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Julio de 1936 (1); preparando el golpe
Entramos en el mes en el que se cumplen ochenta y tres años − ¡Qué se dice pronto! −, desde que estalló la guerra española. Pasado este tiempo, la memoria sigue viva y no ha habido un reconocimiento moral, social y económico a las víctimas de la guerra y del franquismo, pese a la ley de Memoria Histórica, que tantas dificultades tiene para su cumplimiento. Voy a recordar acontecimientos históricos de la época (algunos contados por mi madre), en homenaje a las víctimas que tanto padecieron, defendiendo la igualdad y la justicia social; luchando por la libertad y la democracia.
Aunque se considera el 18 de julio de 1936 como la fecha del inicio del enfrentamiento, el levantamiento militar tuvo lugar el día anterior en Melilla. No consiguieron los objetivos previstos de hacerse con el poder ni en Madrid ni en el resto de grandes ciudades, como Barcelona, Valencia, Bilbao, Málaga o Murcia. El fracaso parcial del golpe militar desencadenó un largo conflicto bélico que se extendió durante tres años, hasta el 1 de abril de 1939. La contienda se saldó con más de quinientas mil muertos, decenas de miles de exiliados y una dictadura represiva que duró hasta 1975.
El mes de julio comenzó golpista. El día 1, en su Informe Reservado, el general Mola, presenta un plan definitivo; además recibe medio millón de pesetas de los fondos electorales de la CEDA. El día 4, el financiero Juan March entrega un cheque en blanco al marqués de Luca de Tena, propietario del diario ABC, para financiar la adquisición de un avión que traslade a Franco a Marruecos para ponerse al frente de las tropas sublevadas. El día 5, el marqués, con el asesoramiento de Juan de la Cierva, inventor del autogiro, contrata un De Havilland D.H.89 «Dragon Rapide». El día 7, Mola envía al general Fanjul, en Madrid, el listado de los oficiales comprometidos con el alzamiento.
Durante la Segunda República hubo tres procesos electorales: junio de 1931, noviembre de 1933 y las de de 1936. El 16 de febrero se celebró la primera vuelta de las elecciones y la segunda en mayo. Los resultados definitivos dieron la victoria al Frente Popular que agrupaba a los partidos de izquierdas (PSOE e Izquierda Republicana, entre otros). Cuatro presidentes estuvieron al frente del Gobierno durante los cinco meses previos al conflicto bélico. Manuel Azaña fue el presidente que más tiempo estuvo a cargo del Estado: 81 días. Augusto Barcia 3 días, Casares Quiroga 66 y Martínez Barrio 1.
Desde el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular, oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar. El 10 de agosto de 1932 tuvo lugar el primer intento de golpe de Estado contra la República, «La Sanjurjada», que fracasó. En 1934 el rey Alfonso XIII, exiliado en Italia, pidió apoyo a Mussolini para un eventual golpe de Estado que se produjera en España para restaurar la Monarquía; consiguiendo que el gobierno fascista se comprometiese a aportar 1.500.000 de pesetas, ametralladoras, fusiles y granadas de mano. En 1935 José María Gil Robles, consiguió la cartera de Guerra y nombró a generales derechistas para los puestos clave: Franco, jefe del Estado Mayor Central, Fanjul, subscretario de Gil-Robles, Goded, responsable de Aeronáutica y Mola jefe de las fuerzas en Marruecos.
El golpe de Estado se venía gestando desde hace tiempo y a principios de julio de 1936 la fecha quedó fijada para los días 10 al 20 de julio, pero se produjeron algunos acontecimientos que lo hicieron adelantar: la insurrección comenzaría el sábado 18 a las 06:00 en Marruecos y el 19 a primeras horas de la madrugada en la Península. El 12 de julio fue asesinado en Madrid, por cuatro pistoleros de extrema derecha, el teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo, al día siguiente asesinaron a Calvo Sotelo.
Me contaba mi madre, que vivió los acontecimientos de cerca, que Castillo era conocido por haberse negado a intervenir contra los manifestantes de la Revolución de 1934. Era miembro de la Unión Militar Republicana Antifascista e instructor de las milicias de la Juventud Socialista. Antes, el 16 de abril, durante el entierro del alférez de los Reyes, el cortejo fúnebre fue tiroteado por unos pistoleros sin identificar, produciéndose disturbios por las calles de Madrid. En los incidentes muere el falangista Andrés Sáenz de Heredia, primo de José Antonio Primo de Rivera, al parecer, por una unidad de la Guardia de Asalto al mando del teniente Castillo. Desde entonces, formó parte de una lista negra de oficiales de izquierdas a quienes había que liquidar.
