Muerte de un Miliciano sigue siendo una fotografía enigmática. El 5 de septiembre de 1936 el célebre fotoperiodista, Robert Capa, capturó la muerte de un miliciano en el municipio cordobés de Espejo. 80 años después se siguen sacando nuevas conclusiones. ¿Murió aquel soldado en combate? ¿Fue una posado en el frente de guerra?
MARÍA SERRANO
MADRID.- André Friedmann, apodado como Robert Capa, realizó el 5 de septiembre de 1936 la instantánea que lo catapultaría para siempre como uno de los mejores fotoperiodistas de guerra de todos los tiempos. El joven húngaro tenía apenas 23 años cuando captó el icono de la guerra civil española, conocido mundialmente como Miliciano Abatido o Muerte de un Miliciano.
Carmen Rengel, periodista y autora del libro “El viaje andaluz de Robert Capa” describe a Capa como “ese héroe romántico, atractivo por un estilo de vida cautivador, hecho en el peligro de la foto viva, la que se hacía cerca”. Sobre su personalidad aporta que “era un hombre explosivo, dicen que bebedor y fumador convulso, viajero trotamundos, indómito, pasional en los amores hasta el éxtasis o la depresión, amigable, bromista, tiernamente irreverente, comprometido con los ideales del progreso e inagotable en su capacidad para aprovechar la vida”.
Carmen Rengel, periodista y autora del libro “El viaje andaluz de Robert Capa” describe a Capa como “ese héroe romántico, atractivo por un estilo de vida cautivador, hecho en el peligro de la foto viva, la que se hacía cerca”. Sobre su personalidad aporta que “era un hombre explosivo, dicen que bebedor y fumador convulso, viajero trotamundos, indómito, pasional en los amores hasta el éxtasis o la depresión, amigable, bromista, tiernamente irreverente, comprometido con los ideales del progreso e inagotable en su capacidad para aprovechar la vida”.
Para muchos investigadores, entre ellos su biógrafo oficial Richard Whelan, la historia queda clara. Capa captaría la imagen en la línea del frente de Cerro Muriano el 5 de septiembre de 1936. Durante toda su vida obvió las críticas que pudieran hacerse a la obra de Capa hasta su muerte en 2007. “Sus herederos no quería que se emitiera otro juicio sobre la historia del miliciano. No creen que haya otra manera de plantear aquella foto”, aclara a Público el periodista Raúl M. Riebenbauer, realizador junto a Hugo Doménech del documental “La Sombra del Icerberg”. La cinta pone en entredicho muchos de las cuestiones que giran en torno a la puesta en escena y realización de esta imagen.
En el año 95 saltó otro hecho. La supuesta identidad del miliciano, bajo el nombre deFederico Borrell, alías el Taíno, voluntario cenetista de Alcoy que estaba en aquellos días en el frente de Cerro Muriano. Riebenbauer y Doménech recuerdan las duras críticas de Whelan con quien concertaron una entrevista. “No dudó en llamarnos neofascistas por poner en entredicho la foto más relevante de Capa. Whelan era la principal voz crítica.
Bastaba con levantar la mano y hacerse algunas preguntas para que se mostrara muy tajante y contundente”. El biógrafo argumentaría poco antes de su muerte. “Espero que la difamatoria controversia (…) concluya (…). Es hora de que Capa y Borrell descansen por fin en paz y de proclamar una vez más al Miliciano abatido como una incuestionable obra maestra del periodismo gráfico”, concluía.
En el año 95 saltó otro hecho. La supuesta identidad del miliciano, bajo el nombre deFederico Borrell, alías el Taíno, voluntario cenetista de Alcoy que estaba en aquellos días en el frente de Cerro Muriano. Riebenbauer y Doménech recuerdan las duras críticas de Whelan con quien concertaron una entrevista. “No dudó en llamarnos neofascistas por poner en entredicho la foto más relevante de Capa. Whelan era la principal voz crítica.
Bastaba con levantar la mano y hacerse algunas preguntas para que se mostrara muy tajante y contundente”. El biógrafo argumentaría poco antes de su muerte. “Espero que la difamatoria controversia (…) concluya (…). Es hora de que Capa y Borrell descansen por fin en paz y de proclamar una vez más al Miliciano abatido como una incuestionable obra maestra del periodismo gráfico”, concluía.
