Estaban ante las últimas horas de su vida y muchos no lo sabían. De hecho, hay quien creía que le iban a liberar en los próximos días. Todos ellos se acordaban de sus seres queridos, a los que algunos, los que sí eran conscientes se que su final se acercaba, les escribían su último adiós. 86 años después de que fueran fusilados por el franquismo, las cartas que 39 presos riojanos escribieron desde distintas cárceles de La Rioja y Navarra permiten conocer más detalles sobre la represión y las condiciones de vida en los penales durante la Guerra Civil. La exposición “Escríbeme a la tierra. Las cartas de los que van a morir: La Rioja 1936”, basada en el libro con el mismo título selecciona parte de las 164 misivas que 39 presos políticos republicanos escribieron antes de ser fusilados.
Las cartas han sido recopiladas por el investigador y autor del libro, Jesús Vicente Aguirre, en un trabajo de ir “casa por casa” pidiendo la colaboración de familiares de las víctimas. “Es su tesoro más preciado, su único vínculo con sus seres queridos”, destaca Aguirre. Son parte del testimonio de en torno a los 2.000 fusilados por el franquismo en La Rioja, muchos de ellos tras pasar por la prisión del Fuerte de San Cristóbal, situado al norte de Pamplona, y que en 1936 se convirtió en uno de los principales penales para presos políticos de la dictadura, por el pasaron más de 7.000 personas. En Navarra, se eleva a 3.000 la cifra de las personas fusiladas por el franquismo. También hay cartas escritas desde el frontón Beti-Jai , la Industrial o la Provincial, algunas de las cárceles franquistas en Logroño.
Son cartas de republicanos que fueron detenidos por su vinculación política (muchos acusados de haber votado al Frente Popular) o sindical de todas las edades y profesiones: maestros, labradores, artesanos o políticos (alcaldes y concejales) que fueron trasladados a distintas cárceles, en las que “se trató de fragmentar sus lazos con el mundo exterior para adoctrinarlos en los principios del nuevo régimen”, apunta la consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana Ollo.
Las misivas muestran “el horror” de la represión franquista que en un intento de animar a sus familias muchos presos endulzaban con expresiones como “estamos todos bien” o “el director se porta con nosotros como un padre”. También destacan expresiones para sortear la censura del penal. Es común leer un “Viva España” (de clara significación franquista) y sin embargo no hay ninguna referencia negativa a las condiciones del cautiverio o a las sacas nocturnas.
A través de las cartas se puede comprobar el aislamiento al que eran sometidos los presos, que no sabían nada que lo que pasaba fuera de los muros en los que estaban encerrados. Es el caso de los hermanos Emilio y Vicente Pérez Pellejero, quienes en varias cartas escritas a su madre preguntan por su otro hermano, Aurelio, también apresado por el franquismo, pero que lleva muerto más de un mes. Los tres fueron detenidos en Calahorra en julio de 1936 y Aurelio es el primero en morir el 29 de agosto en el Raso de Peralta (Navarra). Sus otros dos hermanos, que coinciden durante un tiempo en el Beti-Jai de Logroño escriben varias cartas preguntando por él (“¿Qué tal está madre, trabaja?”, “Aurelio, ¿qué te pasa que no me escribes?”) sin saber que lo habían fusilado.
La propia madre de los tres, María, tampoco sabía del fallecimiento de su hijo Vicente. Así se desprende de una misiva que escribe a Eugenio, vecino de Calahorra y que fue compañero de prisión de Vicente en el Fuerte de San Cristóbal, preguntando por él. Eugenio le responde que su hijo ha sido trasladado a Logroño y que “lo lógico es que nada desagradable le haya sucedido”. Había fallecido hace casi un mes en la Barranca. Emilio, por su parte, murió en la carretera de Pamplona el 12 de septiembre.
Algo muy común en las cartas es la solicitud de todo tipo de objetos, desde ropa o calzado, hasta tabaco o dinero. “Te escribo para que me mandes calcetines, algún pañuelo y una camiseta”, le pide Miguel a su mujer. También, en el caso de las personas que se dedicaban al campo, la preocupación por las cosechas. “También me dirás qué tal están las viñas, si tienen mucha uva y si hay muchas patatas para cuando vaya poder comprar y hacer algún viaje donde se pueda vender”.
“Tengo la seguridad de que no he hecho ningún mal”
También hay cartas escritas por los familiares y recibidas por los presos. Como es el caso de Teresa, que escribe a su esposo Miguel Caperos, recluso del Fuerte de San Cristóbal: “Si puedo verte quisiera ir y tú me dirás si reciben visitas, pero por otro lado, me moriré si vuelvo dejándote en esa y volver triste y sola y sin más amparo que cinco hijos pidiendo pan”.
