La del Ebro fue el más encarnizado combate de toda la guerra civil española, el choque frontal de dos ejércitos que hizo a muchos recordar el planteamiento bélico de alemanes y franceses en Verdún durante la Primera Guerra.
http://www.guerracivil1936.galeon.com/ebro.htm
El 25 de julio de 1938 el llamado Ejército del Ebro, de reciente constitución, cruzó el río por varios lugares situados entre Mequinenza y Amposta. Así dio comienzo una larga y durísima batalla (la más mortífera de la guerra) en la que fueron destruidas las principales fuerzas republicanas de Cataluña.
Siempre quedará la polémica de si la República hizo bien en plantear esta batalla de desgaste en una época en la que su inferioridad militar respecto a su enemigo era tan acusada. Algunos de los que participaron en ella en el Ejército Popular sostuvieron siempre que la batalla fue de una necesidad ineludible e incluso afirmaron que la acción del Ebro fue una victoria republicana. Efectivamente, tras la ruptura en dos de la zona por el Mediterráneo el Ejército nacional presionaba en la zona levantina y aunque el avance había quedado detenido a las puertas de Valencia los jefes militares de la zona centro republicana no pararon de solicitar del gobierno catalán una acción diversiva que les permitiera un respiro. Otro aspecto a tener en cuenta eran las continuas derrotas sufridas por el Ejército Popular que habían llevado la moral de sus combatientes a sus niveles más bajos. Se decía que si se tomaba una estrategia defensiva, Cataluña caería aún más rápido. Por tanto el día 12 de julio de 1938 el jefe de gobierno Juan Negrín declaró que Valencia caería a menos que se lanzara un ataque diversivo en otro punto. El general Vicente Rojo, Jefe de Estado Mayor, propuso que se lanzara un ataque masivo por el Ebro con el ambicioso (e irreal) objetivo de tratar de unir de nuevo las dos zonas republicanas. Para ello se formó el Ejército del Ebro compuesto por 80.000 hombres recuperados de unidades desorganizadas durante la ofensiva franquista de Aragón. Parecía increíble que la República, dividida y con un evidente cansancio tras dos años de dura guerra pudiera estar aún en disposición de tomar la ofensiva. A decir verdad era una gran temeridad pues la frontera francesa se encontraba cerrada aquellos días y la República se veía privada de las reservas en armamento que hubieran ampliado el supuesto éxito de la batalla del Ebro. De todas maneras la decisión estaba tomada y la noche del 24 al 25 de julio de 1938 los republicanos empezaron a cruzar el Ebro entre las localidades de Mequinenza y Fayón y entre Fayón y Cherta. El paso se hizo con cualquier embarcación que flotara y con la disposición de puentes de pontones. La primera unidad en tomar posiciones en la otra orilla del río fue la 11ª Brigada Internacional. Ante ellos se encontraba una de las divisiones de élite nacional, el Cuerpo de Ejército Marroquí del general Juan Yagüe. Otra acción se realizó más al sur en Amposta pero este avance era de importancia secundaria y los republicanos, privados del apoyo artillero y aéreo tuvieron que volver a cruzar el Ebro apresuradamente hacia sus posiciones dejando en la otra orilla gran cantidad de muertos y mucho material.
Río arriba, los republicanos seguían avanzando, entre Fayón y Cherta el 5º Cuerpo de Ejército de Enrique Líster avanzó 40 km. deteniéndose en las inmediaciones del pueblo de Gandesa. Entre Mequinenza y Fayón la República avanzó 5 km. La sorpresa era total y alrededor de 4.000 soldados nacionales fueron hechos prisioneros, incluso jefes de Estado Mayor. Pronto Gandesa se convirtió en la clave de la batalla. Desde el 27 de julio al 2 de agosto Líster atacó la ciudad pero sin conseguir tomarla. El avance republicano quedó contenido y la estrategia se tornó defensiva. En sólo dos días la República había conquistado todo el terreno que ahora se proponia defender. Pero fallos técnicos había impedido aprovechar la sorpresa total. Los soldados, una vez cruzado el río habían tenido que avanzar a pie pues tanto los camiones como los tanques debían usar puentes más lentos de construir. Además el dominio aéreo se esfumó con la misma rapidez con la que Franco envió a la batalla la Legión Cóndor alemana.
