CULTURA
La excavación de la fosa de la Guerra Civil Española en Porreres (Mallorca) demuestra la crudeza real del conflicto.
Tras la guerra civil española, el bando sublevado practicó una represión silenciada hasta mucho después de entrada la democracia. La apertura de las fosas, y la identificación de los restos humanos en ellas encontrados, constata un proceso de mentira y ocultamiento oficial de lo que fue una persecución sistemática y exterminio de civiles por causa de su ideología, en zonas que no entraron en conflicto, o una vez acabado este.
El 18 de julio de 1936 se inicia el golpe de estado contra el gobierno democrático de la Segunda República Española. En Mallorca el movimiento fascista se hace con el poder en pocos días. Da comienzo entonces una campaña de represión a militantes de izquierda, llevada a cabo por fuerzas del orden leales a los sublevados y falangistas, siendo estos últimos los encargados de los asesinatos selectivos en la clandestinidad. Los que no son ejecutados directamente, son encarcelados. Algunos son condenados a muerte y otros permanecen años en prisión. En las cárceles se realizan "sacas", extracciones selectivas y sistemáticas de presos para su posterior asesinato y enterramiento en fosas sin registro.
"A mi tío, maestro y miembro del partido socialista, los fusilaron con 23 años. Mi padre, también maestro señalado en la lista de "sacas", se salvó porque mi abuelo cedió a la extorsión y pagó mucho dinero. Pero siguió preso y luego lo condenaron a muerte. Mi abuela murió de un infarto, como madre no lo soportó. Durante un año esperó a ser fusilado, pero no lo hicieron y en el 42 lo trasladaron a Las Palmas de Gran Canaria. A los maestros les hacían tres juicios: depuración de maestro, responsabilidades civiles y consejo de guerra. Mis padres se conocieron porque mi madre iba a llevar comida a su hermano a la cárcel, y yo soy el producto de un amor...", cuenta Antonia Mercadal Serra, familiar de represaliados por la dictadura.
La Memoria Histórica
Hay una represión contabilizable y otra que va mucho más allá y que es imposible de medir, en palabras de Guillem Mir Canyelles, investigador y familiar buscando a su abuelo Joan Canyelles: "Esta es una historia escondida, soterrada. Se pueden cuantificar los muertos, los encarcelados, los juzgados por responsabilidades políticas, pero el miedo, la angustia, la rabia, las humillaciones... eso no lo podremos saber nunca".
En 2007, transcurridos setenta años del conflicto, el estado español aprueba la Ley de Memoria Histórica de España en la que se da reconocimiento a los represaliados durante la guerra civil y durante la dictadura franquista. A pesar de que en los últimos años el actual gobierno central, de postura poco afín a la reconciliación, ha eliminado la partida presupuestaria para la aplicación de esta ley, las normativas autonómicas siguen impulsando la reparación a las víctimas. Hasta la fecha se han exhumado unas 8.000 víctimas en 500 fosas (Se valoran cifras de 114.226 desaparecidos en más de 2.300 fosas localizadas en toda España).
En las Islas Baleares, donde todavía existen unas 2.000 personas desaparecidas en 60 fosas, comenzaron el pasado 2 de noviembre los trabajos de excavación de la fosa de Porreres, una de las más simbólicas de la isla de Mallorca por tener víctimas de distintos municipios. Gracias a la labor de la asociación Memòria de Mallorca, y con la financiación de la ley autonómica de fosas, la Sociedad de Ciencias Aranzadi acometió las tareas, dirigidas por el prestigioso antropólogo forense Francisco Etxeberria y la osteoarqueóloga Lourdes Herrasti, que afirma que "los muertos saben esperar, y estos muertos saben la verdad"
Con un equipo formado por antropólogos, historiadores, arqueólogos y forenses, se procedió a comenzar las excavaciones basándose en investigaciones y en los testimonios orales. Esta es la segunda fosa que se abre en Mallorca, y ha tenido amplia repercusión en medios nacionales, e internacionales como el New York Times, la BBC, The Telegraph, o el Daily Mail.
Fosas en la fosa común
Cerca de 120 víctimas de la represión franquista fueron soterradas en el cementerio de Porreres. En este caso concreto, los trabajos de localización de las fosas clandestinas implicaban la dificultad añadida de que éstas se hicieron en la fosa común (enterramientos de personas sin recursos), con la interferencia de enterramientos cristianos realizados antes o después.
