divendres, 14 de setembre del 2018

Anatomía de la Guerra Civil: Anatomía de una fortificación y El espolón de Vaciamadrid.



jueves, 13 de septiembre de 2018

Anatomía de una fortificación




Un plano preliminar del complejo fortificado del Pinar del Campillo, tal y como se puede ver en estos momentos.

Según avanza la excavación de las fortificaciones del Campillo tenemos más clara la estructura del complejo. Se trata de un espacio considerablemente elaborado y que experimentó diversas transformaciones a lo largo del tiempo. 

En un primer momento creemos que existía solo una trinchera de resistencia y un parapeto aspillerado, situado en una prominencia frente al cantil rocoso de Rivas Vaciamadrid. Es posible, incluso, que el primer elemento defensivo fuera este parapeto. 

Sea como fuere, en una fase posterior, seguramente durante el año 1938, en que sabemos que se procede a fortificar todo este sector, se construye entre ambas estructuras -trinchera y parapeto- dos refugios excavados en el sustrato rocoso y unidos por una escalera también tallada en la roca. 

El primero de los refugios está comunicado con la trinchera de resistencia a través de un estrecho vano tallado en el yeso. Como la trinchera está a mayor altura que el refugio, se levanta una armazón de madera que salva el desnivel. Se ha perdido, pero conservamos los orificios en las paredes en los que se encajaban los pontones que sostenían la estructura. El refugio estaba además conectado con el exterior a través de una trinchera que lleva hacia el vallejo situado al este. Testimonio del uso de este refugio como espacio de vida es un tintero, un frasco de laxante y latas de conservas.

En el segundo de los refugios se levanta una plataforma de cemento, sujeta por dos traviesas de acero reutilizadas de la vecina vía de ferrocarril, y se instala un puesto para una ametralladora Maxim. Se trata de un espacio multifuncional, como señalamos en una entrada anterior, porque justo detrás del puesto de Maxim hay un horno con chimenea, que serviría para que los soldados se calentasen en invierno, pero también para calentar la comida (apareció una lata sobre un hogar de ladrillo). Aquí apareció otro tintero y un bote de colonia.

El complejo fortificado tal y como se ve desde el promontorio del parapeto aspillerado.


De este refugio parte una trinchera en dirección al parapeto aspillerado, pero se interrumpe en un pozo de tirador, que cubre el vallejo.

En un momento posterior se abre una nueva tronera en el lado opuesto a la de la ametralladora y se refuerza con ladrillos macizos. Sobre ella aparecieron guías de peine de fusil Mosin Nagant. La función es, nuevamente, cubrir el vallejo en caso de ataque enemigo. Quizá en este mismo momento se sella el vano que conecta este complejo subterráneo con la trinchera de resistencia ¿Por qué? No lo sabemos. Es posible que para evitar que el refugio se inundara con la escorrentía que bajaría por la trinchera cuando había tormentas. Y al fin y al cabo no había muchos soldados en este sector. La trinchera estaría vacía la mayor parte del tiempo. Nosotros no hemos encontrado ni un mísero casquillo en los cerca de 30 metros que llevamos excavados. 

La arqueología es una ciencia ambigua y con frecuencia imprecisa, no nos cansaremos de repetirlo. Y no tiene sentido que intentemos competir con la documentación textual. Hablamos de fuentes de conocimiento distintas y en buena medida complentarias. Hay muchas cosas que la arqueología no puede hacer, por supuesto, o no tan bien como otras disciplinas. Pero cuando se trata de describir la anatomía de un espacio construido y su evolución a lo largo del tiempo, no tiene rival.

El espolón de Vaciamadrid


Visita guiada a la casa de Peña Blanca. Al fondo, el macizo de Coberteras.

En la visita guiada del sábado subimos a una de las torres que coronan las esquinas del actual edificio en ruinas de la Casa de Peña Blanca. Desde ahí el visitante se hace una idea clara del paisaje, con el antiguo pueblo de Vaciamadrid en la llanada, al pie del Soto de las Juntas. Uno de los vanos de la torre enmarca plenamente el macizo rocoso del Vértice Coberteras, un hito dentro de lo que en la documentación militar se conoció durante la guerra como el Espolón de Vaciamadrid. A día de hoy, parte de ese espacio está en manos privadas y otra es propiedad del Ejército, que realiza maniobras allí. Es una pena no poder llevar a cabo trabajo de campo en una de las zona 0 de los inicios de la batalla del Jarama. El gran objetivo franquista era cruzar el Jarama y cortar la carretera de Valencia. Dominar el espolón de Vaciamadrid suponía alcanzar una posición ofensiva desde la que se podía hostigar con todo tipo de armamento un vial crucial para los suministros a la capital.
Envalentonados por la reciente toma de Málaga, las tropas de élite del ejército sublevado, plenas de moral, ven aquí la posibilidad de cerrar el cerco sobre Madrid y acabar rápidamente con la guerra. Sin embargo, las cosas iban a complicarse desde el inicio. La ofensiva tuvo que retrasarse por las pésimas condiciones climáticas. Además de perder el factor sorpresa, la lluvia y el barro entorpecerían sobremanera el avance. La I Brigada del coronel Rada fue la encargada de avanzar para conquistar el objetivo. Eran tropas de choque, bregadas y experimentadas, los aguerridos moros, entre otros. El día 7, tras una intensa preparación artillera, inician su avance, enfrentándose a la XIX Brigada republicana. Bajo una lluvia torrencial, al día siguiente conquistan el vértice, sufriendo un brutal contraataque republicano el día 9.
Plano con los movimientos de los dos ejércitos en los primeros días de la batalla (en Martínez Bande 1968).

