dissabte, 26 de febrer del 2022

La gran evasión: así escaparon 795 presos republicanos del fuerte de San Cristóbal

 

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En mayo de 1938, alrededor de 2.500 hombres se amontonaban en las brigadas del penal de Navarra, tras lo cual los franquistas iniciaron una cacería salvaje

Foto: Campo de concentración franquista.
Campo de concentración franquista.

Dos años después de comenzar la Guerra Civil Española, en el fuerte de San Cristóbal, Pamplona, el ejército rebelde mantenía uno de los mayores campos de prisioneros de la contienda. San Cristóbal era una impresionante fortaleza que construyó a finales del siglo XIX con el objetivo de enclave estratégico para defender Pamplona de un posible sitio como había ocurrido en el marco de otra guerra civil, la Carlista y también en el caso de un ataque desde Francia como el de 1808. Quedó muy pronto desfasado porque concluidas las guerras carlistas y ya a principios del XX se había inventado el avión, así que se convirtió en un inmenso penal.

 

El 22 de mayo de 1938 se produjo entre sus muros la mayor fuga de la historia de una prisión española, cuando 795 presos republicanos salieron por sus puertas, tras un plan que habían desarrollado una treintena de ellos. El increíble episodio recuerda en algunos aspectos a la fuga de otro campo de concentración, en este caso alemán, el de Stalag Luft III de donde 70 soldados británicos se escaparon a través de tres túneles el 24 de marzo de 1944 en plena II Guerra Mundial.

 

El episodio recuerda a la fuga masiva de británicos de Stalag Luft III nazi durante la II Guerra Mundial

 

Al final sólo lo consiguieron tres, como inmortalizó el clásico ‘La Gran Evasión' (1963) de John Sturges. Inolvidables aquellas piruetas de Steve McQueen con la moto tratando de huir infructuosamente de los nazis. No se tiene constancia de nada parecido en Navarra, salvo que la cacería fue aún más brutal. En San Cristóbal, España, cinco años antes fueron sólo tres también los que consiguieron huir y cruzar la frontera con Francia, que estaba a los 60 km más lejanos que se haya enfrentado nadie nunca.

Cacería franquista

No en vano, el ejército franquista contaba con muchos medios en una zona leal desde el golpe de Estado del 18 de julio de 1936. Además, estaban ganando la guerra y no se escatimó en medios. El resultado fue una enorme cacería durante los días siguientes en los alrededores del fuerte. Fusilados y tiroteados sin juicio alguno, dos consejos de guerra y más castigos y represión para los que fueron devueltos al fuerte apenas unos pocos días después. Hubo también un consejo de guerra contra el director de la prisión porque la fuga puso al descubierto también una trama corrupta dentro de sus muros…

placeholder‘La gran evasión española’. (Ediciones B)
‘La gran evasión española’. (Ediciones B)

La increíble historia de esa fuga la recupera ahora Alejandro Torrús con ‘La Gran Evasión’ (Ediciones B) que ha salido a la venta esta semana. El periodista, jefe de Opinión de publico.es reconstruye cómo era la prisión, algunas de las vidas de los presos que se encontraban allí, el plan de fuga, la cacería posterior y los intentos ahora por recuperar los cuerpos de muchos de los fusilados en esos días en el mismo campo.

 

La fortaleza acogió a muchos presos indultados de la Revolución del 34 que fueron devueltos en el 36

 

Un relato en tres tiempos. ¿Quiénes eran los presos que malvivían dentro de sus muros en plena guerra? ¿Eran todos presos políticos? Lo cuenta el propio Torrús a El Confidencial: “El fuerte se recuperó como prisión precisamente en 1934 durante el bienio derechista cuando se decide encarcelar allí a los participantes en la revolución del 34”. Aunque había sido tanto la revolución obrera de Asturias como la proclamación de la independencia de Cataluña, actos contra la Segunda República, lo cierto es que con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 muchos de los presos salen indultados por el nuevo gobierno...

Indultados y encarcelados

“Sí, con la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 y la prometida amnistía a los presos políticos encarcelados por su participación en la revolución de 1934 el fuerte de San Cristóbal vio salir a varios centenares de presos de distintas ideologías hasta quedarse prácticamente vacío. Sin embargo, esta situación duraría poco tiempo. En el mes de junio de 1936, antes del golpe de Estado, las puertas del fuerte de San Cristóbal volvieron a abrirse para dar paso a presos comunes y no tan comunes. Un buen puñado de anarquistas, encarcelados por delitos cometidos con violencia, atracos a bancos o secuestros” explica Alejandro.

placeholderVista aérea de la época del fuerte de San Cristóbal.
Vista aérea de la época del fuerte de San Cristóbal.

