diumenge, 20 de febrer del 2022

Aparecen los primeros restos óseos de las nueve autoridades republicanas fusiladas en Enguera

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El equipo de ArqueoAntro ha localizado este miércoles en el cementerio de Enguera (València) restos óseos con evidentes signos de violencia a escasos metros del mausoleo de José María Albiñana, conocido como el doctor Albiñana, líder y fundador del Partido Nacionalista Español.

Ainoha J. Vilató 18 FEB 2022 19:00
Tras la exhumación del fundador del Partido Nacionalista Español, José María Albiñana, y posterior derribo del mausoleo en su honor el pasado mes de noviembre, la asociación científica Arqueo Antro ha localizado este miércoles, a escasos metros del monumento, los primeros restos óseos con evidentes signos de violencia que podrían pertenecer al Guardia de Asalto fusilado el 25 de mayo de 1939, al identificar junto a los restos varios botones asociados al cuerpo especial de seguridad de la república.
El hallazgo de varias costillas rotas, la escápula y el cráneo, a más de dos metros de profundidad, pone fin a la incertidumbre vivida a pie de fosa tras doces días de trabajo en busca de la sepultura que albergaría a nueve personas fusiladas entre mayo y junio de 1939 en el Cementerio de Enguera (València) y que, según fuentes orales recogidas por el investigador memorialista local, Alfredo Barberá Cerdán, se encontrarían bajo la sepultura del líder fascista.

El hallazgo de varias costillas rotas, la escápula y el cráneo pone fin a la incertidumbre vivida a pie de fosa tras doces días de trabajo en busca de la sepultura que albergaría a nueve personas fusiladas entre mayo y junio de 1939 en el cementerio de Enguera

La zona donde actualmente trabajan los técnicos se usó, en algún momento, para enterramientos en suelo debido a la falta de espacio de sepultura en el cementerio. Sin embargo, esa franja, asegura el equipo, carece de registro cementerial, donde únicamente se inscribieron los mausoleos y panteones familiares, por lo que “resulta difícil” conocer en qué momento se empieza a ocupar como “recinto funerario”. “Los distintos enterramientos en caja y reducciones nos permiten ver que se trata de una zona de continuo uso en la que reutilizan el espacio”, explica la arqueóloga y antropóloga forense Yaiza Alonso Beltrán.

Los trabajos de excavación continúan estos días tras la aparición de un indicativo de enterramiento en paralelo al cuerpo hallado y que podría pertenecer a la segunda saca del 6 de junio de 1939 en la que se encontrarían siete de las nueve autoridades republicanas fusiladas en el cementerio de Enguera, coincidiendo este posible descubrimiento con los testimonios orales.

La represión franquista en Enguera

Al terminar la guerra civil española, nueve autoridades republicanas fueron detenidas y acusadas de 14 asesinatos cometidos durante la Guerra Civil, entre los que cabe destacar el de la hermana y el cuñado de Albiñana por constar ambos como dirigentes del Partido Nacionalista Español (PNE) en Valencia. Según relata Barberá Cerdán, el matrimonio vivía en la ciudad, pero al comienzo del conflicto armado regresaron a Enguera, donde “milicianos anarcosindicalistas” les detuvieron para más tarde “trasladarlos a Paterna y fusilarlos”. El primer teniente de alcalde franquista del pueblo, Juan Piqueras Albiñana, presentó la denuncia contra las nueve autoridades del gobierno republicano el 3 de abril de 1939, solo dos días después del último parte oficial de guerra emitido desde el cuartel general de Franco, momento en que el proyecto social y político de la II República quedó sepultado.


Entre el 25 de mayo y el 16 de junio el régimen franquista ejecutó a Pedro Herrero Barceló (41), Pedro Simón Tormo (43), Ricardo Simon Monerris (41), Miguel Rovira García (26), Antonio Rico Martínez (58), José Ramón Marín (26), Leandro Pastor Sarrión (43), Salvador Gómez González (46) y Emilio Marín Borderia (39) en la tapia del cementerio de Enguera. Los cuerpos de los nueve enguerinos se enterraron en el mismo cementerio, según indica el certificado de defunción.

