Texto de Alfredo Suárez, neto de Alfredo Suárez Ferrín alcalde fusilado no campo da Rata, e lido en honor ó seu abó na presentación do blog Memoria do Cárcere.
Soy nieto de Alfredo Suarez Ferrín y me siento orgulloso de serlo. Estoy aquí por ese motivo, y para contar parte de la historia de mi familia.
La familia se componía del matrimonio formado por Alfredo Suarez Ferrín y Sofía Chacón Winter. Tenían tres hijos: Elisa, Sofía y Luis. Vivian en la calle Riego de Agua de A Coruña. En el año 1.936, Alfredo tenía 54 años, Sofía 52, Elisa 24, Sofía 22 y Luis 20-
A mi abuelo lo detuvieron el 21 de Julio, fue juzgado por un tribunal militar y ejecutado por fusilamiento el 31 de Agosto.
Estuvo en la cárcel 41 días. Después del fallecimiento de mi abuelo, la familia quedo en la ruina, tanto emocional como económicamente, porque les embargaron todo lo que pudieron. Cuando lo detuvieron en su casa, les llevaron hasta los muebles y les dejaron solamente los colchones. Salieron adelante gracias a la ayuda de sus familiares y amigos y al trabajo de todos los miembros de la familia.
Su mujer y sus hijos adoraban a su padre y tuvo que ser tremendo el dolor de perder al esposo y padre de aquella manera tan trágica.
Desde aquí quiero rendirle un homenaje a mi querida abuela, porque creo que fue la que peor tuvo que pasarlo. Después de la muerte de su marido, no volvió a salir de casa hasta su fallecimiento ocurrido en el año 59. Solo se relacionaba con la familia. La recuerdo siempre de luto, triste y con temor.
De todas formas todos quedaron marcados para toda su vida. Vivieron con dolor y también con temor, un temor que se acrecentaba cada vez que pasaba alguna circunstancia que supusiera un movimiento en las condiciones políticas del país. Mi padre siempre me aconsejo que no me metiera en temas de política, por que como el decía “estos aun han de dar la segunda vuelta”. A los nietos, que no conocimos ninguno al abuelo, no nos contaron mucho de las penas que tuvieron que sufrir. Si, desde siempre supimos lo que había sucedido con nuestro abuelo, pero nos lo contaban a retazos, y procurando no extenderse mucho, probablemente lo hacían por el temor con que vivieron. Este temor aun existe en parte de aquellos que vivieron en aquella época.
Hace unos días todos pudimos ver en la televisión, en una entrevista a Ascensión Mendieta que lo único que pide, la pobre mujer, es llevarse un hueso de su padre desaparecido, a la tumba. Llamó mentiroso a Rafael Hernando, portavoz del P.P. que dijo que ahora se preocupaban por saber donde estaban sus muertos por intereses económicos. La señora después de su declaración, pregunto con miedo si podía pasarle algo por lo que había dicho.
Cuando más me enteré de como habían ocurrido los hechos que atañen al caso de mi abuelo, fue cuando después de la muerte de Franco empezaron a salir libros como los de Luis Lamela, Carlos Fernández y otros. Tenemos que agradecer al Ayuntamiento de A Coruña las distinciones que le hicieron a Alfredo Suarez Ferrín, como la colocación de su retrato en el Ayuntamiento, el busto que le colocaron en los jardines del Relleno y la calle que le dedicaron en Los Rosales.
De todas formas creo que quedan cosas pendientes que se podrían hacer en favor de los represaliados del 36. Una de ellas es que en año 1.977 se declaró una amnistía por la que se les indultaba por los delitos que habían cometido. Y esto no basta, tienen que devolverles su dignidad y honor. Ni fueron “traidores a la patria ” ni participaron en ninguna “rebelión militar”. Todo lo contrario, defendieron con la palabra sus ideales y la legitimidad vigente en ese momento. Una amnistía es un perdón, un perdón que nadie ha pedido y si se ha pedido, la verdad es que ha llegado muy tarde ¿de qué les sirve el perdón a los que mataron? los pobres no se enteraran nunca de que pasaron de “traidores a la patria” a “traidores a la patria, PERDONADOS”. Tendrían que anular los juicios y las sentencias y pedir perdón ellos, pero parece ser que por motivos legales no se puede hacer ¡qué pena! Agradecemos también a “Proxecto Cárcere” que se hayan acordado de todos aquellos que, defendiendo sus ideales, tuvieron que pasar por la triste circunstancia de estar presos en ese edificio. Lo que no quita que en la actualidad dejen que la cárcel se vaya cayendo por la inactividad de las Administraciones. Hay que conservar el edificio y dedicarlo a lo que mejor convenga, porque es historia de nuestra ciudad.
AlfredoSuarez. 3/12/2015
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