Y por supuesto despedidas. Como la de Cipriano Berrozpe a su familia: “Me quitan de vosotros, lo que más quiero en este mundo, para mandarme al otro, el de los olvidados para siempre. Adiós a todos, acordaos un poco de mí”. O la de Pablo Civil: “Voy a ser muerto dentro de unos momentos, pero tengo la seguridad de que no he hecho ningún mal a nadie nunca. Ya le dirán a mi Carmen que no tengo tiempo de escribirle, pero que en ustedes y en ella tendré mi último pensamiento”.
También la de Gumersindo Azcárate, que se despide de su amigo Pedro Blas, alcalde de Alcalá: “Cuando reciba esta ya no existiré, Muero como viví: leal. Nada vale mi vida. Si el ejemplo sirve para el bien de la República, gozoso la ofrezco”.
El Instituto Navarro de la Memoria está trabajando en un proyecto para recuperar cartas similares a las recogidas en el libro de Jesús Vicente Aguirre de La Rioja para dar a conocer más detalles de la represión franquista en la comunidad foral. Por ello, hacen un llamamiento para que familiares que tengan misivas de presos de la dictadura las presten al Instituto para poder escanearlas y digitalizarlas.
El Estado desclasifica y cede a Navarra los expedientes penitenciarios de una de las principales cárceles del franquismo
El 22 de mayo de 1938 en el Fuerte de San Cristóbal, un complejo militar situado al norte de Pamplona que durante la dictadura franquista se convirtió en cárcel para presos políticos de toda España, 795 presos protagonizaron la gran fuga de la Guerra Civil española. Las duras condiciones de vida dentro de la prisión, el hambre y el hacinamiento de los presos provocó el motín que acabó con un tercio de la cárcel liberada, de los que apenas tres lograron el objetivo de cruzar la frontera francesa situada a más de 50 kilómetros. La escasa preparación para escapar de los presos hizo que 206 murieran ejecutados en la propia ladera del monte y otros fueran devueltos al Fuerte. Más de 80 años después, Navarra podrá investigar a fondo la historia de esa fuga y la del complejo por el que pasaron más de 7.000 presos políticos después de que el Gobierno de España se haya comprometido a desclasificar y traspasar al Archivo General de Navarra los expedientes penitenciarios del Fuerte de San Cristóbal.
A pregunta del senador del PSN Toni Magdaleno, el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, ha confirmado que el 6 de mayo se firmó un contrato de comodato , “de depósito de los archivos”, con el Archivo General de Navarra para que los expedientes penitenciarios del Fuerte de San Cristóbal sean trasladados a la comunidad foral “lo antes posible”, una reivindicación histórica de las asociaciones de memoria. El senador socialista ha celebrado el anuncio de Iceta y ha destacado que servirá para dar a conocer a la ciudadanía “cuáles son las consecuencias de que la extrema derecha asuma responsabilidades de gobierno” en un momento “en el que los proclives al autoritarismo están subiendo en Europa y en nuestro país”.
Con la llegada de esta documentación al archivo de la comunidad foral se hará “más accesible” a la ciudadanía y a los familiares de los presos franquistas la información sobre una de las principales cárceles de la dictadura y cuya historia todavía “es desconocida para muchos”, ha apuntado el senador socialista. También permitirá conocer más detalles sobre la que fue la gran fuga de la Guerra Civil española, liderada por los presos comunistas Leopoldo Picó Pérez y Baltasar Rabanillo Rodríguez en 1938 y silenciada por la prensa nacional. Según destaca el autor Fermín Ezkieta Yaben en su libro 'Los fugados del fuerte de Ezkaba', tuvo más repercusión en el 'New York Times' en aquel mes de mayo, donde se realizaron tres reseñas, que en la prensa local durante cuarenta años, donde únicamente se publicaron dos notas oficiales.
Por el Fuerte pasaron presos políticos de toda España, de los que muchos se conoce su lugar de procedencia, edad con la que ingresaron y fallecieron e incluso, en muchos casos, su afiliación política o sindical, gracias a las labores de investigación de asociaciones de memoria como 'Txinparata', que durante los últimos años ha colaborado con el Gobierno de Navarra y la Sociedad de Ciencias Aranzadi en la exhumación de cuerpos de presos que eran enterrados en localidades cercanas al monte San Cristóbal / Ezkaba. La última prospección permitió recuperar 21 cuerpos de presos anarquistas que fueron fusilados el 1 de noviembre de 1936, y en total ya se han exhumado más de 140 cuerpos de víctimas del franquismo, de los cuales algunos han podido ser devueltos a sus familiares.
Desde el Instituto Navarro de la Memoria, su director Josemi Gastón, destaca que el acceso a esta documentación permitirá “profundizar en el análisis de la represión” y conocer más detalles sobre cómo se ejerció sobre los republicanos españoles. Además, apostilla, va a permitir impulsar proyectos de divulgación sobre la represión durante la dictadura franquista. Para ello “será importante que la documentación sea digitalizada”, añade, para que sea más accesible a la ciudadanía.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada