dilluns, 8 de febrer del 2016

Y detrás de un número hay... un gudari.


http://www.deia.com/2016/02/07/sociedad/historias-de-los-vascos/y-detras-de-un-numero-hay-un-gudari



LA SOCIEDAD DE CIENCIAS ARANZADI SUBRAYA LA VITAL IMPORTANCIA DE LAS PLACAS DE IDENTIFICACIÓN DEL EUSKO GUDAROSTEA DE 1936, HALLADAS EN OCASIONES DE FORMA CASUAL
UN REPORTAJE DE IBAN GORRITI - Domingo, 7 de Febrero de 2016 - Actualizado a las 06:06h
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  • Una placa.
  • El gudari Pedro Uriguen fue hallado en Mendata.
DETRÁS de un número hay una persona. Y una historia. Historias cruzadas. Hay vidas. Hay muertes. Hay una guerra, muchas guerras. Es el caso de las placas de identificación de combatientes de la Guerra Civil española (1936-1937), recuperadas en exhumaciones de escenarios bélicos en Euskal Herria. Tras ellas hay nombres y apellidos como el de miliciano cenetista Ramón Portilla, días atrás exhumado en el Monte Urkullu de Larrabetzu.
Estas placas de identificación han cumplido la función para la que fueron diseñadas: identificar al soldado al que se asocian. Ese cometido se formalizó en el periodo coetáneo, en el que el cadáver fue trasladado e inhumado; pero, también, se ha logrado en las exhumaciones de soldados en la actualidad, pese a haber transcurrido largas décadas desde que fallecieran. Y un detalle más, en ocasiones, surgen estas placas casi por casualidad, por prospectores de metales. Son varios los ejemplos que se han dado estos días. Otras exhumaciones sin placas también han permitido dar con la identidad de los restos encontrados, caso de Pedro Uriguen, gudari del batallon Otxandiano, natural Amorebieta-Etxano, qeu fue hallado meses atrás en Mendata. Y es que según datos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi de septiembre de 2014, a lo largo de los últimos años se habían realizado en el Estado un total 379 exhumaciones de fosas comunes y se habían recuperado.
6680 ESQUELETOS El 4% de estas fosas corresponde a enterramientos realizados en zonas de combate. A día de hoy, no obstante, la cifra es superior. En Hegoalde, Aranzadi registra diferentes hallazgos y exhumaciones de restos. Son ejemplo de ello las labores de trabajo de esta sociedad en las zonas de Antzuategi (Elgeta), Ganzabal (Amorebieta-Etxano) o Lemoatx (Lemoa).
Las placas de identificación han cumplido la función para la que fueron diseñadas: reconocer al soldado al que se asocian
Según explican desde Aranzadi la validez de estas placas identificactivas justifica el uso generalizado a nivel mundial. “La exhumación de enterramientos de combatientes realizada con métodos arqueológicos posibilita un control más exhaustivo de los restos y los objetos asociados”, valoran, y van más allá al declarar que “la importancia de los objetos asociados en la arqueología queda patente en este tipo de objetos con un fuerte carácter personal e individualizante. A través de los objetos podemos conocer la indumentaria que vestía, los pertrechos o los hábitos de higiene, así como la identidad de su propietario y aspectos de su biografía”.
Por todo ello, según las conclusiones a las que han llegado en los numerosos estudios realizados por Aranzadi, ha quedado patente la necesaria colaboración entre los prospectores, que recuperan objetos como proyectiles, insignias u otros en espacios donde tuvieron lugar los enfrentamientos, con los arqueólogos. “Gracias a esa cooperación se han podido documentar varios enterramientos de soldados en Euskadi”, ahondan.
Ya a finales del siglo XIX la preocupación por conocer la identidad de los soldados heridos o fallecidos en una batalla motivó la creación de un sistema de identificación con placas metálicas que se llevaban suspendidas del cuello o alrededor de la muñeca. “Los propios soldados sentían temor de no ser identificados tras su muerte”, ilustran desde Aranzadi. Las placas de identificación personal cuentan con una larga tradición en todos los ejércitos, si bien su uso se generaliza en el siglo XX como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Pese al paso de los años su aplicación sigue vigente en la actualidad y se encuentra regulada en la actualidad por disposiciones concretas que mantienen la misma idea suscitada en su origen.
“Se trataba de permitir la identificación del soldado, que no solo era válida en los casos de fallecimiento, sino también en el de los heridos que habían perdido el conocimiento, en los casos de amnesias parciales o totales y también para impedir suplantaciones o falsificaciones”, concluyen.