El campo de concentración de Miranda de Ebro fue un campo de concentración franquista ubicado en la ciudad de Miranda de Ebro, Burgos (España). Se creó para albergar a presos republicanos en 1937 y se mantuvo abierto hasta 1947, siendo el último en clausurarse en España.
Mientras que en la mayor parte de la provincia de Burgos el resultado de las elecciones del 16 de febrero de 1936 fue favorable para las fuerzas conservadoras, el pueblo mirandés se mantuvo fiel a las candidaturas del Frente Popular. Esto provocó que, iniciada la Guerra Civil, la llegada a la ciudad de las tropas franquistas fuese más violenta y que se implantasen, además del campo de concentración, otros servicios para el ejército franquista: hospital de heridos de guerra, alojamiento a las tropas de Mussolini, etc.
La captura de prisioneros republicanos en el norte de España fue muy considerable en poco tiempo, lo que motivó el hacinamiento de los presos en condiciones inhumanas. Para paliar el problema, el BOE del 5 de julio de 1937 ordenó al gobierno de Burgos la construcción de cuatro campos de concentración en la provincia. En Miranda de Ebro se instaló uno de ellos gracias a su privilegiada situación geográfica cercana al frente enemigo y a sus excelentes comunicaciones tanto por ferrocarril como por carretera.
Se eligió un solar de 42.000 m² perteneciente a la empresa Sulfatos Españoles SA, situado entre las instalaciones ferroviarias y el río Bayas. La construcción del campo la llevaron a cabo los propios ciudadanos mirandeses de manera forzosa. En apenas dos meses el campo ya estaba activo, pero sus condiciones eran lamentables.
La capacidad del campo era de 1500 prisioneros, pero pronto se superó este límite debido a la llegada de más presos de otros campos del norte. Las pésimas condiciones hicieron que en el invierno de 1937 se derrumbase un barracón hiriendo a más de 150 personas. Al año siguiente se pidieron fondos para la construcción de nuevos barracones.
A los prisioneros republicanos se les otorgaba una labor tras clasificarlos entre:
- · Criminales: criminales comunes.
- · No hostiles al "Movimiento Nacional": Obligados a luchar en el bando republicano
- · Desafectos sin responsabilidad: Voluntarios republicanos sin responsabilidades
- · Desafectos con responsabilidad: Voluntarios republicanos con responsabilidades (políticos, militares superiores,...).
A los criminales comunes se les enviaba a prisión, y en caso de saturación se les otorgaba la libertad. Tanto a los desafectos con responsabilidad como a los sin responsabilidad se les ordenaban trabajos forzados. A los no hostiles se les reclutaba en el bando nacional. Los prisioneros eran obligados a cantar y alabar a Franco, mientras que las creencias republicanas eran ridiculizadas.
Por el campo de concentración de Miranda de Ebro llegaron a pasar cerca de 65.000 prisioneros republicanos.
En el año 1941 apenas quedaban prisioneros españoles (republicanos) en el campo; la mayoría fueron trasladados a otros centros o liberados. El campo de Miranda se convirtió entonces en un centro para extranjeros.
La influencia que la Gestapo tuvo en Miranda de Ebro fue muy importante, sobre todo a partir de la visita de Heinrich Himmler en 1940. Su visita tenía dos objetivos principales: repatriar a los alemanes presos en España, así como detener a posibles espías del bando aliado. El campo fue dirigido por un tiempo por Paul Winzer, un alto cargo nazi.
Lo cierto es que desde 1941 hasta 1943 (hasta que Franco se comenzó a distanciar de los nazis e italianos al ver cómo se estaba desarrollando la II Guerra Mundial) la Gestapo interrogó a los prisioneros, organizó el centro e incluso decidían los destinos de los presos.
El 5 de enero de 1943 se inició una huelga de hambre por parte de los brigadistas y gracias a la presión ejercida consiguieron su libertad. En 1943 tenía 3.500 prisioneros extranjeros.
Cabe destacar la presencia de franceses que intentaban huir de la amenaza nazi y que, tras pasar los Pirineos con ayuda del bando republicano, eran detenidos e internados en campos españoles. También hubo un nutrido grupo de judíos que escapaban del holocausto.
El fin de la Segunda Guerra Mundial se acercaba y muchos miembros del ejército nazi desertaron al ver el avance del bando aliado por Europa. Al igual que ya hicieron los franceses, los soldados alemanes venían a España con la intención de huir hacia Latinoamérica.
Lo cierto es que muchos nazis aseguraban que preferían quedarse en el campo de Miranda a que les repatriasen a su país de origen. Aquí, según ellos, la estancia era tranquila incluso hasta cómoda (dentro de lo que cabe) en comparación con los campos alemanes. Finalmente consiguieron salir gracias a las fugas como la Operación Odessa y a las ayudas económicas que otorgaron los nazis.
El campo de concentración de Miranda de Ebro se clausuró en enero de 1947, siendo el último en territorio nacional. Los presos fueron trasladados a la cárcel de Nanclares de la Oca (en el término municipal de Iruña de Oca), en Álava. Entre 1949 y 1953, las instalaciones albergaron un centro de reclutas hasta que en 1954 fue derribado.
Sobre los terrenos del campo, donde hoy día se sitúan diferentes empresas químicas, sólo queda un viejo depósito de agua, algún muro, los restos del lavadero y una caseta de guardia y una placa en recuerdo de los prisioneros. Entre 2005 y 2006 se consolidaron unas viejas ruinas correspondientes al lavadero del campo y al puesto de guardia que sufrían riesgo de desplome.
“Cautivos y desarmados”
Han sido muchos los trabajos que se han escrito sobre el campo de concentración mirandés, el último se ha presentado este mes y se trata del libro de Francesc Grau Viader, “Cautivos y Desarmados”
Este proyecto cuenta la historia de como hizo Primo Levi a partir de su experiencia en Auschwitz, Grau Viader nos cuenta en forma de novela las vivencias de unos jóvenes de la Quinta del Biberón, después de la Batalla del Ebro, en los campos de concentración: primero en la plaza de toros de Logroño y después en Miranda de Ebro. Constituye un documento excepcional por ser muy escasos los relatos escritos de primera mano.
Prisioneros destacados
Henri Birnbaum - Introductor del judo en España.
Félix Gouin - Presidente provisional del gobierno francés.
Georges Bidault - Primer Ministro francés y Ministro de Asuntos Exteriores
Jacques L. Monod y François Jacob - Premios Nobel de Medicina
Frank Ryan - Líder de la Columna Connolly.
Antoni Kępiński - Psiquiatra polaco
Vera Leigh - Espía británica
Hans Hartung - Pintor alemán-francés.
Félix Padín Gallo - Anarquista vasco.
Frantisek Fajtl - General de la aviación checoslovaca
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