Así que en realidad, sería a partir de julio de 1936 cuando la cárcel se llenara de nuevo con alrededor de 2500 en el momento de la fuga y donde la mayoría eran ya presos fruto de la guerra. “No había nombres famosos de líderes republicanos pero entre los líderes de la fuga que son en quienes yo me centro, entran todos a partir del 18 de julio de 1936, algunos ya estaban presos antes pero son trasladados allí después pero en cualquier caso hay una inmensa coincidencia de presos socialistas, comunistas, anarquistas, nacionalistas… y están ahí tanto por sus ideas políticas y su militancia en partidos políticos o sindicatos de izquierdas o por haber intentado evitar el triunfo del golpe de Estado”.

 

Una treintena de presos prepara un minucioso plan para fugarse con la idea de un motín

 

¿Cómo consiguen salir de allí? Con un plan que no pasaba por excavar un túnel -como en Stag Luft III- sino más bien por hacerse con el control de una fortaleza excavada en la montaña y que a diferencia del campo de concentración nazi se había diseñado como baluarte defensivo y además funcionaba como penal desde hacía muchos años. Así, alrededor de treinta presos van adquiriendo información sobre el funcionamiento de la vigilancia y deciden que tiene un punto flaco muy obvio aunque sea un riesgo enorme, como al final ocurrió:

 

“Desde finales de 1937 comienza a diseñarse la fuga con un cabecilla al frente, Leopoldo Pico. Lo primero que tuvieron que hacer, dado que muchos de ellos no sabían donde estaban o cómo era el fuerte ya que entraban por la noche, les metían por un túnel y además había muchas dependencias e incluso mazmorras, fue el de dibujar un plano del mismo para localizar los posibles puntos débiles y el lugar hacia el que escapar”.

Conocer San Cristóbal

Tal y como cuenta Torrús en el libro, se valieron de presos que por los trabajos realizados dentro del fuerte tuvieran un mayor acceso al funcionamiento de la prisión. Es el caso de Ángel Arbulo que tiene sólo 14 años y por su edad las autoridades consideraban que no tenía que estar en un régimen tan duro por lo que le permitían moverse con libertad dentro del fuerte. De esta forma consiguen dibujar un plan, comprender cómo era y establecer por dónde se podía salir. El segundo paso fue decidir cuál era el mejor momento para dar el paso.

 

“Gracias a los compañeros presos que estaban en cocina descubren que la guardia y los militares que custodian el fuerte cenaban casi todos a la misma hora de los presos… Es decir, que unos pocos guardias abrían las celdas y repartían la poca comida que le daban a los presos, mientras que fuera no había apenas vigilancia. Deciden que ese es el mejor momento para atacar a los guardias que están haciendo esa ronda para ir después con ellos al almacen donde se guardan las armas y una vez con ellas toman la prisión acudiendo al comedor en el que sorprenden cenando al resto”.

 

¿Por qué no se fugan los 2.500 presos? Porque un centinela consigue escapar y dar la alarma

 

Un pequeño grupo de presos hambrientos consigue entonces tomar literalmente la prisión y reducir a la guarnición que allí se encuentra. Deciden abrir las puertas para que salga el que quiera. De los 2500 que hay aproximadamente, lo hacen 795, que se lanzan a intentar cruzar la frontera con Francia. ¿Por qué no se fugan todos? Pues porque un centinela consigue escapar y muchos de ellos comprenden que avisará pronto a los nacionales poniendo fin al la fuga. Muchos de ellos se quedan y a las pocas horas, como efectivamente estaba descontado, cuando el centinela consiguió escapar las tropas franquistas comienzan la persecución.

Cacería franquista

Se produce entonces una cacería durante los siguientes días que vertebra casi la mitad de 'La Gran Evasión': muchos de los fugados son ajusticiados allí mismo cuando les encuentran lo que supone la tercera parte del libro, el intento por identificar ya en el presente los restos de muchos de ellos desperdigados por las cunetas y el campo, una tarea más que difícil después de los muchos años transcurridos.

 

Alejandro Torrús mezcla en su relato el puro ensayo con recreaciones de la vida en prisión, la fuga, admás de las investigaciones posteriores sobre la cacería y las fosas donde se enterraron a los ajusticiados. Para ello recopila algunos de los testimonios recabados con anterioridad, además de documentos y archivos y la ayuda de los investigadores que tratan de recuperarr los cuerpos y las familias que los buscan en la actualidad. Un interesante estudio que junta todo el material previo y otorga una fotografía menos estática da la de los importantes trabajos anteriores que se centraban sólo en alguno de los aspectos de la mayor fuga de la historia de una prisión española.