Los nuevos sucesos ocurridos el 13 de julio, acercaron más al golpe de Estado. Guardias de Asalto, dirigidos por un capitán de la Guardia Civil, asesinan al diputado conservador Calvo Sotelo, jefe parlamentario de los monárquicos «alfonsinos» de Renovación Española. Antes habían intentado detener, sin éxito por no encontrarse en sus casas, al líder de Renovación Española, Antonio Goicoechea y a José María Gil-Robles de la CEDA. Cuando iban en la camioneta hacia la Dirección General de Seguridad, sin que estuviera previsto, le descerrajaron dos tiros en la nuca a Calvo Sotelo, abandonando el cadáver en el depósito del cementerio del Este.
El día 14, el líder socialista, Indalecio Prieto, pide a Casares que distribuyera armas entre los trabajadores, ante la amenaza del pronunciamiento que se veía venir. El gobierno se negó, ordenando, además, el cierre de las sedes de los grupos políticos relacionados con el anarquismo y el carlismo. También ordena la retirada de los periódicos Ya y Época, representativos de la derecha. Al día siguiente, suspende las sesiones parlamentarias durante ocho días, resultando ser la última reunión de las Cortes.
En el monasterio de Irache, el general Mola miente y traiciona a su superior, general en jefe con sede en Burgos, Domingo Batet, al prometer que no participa en ninguna sublevación. A unos kilómetros de distancia, el comandante militar de Gran Canaria, general Amadeo Balmes, muere de un disparo cuando manipulaba su pistola; todo parece que su muerte no fue un accidente; se había negado a unirse a la sublevación. Este acontecimiento, le dio a Franco un pretexto para ir a Las Palmas al funeral, con la autorización del ministerio de la Guerra.
El sábado 18 de julio, Francisco Franco, comandante general de Canarias, había dado el paso definitivo para consumar su traición: tras llegar a Tenerife a las 8 de la mañana del día anterior para asistir al entierro de Balmes, firmó el bando de guerra que se leyó en Melilla al anochecer del día 17. Tras muchas dudas, había quemado las naves cuando, y tras recibir un telegrama de adhesión desde Melilla, ratifica a las 5:15 horas del 18 su manifiesto sedicioso, que se difunde desde primera hora de la mañana por EAJ50 Radio Las Palmas y EAJ43 Radio Club Tenerife, junto con el bando del estado de guerra.
A las 14.33 parte en avión hacia Tetuán, pero decide hacer noche en Casablanca a la espera de acontecimientos. Viste de paisano, se ha afeitado el bigote y usa gafas oscuras. En Pamplona, el gobernador militar Emilio Mola, «director» del conjunto de la conspiración, y supervisor directo del complot en las divisiones de Zaragoza, Burgos y Valladolid, repasa minuciosamente su bando de declaración del estado de guerra. La dirección carlista en Navarra le ha prometido 6.000 requetés para la mañana siguiente.
El plan sedicioso de Mola triunfará en Vitoria y Logroño, pero en Vizcaya no se produce ninguna rebelión. En Santander, la descoordinación y la falta de órdenes concretas procedentes de Burgos hacen fracasar la conspiración. Por su parte, por las noticias procedentes de Marruecos, hacen que se ponga en marcha el dispositivo de acción del Gobierno: a las 2:00 de la mañana, el inspector general de la Guardia Civil, general Sebastián Pozas, lanza un mensaje por radio a las comandancias, advirtiendo de la sublevación e invitando a jefes, oficiales, clases e individuos a que «cumplan fielmente con su deber en buen nombre del Instituto y en prestigio de la Institución».
Esa misma mañana, en la estación que la Marina dispone en la Ciudad Lineal en Madrid, el oficial radiotelegrafista evita que la proclama sediciosa de Franco se transmita a todos los buques. El Gobierno emite a las 8:30 un comunicado que asegura que «se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República».
