz, Malpartida de Cáceres y Navas del Madroño, ocasionando las bajas más numerosas en estas dos últimas poblaciones. En Cáceres ciudad destacan dos ejecuciones masivas con 34 personas en el campo de tiro y 16 mineros el día de reyes; y en Navas del Madroño, el drama prácticamente afectó a todos sus hogares puesto que asesinaron a 68 de sus 3.000 vecinos.
Entre las víctimas había padres, hijos y hermanos; maestros, mineros, sindicalistas, y también cargos públicos como el alcalde de Cáceres, el socialista Antonio Canales; y el presidente de la Diputación, Ramón González Cid, de Izquierda Republicana.
Durante estas navidades, las asociaciones de la memoria histórica de Cáceres han organizado actos conmemorativos en memoria de los mineros de Aldea Moret y el resto de los fusilados en la represión franquista.
ACTOS Y DECLARACIÓN DE INTERÉS CULTURAL
Así, la Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres (AMECECA) y el Grupo de Estudios sobre la Historia Contemporánea de Extremadura (GEHCEx) dedicaron una jornada monográfica a desempolvar los hechos acaecidos hace 80 años con la proyección-coloquio del documental Navidad Fusilada, metraje basado precisamente en la investigación realizada por Chaves y dirigido por José María Sánchez Torreño.
Además, estas organizaciones y otros colectivos desarrollaron un acto en el cementerio de Cáceres, delante del monumento en recuerdo de las víctimas de aquella aterradora navidad y al conjunto de víctimas del franquismo en la ciudad.
Durante el transcurso de la conmemoración familiares y asociaciones exigieron adaptar la antigua cárcel como centro de interpretación. El vicepresidente de la Asociación Memorial en el Cementerio de Cáceres (AMECECA), José Hinojosa, apostó por seguir dignificando la memoria y que el antiguo presidio sea declarado bien de interés cultural.
APERTURA DE ARCHIVOS E INCORPORACIÓN DE PROPUESTAS
Esta misma semana, la asociación Grupo de Estudios sobre la Historia Contemporánea de Extremadura (GEHCEx),a través de un comunicado, ha vuelto a demandar la apertura de archivos provinciales por la tarde en la región, más recursos para digitalizar documentos y facilitar la investigación a historiadores, asociaciones y familiares que tratan de recuperar la memoria histórica en la comunidad.
Además, al igual que otros colectivos que luchan para dignificar la memoria de los olvidados solicitan que se incorporen sus propuestas al anteproyecto de Ley de Memoria Histórica y Democrática que se encuentra en trámite parlamentario en la Asamblea de Extremadura en estos momentos.