A raíz de la publicación el viernes 9 de agosto de 2019 en el Boletín Oficial del Estado de un edicto que recogía el listado de los españoles fallecidos en los campos de concentración de Mauthausen y Gusen, en total 4.427 víctimas, el profesor José Manuel Algarbani reedita un listado con más datos de los campogibraltareños que pasaron por los campos de concentración de Mauthausen y Gusen, que ya publicó en 2012 en la prensa comarcal. Se incluyen además de los fallecidos en Mauthausen y Gusen, los que lograron sobrevivir. En total 30 campogibraltareños.
Todos los españoles que acabaron en los campos de concentración nazis se habían exiliado en Francia tras la victoria franquista de 1939. Una vez en el exilio podemos señalar dos grandes grupos; por un lado los que sirvieron en las filas del Ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial, que fueron capturados por los nazis desde junio de 1940, y enviados a distintos campos y cárceles desde agosto de ese año hasta finales del siguiente.
El otro grupo fueron los pertenecientes a “la Resistencia”, que fueron detenidos por la policía francesa colaboracionista y la Gestapo y conducidos a los campos desde 1942 a 1944.
Tras ser capturados por las tropas alemanas, los españoles fueron recluidos, junto a los soldados franceses y británicos, en campos para prisioneros de guerra donde se respetaba la Convención de Ginebra. Sin embargo, el Régimen franquista negoció con la cúpula del Reich y con el gobierno colaboracionista de Pétain el traslado de todos ellos a campos de concentración donde debían ser exterminados. Esta decisión política también se notó en el tratamiento diferenciado que recibieron los deportados españoles a su llegada a Mauthausen.
El régimen nazi catalogaba para diferenciar a cada grupo de prisioneros, los judíos portaban en sus uniformes la estrella de David, mientras el resto lucía un triángulo invertido. Los delincuentes comunes lo llevaban de color verde, los presos políticos rojo, a los homosexuales se les había reservado el rosa, a los gitanos y asociales el negro, y a los testigos de Jehová y objetores de conciencia el morado. En el interior del triángulo, los prisioneros que no eran de origen alemán llevaban, además, la letra inicial de su país. Los españoles no recibieron el triángulo rojo de prisioneros políticos (como ocurrió en el resto de los campos). En Mauthausen, los republicanos españoles recibieron el triángulo azul que les distinguía como apátridas. Un triángulo azul sobre el que aparecía escrita una «S» que les definía como spanier, es decir, como apátridas españoles, ya que el régimen franquista no lo reconocía como españoles.
Los primeros republicanos llegaron a Mauthausen el 6 de agosto de 1940. Eran 400 hombres trasladados desde el campo de prisioneros de guerra de Moosburg, cercano a la ciudad alemana de Múnich. En estos 400 prisioneros encontramos tres campogibraltareños; dos eran sanroqueños; Antonio Santy Ramos, de Campamento, que falleció el 8 de abril de 1941 y Manuel Ruiz Castañeda, que fue liberado el 5 de mayo de 1945 con la entrada de las tropas norteamericanas en Mauthausen, y Juan Luengo Garesse de La Línea que falleció en el campo de Mauthausen el 7 de julio de 1944. También llego por esas fechas Francisco Sumaquero Oda, de La Línea que falleció en Mauthausen el 4 de diciembre de 1941.
En poco más de un mes llegarían otros cinco convoyes cargados con cerca de 900 españoles, entre ellos el algecireño Manuel Sáez Ayala, que falleció en Mauthausen el 16 de junio de 1941, y el linense Miguel Crespo Espinosa, que falleció el 13 de abril de 1945, pocos días antes de la liberación del campo de concentración.
Desde ese momento, el flujo prácticamente se detuvo, llegando al campo de concentración Manuel Díaz Barranco el 30 de noviembre de 1940, que fue liberado el 11 de octubre de 1944.
A partir de diciembre de 1940 comenzó la gran llegada de españoles a los campos de Mauthausen, concretamente entre el 13 de diciembre y el 27 de enero, más de 3.000 españoles a bordo de tres grandes transportes. Llegarían los linenses Helio Villalba Gómez, José Fernández Sánchez, Bernardo Cosas Giménez, Juan González Perujo, Antonio Llovet Ocaña, Juan Pérez Galiano, Rafael Reina Grimaldi, José Rivero Ruiz y Fernando Sala García, el sanroqueño Antonio Vilches Gallardo, el tarifeño José Blanco Mesa, el algecireño Andrés Sánchez Zambrana y Sebastián Rocha Sierra de Jimena de las Frontera.
Otros 1.300 lo harían entre marzo y abril, en esta fecha llegaron José Herrera Delgado, Gonzalo Merino Hidalgo y José Fernández Vázquez, de ellos el primero murió en el campo y Gonzalo Merino y José Fernández fueron liberados al ser tomado el campo de Mauthausen por las tropas norteamericanas el 5 de mayo de 1945.