El Consejo de Ministros, reunido en el palacete de la Castellana, con la presencia de Prieto y Largo Caballero, acuerda destituir a Franco y a Queipo de Llano, anular los estados de guerra declarados por los facciosos, licenciar a las tropas y cuadros de mando y disolver todas las unidades que hubieran tomado parte en la insurrección. Por su lado, la UGT ordena declarar la huelga general en las localidades donde los facciosos hubieran impuesto el estado de guerra.
Tras la ardiente alocución radiofónica de Dolores Ibárruri, como reacción al rumor de una sublevación inminente en el Cuartel de la Montaña, Carabanchel, Getafe y Alcalá, miles de trabajadores se congregan frente a la Casa del Pueblo y exigen la entrega de armas. A primera hora de la noche, se confirma la dimisión de Casares y la noticia de la constitución de un Gobierno de emergencia nacional, formado exclusivamente por republicanos, dirigido por el moderado Diego Martínez Barrio, que dispone de unas pocas horas para contrarrestar las protestas populares y pactar con los sublevados.
La manifestación nocturna en la Puerta del Sol contra el presunto entreguismo del Gobierno, es el preludio de las grandes movilizaciones de la mañana del domingo.
En esas circunstancias, el gabinete renuncia a primeras horas de la tarde. Las tropas ya se habían pronunciado por la mañana en Madrid y Barcelona, Pamplona, Salamanca, Vitoria, Logroño, La Coruña, Cáceres o Asturias. El nuevo Gobierno de José Giral decide la entrega inmediata de fusiles a las organizaciones obreras. La crisis da un giro fundamental con la movilización popular armada.
A las 12:00 horas en Madrid, el general Fanjul entra en el Cuartel de la Montaña y rebela a la guarnición con la intención de tomar la capital. Los milicianos rodean el cuartel e impiden que salgan los rebeldes. El día 20, el golpe de Estado había fracasado, pero dejó a los españoles partidos en dos. La guerra era inevitable.
“Julio de 1936, Madrid en guerra”, por Víctor Arrogante (2)
Desde que el ejército sublevado se viera frenado a las puertas de la capital, se convirtió en un frente de guerra con combates permanentes hasta el final. El Gobierno de la República, creó la Brigada Especial de la República, unidad de élite, para desarticular las principales organizaciones fascistas clandestinas organizadas en la “quinta columna”. Han pasado ochenta y tres años, desde que comenzara la batalla por Madrid.
En los días posteriores al golpe, y tras el fracaso de la rebelión en Madrid, con la caída del Cuartel de la Montaña y el de Campamento, la ciudad queda bajo el dominio del Gobierno legítimo de la República. Desde el mismo instante, la toma de Madrid fue un objetivo para las tropas sublevadas. Durante el intervalo que va desde el golpe de Estado, hasta los primeros combates en noviembre, los golpistas recibieron material militar y tropas de la Alemania nazi y de la Italia fascista, mientras que el Gobierno republicano no recibió nada de la Unión Soviética hasta el mismo inicio de la batalla. Nunca ante se había bombardeado una ciudad como objetivo civil; después se haría en diversas ciudades españolas y en Europa durante la Segunda Guerra Mundial.
Cuando un grupo de periodistas extranjeros preguntó al general Mola, comandante del Ejército del Norte, cuál sería de sus cuatro columnas la que conquistaría Madrid (una venía por el suroeste, otras dos desde Galicia y Castilla La Vieja y una cuarta desde Navarra y Aragón), él contestó: la “quinta columna” (según cuenta Hugh Thomas). Todo estaba planificado antes del golpe de Estado, Las tropas sublevadas entrarían en Madrid sin resistencia, por la acción de los golpistas organizados en la retaguardia.
La quinta columna, no se trataba de simples espías o saboteadores, agentes desmoralizadores o agitadores. Los quintacolumnistas, estaban bien organizados e infiltrados en las organizaciones republicanas. Realizaron actos de sabotaje, incautaron víveres, difundieron información para minar la moral de la población, elaboraron informes sobre cuestiones militares o gestionaban planes de huída hacia la zona “nacional” o refugio en embajadas extranjeras. Falsificaban documentos o encendían luces en la noche para que el enemigo localizara objetivos. Por medio de la emisora de radio clandestina AZ Radio y a través de mensajes cifrados enviaban la información a Burgos, entre otros datos importantes, sobre la operación que desembocó en la batalla de Brunete. La red contaba con colaboradores en los tribunales populares y policía, amañando juicios y detenciones, a favor de los simpatizantes de los sublevados. La organización contaba con un centro de operaciones, ubicado en la Escuela de Oficiales del Ejército Popular en Barajas y su cuartel general en el barrio de Salamanca.
