"Muerte del
general Balmes",
titulaba el ABC el 17 de julio de 1936. "El general había querido ejercitarse en la puntería, y, al intentar disparar se le encasquilló la pistola. Entonces volvió el arma contra sí, con objeto de destrabar el cerrojo,
disparándosele". Esa misma noche comenzaría la sublevación en Melilla, y Amado Balmes, gobernador militar de Las Palmas, no estaría en su puesto para verlo.
El historiador
Ángel Viñas (Madrid, 1941) no tiene dudas: no fue un accidente. El título de
El primer asesinato de Franco (Crítica) tampoco es sutil. Su último libro, firmado junto al patólogo
Miguel Ull Laita (Zaragoza, 1941) y al piloto
Cecilio Yusta Viñas (Guadalajara, 1937), se centra en lo que ya sugería
La conspiración del general Franco (Crítica, 2012): Francisco Franco, futuro rebelde, aun más futuro dictador, estuvo detrás de lo que fue un crimen. Las pruebas que le incriminan en este imposible juego detectivesco: la
autopsia de Balmes (o los documentos que nos han llegado de ella, publicados por primera vez en 2015) y la presencia del
Dragon Rapide en Las Palmas para desplazarle a Marruecos.
¿Dónde encuentra Viñas el primer indicio de que la muerte de Balmes no ha podido suceder como indica la versión oficial? La respuesta es intuitiva: "Se dijo inmediatamente que Balmes había muerto al desencasquillar una pistola apretando el cañón contra su vientre. Es una forma muy rara de desencasquillar pistolas". Yusta, que hizo el servicio militar en el Ejército del Aire, sobre el que ha investigado, interviene: "No, es que
eso no lo hace ningún militar. ¡Ninguno! Porque al desencasquillar se puede disparar". "¡Nadie! ¡Nadie, nadie, nadie!", retoma Viñas. "Pero se dijo que tenía esta costumbre que había adquirido en las guerras de África. Y eso, que es una estupidez como un pino, se dijo del 17 de julio de 1936 hasta hoy. No es creíble, pero es
la versión oficial. ¿Cómo se desmonta? Con una chapuza de autopsia".
En 2015, el historiador
Moisés Domínguez (a quien los autores llaman aquí "aficionado a la historia") publicó
En busca del general Balmes, un libro en el que, en parte en respuesta a las declaraciones anteriores de Viñas, mantenía que la causa de la muerte había sido, efectivamente, un accidente. Esta conclusión se apoyaba, sobre todo, en una (pretendida) autopsia de Balmes, que
se hacía pública por primera vez tras haber sido encontrada en un archivo de las clases pasivas del Ejército, en el expediente de la pensión de su viuda. Aquí entra Ull, que asegura que a partir de este informe no puede concluirse que el general se disparara por equivocación. Al contrario: asegura que "es un documento falaz y una chapuza, un trabajo mal hecho y sin esmero".
"Lo primero que hay que explicar es que no es el informe de autopsia, sino la copia de la transcripción de la información oral que le dan supuestamente los forenses al secretario del juzgado". El documento está datado el 21 de abril de 1936, lo que no puede ser sino un error, y se cree que podría haber sido redactado el mismo día del 37, meses después de la muerte del militar. "Con respecto a esa autopsia", advierte el patólogo, "no hay un solo documento en el que aparezca
la firma de los dos forensesque asistieron. De la misma forma que tampoco está
el certificado médico oficial que testifica que el general ha muerto". También considera sospechoso el doctor que en este documento aparezcan términos poco concretos, como "vientre" en lugar del médico "abdomen", o "pecho" en lugar de "tórax". La ausencia de documentación clara es interpretada por los tres autores como una prueba de que "
todo es ocultación y todo está orientado a convencer de que el general murió en un accidente, y no que murió de lo que murió: que le pegaron un tiro".
Los documentos que existen son dudosos. Pero, ¿cómo determinar, sin los que faltan, cuál fue la verdadera causa del fallecimiento de Balmes? "Tenemos dos aspectos: el orificio de entrada y de salida la trayectoria que describe, y las lesiones viscerales que dicen que se han producido. Son incompatibles totalmente". Pero el equipo señala que, en el mismo día del accidente, el
Diario de Las Palmas publica una información que describe otros orificios de entrada y salida que sí concordarían con las lesiones. Es, además, el primer periódico en hacerlo, por lo que los investigadores asumen que su información vendría de la Casa de Socorro, donde recibe las atenciones de urgencia. Este diario no sitúa el orificio de entrada en el vientre (en el mesogastrio), sino en
la zona izquierda de las costillas(hipocondrio izquierdo). Eso sí se correspondería con las lesiones sufridas, explica Ull. Pero no es una herida que pudiera infligirse el propio Balmes con su extraña maniobra de desencasquillamiento.
Para Ángel Viñas está claro: "Franco no aprieta el gatillo, pero es
quien planea el asesinato de Balmes". Era parte del plan, aseguran. El general tenía asegurado el apoyo de Tenerife, explica, pero no el de Las Palmas. Y señala que, poco antes, Franco había solicitado una reunión secreta con Balmes, de la que este salió muy disgustado, según el testimonio de la familia. El historiador defiende que los sublevados tantearon al gobernador militar y que posiblemente este no se mostrara favorable. Aunque Balmes no era un republicano a ultranza, no hay evidencias de su apoyo al golpe de Estado. "Si Valmes muere, Franco no tiene ningún problema en sublevar a la guarnición", aventura, "donde había ya un conjunto de jefes y oficiales dispuestos a sublevarse.
¿Qué pasa si el general no muere? ¿Por quién toman partido los soldados? Es difícil saberlo".
La otra prueba que exhiben es la presencia del
Dragon Rapide en Las Palmas, y no en Tenerife, donde se encontraba Franco. La ruta inicial establecida para el avión era, recogen en el libro, Inglaterra-Tenerife, ruta que
se altera en el último momento: el 14 de julio, aterriza en Gando. "La historia oficial dice que descartan Tenerife, que hubiera sido lo lógico, porque es
un aeropuerto muy peligroso", explica Viñas. Parte del volumen, comandada por Yusta, se dedica a desmentir esta afirmación. Hasta cuatro días espera el piloto a Franco. "¿Por qué se queda en las Palmas?", se pregunta el piloto, "¿porque la Virgen se la ha aparecido y le ha dicho que va a morir Balmes? Y va Balmes y se pega un tiro. Balmes valía más muerto que vivo".
Califican el supuesto asesinato de Balmes como una "muerte preventiva" que era necesario ocultar para no suscitar dudas entre los demás militares sublevados. Y también señalan un curioso episodio ocurrido el 16 de agosto,
recogido por José María Iribarren, secretario personal de Mola. Durante una comida en la que participaron este, Kindelán, Franco y otros, el futuro dictador se puso a relatar su salida de Canarias: "...presidiendo el entierro de Amado Balmes,
asesinado en circunstancias misteriosas, consiguió escabullirse...". Mola corrigió el borrador del libro de su subordinado, y pasó también la censura, pero al poco de su salida en 1937, se ordenó su retirada de las librerías. Un año después el libro se reeditó con numerosos cambios. Esa referencia fue eliminada