A partir de ahí, y hasta diciembre, los ingresos se redujeron notablemente y apenas llegaron 600 hombres repartidos en pequeños grupos. La gran deportación española a Mauthausen concluyó el 19 de diciembre de 1941, con la llegada del último convoy con más de 300 republicanos, procedentes del stalag XVII-B, situado junto a la ciudad austriaca de Krems. Desde entonces y hasta el final de la guerra seguirían entrando españoles con cuentagotas.
La práctica totalidad de ellos eran miembros de la Resistencia francesa capturados por la policía francesa de Pétain, colaboracionista con el gobierno de Hitler y por la Gestapo.
Mauthausen y los subcampos que dependían de él recibieron el mayor número de prisioneros españoles. En total fueron encerrados allí 7.532, de los que murieron 4.816. Eso supuso una tasa de mortalidad del 64% (en el campo de Gibraltar sería aun mayor, sobre el 67 %). La mayoría de ellos perecieron en Gusen, un subcampo situado a 5 kilómetros de Mauthausen. A él fueron a parar 5.266 españoles de los que fueron asesinados 3.959.
Dachau y Buchenwald recibieron a unos 1.100 españoles de los que, al menos, 500 murieron o fueron dados por desaparecidos, como el algecireño Francisco de la Rocha que falleció el 6 de septiembre de 1944.
También está documentada la presencia de españoles en otros campos como Bergen Belsen, Auschwitz, Flossenbürg, Natzweiler, Neuengamme, Sttuthof, Sachsenhausen, Gross-Rosen, Aurigny y Guernesey. Y también hubo un campo para retener a las mujeres, el de Ravensbrück, por el que pasaron cerca de 200 españolas.
Mauthausen
Mauthausen está situado a 20 Km. de Linz en Austria. Fue creado el 8 de agosto de 1938. Situado en el centro del valle del Danubio. Su importancia estratégica eran las canteras. Estas canteras se utilizaban para poner losas en muchas calles de Austria, y en su capital, Viena.
Wiener-Graben era el nombre de la cantera de Mauthausen, estaba cavada en una montaña de piedra blanca y se entraba por los famosos 186 peldaños de la escalera que venia del campo. Fue por la existencia de estas canteras, por las que el estado mayor nazi decidió construir el campo de Mauthausen.
El castigo mayor es que fueras enviado a la cantera, el campo tenía mucha necesidad de piedra, se necesitaban muros enormes para las barracas. “La mejor manera de hacer subir las piedras por la escalera era subirla al cuello, si tenía suerte, te podía tocar una piedra de siete o diez kilos, pero si al contrario no tenías suerte, y te cogía un vigilante SS de turno, debías subir piedras de 40 o 50 kilos”.
De 1942 a 1945, murieron unos diez mil detenidos. Algunos murieron por el trabajo demasiado duro para sus débiles condiciones. La mayoría de éstos perdieron la vida de otra manera: algunos ejecutados por los centinelas, algunos ahogados en un estanque, otros tirados desde la cima. Muchos murieron también porque eran obligados a subir escaleras muy cargados y caían agotados.
Arriba de las escaleras había un cerco de alambrada y, a cada cincuenta metros, un mirador colocado sobre troncos de pino. Las paredes tenían una altura de 60 metros, se podían ver los agujeros de siete túneles cavados con compresores. A unos veinte metros por encima del suelo, unos cables transportaban piedras de diversos tonelajes. En la cantera había dos clases de trabajadores: los del Kommando Wiener-Graben, los especialistas que manejaban los compresores, los martillos y la dinamita, y los presos que hacían el trabajo de carga y descarga. Éste era el grupo de los condenados a morir.
El trabajo de los presos estaba encaminado al exterminio total. En lo que más insistían las SS era en someter a los presos a esfuerzos sobrehumanos, obligándoles a trabajar en un tiempo récord, para «quebrarlos» y causarles una muerte tortuosa.
Con excepción de unos pocos edificios que ya existían con anterioridad, el campo de concentración y gran parte de las instalaciones industriales adyacentes fueron construidos por los propios presos
Mauthausen fue una sociedad paralela con una rigurosa organización nazi, una perfecta sistematización de la muerte cotidiana. Durante casi cinco años, la gran mayoría de deportados vivieron completamente aislados del mundo.
El listado de métodos de tortura y asesinato es interminable. Los españoles perdieron la vida de todas las formas imaginables: fusilados, apaleados, gaseados… Sin embargo, la mayoría pereció por un cóctel letal de hambre, trabajo esclavo y unas condiciones sanitarias deplorables que provocaban todo tipo de enfermedades.
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