Pese a todo los republicanos se aferraron al terreno que habían conquistado. Las consignas "vigilancia, fortificación, resistencia" fueron repetidas constantemente durante las siguientes semanas. Se fusilaba a los hombres u oficiales que se retiraban tal y como el comunista Enrique Líster recordaba: "Quien pierda un solo palmo de terreno - llegó a decir Líster - debe reconquistarlo al frente de sus hombres o se verá ante el pelotón de fusilamiento".
En el bando nacional, una vez pasada la sorpresa, Franco hizo caso omiso de las recomendaciones de algunos de sus generales. Querían que dejara que los republicanos penetraran profundamente en sus líneas en vista a un ataque más al norte por Lleida que aislara completamente sus fuerzas en el Ebro. En vez de eso resolvió atacar el frente del Ebro de manera frontal, reconquistando el terreno perdido. Probablemente se trataba de un error porque la zona de Lleida se encontraba débilmente defendida por la República que ya había empeñado todas sus reservas en el sector del Ebro. Sea como fuere, la verdad es que a pesar de no ser la mejor solución era también efectiva porque la superioridad aérea y material del Ejército nacional les permitía atacar frontalmente y así destruir de manera completa las unidades republicanas, aunque el precio pagado fuera mayor.
Por tanto el 6 de agosto se realizó el primer contraataque nacional que tuvo como resultado la reconquista de la bolsa republicana entre Mequinenza y Fayón. El 11 de agosto se atacó la Sierra de Pándols, al sur de la bolsa entre Fayón y Cherta. El 19, Yagüe lanzó a sus fuerzas en dirección norte a la Sierra de Fatarella y el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo (general García Valiño) atacó en dirección a la Sierra de Cavalls. De esta forma y progresivamente en las siguientes seis semanas la República se vió obligada a ceder 200 km. cuadrados de terreno. La batalla que se libró durante esos días fue durísima. Cada día los cazas y bombarderos nacionales despegaban para bombardear impunemente. Los cazas republicanos rusos estaban en completa inferioridad numérica y material ante los modernísimos "Messerchmit Bf 109" de la aviación nacional. Todos los puentes tendidos por los republicanos sobre el Ebro para el paso de sus fuerzas eran bombardeados a diario pero los ingenieros los reponían con la misma tenacidad. La República había perdido el dominio del aire con lo que quedaba desvirtuada la ventaja de poseer las elevaciones del terreno.
El 30 de octubre dio comienzo la contraofensiva final. El Cuerpo de Ejército del Maestrazgo conquistó la sierra de Cavalls. Más al sur el 2 de noviembre se atacó la Sierra de Pándols y el día 4 ya habían sido ocupada. El día 7 caía Mora de Ebro lo que significaba que el flanco derecho nacional ya había alcanzado el Ebro. El responsable de las operaciones republicanas en la batalla teniente coronel Juan Modestodecidió que la batalla estaba perdida y ordenó a sus unidades que cruzaran de nuevo el río en sentido contrario. Por el centro el pueblo de Fatarella cayó el 14 de noviembre. El día 16 el puente de hierro de Flix fue volado y al norte el dia 18 Yagüe entraba en Ribarroja de Ebro, última cabeza de puente de los republicanos.