Su llegada a España junto a Gerda Taro
Capa llegaría a España el cinco de agosto de 1936. Solo un mes antes de realizar la foto al miliciano anónimo. No vendría solo. Junto a él se encontraba su compañera de trabajo y de vida, la también fotoperiodista Gerda Taro que moriría un año más tarde en Brunete bajo las tripas de un tanque republicano. La aventura para ambos jóvenes fue tremenda. “Iban sin encargo fijo, como freelances, pero con muy buenos contactos y algún adelanto económico, además de contar con la ayuda inesperada del Comisariado de Propaganda de Barcelona que, a su llegada, les proporcionó un coche con chófer y salvoconductos”, aclara Rengel. En sus manos no les faltaban las míticas cámaras, la Leica (para Robert) y la Rolleiflex (para Gerda) que intercambiaban en más de una ocasión. Whelan recuerda que Capa pudo hacer entre siete y ocho estancias cortas durante la Guerra Civil. No estuvo de forma ininterrumpida en un país dividido por una guerra tan compleja. Una de las primeras paradas sería Córdoba. Capa llegaría junto a Gerda. Allí retrataría la huida de la población civil en las peores condiciones de hambre y miseria.
La toma de la foto del Miliciano se realizaría con una Leica III, inmortalizada “en gelatina de plata sobre papel”. La revista francesa Vu, publicaría la famosa pieza el 23 de septiembre de 1936. Más tarde Life, convertiría la imagen en un icono mundial, llevando a Capa a una fama inesperada. Cinco imágenes saldrían a la luz el 12 de julio de 1937. “Muerte en España: la Guerra Civil ha segado 500.000 vidas en un año”, destacaba el titular.
La toma de la foto del Miliciano se realizaría con una Leica III, inmortalizada “en gelatina de plata sobre papel”. La revista francesa Vu, publicaría la famosa pieza el 23 de septiembre de 1936. Más tarde Life, convertiría la imagen en un icono mundial, llevando a Capa a una fama inesperada. Cinco imágenes saldrían a la luz el 12 de julio de 1937. “Muerte en España: la Guerra Civil ha segado 500.000 vidas en un año”, destacaba el titular.
En muy pocas ocasiones hablaría Capa sobre su famoso Miliciano. En 1937, en una entrevista al diario New York World Telegram, durante un viaje a EEUU, confesó que había pasado “varios días” con el miliciano. Llegó incluso a revelar que “había estado a su lado en el momento en que lo alcanzó la bala y que se quedó junto a su cuerpo sin vida hasta que se hizo de noche (…)”.
En otra de sus declaraciones más destacadas de Friedmann relataría que en el momento de tomar la imagen “los milicianos estaban contentos y corrían ladera abajo mientras él les fotografiaba”. Fue entonces cuando el ejército golpista inició de forma fortuita varios disparos. Capa se protegería rápidamente del fuego cruzado mientras de forma instintiva sacaría su cámara por encima de la cabeza, tomando la célebre fotografía.
En otra de sus declaraciones más destacadas de Friedmann relataría que en el momento de tomar la imagen “los milicianos estaban contentos y corrían ladera abajo mientras él les fotografiaba”. Fue entonces cuando el ejército golpista inició de forma fortuita varios disparos. Capa se protegería rápidamente del fuego cruzado mientras de forma instintiva sacaría su cámara por encima de la cabeza, tomando la célebre fotografía.
El escenario en Espejo, no en Cerro Muriano
El profesor José Manuel Susperregui, de la Universidad del País Vasco-Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU) y autor de la investigación sobre la localización de la imagen apunta que la foto del miliciano es real “aunque sea falsa la muerte o el presunto lugar donde se produjo”. A día de hoy es un icono mundial del reporterismo de guerra. “Y los iconos son falsificaciones por definición. No enseñan una realidad intangible, sino que la evocan y, en la medida en la que lo consiguen, se hacen realidad”, afirma.
En 2007, Richard Whelan publica, de forma póstuma, un trabajo inédito: This is war. Robert Capa at work. Allí estaría la respuesta de la ubicación, ya que por primera vez se reconocían los accidentes geográficos que podían ubicar de forma exacta el lugar en el que fue captada la instantánea. La escena no era en Cerro Muriano, sino en Espejo.
Susperregui apunta en sus últimos hallazgos que "desafortunadamente, el paisaje de Espejo ha cambiado con el paso del tiempo, los antiguos campos de cereales se han convertido en olivares, por lo que lo único que se mantiene inalterado es la orografía del fondo de la fotografía".
