divendres, 20 de novembre del 2015

Después de 40 años de la muerte de Franco, España aún espera la verdad


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  • Después de 40 años de la muerte de Franco, España aún espera la verdad
POR DANIEL ARMIROLA R. | PUBLICADO HACE 12 HORAS
Infografía
EN DEFINITIVA
Tras la muerte de Franco no se pudo garantizar un acceso a la verdad para los familiares de las víctimas. Por este motivo, tras 40 años de su muerte las heridas y polarización sigue viva.
Las heridas siguen abiertas en territorio español. Miles de familiares que han sobrevivido al paso de las décadas siguen reclamando investigaciones para dar con las fosas en las que están sus padres, tíos, abuelos. Por supuesto, para saber la verdad, para conocer de la justicia los últimos momentos en los que se vio con vida a personas que llevaban la misma sangre.
Hoy son 40 años de la muerte del dictador Francisco Franco, con esos asuntos aún siendo materia de debate en el país al que gobernó, a sangre y fuego, durante casi cuatro décadas. La fecha saca a relucir nuevamente las divisiones del pueblo español que, en especial desde las autonomías más golpeadas por la época fascista, reclama justicia.
“España fue sometida a un proceso de amnesia, como consecuencia de la transición. Los políticos que negociaron el paso a la democracia cometieron un grave error: imponer el olvido. Olvidar quiere decir dejar heridas abiertas. ¿Pero cuáles quedaron así? Las de las víctimas del franquismo, porque la dictadura ya había honrado a sus muertos durante todo el régimen, ocultando a los otros. Eso es mantener un problema abierto”, dijo el historiador catalán Borja de Riquer en pasada entrevista con EL COLOMBIANO.
En 2008, el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón intentó sacar adelante una investigación sobre este tema, pero el Tribunal Supremo de España la cerró en 2012 al juzgar al magistrado por prevaricato.
“Fue el sello de la impunidad. La alta corte aprovechó la sentencia de Garzón para advertir al resto de jueces de no investigar los crímenes”, dijo a Efe Miguel Ángel Muga, abogado de la Federación Estatal de Foros por la Memoria.
Poder y nada más
De origen gallego —nació el 4 de diciembre de 1892 en La Coruña—, y de familia militar, Franco creció entre los desencuentros y peleas de su madre conservadora y religiosa, María del Pilar Bahamonde, con su padre Nicolás Franco y Salgado, un oficial de colonias mujeriego, alcohólico y aficionado al juego —reconoció un hijo natural, tras regresar de Filipinas—.
De la personalidad díscola del padre, quien era severo, no obstante, con sus hijos, el tímido Francisco Paulino Hermenegildo se refugió en la madre, de la que heredó dichos valores que influirían en su política. También esa personalidad sobria, con desinterés por el sexo, alejamiento del alcohol, moralismo y religiosidad.
“Era un militar y poco más. Despreciaba la cultura, no leía. No tenía bibliotecas ni libros. Veía solo la televisión, sobre todo los partidos de fútbol. Fue educado en el Ejército colonial de África, muy duro, radical, que creía en el poder de la fuerza, sin dudas a la hora de firmar sentencias de muerte, tal como las 50.000 que suscribiría tras vencer en la Guerra Civil”, afirmó De Riquer.
Pero el hecho político que marcó su memoria, y la de parte de España, fue la pérdida de Cuba en 1898, último vestigio del imperio que fue. Esto ocurrió en una época de auge del liberalismo en el país, por lo que posteriormente Franco, tal como sectores grandes, culparía a esas ideas democráticas de la derrota.
En 1931, el militar vio como esa institucionalidad que databa del siglo pasado, y que defendía, se veía derrotada por el surgimiento de la Segunda República Española, con las calles de Madrid, Bilbao, Valencia y Barcelona, las urbes más modernas del país, celebrando repletas y eufóricas dicha revolución que prescindía de la monarquía.
“En 1936, harto como otros militares del caos y anarquía en que se había convertido la República, con ataques a iglesias, persecución y asesinatos, mientras estaba asignado a la guerra en Marruecos, vuelve a España para comandar el golpe de Estado fallido, y posteriormente la Guerra Civil Española, con el apoyo de los nazis y de la Italia de Mussolini”, recordó Alberto Velásquez, excónsul general de Colombia en Madrid.
“Desde entonces inicia una brutal dictadura (1939-1975), donde no había lugar a la diferencia, a la crítica. Yo estudié en 1965 Humanidades en el Instituto de Cultura Hispánica, y me tocó esa época. Era imposible discutir sobre libertades políticas, y la única verdad era la que se desprendía del franquismo, no se podía decir nada en contra del régimen. En una o dos ocasiones casi nos detienen por eso”, relató Velásquez.
Robos y conveniencias
Para los historiadores, además, detrás de esa máscara tosca, se escondía un cerebro astuto para la política, para conservar ese poder y, si se podía, para sacar tajada de las arcas públicas.
“Con la poca documentación de Franco que está saliendo a la luz, se puede ver que su gobierno fue muy corrupto y hay constancia de que el dictador y su familia se enriquecieron notablemente del erario público”, afirmó De Riquer.
Pero, ¿cómo el militar logró quedarse con el poder durante tanto tiempo en una España resentida por esa guerra y la divisiones sociales que dejó?
Para Velásquez, “se trató de una represión que dominó con mano de hierro al país. Amarró la prensa, prohibió elecciones y libre expresión en una España tan diversa. Terminó no solo como un dictador más, sino como el que protegió a distintos tiranos latinoamericanos: Stroessner, Trujillo, Batista, entre otros. Aseguró además el apoyo de la Iglesia, de los militares y de las clases altas”.
En cuanto a la esfera exterior, De Riquer afirma que “tras la derrota y muerte de Hitler y Mussolini en 1945, y el contexto naciente de la Guerra Fría, Franco se mostró como un enemigo del comunismo y defensor del catolicismo mundial. Esto le permitió ser tolerado durante décadas por E.U y las potencias europeas, a pesar de las inconformidades que tenían estos países por la falta de democracia en España”.
Ejecuciones y muerte
La agonía de Franco fue larga, dolorosa y penosa, y así fue esa época, la de los últimos meses del franquismo, para dicho país.
En esos turbulentos días, el 27 de septiembre de 1975, se produjeron las últimas ejecuciones del régimen. Se trató de tres militantes del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (Frap), José Humberto BaenaJosé Luis Sánchez Bravo yRamón García Sanz; y dos de ETA político-militar —escisión que entregaría las armas en 1982—, Juan Paredes Manot “Txiki” y Ángel Otaegui.
Estas ejecuciones terminaron por deslegitimar completamente la imagen de esa dictadura en declive —que intentaba aferrarse como podía al poder—, suscitando marchas multitudinarias dentro y fuera de España. Quince países europeos retiraron a sus embajadores, produciéndose protestas y ataques a las embajadas españolas en todo el mundo.
Desde el 15 al 24 de octubre de 1975, Franco sufre cuatro infartos, mientras los médicos intentan como pueden prolongarle la agonía. A inicios de noviembre, sufre una severa hemorragia estomacal causada por una úlcera péptica. Se le retira el estómago en una operación.
David Solar, historiador y periodista español, trabajaba entonces para la revista Cambio 16 y estaba cubriendo los acontecimientos en Sahara Occidental, territorio que Marruecos aprovechó para anexarse en los días siguientes, y durante la agonía del dictador.
“Me llamaron y me dijeron que lo del Sahara ya no importaba, que Franco se estaba muriendo y tenía que volver a Madrid a cubrir lo que estaba pasando. Así, cuando llegué, me encontré con un país absolutamente temeroso, con la incertidumbre de qué podría pasar de ahí en adelante”, recordó.
Franco muere en la madrugada del 20 de noviembre, por una peritonitis derivada de las numerosas operaciones a las que fue sometido. Tal como explicó Solar, con él pereció el sistema represivo, ambicioso y corrupto en que basó su poder:
“Después de Franco no quedó nada, porque básicamente no había instituciones, y lo poco que había no era legítimo para nadie”.
Para De Riquer, en cualquier caso, para que la página del franquismo pueda pasarse definitivamente en España, y cuarenta años después, “el Estado debe reconocer a las víctimas de la dictadura, no imponer el olvido, y empezar a buscar avances serios, reales, en política de memoria y justicia reparatoria, algo que no se ha visto en el país”.

CONTEXTO DE LA NOTICIA

Quienes abogan por memoria histórica y reparación en España consideran que las heridas de la dictadura continúan abiertas porque se intentó imponer olvido en el crucial proceso de la transición a la democracia (1975 - 1982). “El Supremo defendió la validez de la Ley de Amnistía (1977) y afirmó que en caso de que los crímenes del franquismo fueran tipificados de lesa humanidad, no podrían investigarse porque fueron cometidos antes de 2004, fecha en la que esta figura se incorporó al Código Penal”, dijo a Efe Miguel Muga, de la Federación Estatal de Foros por la Memoria. Para De Riquer, “la transición la hizo el franquismo y para nadie es secreto que Adolfo Suárez perteneció al mismo, para hacer cambios sin que el poder quedara en manos de opositores y les endilgara responsabilidades”.