La batalla del Ebro había terminado. Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre el número de bajas sufridas durante la batalla pero se cree que fueron alrededor de unas 50.000 o 60.000 en cada bando pero con 4.500 muertos en el bando nacional y entre 10.000 y 15.000 en el republicano. Ambos ejércitos perdieron gran cantidad de aviones pero mientras Franco podía reponer rápidamente sus pérdidas gracias a la ayuda italiana y alemana, la República perdió entre 130 y 150 aparatos que ya no podía reponer. Al terminar la batalla la moral del Ejército nacional se había elevado nuevamente. Sus fuerzas estaban alcanzando un nivel de eficacia que la República no llegaba ni siquiera a acariciar. Por el lado republicano la afortunada evacuación del Ebro permitió disimular las pérdidas. Les quedaba el consuelo de que durante la batalla habían perdido en cuatro meses el terreno que habían conquistado por sorpresa en sólo dos días. Pese a todo, lo cierto era que el Ejército del Ebro había quedado totalmente destruido como fuerza de combate operativa. Los nacionales, por contra, repusieron completamente sus pérdidas mucho antes de lo que hubieran podido imaginarse los republicanos. La batalla del Ebro había decidido de antemano la suerte de Cataluña.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_del_Ebro
Un paseo por la memoria en los escenarios de la Batalla del Ebro
Museos y espacios históricos recuperados ayudan a comprender de manera integral y rigurosa los acontecimientos de este episodio crucial de la Guerra Civil española
La Comarca de las Tierras Altas, en Tarragona, encajona al Río Ebro entre montañas y cortados. La zona es un verdadero paraíso natural. El terreno está marcado por sierras, barrancos, roquedos y tajos que obligan al caudal más grande de España a dar una enorme curva hacia el noreste antes de enfilar, en su tramo final, su camino hacia el Mediterráneo. Zona geográficamente escabrosa. En teoría sin demasiado interés en las comunicaciones internas de la Península más allá de servir de espacio vital para una veintena de pequeños pueblos. Aún así, el 25 de julio de 1938, un importante contingente de combatientes republicanos cruzó el río dando inicio a la batalla más larga y cruenta de la Guerra Civil; el objetivo de La República era crear un frente de desgaste que prolongara el conflicto hasta el hipotético estallido de la guerra en Europa. Hasta el 16 de noviembre, unos 198.000 hombres de ambos bandos se batieron en la zona dejando un saldo estimado de 16.500 muertos y 65.000 heridos. La batalla marcó para siempre a la comarca; dejó cicatrices y huellas imborrables. Una especie de estigma colectivo que duró décadas y que, hoy, se ha tornado en oportunidad y en ejemplo de recuperación de la memoria y el patrimonio.
“La batalla supuso y aún supone un trauma para el territorio más allá de la importancia histórica que tuvo para el conjunto del país”, señala David Tormo, director del Consorcio Memorial Espacios de la Batalla del Ebro. No es un punto de partida nada despreciable. Según el historiador, “la batalla supuso una involución total en la comarca; los pobladores se vieron condenados a volver a empezar de cero, un aspecto agravado por el propio contexto de penurias de la post guerra española”. Con dos años de cosechas perdidas y más del 70% de las edificaciones destruidas: “la gente volvió a sus casas y vio o que estaban destruidas o totalmente vacías”. Los hombres y mujeres de la comarca tuvieron que reconstruirla por entero; un hecho que ha calado en el imaginario colectivo y que ha convertido en “muy complicado” el trabajo del consorcio. Un aspecto que aún se dificulta más teniendo en cuenta que “las comarcas en las que se desarrolló la batalla son los lugares de Cataluña con mayor índice de represión ejercido por los dos bandos”.
Hasta hace poco más de una década, el único hito que conmemoraba la batalla era el monumento erigido por el Gobierno franquista en la localidad de Tortosa. Una estructura de acero de más de 25 metros de altura coronada por símbolos del bando nacional dedicado “a los combatientes que hallaron gloria en la batalla del Ebro”. Un paseo por los barrancos y quebradas de la comarca bastaba para darse cuenta de la magnitud del drama humano que se desarrollo en este escenario. Muros derruidos, restos de bunkers de hormigón, chatarra bélica, zanjas… “Nuestro primer objetivo”, señala Tormo, fue acercarnos al hecho con “rigor científico y equidistancia en el análisis; sin pararnos a valorar quienes eran los malos o los buenos”. El trabajo del Consorcio Memorial Espacios de la Batalla del Ebro ha cristalizado en la recuperación de una veintena de espacios históricos y la construcción de cinco centros de interpretación que sirven para ver y conocer, sobre el terreno, las causas, acontecimientos, estrategias y, sobre todo, el drama humano que supuso la campaña más larga de la Guerra Civil Española.