La foto del Miliciano cumplía en 1936 un claro objetivo. Mostrar aquella España republicana asediada por el fascismo y la intensa colaboración de las legiones italianas y alemanas que hacían aún más rápido el avance contra la República. Se buscaba llamar la atención de los aliados y dar una respuesta sobre el genocidio que se estaba viviendo en España. Capa quiso contribuir con sus imágenes a esa campaña informativa.
En 2007, Richard Whelan publica, de forma póstuma, un trabajo inédito: This is war. Robert Capa at work. Allí estaría la respuesta de la ubicación, ya que por primera vez se reconocían los accidentes geográficos que podían ubicar de forma exacta el lugar en el que fue captada la instantánea. La escena no era en Cerro Muriano, sino en Espejo.
Susperregui apunta en sus últimos hallazgos que "desafortunadamente, el paisaje de Espejo ha cambiado con el paso del tiempo, los antiguos campos de cereales se han convertido en olivares, por lo que lo único que se mantiene inalterado es la orografía del fondo de la fotografía".
La foto del Miliciano cumplía en 1936 un claro objetivo. Mostrar aquella España republicana asediada por el fascismo y la intensa colaboración de las legiones italianas y alemanas que hacían aún más rápido el avance contra la República. Se buscaba llamar la atención de los aliados y dar una respuesta sobre el genocidio que se estaba viviendo en España. Capa quiso contribuir con sus imágenes a esa campaña informativa.
La autopsia más fiable del fotograma
El periodista Raúl M. Riebenbauer y el profesor Hugo Doménech iniciaron una ardua investigación en el año 2004 hasta el estreno de su documental “La Sombra del Iceberg” tres años más tarde. “En aquella fecha solo se conocían cinco de las fotografías de la serie oficial. Nosotros encontramos seis fotografías más que relacionábamos con la serie del Miliciano y no se conocían”. La publicación de esta obra audiovisual permitió a estos investigadores desvelar muchas dudas. “Podemos decir que hemos practicado una autopsia a la mítica imagen”.
El trabajo de Riebenbauer y Doménech centró parte de sus investigaciones en los resultados conseguidos por el forense y jefe del Departamento de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Valencia, Fernando Verdú. “El miliciano, desde el punto de vista forense, puede estar vivo”. Verdú pone en duda que el retratado estuviese muerto, porque su postura no lo aclara, y echa en falta el “impacto” de la caída. La hora de la toma de la imagen también es cuestionada en el documental. Las cinco de la tarde era la versión oficial. El análisis astronómico encargado por los autores de la “La Sombra del Iceberg” sitúa la toma de la imagen a las nueve de la mañana.
El trabajo de Riebenbauer y Doménech centró parte de sus investigaciones en los resultados conseguidos por el forense y jefe del Departamento de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Valencia, Fernando Verdú. “El miliciano, desde el punto de vista forense, puede estar vivo”. Verdú pone en duda que el retratado estuviese muerto, porque su postura no lo aclara, y echa en falta el “impacto” de la caída. La hora de la toma de la imagen también es cuestionada en el documental. Las cinco de la tarde era la versión oficial. El análisis astronómico encargado por los autores de la “La Sombra del Iceberg” sitúa la toma de la imagen a las nueve de la mañana.
La posible identidad de Borrell queda descartada. Tras analizar las escasas fotos familiares se demuestra que“no es la misma persona” que aparece en la pieza de Capa. El forense enumera claramente las diferencias: separación de los dientes, comisura de los labios, redondeo de las orejas, forma de las manos y edad. El miliciano de Capa vuelve a ser un hombre anónimo.
La última exposición comisariada por Whelan permitió que Hugo Doménech viajara a Londres y conociera la serie restante. Un total de 40 fotos componían finalmente la serie del Miliciano. Cinco ya publicadas. Seis encontradas en su investigación y 19 nuevas imágenes inéditas en la exposición.
La última exposición comisariada por Whelan permitió que Hugo Doménech viajara a Londres y conociera la serie restante. Un total de 40 fotos componían finalmente la serie del Miliciano. Cinco ya publicadas. Seis encontradas en su investigación y 19 nuevas imágenes inéditas en la exposición.
Declaración como Lugar de la Memoria
El famoso paraje en Espejo ha querido ser declarado en los últimos años, lugar de la Memoria Histórica por la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía. El anterior alcalde de Espejo, Francisco Medina, también había avanzado que el Ayuntamiento iniciaría gestiones para que la zona fuera conservada como Bien de Interés Cultural (BIC). Ahora habrá que esperar a la última palabra de las administraciones. Capa y su miliciano deben tener el homenaje “in situ” que se merecen ochenta años después de los hechos.
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