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La obra inédita de Kautela, el fotógrafo que viajaba empotrado con las tropas de Yagüe, sale a la luz con 80 años de demora y una exquisita edición
Barcelona - Domingo, 01/07/2018 | Actualizado el
02/07/2018 a las 10:11 CEST
Un grupo de barcelonesas desfila con soldados del cuerpo
marroquí por el paseo de Gràcia, el 27 de enero de 1939. / KAUTELA
(ARCHIVO FAMILIAR MARTÍNEZ GASCÓN) / REST. V. LAHUERTA
Se acerca inexorablemente el 26 de enero del 2019. Al romper
el alba de ese día se cumplirán 80 años de la entrada de las tropas del
general Yagüe en Barcelona. La ciudad, que había sido puesta
como ejemplo de bravura por Winston Churchill en la Cámara de los
Comunes por su aplomo durante los bombardeos de la aviación italiana, se rindió
con una mansedumbre casi ovina. Quedaban atrás tres años de épica que tan
fenomenalmente retrataron fotógrafos como Agustí Centelles, Robert
Capa, Gerda Taro o Hans Gutmann. La guerra
civil fotográfica, lo que son las cosas, la ganó sin duda la república. Pero
para equilibrar esa balanza sale ahora del cuarto de revelado la obra de Francisco
Martínez Gascón, alias Kautela, fotógrafo del bando
nacional que acompañó a Yagüe en los preliminares y en la toma
de Barcelona. La obra de aquel testigo cámara en mano acaba de ser publicada
por la Institución Fernando el Católico de la Diputación de
Zaragoza. Kautela, un fotógrafo en la España franquista es un
trabajo de investigación y edición soberbio a cargo de Víctor Lahuerta y Cristina
Martínez de Vega, pero lo es sobre todo, desde la perspectiva de Barcelona,
por el capítulo dedicado a esta ciudad. La caída de Barcelona como nunca se
había visto y como a muchos no les gusta recordar.
La república ganó una guerra, la fotográfica, con
Capa, Centelles, Taro y muchos más. En el otro bando, Kautela y Campúa fueron
la versión patria y chica de Leni Riefenstahl
Página 120. Un grupo de barcelonesas, todas bien vestidas,
abrigo largo, probablemente de la burguesía local, desfilan por la calzada
central del paseo de Gràcia. Ríen. Las acompañan como mínimo tres soldados. A
la fotografía le da una fuerza excepcional quien ocupa el centro de la imagen,
probablemente un miembro del cuerpo africano con el que Yagüe acaba
de tomar la ciudad, un negro con un fez. La fecha de la fotografía es el 27 de
enero de 1939.
Pagina 122. La fecha es la misma. El franquismo cumple su
primer día de vida en Barcelona. Otra vez se trata de un grupo de mujeres.
Algunas repiten como modelos. Esta vez viajan montadas en los estribos de un
Opel descapotable de 1924.
La foto tiene todos los elementos de lo que se supone que es
una liberación comme il faut, como la de París cinco años después.
El único elemento disonante, y mucho, es que las mujeres saludan como los
fascistas, brazo en alto. Ni esta (la del coche) ni la anterior (la que
encabeza esta información) fueron publicadas en el diario para el que entonces
trabajaba Kautela, Heraldo de Aragón. Él viajaba (como
se dice en la jerga periodística actual) empotrado con las tropas de Yagüe.
Se supone que fue el primer civil que entró en la ciudad, un privilegio
profesional. Pero Yagüe no era Franco, que tenía
su propio fotógrafo de cabecera, José Demaría Vázquez, este también
con un alias, Campúa, que terminó por ser conocido como el
fotógrafo del generalísimo después de la guerra, el que si era necesario se
embarcaba en el Azor y retrataba al dictador con sus capturas
del día, tres hermosos atunes y dos tiburones.
La maleta, un canon
Total, que por acompañar a Yagüe y no
a Franco buena parte de lo mejor de la obra de Kautela terminó,
como suele ser ya canónico si se trata de fotografías rescatadas, en una
maleta. En este caso es la que custodió durante un tiempo Cristina
Martínez de Vega, la coautora del libro. Es la nieta del fotógrafo. Cuando
murió la abuela, en enero del 2004, que sobrevivió a su marido 21 años, hubo
que pasar el trance de vaciar el piso. Fue entonces cuando de un armario
empotrado comenzaron a salir sobres de negativos y una maleta envejecida por el
paso del tiempo. Un tesoro, vamos.
'La maleta de Kautela' / CRISTINA MARTÍNEZ DE VEGA
Martínez de Vega aprovechó parte de todo aquel
material para edificar primero una tesis doctoral sobre la fotografía durante
la república y la posguerra. Fue una primera aproximación a la obra de Kautela.
El libro es la segunda, esta vez con la colaboración de Lahuerta,
que ha dedicado meses a un trabajo de relojero, el de identificar uno a uno a
los protagonistas de las imágenes, humanos o materiales, a geolocalizar las
escenas y a restaurar delicadamente los negativos. El resultado merece la pena.
Es una exquisitez historiográfica.
