dimarts, 9 d’octubre del 2012

Sobre la cárcel de mujeres de Saturrarán

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La Libertad es un bien muy preciado
Sobre la cárcel de mujeres de Saturrarán

La caída de Asturias en poder de las tropas franquistas en Octubre de 1937 supuso un incremento muy notable en el ya elevado número de mujeres prisioneras que había en la España nacionalista. Saturadas desde los primeros días de la sublevación militar las secciones para mujeres de las prisiones centrales y de partido, se habilitaron como cárceles para mujeres antiguos conventos, chalets y hasta pisos. No fue suficiente. Ese es el motivo de que por Orden del día 29 de Diciembre de 1937 se estableciese una nueva prisión de mujeres en Saturrarán.

Saturrarán está situada entre Motrico, concejo al que pertenece, y Ondárroa, equidistante de ambas poco más de un kilómetro, en el mismo linde entre las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. En esta playa o sucesión de playas, desemboca un arroyo en cuyos márgenes se levantaron en el siglo XIX una serie de edificios destinados a balneario y a residencia de verano para los seminaristas del Seminario de Vitoria. Durante la guerra fue utilizada algún tiempo como cuartel general del PNV.

La documentación sobre las cárceles y campos de concentración del franquismo referida a los años de guerra y posguerra es muy escasa. Gran parte ha sido destruida durante los años que siguieron a la muerte del dictador o ha desaparecido. Muchos documentos están sin clasificar, embalados en cajas en los archivos de las prisiones centrales que han ido recibiendo la documentación de las cárceles que se iban cerrando. Hay una gran resistencia por parte de las autoridades militares y civiles a facilitar el acceso a la documentación referida a la represión durante el franquismo. Para conocer lo relativo a la vida en este penal de mujeres de Saturrarán he recurrido a las memorias anuales de los años de guerra y posguerra elaboradas por Dirección General de Instituciones Penitenciarias, a los libros: “Abajo las dictaduras”, de Josefa García Segret, y al de Leonor Ruipérez Cristóbal, “Relato de mi vida”, ambas maestras y prisioneras; al reportaje de J. S. Erauskin sobre la cárcel de Saturrarán, publicado en el diario “Egin”; al programa de la televisión de Cataluña titulado: Els nens perduts del franquisme”, y a los libros de defunciones del Registro Civil de Montrico. Las fotografías, junto con alguna otra información, pertenecen al archivo del Sr. Zubikaray.

Las primeras presas comenzaron a llegar en Enero de 1938 y se encontraron con los edificios desnudos, desprovistos de cualquier clase de mobiliario, teniendo que comer y dormir en el suelo. En un primer momento, la mayoría de las reclusas procedían de la mitad norte de España, pero al finalizar la guerra en 1939, se aplicó la orden de que las presas fueran internadas en los lugares más alejados de su lugar de nacimiento o residencia. Muchas de ellas fueron trasladadas a la cárcel de Mallorca, mientras que su lugar lo ocupaban prisioneras procedentes de Almería, Levante y La Mancha. La capacidad establecida oficialmente era para 700 presas, pero la población penal real osciló entre las mil quinientas y las dos mil presas. Muchas de ellas estaban embarazadas o traían consigo a sus hijos de meses o pocos años de edad.

Bajo la dirección de un funcionario de prisiones, del régimen interior de la cárcel se encargaban monjas mercedarias y de la vigilancia exterior soldados y guardias civiles. Rodeada de escarpadas laderas, lindante con el mar y con un acceso angosto, las posibilidades de evasión eran prácticamente nulas. Aunque se afirma que una mujer logró huir por el cauce del arroyo arriba.

Las monjas eran crueles con las prisioneras. Al frente de ellas estaba Sor María Aranzazu, conocida entre las presas como “La Pantera Blanca”. Muchas monjas eran invertidas sexuales y se aprovechaban de las presas o lo intentaban. La alimentación era pésima y muy escasa. Las monjas robaban del presupuesto de la comida, “straperlaban” con los alimentos y robaban de los paquetes que los familiares enviaban a las presas con ropa y comida. Parte del producto de esos latrocinios era luego puesto a la venta en el economato de la cárcel, donde solamente podía ser adquirido por las presas más pudientes. La correspondencia era sistemáticamente censurada y en muchos casos secuestrada, manteniendo incomunicadas a las presas con sus familiares.

Con misa diaria y conferencias a cargo de jesuitas, las cosas más nimias e inocentes daban lugar a castigos. Las presas castigadas eran conducidas a las celdas de castigo y sometidas a una dieta de pan y agua. Estas celdas de castigo estaban situadas en sótanos bajo el nivel de las aguas del arroyo, lo que provocaba que se inundasen, permaneciendo las presas durante horas o días con el agua por encima de la rodilla. En los últimos años de existencia de la cárcel estas celdas fueron clausuradas.

En aplicación de la disposición franquista de redención de penas por el trabajo, se sabe que funcionaron en Saturrarán varios talleres. En uno de ellos se daba ocupación a cincuenta reclusas que fabricaban bolsas de papel, agendas y objetos de escritorio por encargo de la casa Berásetegui, de San Sebastián. Otras sesenta penadas realizaban trabajos para los talleres Egaña, de Motrico. Las clases de alfabetización corrían a cargo de veinte presas que tenían el título de maestras, figurando 350 alumnas en el primer año y alcanzando el número de 700 en años sucesivos.

Diferentes vistas en distintas épocas del conjunto de edificios situados en la playa de Saturrarán que fueron utilizados como prisión de mujeres



Defunciones en la prisión central de Saturrarán

Esta lista de defunciones de mujeres y niños de la prisión de Saturrarán fue elaborada después de consultar los libros correspondientes del Registro Civil del Juzgado de Paz de Motrico, Partido Judicial de Vergara. Esos libros fueron revisados desde el año 1937 hasta el 14 de Septiembre de 1946. Todos los enterramientos tuvieron lugar en el cementerio de Motrico.

El total de fallecimientos es el siguiente:

Mujeres........116

Niños............ 56

Total.............172

De entre las mujeres fallecidas, al menos 35 eran naturales de Asturias al igual que siete de los niños muertos.

Todas estas cifras no pueden ser consideradas definitivas pero sí bastante aproximadas. Es posible que algunas presas y niños fueran conducidas a hospitales o prisiones-hospital, por ejemplo, a Amorebieta, y allí fallecieran y fueran enterradas. Los libros de defunciones del Registro Civil de Ondárroa no fueron consultados y pudiera ser que algunos enterramientos se hubieran efectuado en el cementerio de esa localidad. Es poco probable que se efectuasen enterramientos clandestinos, salvo que se tratase de ocultar la mortandad debida a alguna epidemia.