Al primero de ellos “lo detuvieron, encarcelaron y fusilaron sin hacerle sumarísimo”, explica el investigador. Pedro Herrero Barceló era de Sax (Alacant) y estaba destinado en Enguera como teniente de la Guardia de Asalto, el cuerpo especial de seguridad creado durante la II República para mantener el orden público. A pesar de las investigaciones y empeño de Barberá, con la colaboración del Ayuntamiento de Sax, en la localización de familiares del teniente Herrero, todavía no se ha hallado ninguna pista con relación a estos.

Barberá asegura que los primeros fusilamientos de la posguerra en Enguera se hicieron “deprisa y corriendo” para “marcar al pueblo”

Las sentencias de muerte requerían una autorización firmada por Franco otorgando el permiso al pelotón de ejecución para fusilar. Sin embargo, y a pesar de contar con éste desde el 23 de mayo, la escuadra de fusilamiento no vuelve a actuar hasta el 6 de junio, cuando disparan contra seis de los siete restantes. Barberá vincula esta conducta al hecho de que el ayuntamiento “todavía no se había formado”, prosigue, “se mantenía el de ocupación creado al finalizar la guerra y se esperaron a celebrar el primer pleno el 3 de junio, sábado”. Asegura que los primeros fusilamientos de la posguerra en Enguera se hicieron “deprisa y corriendo” para “marcar al pueblo”.

Para Emilio Marín Borderia todavía quedaba un resquicio de esperanza con una posible conmutación de la pena, por esta razón su fusilamiento se alargó diez días más. Marín Borderia pertenecía a una familia de derechas y la misma intentó conmutar la pena de muerte a la que había sido condenado por 30 años de prisión, según testimonios orales de los enguerinos de derechas de la época. Sin éxito, el 16 de junio de 1939 Marín Borderia se convirtió en la última víctima del franquismo en ser ejecutada y enterrada en algún lugar del cementerio de Enguera. Sus restos, junto al de las ocho autoridades republicanas, son los que el equipo técnico de la Asociación científica Arqueo Antro intentan recuperar en estas semanas.

La figura del investigador local en la Memoria Histórica

Ha sido poco habitual en la historia de España conocer la localización exacta de las personas asesinadas por la dictadura de Franco. El objetivo del franquismo tras la victoria consistió en sembrar el terror entre la población y las ejecuciones en masa entre 1939 y 1946 son una buena prueba de ello, tanto fue así que en muchos pueblos el silencio se convirtió en desmemoria y quienes sufrieron la represión en vida no tuvieron derecho a llorar, ni a recordar. Todavía ahora ese temor, inherente al ser humano, impide a algunas personas expresar libremente una historia de silencios heredada generación tras generación. “Me cerraban las puertas y ventanas y cuando me daba cuenta estábamos susurrando”, confiesa Barberá Cerdán al recordar varios episodios de su investigación sobre la represión franquista en su pueblo natal, Enguera.

El objetivo del franquismo tras la victoria consistió en sembrar el terror entre la población y las ejecuciones en masa entre 1939 y 1946 son una buena prueba de ello, tanto fue así que en muchos pueblos el silencio se convirtió en desmemoria y quienes sufrieron la represión en vida no tuvieron derecho a llorar, ni a recordar

La figura del investigador local es una pieza clave en la recuperación de la Memoria Histórica, teniendo en cuenta que en España solo se ha recordado una versión del pasado, la de los vencedores, considerando, además, que la única generación capaz de reconocer estos lugares estaría desapareciendo. “Todo empezó hace muchos años, cuando el tío Miguelico me introdujo en esta historia”, cuenta el investigador emocionado al recordar que algunas de las personas que le iniciaron en ese camino ya no están aquí, entre ellas Miguel Sarrión, al que hace referencia como su mentor y que falleció a principios del siglo XXI. Sarrión fue secretario de la Juventudes Socialistas en 1936, con 17 años, razón por la que le detuvieron y condenaron a muerte al finalizar la Guerra Civil, aunque una vez encarcelado en Valencia obtuvo una conmutación de la pena por 30 años de prisión. “Franco tenía a media España metida en la cárcel”, añade Barberá.

