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La participación portuguesa a favor de los sublevados en la guerra civil española es muy conocida, especialmente la colaboración del gobierno de Salazar a través la presencia de los Viriatos, pero es casi desconocida la existencia de una colonia de exiliados portugueses en la década de los treinta huyendo de la situación política de Portugal.
La participación portuguesa a favor de los sublevados en la guerra civil española es muy conocida, especialmente la colaboración del gobierno de Salazar a través la presencia de los Viriatos, pero es casi desconocida la existencia de una colonia de exiliados portugueses en la década de los treinta huyendo de la situación política de Portugal.
Mientras Portugal caminaba hacia una larguísima dictadura desde los años veinte, España iniciaba, a comienzos de la década de los treinta, su principal experiencia democrática hasta ese momento en su historia contemporánea. España se convirtió en uno de los focos de atracción de los portugueses contrarios a la dictadura en su país. El estallido de la guerra civil española fue visto por muchos portugueses como una oportunidad en su lucha por la democracia. La colonia portuguesa exiliada ligó su suerte a la de la República española, fundando la União dos Portuguêses anti-fascistas residentes en Espanha. Los estatutos de esta asociación fueron aprobados por el gobierno español. Su sede se estableció en Madrid y se abrió una delegación para Cataluña, Levante y Aragón, en Barcelona.
El gobierno de Lisboa invitó a todos los portugueses residentes en España, incluso los refugiados políticos, a salir del país en guerra, facilitando documentación y medios de transporte. Estas ayudas se canalizaron a través de la representación consular suiza, dada la ruptura de relaciones entre España y Portugal. Pero, al mismo tiempo, se estableció que aquellos portugueses que no abandonasen España verían retirados sus derechos civiles y políticos. Al parecer, ninguno de los refugiados políticos adheridos a la União aceptó el ofrecimiento y la orden del gobierno luso por razones políticas evidentes.
La situación vital de los refugiados portugueses en medio de la guerra civil llegó a ser desesperada, ya que no contaban con la ayuda que otros gobiernos prestaban a sus ciudadanos residentes en España. Entre los “papeles de Salamanca”, devueltos a Cataluña, hemos podido consultar el fragmento de una carta enviada por la delegación de la União en Cataluña a la Generalitat pidiendo ayuda para los refugiados políticos portugueses. Ante las autoridades de la República, tanto ante el gobierno central, como el catalán, intentaron convertir la União en una entidad de asistencia a los portugueses, debidamente acreditada y ejerciendo el control riguroso de sus afiliados y, de esa manera, poder asumir la responsabilidad del servicio de abastos de los portugueses antifascistas de forma directa o a través de economatos. La União estaba sustituyendo, realmente, como defendían sus miembros, a las autoridades consulares portuguesas en la zona republicana; era, pues su único organismo de ayuda oficiosa. No conocemos el resultado de las gestiones.
Mientras Portugal caminaba hacia una larguísima dictadura desde los años veinte, España iniciaba, a comienzos de la década de los treinta, su principal experiencia democrática hasta ese momento en su historia contemporánea. España se convirtió en uno de los focos de atracción de los portugueses contrarios a la dictadura en su país. El estallido de la guerra civil española fue visto por muchos portugueses como una oportunidad en su lucha por la democracia. La colonia portuguesa exiliada ligó su suerte a la de la República española, fundando la União dos Portuguêses anti-fascistas residentes en Espanha. Los estatutos de esta asociación fueron aprobados por el gobierno español. Su sede se estableció en Madrid y se abrió una delegación para Cataluña, Levante y Aragón, en Barcelona.
El gobierno de Lisboa invitó a todos los portugueses residentes en España, incluso los refugiados políticos, a salir del país en guerra, facilitando documentación y medios de transporte. Estas ayudas se canalizaron a través de la representación consular suiza, dada la ruptura de relaciones entre España y Portugal. Pero, al mismo tiempo, se estableció que aquellos portugueses que no abandonasen España verían retirados sus derechos civiles y políticos. Al parecer, ninguno de los refugiados políticos adheridos a la União aceptó el ofrecimiento y la orden del gobierno luso por razones políticas evidentes.
La situación vital de los refugiados portugueses en medio de la guerra civil llegó a ser desesperada, ya que no contaban con la ayuda que otros gobiernos prestaban a sus ciudadanos residentes en España. Entre los “papeles de Salamanca”, devueltos a Cataluña, hemos podido consultar el fragmento de una carta enviada por la delegación de la União en Cataluña a la Generalitat pidiendo ayuda para los refugiados políticos portugueses. Ante las autoridades de la República, tanto ante el gobierno central, como el catalán, intentaron convertir la União en una entidad de asistencia a los portugueses, debidamente acreditada y ejerciendo el control riguroso de sus afiliados y, de esa manera, poder asumir la responsabilidad del servicio de abastos de los portugueses antifascistas de forma directa o a través de economatos. La União estaba sustituyendo, realmente, como defendían sus miembros, a las autoridades consulares portuguesas en la zona republicana; era, pues su único organismo de ayuda oficiosa. No conocemos el resultado de las gestiones.
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