El Capitán Jefe accidental del segundo tabor de regulares de Melilla, describió pormenorizadamente el avance a pecho descubierto, entre el lodo, bajo el fuego de las armas autómaticas (AGMAV, C. 1904, 3). En su avance, los regulares se encuentran con el campamento que  [los republicanos] dejaron abandonado, lonas individuales, bastante armamento, y municiones que quedó por el suelo ante la imposibilidad de poder recogerlo por no poder distraer fuerzas del Tabor, ya que cada individuo llevaba su fusil, 200 cartuchos, dos bombas de mano, rancho en frío, careta anti-gas, etc., y además tener que recoger los heridos que tuvimos, además de la lluvia y viento frío y de esta manera mojándose el personal y empapándose la ropa. Al fin y al cabo, un avance de infantería no deja de ser una prospección arqueológica de un terreno ignoto, controlado por el enemigo.
Para aquellos que pretenden desideologizar el conflicto, las fuentes no dejan lugar a dudas sobre el compromiso con laCruzada de los mandos de estas tropas de élite, que compiten entre ellas por adquirir capital simbólico en la lucha contra losrojos. Citando de nuevo al capitán anterior:
Visto el desarrollo de la operación y siendo felicitado el Tabor lo traslade con orgullo y satisfacción de ver que el 2º Tabor ha sido el primero que ha dominado á tiro de fusil la carretera de Valencia siendo un gran honor para el mismo ya que también tuvo el laurel de ser los primeros que dominamos la carretera general de La Coruña, en Las Rozas, pero esta fue dominada por nuestra presencia. “TODO POR LA PATRIA”. “VIVA ESPAÑA”.
El Espolón de las Coberteras a 10 de Febrero 1937.
Artillería franquista batiendo posiciones republicanas al pie de los cantiles del Piul (en García Ramírez 2007).

Desde entonces, el Espolón de Vaciamadrid quedó en manos franquistas. Recuperarlo fue una obsesión del gobierno republicano hasta el final de la guerra. Desde aquí se ametrallaba la carretera de Valencia y la artillería bombardeaba las posiciones republicanas, entre ellas las de los Cantiles del Piul.
En el contraataque del día 9 una granada rompedora de la artillería republicana cayó sobre una chabola, causando notables bajas, entre muertos y heridos. Entre éstos últimos estaba un capitán, que animó y sostuvo a la tropa, a unos soldados que con elevado espíritu victorearon a España y al Generalísimo. El comportamiento de este capitán quedó así reflejado por el jefe de agrupación de artillería de la Iª Brigada (AGMAV, C. 1904, 13):
A Vd de parte el Comandante que suscribe de que los informes recibidos tanto de los heridos como de los ilesos al explotar una granada enemiga en La Marañosa sobre la actuación del Capitán Don Juan Pedro Cortés Mateo que mandaba la 7ª Batería del 3º Ligero son tales que demuestran en el citado Capitán tan grande espíritu militar y tal amor a España que me honro en ponerlo en el superior conocimiento de V para lo que estime oportuno. Al Jefe que suscribe le dijo el Capitán Cortés momento después de serle amputada la pierna que era un día feliz para él por haber dado una pierna por España y solo sentía haber dado tan poco. Pinto 10 de febrero de 1937. El Comandante. Manuel Camba. Rubricado.
Navalcarnero 11 de febrero 1937.
El Comandante Jefe de la Agrupación.
La ofensiva franquista empezaba con buen pie, mientras los republicanos se iban por piernas cuesta abajo. Aquí acabó la guerra para el capitán Cortés. No sabemos (por ahora) qué fue de él. Pero sin duda, se convirtió en un laureado Mutilado de Guerra, a lo Millán Astray. El Régimen quizás le puso una gasolinera, un estanco o lo enchufó de vedel en un ministerio o un colegio. Si tuvo familia, sus vástagos tendrían acceso a becas, a colegios mayores de militares, su mujer podría comparar en economatos y, en caso de enviudar, recibir una paga así como los honores de haber sido la esposa de un héroe de guerra. Todo a cambio de dar una pierna por España. Por el contrario, los mutilados del otro lado (brigadistas y españoles), y sus familias, no tuvieron nada de eso durante cuarenta años. Sí. En esta guerra hubo vencedores y vencidos. En sitios como el Espolón de Vaciamadrid se enfrentaban también modelos opuestos de sociedad, diferentes visiones políticas e ideológicas del mundo. Lamentablemente, la España del capitán Cortés sigue presente, gangrenando nuestra sociedad, mientras se amputan libertades y derechos.