Tanques a 500 pesetas
Kautela estaba como uno más, por ejemplo, en los
preparativos de la toma de Barcelona, donde Lahuerta identifica
un carro de combate alemán PzKpfw, esto es previsible, pero también uno de
los178 tanques soviéticos T-26B que las tropas franquistas capturaron al
enemigo porque eran más eficaces que los alemanes, hasta el punto de que les
pusieron precio, 500 pesetas por cada uno que se apresara intacto.
Un tanque alemán, a las afuerras de Barcelona, y detrás un
T-26B soviético capturado al enemigo / KAUTELA (ARCHIVO MARTÍNEZ
GASCÓN) / REST. V. LAHUERTA
Lo que aquellos rollos de negativos descubren ahora, con 80
años de demora, eran unos minuciosos preparativos para el asalto de Barcelona.
La prensa de la ciudad mantenía aún un relato heroico, de momento trascedente,
en las ediciones del 25 de septiembre. “El Llobregat puede ser el Manzanares de
Barcelona”, anunciaba La Vanguardia. “Las tropas españolas
contienen con heroismo los intensísimos ataques de las divisiones
italofacciosas”. La misma cabecera que ese miércoles de enero prometía que la
ciudad sería una fortaleza inexpugnable, marcaba un paso bien distinto 48 horas
después. “Entrada apoteósica del Ejército Nacional en Barcelona”, titulaba. Y
apostillaba después: “Nuestra ciudad no ha sido conquistada, ha sido ganada por
la fuerza irrebatible de la razón de la Nueva España”. Eso era era el 27 de
enero, el día de la misa en la plaza de Catalunya, rebautizada temporalmente
como plaza del Ejército, en la que el propio Yagüe, el carnicero de
Badajoz, se dirigió al público: “Y a vosotros catalanes, que os envenenaron con
doctrinas infames, que os hicieron maldecir a España, si lo hicisteis engañados
por los falsos propagandistas os traigo también el perdón…”.
Un fotógrafo con bemoles
Kautela estaba ahí, a escasos pasos del general,
pero entonces no era el único hombre cámara en mano. Lahuerta, en
el recuerdo de aquella jornada, destaca los bemoles que mostró otro fotógrafo
presente en la plaza de Catalunya, Josep Maria Pérez Molinos,
militante del PSUC, que no solo no tomó el camino del exilio, sino que salió
con su cámara a retratar el momento con tanta naturalidad que hasta le
contrataron después como retratista oficial en el Gobierno Civil, hasta que
pasados tres años se descubrió su pasado y se lo hicieron pagar.
Las tropas de Yagüe, entre enrtusiastas barceloneses, en la
esquina del paseo de Gràcia con la plaza de Catalunya / AUTOR KAUTELA
(ARCHIVO MARTÍNEZ GASCÓN) / REST. V. LAHUERTA
El libro, subraya Lahuerta, no se publica con
propósitos glorificantes. No es un libro de exaltación del franquismo. Si acaso
es, aún con todas las controversias que siempre la han acompañado, la versión
chica y patria de Leni Riefenstahl, la fotógrafa y cineasta de
cabecera del nazismo, entusiasta seguidora de Hitler, por mucho que
tras la guerra lo negara, pero autora al final y al cabo de un material en
celuloide de enorme calidad estética y, también, documental.
Decía Plutarco que la anécdota es la sal de la
historia, y en la toma de Barcelona ese es el caso del capitán Felipe, alcalde
durante un día
Es así como merecen ser visitadas las fotografías de Kautela,
más que observadas, exploradas. El libro permite, por ejemplo, un cara a cara
con Víctor Felipe. Kautela le retrató en unos
instantes de pausa antes de la entrada de las tropas franquistas en Barcelona.
¿Qué quién es Víctor Felipe? Un capitán del bando de los sublevados
de papel tal vez solo anecdótico en la historia de Barcelona, pero como
decía Plutarco, la anécdota es la sal de la historia.
Felipe recibió de Yagüe el
encargo de tomar posesión del ayuntamiento, así que, formalmente fue alcalde de
la ciudad durante un día.
“Para que conste en el día de hoy 26 de enero de 1939, III
año Triunfal, me posesiono de la Secretaria Técnica de este Ayuntamiento, según
se me tiene ordenado por el ilustrísimo señor Auditor de Guerra del Ejército de
ocupación, como oficial primero honorífico del Cuerpo Jurídico Militar en el
servicio de restablecimiento civil de la vida de los pueblos liberados,
encargándome de la regencia provisional en este Ayuntamiento”. Así consta en el
acta de actividades municipales de aquel día. Eran las cuatro y media de la
tarde. Apenas unas pocas horas antes, Hilari Salvadó, el último
alcalde republicano, acababa de salir de la ciudad. Cuando el capitán Felipe
salió al balcón del ayuntamiento, con la plaza de Sant Jaume llena de curiosos
y de algunos entusiastas, Kautela también estaba ahí.
PVíctor Felipe, alcalde de Barcelona por un día / KAUTELA
(ARCHIVO MARTÍNEZ GASCÓN) / REST. V. LAHUERTA
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