dimarts, 7 de gener del 2025

EL INSÓLITO EXPERIMENTO DEL DR. VALLEJO NÁJERA TRAS SU DESESPERADA BÚSQUEDA DEL "GEN MARXISTA"

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Lunes, 06 de Enero de 2025Tiempo de lectura: 8 min


Vallejo Nájera, el psiquiatra franquista que proponia quitar los hijos a los "rojos"

En el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, el psiquiatra e insigne catedrático español Antonio Vallejo-Nájera llevó a cabo uno de los experimentos más oscuros de la Guerra Civil española: demostrar la existencia de un "gen rojo" que "acompañaba" a todos aquellos/as que portaban ideas marxistas o de izquierdas.

 

 

POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

 

     En plena Guerra Civil Española (1936-1939), Antonio Vallejo-Nájera, jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista, emprendió una inquietante misión: demostrar que las ideologías marxistas eran producto de un defecto genético.

 

      Este proyecto, conocido como la búsqueda del "gen rojo", encontró su epicentro en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, cerca de Burgos, donde cientos de brigadistas internacionales fueron sometidos a pruebas que mezclaban pseudociencia y brutalidad.

 

 

     La España de finales de los años 30 estaba sumida en un conflicto ideológico y militar que trascendía sus fronteras. Las democracias liberales y los movimientos comunistas apoyaban al gobierno republicano, mientras que los fascismos europeos, encabezados por Hitler y Mussolini, respaldaban al bando franquista. En este clima de polarización, la idea de exterminar a los enemigos políticos se justificaba no solo por razones militares, sino también mediante teorías pseudocientíficas que buscaban demostrar la "inferioridad" de sus opositores.

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    Estas teorías, que incluían ideas de eugenesia y "higiene racial", encontraron eco en figuras como Vallejo-Nájera. Inspirado por el racismo científico del nazismo, el psiquiatra español veía en el marxismo no solo una amenaza política, sino también una enfermedad mental que debía ser extirpada.

 

      Sus experimentos en Cardeña representaron el intento más sistemático y reglado de aplicar estas ideas en España, con consecuencias devastadoras para quienes se convirtieron en sus sujetos de estudio.

 

LA FIGURA DE VALLEJO-NÁJERA: UN PSIQUIATRA AL SERVICIO DE LA DICTADURA

 

     Antonio Vallejo-Nájera nació en 1889 en la localidad palentina de Paredes de Nava. Tras licenciarse en Medicina, continuó su formación en psiquiatría, disciplina que en esa época comenzaba a ganar relevancia como una rama científica y socialmente influyente. Sus estancias en Alemania, donde estudió con figuras prominentes como Emil Kraepelin, y su admiración por la ideología nazi marcaron profundamente su carrera.

 

     En 1931, Vallejo  fue nombrado profesor de Psiquiatría en la Academia de Sanidad Militar, donde desarrolló un enfoque que fusionaba la eugenesia con los valores del catolicismo conservador.

 

   En su obra "Eugenesia de la Hispanidad"publicada en plena Guerra Civil, Vallejo argumentaba que la sociedad española estaba en peligro debido a la "degeneración moral" causada por el marxismo.  Para ello proponía, como solución, una intensa "reeducación" de los opositores políticos y la promoción de matrimonios entre individuos considerados "puros".

 

      Sin embargo, su interés por las ideas eugenésicas iba más allá de lo teórico. Durante la guerra, utilizó su posición como jefe de los Servicios Psiquiátricos del Ejército franquista para implementar sus teorías en la práctica, seleccionando a prisioneros políticos y brigadistas internacionales como sujetos para sus experimentos.

 

 

FRANCO Y EL "EXPERIMENTO": "LUZ VERDE" DEL RÉGIMEN.

 

     El experimento de Vallejo-Nájera no habría sido posible sin el apoyo decidido del dictador Francisco Franco, quien lo consideraba una herramienta útil para justificar la represión. De acuerdo con la documentación histórica, Franco dio su aprobación explícita para la creación del Gabinete de Investigaciones Psicológicas en el verano de 1938. Este gabinete operaba bajo la supervisión directa del Estado Mayor y tenía como objetivo la localización y el estudio de las "raíces biopsíquicas" del marxismo.

 

    El apoyo de Franco no se limitó a lo meramente administrativo. Se sabe que el dictador mantenía una relación fluida con Vallejo-Nájera, facilitada por la estrecha amistad entre sus respectivas esposas. Además, el Régimen proporcionó los recursos logísticos necesarios para que el experimento se desarrollara en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, donde cientos de brigadistas internacionales fueron recluidos tras ser capturados en el frente.

 

EL DESARROLLO DEL EXPERIMENTO: PSEUDOCIENCIA Y CRUELDAD

 

      San Pedro de Cardeña, un antiguo monasterio reconvertido en campo de concentración, era un lugar de condiciones extremas. Los prisioneros, provenientes de más de 30 países, fueron sometidos a hacinamiento, hambre, frío y trabajos forzados. Para Vallejo-Nájera, estas personas representaban un "material humano" ideal para probar sus teorías sobre el marxismo como una enfermedad mental.

 

 

     El psiquiatra aplicó pruebas de inteligencia y personalidad que, según él, demostrarían la degeneración mental de los marxistas. En un artículo publicado en Semana Médica Española, afirmó que los prisioneros "presentaban temperamentos esquizotímicos y características antisociales". Estas conclusiones, plagadas de prejuicios y carentes de rigor científico, reflejaban más las ideas preconcebidas de Vallejo que cualquier hallazgo objetivo.

 

 

    Uno de los aspectos más controvertidos del experimento fue su enfoque abiertamente racista. En sus análisis, Vallejo clasificaba a los brigadistas según su origen étnico y nacional, haciendo generalizaciones que reforzaban estereotipos. Por ejemplo, afirmó que los prisioneros cubanos tenían "predisposiciones degenerativas" y que los estadounidenses eran "fanáticos democráticos con inclinaciones materialistas".

 

 

LAS CONDICIONES DE LOS PRISIONEROS: VIDA EN EL INFIERNO

 

    Los testimonios de los supervivientes y de observadores internacionales ofrecen un relato desgarrador sobre la vida en Cardeña. Según contó Robert Steck, un brigadista estadounidense, los prisioneros eran golpeados regularmente por los guardias y forzados a realizar trabajos extenuantes, como excavar trincheras o arreglar carreteras.

 

   "Estábamos cubiertos de piojos y apenas recibíamos comida suficiente para sobrevivir", recordó Steck en sus memorias.

 

    Otro testimonio impactante es el de William Carney, un periodista que visitó el campo en 1938. En un artículo publicado en The TimesCarney describió a los prisioneros como "sombras de hombres", demacrados y desesperados. Aunque las autoridades franquistas intentaron presentarle un panorama más benigno, con prisioneros jugando al ajedrez y leyendo libros, Carney pudo ver la realidad detrás de la propaganda.

 

 

TESTIMONIOS A FAVOR Y EN CONTRA DEL EXPERIMENTO

 

        En su momento, el experimento de Vallejo-Nájera recibió encendidos elogios de figuras dentro del régimen franquista. El coronel Luis de Martín Pinillosinspector de campos de concentración, lo describió como "un avance significativo en la comprensión del enemigo interno". Incluso algunos oficiales alemanes, miembros de la Gestapo que visitaron Cardeña, expresaron interés por los métodos utilizados por Vallejo.

 

 

   Sin embargo, los críticos del experimento, tanto en aquella época como en la actualidad, han señalado sus deficiencias científicas y éticas. El historiador Paul Preston lo calificó como "una farsa pseudocientífica diseñada para justificar la represión". El también historiador español Julián Casanova, afirmó por su parte que los experimentos de Vallejo "no buscaban conocimiento, sino legitimación ideológica".

 

 

   Entre los propios brigadistas, las opiniones también varían. [Img #82062]

Mientras que Bob Doyle, un voluntario irlandés, describió los experimentos como "una excusa para el sadismo", otros prisioneros admitieron que algunos guardias mostraban un trato más humano. Sin embargo, todos coincidieron en que el objetivo principal del campo no era siquiera la "reeducación ideológica", sino la pura humillación.

 

 

      El "experimento del gen rojo" llevado a cabo por Antonio Vallejo-Nájera permaneció oculto para el gran público durante décadas debido al control informativo del Régimen franquista y la represión generalizada que dificultaba cualquier tipo de denuncia o investigación sobre estos brutales abusos.

 

      No fue hasta después de la muerte de Franco, a partir de la segunda mitad de la década de los 70, cuando los historiadores pudieron comenzar a investigar los crímenes y abusos del franquismo. Sin embargo, el conocimiento más detallado sobre el  "experimento del gen rojo" no se empezó a producir hasta los años 90 y principios del siglo XXI, cuando se comenzaron a publicar las primeras investigaciones académicas y ensayos históricos que exploraban el uso de la ciencia al servicio de la dictadura.

 

    El historiador británico Paul Preston, en su libro "El Holocausto Español" (2011), documentó cómo la represión franquista había incluido este tipo de experimentos pseudocientíficos en su programación. Javier Rodrigo y otros historiadores especializados en los campos de concentración franquistas, también analizaron estas prácticas en trabajos dados a conocer después del año 2000.

 

     Artículos académicos recientes, como los de Juan José Martín García y Marta Fernández Viejo, publicados en 2019, han arrojado luz sobre el rol exacto desempeñado por Vallejo-Nájera y la implicación en ellos del Régimen franquista​.

 

      Además, documentales y exposiciones han contribuido igualmente a popularizar el tema en el curso de los últimos años. Un ejemplo ha sido también el documental "Los ángeles caídos de Franco", presentado en León, en el que se aborda el fanatismo que caracterizó a los psiquiatras franquistas​​.

 

      En definitiva, aunque las primeras investigaciones se empezaron a producir tras la muerte del dictador, el conocimiento más detallado del "experimento del gen rojo" solo se empezó a consolidar entre los años 90 y 2010, gracias a la apertura de archivos, la recuperación de testimonios y los avances en la historiografía sobre la Guerra Civil y el franquismo.

 

EL OCASO DEL DOCTOR MENGELE ESPAÑOL

 

     Antonio Vallejo-Nájera, figura clave del Régimen franquista en el campo de la psiquiatría española tras la Guerra civil , destacó por integrar sus teorías pseudocientíficas en las políticas de la dictadura. Reconocido como un referente en psiquiatría oficial, promovió una suerte de "eugenesia católica", basada en una abracadabrante combinación entre ideología ultraconservadora,   religión y eugenesia.

   

    Sin embargo, la década de 1950, sus planteamientos ya estaban ampliamente desacreditados en Europa y otras partes del mundo, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, cuando las atrocidades cometidas por el nazismo revelaron los graves peligros de la pseudociencia aplicada a políticas de exclusión y sistemático exterminio.

 

    No obstante, Vallejo no dejó de ocupar roles relevantes, como la de la Dirección del Departamento Nacional de Sanidad Mental y la cátedra de Psiquiatría en la Universidad Central de Madrid, (actual Universidad Complutense), desde donde influyó en la formación de médicos y psiquiatras con ideas basadas en la inferioridad mental de los marxistas y la preservación de la "raza hispana".

 

     Sin embargo, aunque permaneció activo en el sistema académico y sanitario del franquismo hasta el día de la jubilación, su figura empezó a caer en el olvido, incluso dentro de las propias filas del franquismo, debido al descrédito y obsolescencia de sus planteamientos.

 

     El nefasto psiquiatra Antonio Vallejo-Nájera murió en 1960, dejando un nocivo legado en la psiquiatría española. Si bien influyó en las políticas de salud mental del franquismo, su contribución es hoy ampliamente rechazada por el conjunto de la comunidad de científicos e historiadores, quienes condenan el carácter pseudocientífico de sus teorías y el papel que desempeñó  en la legitimación de la represión franquista.

 

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