En la cárcel también estaban el tío y el padre de Paco “el Mincho”, este último “conservó en la memoria” las palabras de su padre, prosigue el investigador, “no podía apuntar nada, por lo que se aseguró de retener bien esas conversaciones para no olvidarlas. Él me contó dónde estaba la fosa, la había cavado su padre junto a otros presos de la cárcel de Enguera. Me confesó que no se lo había contado ni a su mujer”.

De Paterna a Enguera

La búsqueda de los desaparecidos por la guerra civil y el franquismo no siempre fue pública ni sus comienzos se remontan al año 2000 tras la primera exhumación con métodos científicos en Priaranza del Bierzo, León. Hasta entonces, y ante la necesidad de cerrar heridas, las víctimas del franquismo excavaron fosas en cementerios y cunetas, dispuestas a recuperar y dar sepultura a los suyos. Así, los años 70 y 80 se convirtieron en un periodo de dignificación hacia quienes lucharon por la libertad y la democracia. No obstante, una lápida en el cementerio de Enguera sitúa el traslado de cinco enguerinos del cementerio de Paterna al de Enguera en 1969, sorprendentemente antes de la muerte del dictador.


En la lápida se lee “fallecidos en Paterna el 7 de septiembre de 1939”, acompañado de los nombres y apellidos de cinco hombres víctimas del terror que supuso el final de la guerra en Paterna, donde se constata la mayor ejecución de hombres y mujeres en el País Valencià, con 2.238 personas asesinadas por el franquismo entre 1939 y 1956.

Sobre esta historia, según un artículo publicado en el libro de fiestas de Enguera al que este diario ha tenido acceso, al día siguiente del fusilamiento, familiares de las víctimas, avisados gracias a la información de una enguerina, criada de un teniente coronel, se trasladan al cementerio de Paterna donde preguntaron al enterrador. Este les indicó el lugar exacto, donde los familiares depositaron azulejos indicando el nombre, el pueblo y la fecha de la ejecución.

Durante 30 años, junto a las más de 70 fosas comunes que alberga el cementerio de Paterna conocido como el “paredón de España”, los restos de los cinco enguerinos permanecieron sepultados en contra de su voluntad hasta que un allegado de las víctimas, aparentemente bien posicionado, logró en 1969 el permiso de la jefatura Provincial de Sanidad para desenterrarlos y regresarlos a Enguera.

“Era condición indispensable que los trabajos de exhumación se hicieran de noche y de forma privada, en silencio”, cuenta Enrique Abad, nieto de uno de los enguerinos fusilados en Paterna

El 30 de septiembre de 1969 familiares de las víctimas abren la fosa e identifican los cuerpos a través de sus ropas, objetos y rasgos personales, para más tarde introducir los restos en bolsas de tela y trasladarlos al cementerio de Enguera, donde yacen desde entonces. “Era condición indispensable que los trabajos de exhumación se hicieran de noche y de forma privada, en silencio”, cuenta Enrique Abad, nieto de uno de los enguerinos fusilados en Paterna. Así acostumbró el régimen a enmudecer la historia de España. “Me acuerdo que yo tenía seis o siete años cuando se supo cierto donde estaban enterrados y fuimos con mi padre y mi tío. Cuando los sacan y los entierran ya no me dejaron ir”, expresa Abad.

