La participación española en la Resistencia francesa ha sido tapada durante mucho tiempo, siendo ignorada para convertir a los franceses en los luchadores indiscutibles, pero hubo mucha presencia española entre sus filas. Y si esta presencia fue tapada, la de las mujeres fue totalmente ignorada, pasando a ser protagonistas invisibles.
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Algunas trabajaron en el campo, otras como criadas, y las menos en fábricas, donde muchas de ellas sufrieron explotación y vejaciones por parte de sus patronos.
En marzo de 1.941 fueron las primeras que, conocedoras de las duras condiciones de los campos franceses en África, se rebelaron contra la decisión de las autoridades francesas de trasladar a los brigadistas del campo de Argèles al norte de África. Según Ana Pujol "los hombres vacilaban y no se atrevían, temiendo las consecuencias del levantamiento. Y las mujeres decidimos llevar nosotras la lucha (...). Fue el campo de mujeres el que se levantó, en una protesta tan unánime y violenta, que las propias fuerzas que nos guardaban cogieron miedo. En pocos minutos, la avalancha de mujeres avanzando hacia el reducto donde se intentaba sacar a rastras de sus barracas a los internacionales rompió las alambradas y lo arrolló todo".
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También hubo menores de edad, y algunas tuvieron problemas con algunos compañeros. Les decían que eran muy jóvenes para ingresar en el partido, pero después les daban trabajos de enlace. A veces, los hombres no veían con buenos ojos la presencia femenina en la guerrilla, pero aun con estas reticencias, algunas mujeres llegaron a ocupar puestos importantes en el organigrama guerrillero, como Regina Arrieta que perteneció a la dirección del MOI (Mano de Obra Inmigrada) en Toulouse, o Nati Molina "La Peque" que formaba parte del Estado Mayor de la Agrupación de Guerrilleros Españoles.
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Esta presencia femenina fue importante de igual modo en las cadenas de evasión, una de las primeras formas de resistencia contra los nazis, redes que ayudaban a perseguidos a atravesar por diversos pasos de montaña la frontera pirenaica. Una de las más importantes fue la creada por el oscense Francisco Ponzan (en la resistencia, Fraçois Vidal) que formaba parte de la red Pat O'Leary, organizada por los servicios secretos ingleses para sacar de territorio francés a los aviadores británicos que caían en Francia. Pilar Ponzan, hermana del fundador fue también miembro de esta cadena junto a Alfonsina Bueno Ester y Segunda Montero.
Pese a su contribución a la liberación de Francia, su presencia ha sido obviada o han quedado relegadas a meras auxiliares en una historia protagonizada por los hombres.
Jose María Alvarez Posada (Celso Amieva) escribía una carta a su amigo Eduardo Pons Prades para que incluyera en su libro un poema que sirviera de homenaje a las mujeres que reconocía "con frecuencia hemos olvidado. Sin ellas, bien lo sabes, nosotros, los valientes, los heroicos guerrilleros, nos hubiéramos hundido moralmente más de una vez y, en el plano digamos operacional, pegado más morradas que pelos tenemos en la cabeza. Por eso te envío estos versos dedicados a las muchachas del maquis".
Las primeras líneas de su poema dicen: "Quiero nombrar aquí a las compañeras abnegadas y anónimas, enlaces y escuchas, auxiliares y guerrilleras o heroicas enfermeras, valientes y eficaces".
Fuente: Ciudad de Mujeres
"Los que han querido confinar a la mujer al simple papel de auxiliar de la Resistencia, se equivocan de guerra" - André Malraux
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