El gobierno abandonó a su suerte a Madrid y a su población. “El Gobierno ha resuelto, para poder continuar cumpliendo con su primordial cometido de defensa de la causa republicana, trasladarse fuera de Madrid, y encargar a VE la defensa de la capital a toda costa”. Esta fue la orden emitida por el presidente del consejo de ministros Francisco Largo Caballero al general Miajas. La defensa de Madrid fue posible, hasta que dejó de serlo, por el ardor del pueblo madrileño, pese al Gobierno, pese al estupor del momento y frente al acoso fascista, con todo su poder militar. Soportaron una guerra sin cuartel. José Miajas, general del ejército popular, “héroe de Madrid”, hizo posible lo imposible: detener al enemigo en el Manzanares, tras feroces combates en la Ciudad Universitaria, en Vallecas o en el puente de Toledo.
Los rumores sobre la inminente entrada de los fascistas, recorre las calles solitarias y las casas a oscuras de la Villa. El derrumbamiento parece inminente y al amanecer los moros y legionarios podrían pasearse por la Puerta del Sol. Franco se contentó con dejar descansar a sus vanguardias en los arrabales y se puso a repartir por Europa invitaciones para asistir a la toma de Madrid, que era suyo, cuenta Chaves Nogales en su relato de la Defensa de Madrid. Los fascistas perdieron su oportunidad y no pudieron regodearse de la victoria. Cuando las tropas africanas llegan, Madrid está defendido por fuerzas milicianas, poco operativas, sin organización y con escasos mandos profesionales. Pero Madrid no fue ocupada. Posteriormente se creó el Ejército Popular, que tomó el testigo de los voluntarios del Quinto Regimiento, y puso bajo su mando a milicias anarquistas, socialistas y comunistas.
El general de la defensa de Madrid, recibe en su despacho, en los oscuros y húmedos sótanos del ministerio de Hacienda, el número de bajas. Caen decenas y centenares de hombres soldados; mujeres, niños y hombres civiles caen también, Las balas de las ametralladoras, los morteros y obuses enemigos arrasan vidas y destruyen barrios enteros. No hay armas bastantes y faltan municiones, pero no se retrocede. “No pasarán” gritaba el pueblo por las calles, con el puño en alto convencido de su poder. Pero pasaron: “ya hemos pasao”, con voz de Celia Gámez, tras tres años de lucha sin cuartel.
La defensa de Madrid se preparó en una noche. Se suponía que el gran ataqué vendría desde Carabanchel y Villaverde, donde estaban acuartelados cuarenta mi hombres enemigos. En una operación de distracción, varias columnas avanzarían hacia el Puente de Segovia y el de Toledo. Pero el verdadero ataque se produjo por la Casa de Campo y Ciudad Universitaria hasta el Hospital Clínico, para caer sobre Madrid por Rosales, Marqués de Urquijo y Princesa, hasta llegar a la Plaza de España. Se estableció una línea de defensa desde Villaverde-Entrevías, Vallecas, Puente de la Princesa, Carabanchel y carretera de Extremadura. La mayor fuerza en la Casa de Campo y Puente de la República (hoy Puente del Rey) y emplazamientos en el Puente de los Franceses, Humera-Pozuelo de Alarcón y Boadilla del Monte. Dio resultado. Madrid quedó cercado, salvo la salida hacia levante, hasta abril de 1939.
Madrid se fortifica, a la espera del día D y se prepara para luchar hasta la muerte. En la retaguardia, la vida sigue, el hambre se hace costumbre y el biruji curte el cutis. Hay que organizar el abastecimiento de alimentos, agua, electricidad y ropa de abrigo para los camaradas y compañeros, y crear un cuerpo de seguridad contra los “paseos”. Una mañana, Miaja leyó en el parte diario: “Esa noche no ha habidoa ningún asesinado en las tapias de los cementerios“. El orden interno se estaba restableciendo.
Una de las actuaciones más destacadas de la “quinta columna”, fue iniciar las negociaciones entre Casado y el gobierno de Burgos. Casado junto a dirigentes como Julián Besteiro o Cipriano Mera se sublevaron contra el Gobierno. Pretendían negociar con Franco una paz con garantías y sin represalias; no lo consiguieron. Tanto esfuerzo y sacrificio para que sin luchar contra el enemigo, y sin la “paz honrosa” que perseguía Juan Negrín. Provocaron una guerra civil dentro de la guerra civil y facilitaron la entrada de Franco en Madrid dando comienzo una feroz represión.