Enrique Abad Lahoz cumplía 33 años el día que un régimen dictatorial ejecutó su sentencia de muerte. Era electricista y trabajaba en una de las dos compañías eléctricas que funcionaban para las distintas fábricas textiles de Enguera. Inscrito a la CNT pasó a ser concejal de Orden Público al estallido de la Guerra Civil, un cargo en el ayuntamiento de su localidad que “marcó su destino”, asegura Barberá Cerdán. “Mi abuela murió a los pocos meses, se quedó sola, viuda y con tres hijos. A mi padre y a mis tíos los crió su abuela materna. La señalaban por ser roja, no tenían derechos y si tenía alguno se lo quitaban”, sentencia Abad. Julia Vila Martínez era su abuela, a la que Enrique le dedicó unas palabras de despedida a través de la carta que escribió horas antes de que los fascistas cumplieran con su sentencia de muerte:

“Valencia, 7 Septiembre 1939

Querida Esposa Julia, y hijos Paquito Enriquito y la nena Julieta

se despide con todo corazón de vosotros lo mismo que de mis queridos hermanos y toda la familia. Julia oy día 7 ace 33 años que nací y oy me noti fican la sentencia de muerte que seré ejecutado oy mismo no te rruego nada más cuida de los chicos ya que su padre a sido tan desgraciado siendo ino cente de todo lo que me se acusa. Julia la última vez que te vi me distes tan bue nas esperanzas cosa que todo a sido en vano pero en fin yo no te doy las culpas a ti te perdono a ti y a todos lo mismo que quiero que me perdonéis a mi ya que es la última palabra que te dirijo. Julia también quiero que todo lo que tengo como el Reloj y la petaca se los uardes a los chicos ya que su Padre no a podido. disfrutarlo quiero que ellos lo disfruten. Julia sí que te rruego que tengas mucha paciencia con los chicos y que te accedan en todo para que sean felices en compañía tuya. A mis queridos hermanos el último adiós que os doy para siempre tan bien hos rruego que tengáis un poco de consuelo para mis más queridos hijos ya que su Padre a sido tan desgraciado adiós a todos hermanos. Julia el último adiós para todos y Paquito y Enriquito y Julieta antes un beso para todos y los queridos Padres y toda la familia.

Julia en el labio me llevo vuestro nombre

Adiós

Enrique Abad

Recuerdos al S Jordá.”


Memorial a las víctimas del franquismo

Dentro del proyecto de localización de la fosa también se recoge la reconstrucción del memorial en honor a las víctimas que cita “en homenaje a los enguerinos ejecutados por defender la libertad y la república”. Así, los restos óseos de Enrique Abad Lahoz, junto al de sus compañeros de ejecución, descansarán en el monolito en recuerdo a las víctimas del franquismo que yacerá en la parte antigua del cementerio de Enguera y que sustituirá al que se construyó en 1980 por la Asociación Progresista Socialista de Enguera con la ayuda del primer ayuntamiento socialista.

Esta estructura también acogerá los restos, en proceso de identificación, de varios enguerinos tras la apertura de fosas en el cementerio de Paterna en los últimos años, junto a las nueve autoridades republicanas una vez finalizado el trabajo de exhumación e identificación de las víctimas.

Dentro del proyecto de localización de la fosa también se recoge la reconstrucción del memorial en honor a las víctimas que cita “en homenaje a los enguerinos ejecutados por defender la libertad y la república”

Desde la Asociación Progresista Socialista de la localidad buscan que, por primera vez en 80 años, los nombres de las víctimas figuren en algún lugar, “recuperar los nombres” que, durante décadas, estuvieron “desaparecidos”. La estructura, según adelanta Barberá Cerdá, irá acompañada de los nombres de todos los enguerinos asesinados dentro y fuera de la localidad, además de aquellas personas ajenas al pueblo ejecutadas en Enguera, también aportará información sobre la edad y la fecha de fusilamiento. La construcción del monolito se prevé para el verano de 2022.