dimecres, 23 de febrer del 2022

Una investigación saca a la luz los campos de concentración franquista en Castilla-La Mancha.

 https://cadenaser.com/2022/02/20/una-investigacion-saca-a-la-luz-los-campos-de-concentracion-franquista-en-la-region/


Castilla-La Mancha llegó a albergar 40 recintos de este tipo durante la Guerra Civil y los primeros años de la dictadura.


Prisioneros en un campo de concentración franquista / Cadena SER

Toledo

Castilla-La Mancha albergó, al menos, 40 campos de concentración franquista. Son los que hasta ahora ha podido documentar el periodista Carlos Hernández gracias a los archivos militares y a los testimonios de los prisioneros que pudo entrevistar y de sus familiares. Con 303 campos de concentración identificados, hasta el momento, en todo el país, la región fue la segunda comunidad autónoma que más recintos de este tipo albergó, sólo tras Andalucía y equiparada a la Comunidad Valenciana.

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De los 40 campos de concentración identificados tres se ubicaron en Albacete, siete en Guadalajara, cinco en Cuenca, 12 en Toledo y 13 en Ciudad Real. Se levantaron en los primeros meses de la Guerra Civil y aunque la mayoría tuvieron un carácter provisional, "debido a que buena parte del territorio de Castilla-La Mancha permaneció en manos republicanas hasta acabar la guerra", otros, como los situados en TalaveraSigüenzaJadraque o Toledo, perduraron varios años.

La función de estos lugares era acabar con los prisioneros más comprometidos con la causa republicana y reeducar y someter a trabajos forzosos a los que, aún siendo afines a ella, el franquismo consideraba aún "salvables". "Intentaban lavarles el cerebro, reeducarles obligándoles a asistir a charlas patrióticas, a ir a misa, a hacer el saludo fascista, y el último de los objetivos era el castigo puro y duro, tenían que penar por haber sido leales a la legalidad republicana", explica Hernández.

Torturas y reeducación en los campos de concentración de Franco

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Los últimos campos de concentración en sumarse a esta lista han sido los documentados en Malagón y en la finca La Puebla, cerca de Ciudad Real, Almadén, y Mora, en la provincia de Toledo. Los situados en Ciudad Real capital fueron, junto al ubicado en Toledo, los de mayor envergadura en la región, con más de 11.000 personas hacinadas en ellos y sometidas a todo tipo de vejaciones, falta de comida y enfermedades.

"La vida en los campos era un infierno constante. Les daban muy poco de comer y de beber, les hacían trabajar de sol a sol y los sometían a todo tipo de torturas y vejaciones, y a ello se unía además la absoluta falta de higiene y de asistencia sanitaria. Los piojos les invadían, ocupaban todo su cuerpo. Era un intento cotidiano por sobrevivir y conseguir llegar hasta la noche con vida, algo que les asemejaba mucho a otros sistemas concentracionarios como el nazi o el soviético".

La vida en los campos de concentración franquista

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La mayoría de los prisioneros eran hombres, aunque en algunos, como el situado en Mora, en Toledo, se ha documentado la presencia de mujeres republicanas, que habitualmente eran represaliadas en las cárceles franquistas. En ellas comenzó, además, el robo de bebés, "sustraídos a madres de ideología republicana para ser entregados a familias franquistas que no podían tener hijos o para evitar que el gen 'rojo', como lo llamaba Vallejo-Nájera, se desarrollara".

España es el único país europeo en el que los supervivientes de los campos de concentración aún no han recibido la atención suficiente. Mientras que en otros países europeos, "se enorgullecían" de lo que habían hecho, en España se sentían "avergonzados" y "retraídos" por haber sido confinados en ellos, lamenta Hernández, que defiende significar estos lugares, por los que se calcula pasaron entre 700.000 y un millón de personas, para evitar que caigan en la desmemoria histórica.

El sentimiento de culpa de los prisioneros

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