Una comarca en ruinas
La torre de la Iglesia de San Pedro sobresale entre un mar de escombros. Del Poble Vell(pueblo viejo) apenas quedan algunos muros en pie, pero la fachada del templo sigue erguida desafiando el tiempo. Como un símbolo de resistencia ante la barbarie. De resto, ruinas. Caminar por el esqueleto de lo que fue el emplazamiento originario de Corbera del Ebro da una idea bastante aproximada de la magnitud del desastre. Apenas quedan testigos presenciales de los hechos. 76 años son muchos años; la mayoría de los que aún recuerdan la batalla eran niños cuando el mundo se les vino encima a los 2.500 vecinos del pueblo. Hablan de bombardeos, de miedo, de hambre, de lo que supuso volver y ver que de sus vidas anteriores no quedaba apenas nada.
Corbera se mudó ladera abajo y hoy es un pueblo moderno que sigue el trazado de la N-420 (a 170 kilómetros de Barcelona y Zaragoza y 76 de Tarragona). Epicentro de la batalla y sede del Centro de Interpretación 115 días (Dirección: C/ Freginals, 18; Tel: (+34) 977 421 528; Horario: MS 11.00 – 14.00 y 16.00 – 19.00 D 11.00 - 14.00), una de los cinco instalaciones museísticas abiertas en la zona. A través de mapas, paneles, audiovisuales, reconstrucciones y restos de la batalla, se hace un repaso a los preparativos, tácticas, desarrollo y consecuencias de aquellos 115 días que cambiaron a la comarca para siempre. También en Corberá se encuentra La Trinchera (Dirección: C/ Ponent, 11; Tel: (+34) 977 42 06 62), una de las colecciones privadas más importantes de España de la Guerra Civil española, en general, y de la Batalla del Ebro en particular. Sin duda alguna, Corberá es el mejor punto de arranque de la visita al ‘teatro de operaciones’. A partir de ahí empezará un periplo más o menos intensivo en función del interés y las ganas del viajero.
Soldados a las Trincheras (Dirección: C/ Rossinyol, 8. Vilalba dels Arcs) explica el día a día de los soldados durante la batalla y las penalidades de la guerra de trincheras; Hospitales de Sangre (Dirección: C/ Major, 27. Batea) hace hincapié en la complicada logística sanitaria; Las Voces del Frente (Dirección: C/ Major núm, 4. Pinell de Brai) incide en las consignas propagandísticas de ambos bandos, testimonios directos y la imagen que la prensa difundió de la batalla a través de los corresponsales de guerra y, por último, Internacionales en el Ebro (Dirección: C/ Suñe, 3. La Fatarella) analiza el papel de las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética, en el bando republicano, y los apoyos alemán e italiano al franquista durante todo el conflicto, así como la posición de las potencias democráticas europeas, que abandonaron a la República. En todos los casos, las distancias entre los diferentes pueblos no superan los 20 kilómetros ( ver horarios de los centros de interpretación).
Aunque fuera de la infraestructuras del Consorcio, el espectacular Castillo Templario de Miravet (Dirección: C/ Camí del Castell s/n. Miravet (Ribera d'Ebre); Tel: (+34) 977 407 368; Horario: Del 16 de diciembre al 28 de febrero MD 10.00 - 16.00; Del 1 de marzo al 31 de mayo MD 10.00 - 17.30; E-mail: miravet.cultura@gencat.cat) jugó un papel fundamental en la batalla como centro logístico y de mando.