Víctor, mi padre, se pone correajes y cartucheras, coge el fusil, se calza el gorro con orejeras y se despide de mi madre: “Me voy al frente Felisa, que llega el tranvía”; como si fuera a la cafetería Bolonia en Manuel Becerra donde trabajaba. “Ten cuidado, le contesta”. “Y tú con los obuses en la Gran Vía”. Marcha a las trincheras del Manzanares, las casas de Carabanchel o al Canto del Pico, en la sierra.
Hasta cuarenta mil combatientes defendieron Madrid y con ellos, los más de tres mil quinientos voluntarios de las Brigadas Internacionales. Hubo héroes políticos y militares con decisión y arrojo; y hubo héroes del pueblo con no menos arrojo y decisión, que fueron determinantes para la defensa de Madrid. Todo fue inútil.
https://www.diarioprogresista.es/julio-de-1936-2-madrid-en-guerra-por-victor-arrogante/
“Julio de 1936 (y 3); golpe, guerra y represión”.
Víctor Arrogante · @caval100.Se cumplen ochenta y tres años desde el golpe de Estado del 18 de julio y como cada año, hago memoria sobre lo que significó. Fue el golpe de Estado por antonomasia, por su trascendencia y por sus consecuencias. Al fracasar, provocó una guerra, que se prolongó hasta marzo de 1939 y con la victoria de los llamados nacionales, una dictadura represiva que duró más de cuarenta años. El golpe en la calle estaba cantado, en los despachos era conocido y los cuarteles eran hervidero de conspiradores.
Se habían celebrado elecciones el 12 de abril de 1931, que trajeron la Segunda República. Posteriormente, el 28 de junio, consideradas a Cortes Constituyentes, dieron el triunfo a la Conjunción Republicano-Socialista. La derecha y el centro republicanos quedaron reducidos a un papel testimonial, en tanto que la derecha monárquica sufría un serio revés. A partir de entonces, oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una sublevación militar. Las elecciones del 16 de febrero de 1936, que dieron la victoria al Frente Popular, fueron determinantes para fijar la fecha del golpe.
El golpe de Estado se dio contra la legitimidad de la República. Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional; socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista; y moralmente inhumano. El plan comprendía una acción de fuerza militar, desde diferentes puntos de España y África; una colaboración religiosa y una acción social, que debía poner en juego a la banca, la judicatura, la industria, y a grupos políticos de acción violenta.
Los militares sublevados ganaron la guerra porque tenían las tropas mejor entrenadas, el poder económico a su favor, estaban más unidos que el bando republicano y los vientos internacionales del nazismo soplaban a su favor. En la larga y cruel dictadura de Franco, reside la gran excepcionalidad de la historia de España del siglo XX. Fue la única dictadura, junto con la de Salazar en Portugal, creada en la Europa de entreguerras que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Muertos Hitler y Mussolini, Franco siguió treinta años más. El lado más oscuro de esa guerra civil europea, de ese tiempo de odios, que acabó en 1945, tuvo larga vida en España. (Golpe de Estado, guerra civil y política de exterminio. Julián Casanova).
El golpe no pretendía acabar con ninguna insurrección armada en marcha, porque no la había, sino eliminar las reformas abordadas durante el primer bienio republicano (reforma agraria, laboral, militar y de la enseñanza) y defender la unidad de España. No había en marcha ninguna intervención de la URSS en España. Antes del golpe, no había ninguna dinámica de exterminio ni de “liquidación de los enemigos de clase”. La guerra fue el pistoletazo de salida de la más grande hecatombe padecida por la humanidad: la Segunda Guerra mundial. (Mitos del 18 de julio, Francisco Sánchez Pérez).
