AQUELLAS PERSONAS SE MANTUVIERON LEALES
El viaje en tren de los Gurruchaga
UN REPORTAJE DE IBAN GORRITI - Lunes, 26 de Diciembre de 2016 - Actualizado a las 06:09h
Antonia Iriarte y su hijo Javier visitaron hace años el Museo Vasco del Ferrocarril. (Museo Vasco del Ferrocarril)
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La Diputación de Gipuzkoa tributó un emotivo homenaje el pasado martes al personal del Ferrocarril del Urola que fue represaliado durante la Guerra Civil. En palabras del diputado general, Markel Olano, aquellas personas se mantuvieron leales a las autoridades legítimas, y por ello fueron castigadas. Por su compromiso con la libertad y los valores democráticos”, esgrimió el diputado general en el acto celebrado en Tabakalera.
El portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka, también asistió al acto de conmemoración y recuerdo a los 123 trabajadores y trabajadoras represaliados en la línea de vía estrecha inaugurada el 22 de febrero de 1926 por Alfonso XIII y que unía las localidades de Zumarraga y Zumaia. Fue el primer ferrocarril eléctrico del Estado español y la última línea de ferrocarril que se construyó en Euskadi hasta las inversiones en el tramo vasco del tren de alta velocidad.
Diez años después de echar a andar, estalló la Guerra Civil. Gipuzkoa cayó en manos de los golpistas. La Diputación ordenó, entonces, evacuar los recursos materiales, y el personal al servicio de la institución y de sus empresas públicas. La mitad del personal del Ferrocarril del Urola cumplió la orden, y todos ellos, además de quienes mostraron su desafección para con el régimen totalitarista establecido, fueron represaliados.
Una de las familias castigadas por los golpistas fue la de la donostiarra fallecida en 2015 Antonia Iriarte, nombre para la mayoría de los lectores anónimo, pero curioso, en el momento en que se cita que era la madre del cantante y actor Javier Gurruchaga Iriarte, líder de la Orquesta Mondragón. El encargado del Museo Vasco del Ferrocarril, Juanjo Olaizola, recuerda la visita de ambos al museo el verano de 2009: “Tuve el placer de acompañarles. Es un secreto a voces la afición de Javier Gurruchaga por el ferrocarril: usuario habitual de los servicios de Renfe en sus desplazamientos desde su ciudad natal, Donostia, a Madrid o Barcelona”.
Quien hiciera famosa la canción Viaje con nosotros, ha manifestado por activa y por pasiva su fascinación por el tren en programas de radio o televisión, entre los que destaca La Cucaracha Express, ambientado en un vagón de ferrocarril, o su último trabajo, El maquinista de la General. “Sin embargo -enfatiza Olaizola-, la relación de este artista con el ferrocarril está marcada por uno de los episodios más trágicos de la historia de nuestro país: La Guerra Civil y la represión de los franquistas sobre los perdedores”.
Gurruchaga es hijo, sobrino y nieto de ferroviarios castigados durante la Guerra Civil, simplemente por haber obedecido las órdenes de sus legítimos superiores. Todos ellos trabajaron en el desaparecido ferrocarril del Urola, que comunicaba las villas guipuzcoanas de Zumarraga y Zumaia y cuyo principal centro era la estación de Azpeitia, actual sede del museo.
Formaron parte de la plantilla del Urola varios miembros de la saga de los Gurruchaga: Antonio Gurruchaga Eizaguirre (abuelo del artista), sus tíos Juan Bienvenido y Bernardino, y su padre Vicente Gurruchaga Echeverría. Este último, tercero de los hermanos, accedía a la plantilla el 10 de octubre de 1931 como factor meritorio, sin sueldo, de la estación de Zumaya-Empalme.
Tras el golpe de estado protagonizado por militares españoles contra la Segunda República en julio de 1936 que dio origen la Guerra Civil y, aunque Gipuzkoa se mantuvo leal a la democracia, su territorio pronto fue ocupado por los sublevados que calificaron a Gipuzkoa y Bizkaia como “provincias traidoras”.
Así, el 20 de septiembre de 1936, ante la inminente entrada en el valle del Urola de las tropas del general Mola, los cuatro ferroviarios de la familia Gurruchaga obedecieron, al igual que la mayor parte de la plantilla del tren del Urola, la orden de la dirección del ferrocarril de evacuar hacia Bizkaia. “Pocos días después, el nuevo Consejo de Administración del Ferrocarril del Urola, compuesto por diversos dirigentes franquistas, procedió a la disolución de la antigua plantilla y marcó un plazo improrrogable de tres días para solicitar el reingreso”, confirma Olaizola. En consecuencia, todos ellos, perdieron su trabajo en la línea del ferrocarril.
Aunque los Gurruchaga solicitaron en diversas ocasiones el reingreso, no llegaron a alcanzar su objetivo sino una vez iniciada la transición de la dictadura franquista a la democracia. Antonio y Juan Bienvenido, ya fallecidos, no lograron el reconocimiento que lograron en 1979 Bernardino y Vicente quienes, tras un largo proceso judicial, obtuvieron el reingreso en el Ferrocarril del Urola. Dado el tiempo transcurrido, la readmisión solo les sirvió para conseguir una pensión de jubilación acorde con la categoría laboral que les habría correspondido en caso de no haber sido expulsados de la plantilla del ferrocarril. La propia Antonia vio cómo los fascistas se llevaban a su padre a la cárcel por ser del PNV. Ella, junto a su marido acabaría, además, sirviendo a una familia del régimen dictatorial.
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