El teatro de operaciones
Lo verdaderamente novedoso de este proyecto turístico y cultural es la posibilidad de salir al campo y recorrer los mismos espacios en los que se desarrolló la lucha. “Cuando salimos a recorrer el territorio encontramos más de 200 lugares implicados directamente con la batalla”, comenta a Viajar Ahora David Tormo. La selección de los espacios a recuperar siguió varios criterios: “se eligieron en base a su accesibilidad, importancia o grado de conservación”, comenta. El resultado de este importantísimo trabajo de recuperación y puesta en valor se visibiliza a través de una veintena de localizaciones en los que se han reconstruido trincheras, se han restaurado búnkeres, se han habilitado puestos de observación, se hanrecuperado refugios antiaéreos... “La idea es que la gente pueda comprender lo que fue la batalla y para eso hay que dimensionar el proyecto para que no abrume al visitante; restaurar 130 trincheras no tiene sentido”, razona.
El esfuerzo ha valido la pena. Unos 10.000 visitantes se acercan cada año hasta la Comarca de las Tierras Altas de Tarragona a conocer esta parte de nuestra historia. “Al principio creíamos que el grueso del público serían los excombatientes, pero la franja más amplia se sitúa entre los 25 y los 65 años de edad; son personas que no vivieron directamente el conflicto”, señala Tormo. El historiador destaca que “en los últimos años, España ha vivido una especie de fiebre por conocer el pasado”. Y es lógico, añade. “La mayoría de los españoles tiene un familiar directo o indirecto que luchó en la guerra o fue represaliado; y la gente tiene interés en saber lo que pasó”, sentencia.
La selección de espacios visitables ha seguido un estricto criterio pedagógico e intenta dar una idea de todos los aspectos de la efeméride y no sólo los lugares donde se batieron los soldados cuerpo a cuerpo. Un ejemplo claro son las Casas Caídas de Pinell de Bray, un pequeño pueblo convertido en intendencia republicana que sufrió intensos bombardeos. El catálogo es grande y comprende puestos de observación, refugios, enclaves de avanzada, trincheras. El proyecto también ha preparado varias rutas temáticas que permiten abordar, en conjunto, los diferentes aspectos de la batalla: las zonas de retaguardia de los dos bandos, los diversos pasos que usaron los republicanos para vadear el río, el avance gubernamental, los focos de resistencia franquistas, o la retirada hacia la orilla norte tras la victoria de los rebeldes. Los recorridos permiten ver, in situ, lugares míticos de la contienda española: como Gandesa, el Coll de Moro o la Sierra de Pando.
El Memorial de ‘los Camposines’ es un buen lugar para terminar la visita. Es el único elemento nuevo introducido en el territorio por parte del consorcio. Siguiendo el espíritu del proyecto, este monumento rinde homenaje a todos los que participaron en este episodio clave de la historia de España; sin distinción alguna. También es el lugar dónde se depositan los huesos que aún aparecen en la zona; osario donde reposan juntos los restos de combatientes de los dos bandos; sin distinciones.
El mejor museo de guerra de España
Río arriba, el Ebro se interna en tierras de Aragón. El pequeño pueblo de Fayón, en la provincia de Zaragoza, fue uno de los puntos clave de la ofensiva republicana y uno de los escenarios de batalla más importantes de los primeros días de la batalla. El Museo de la Batalla del Ebro de Fayón (Dirección: C/ Bajada a la Fábrica sn. Fayón; Tel: (+34) 976 635 775; E-mail: info@labatalladelebro.com) es, sin duda alguna, el mejor espacio museístico de España dedicado a la Guerra Civil que cuenta con el valor añadido de ser una iniciativa de los propios vecinos de la localidad. La colección de armas, piezas de artillería, uniformes y objetos de la época es impresionante. Fayón se encuentra a sólo 38 kilómetros de Corberá de Ebro (20 minutos) y el museo merece la pena para completar la totalidad del escenario bélico.
https://www.vilaweb.cat/noticies/el-pas-de-lebre-el-fracassat-darrer-intent-de-salvar-la-republica/?fbclid=IwAR2l_EWV5nt8OjZ_6DgBSc1t9AJcAEVUlgcQ4ISYtWeyU1aJ1szAxUJ0jSQ
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