La República no fue un fracaso que “conducía inexorablemente a una guerra”, sino que fue destruida por un golpe militar, con la connivencia de países extranjeros y que, al no triunfar en buena parte del territorio, se encaminó de forma irremediable a una guerra. La aristocracia pretendía la conservación del rango y los privilegios; los capitalistas, la libertad de explotación de los trabajadores y la defensa a ultranza de la propiedad; la iglesia, la anulación de las disposiciones que habían mermado sus fueros; los terratenientes e industriales, impedir la reforma agraria y la intervención obrera en las empresas; la prensa de derechas, el derecho a crear opinión y defender el negocio; los militares, profesionales, burócratas y burgueses, la restauración de un orden rígido y autoritario que respetase el escalafón, la jerarquía, la antigüedad y las prebendas. Los vencedores establecieron una dictadura para perpetuar sus intereses y la mantuvieron mediante la represión y la violación de los derechos humanos.
La represión franquista durante la dictadura fue física, económica, política y cultural. La sufrieron los partidarios del bando republicano en la zona sublevada, y durante la posguerra los vencidos; los que eran denunciados como antifranquistas (lo fueran o no); los miembros de organizaciones políticas, sindicales y en general quienes no estaba de acuerdo con la dictadura franquista, quienes manifestaban su oposición y quienes constituían o podían constituir un peligro para el régimen.
La dictadura franquista recurrió a lo largo de toda su existencia, a los métodos represivos propios de todo régimen no democrático. Penas de cárcel, sanciones, multas, y violencia física: ajusticiamientos, asesinatos, desapariciones forzosas, y ajusticiamientos “legales”, en cumplimiento de sentencias dictadas por tribunales militares durante la guerra. Asesinatos “ilegales”, las llamadas sacas, practicadas al margen de las autoridades militares, pero con el pleno conocimiento de que se estaban produciendo. La represión violenta y física ejercida por el régimen continuó después del fin de la contienda, en “periodo de paz”, y se prolongó hasta los años setenta.
Muchas de las víctimas fueron enterradas en fosas comunes repartidas por toda España, fuera de los cementerios y diseminadas por los campos y cunetas, sin que su muerte fuese inscrita en los registros civiles. Desde principios de los años 2000, diversas asociaciones de víctimas del franquismo, como la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, se han encargado de localizar las fosas, para identificar los restos de los ajusticiados y entregarlos a sus familiares para una sepultura digna.
La ley de memoria histórica (Ley 52/2007 de 26 de diciembre), pretende hacer efectivos los derechos reconocidos a las víctimas del franquismo para equipararles a las víctimas del otro bando, y ha establecido un mapa de fosas y víctimas, en constante actualización. Hay estimaciones que apuntan hasta 400.000 muertos. En cuanto a los cientos de miles de presos internados en campos de concentración franquistas, 192.000 habrían sido fusilados, a veces varios años después del fin de la contienda, con picos de varios centenares de ejecuciones al día en algunos periodos de 1939 y 1940.
La represión fue practicada en la enseñanza primaria y secundaria, como en las universidades. La posguerra generó una nueva brutalidad tras la ocupación de Cataluña: odio a la autonomía catalana, represión contra la lengua y la cultura propias. Implicaba la prohibición o ridiculización de las lenguas diferentes del castellano, única lengua reconocida políticamente. La represión económica fue practicada mediante incautaciones de bienes y embargos de cuentas bancarias, decididas por la Comisión de Bienes Incautados por el Estado. También en el ámbito laboral se produjo represión, con despidos, inhabilitaciones laborales y profesionales. Las organizaciones patronales realizaban listas de “rojos” o “sindicalistas” para evitar que entrasen a las empresas.
Se prohibieron los partidos políticos, sindicatos, asociaciones y periódicos no afines al régimen. Se anuló la libertad de expresión para opiniones contrarias al gobierno, y se estableció un sistema de censura de todos los medios de comunicación, que fue aplicada a temas no relacionados directamente con la política, sino en la literatura, poesía, canciones, artes plásticas, cine y teatro.
Después de tanto sufrimiento, algunos partidos hoy, con sus líderes a la cabeza, niegan la realidad sufrida. Mi memoria sigue viva y no olvido, para evitar que se repita y no perdono, para recordar siempre a los canallas que lo provocaron, ejecutaron, consintieron ocultaron y hoy justifican.
Oigo las botas contra el empedrado, los gritos y empujones, los culatazos de los fusiles sobre sus espaldas. Veo la cara perpleja y asustada de mi abuela Antonia Arrogante, embarazada, y las caras descompuestas por el odio de los sacadores. Oigo el sonido seco de las descargas de los fusiles y el taac, taac de los tiros de gracia junto a un paredón en la vega del Tajo.
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