Desde un comienzo se detectaron pautas de enterramiento anómalas: tierras mezcladas con huesos rotos, cortes en el terreno a mayores profundidades y huesos seccionados, producto de excavar sobre enterramientos existentes, que indicaban la posibilidad de fosas clandestinas. Según avanzó la retirada de tierras, la posición de los cuerpos (superpuestos, boca abajo, brazos torcidos) indicaban que no se trataba de enterramientos cristianos (habitualmente ordenados, boca arriba, brazos sobre el tronco).
'Los muertos saben esperar, y estos muertos saben la verdad' — Lourdes Herrasti, directora de la excavación
Y las evidencias que terminaron por determinar que se trataba de víctimas de violencia, fueron los impactos redondeados en cráneos, y los proyectiles encontrados.
El exterminio selectivo
En palabras del historiador Bartomeu Seguí Salleras: "No se puede olvidar la matanza de personas que se hizo en la pared trasera del Oratori de la Santa Creu, cerca del cementerio municipal. En este lugar murieron personas que estaban detenidas en las prisiones de Palma: Can Mir, Prisión de mujeres de Can Sales, y Castillo de Bellver".
La mecánica de las ejecuciones consistía en sacar a determinados presos de la cárcel, llevarlos hasta Porreres, y durante la noche ejecutarlos en el paredón posterior del Oratori de la Santa Creu. Eran atados con cables de a dos y ejecutados de un tiro en la nuca con pistola del calibre 9 mm. Aún se pueden observar los agujeros de bala en el portón de la iglesia. Posteriormente se arrastraban los cuerpos hasta el cementerio donde eran arrojados a las fosas, y enterrados en cal viva.
Hay evidencias de ensañamiento. Uno de los cuerpos tenía 5 impactos de bala. Otra muestra son los cartuchos encontrados en fosa, que indicarían que algunas víctimas fueron ejecutadas directamente en la zanja.
Los enterramientos clandestinos seguían una sistemática, las fosas aparecen alineadas en dos filas, son más anchas de lo habitual y de mayor profundidad. Al término de los trabajos se hallaron 55 cuerpos en 9 fosas, y se valora que bajo un mausoleo, por ahora no intervenido, puedan hallarse más pues interfiere con ambos alineamientos. El traslado de los nichos y la continuación de las excavaciones quedan condicionados a los procesos legales pertinentes.
Objetos materiales
"También encontramos un tintero en una fosa, algo cotidiano con el que un preso escribía cartas a sus seres queridos, pero también un objeto especialmente simbólico, que sirve para escribir y expresar ideas, y no podemos olvidar que esas personas fueron asesinadas por expresar sus ideas" explica el antropólogo forense Francisco Etxeberria.
Junto a los cuerpos se hallaron objetos de uso cotidiano en las cárceles: Cucharas, pastilleros, cepillos de dientes, calzadores y boquillas para fumar. También botones, suelas de zapatos, hebillas, gemelos y cremalleras. Otro dato que determinó que no eran personas sin recursos enterradas en fosa común, son los arreglos dentales encontrados en varios individuos.
La identificación
A medida que se extrajeron los esqueletos, se procedió a enviar las muestras al laboratorio para su cotejo genético. Este proceso se realizó mediante una cadena de custodia, que garantiza la inalterabilidad de las muestras. Se suelen extraer dos dientes, y en caso de no ser posible se corta un trozo de fémur. Los familiares interesados suministraron datos y una muestra de su ADN (frotis bucal) para la posterior identificación de las víctimas. (Se tomaron aproximadamente 80 muestras de familiares).
En algunos casos esta tarea no es difícil, si se trata de un cotejo de padres a hijos, pero se complica cuando los familiares son de tercera o cuarta generación, ya que se tiene que dar un resultado del 99,9999% para cerciorar la identidad. También se complica cuando los dientes presentan caries, o están deteriorados por las condiciones de humedad y PH del terreno.
"Mi madre siempre nos contaba, mientras nos bañaba, a mi hermana y a mí, cosas de su padre. Sin rencor ni nada, pero no podías evitar ver, por cómo lo contaba, la pena que sentía: 'tu abuelo se llamaba Andreu París Martorell ¿Te acordarás? No le olvides, era muy buen hombre, y lo mataron en la guerra...' y nos decía 'y eso que él no fue a ninguna guerra'", recuerda Mª Antonia Oliver París, presidenta de la Asociación Memòria de Mallorca.
En ocasiones hay indicios que permiten, junto con los datos aportados por las investigaciones, prever quiénes son las víctimas. Un número exacto de cuerpos en una fosa, coincidente con una salida de prisión, o los datos que se pueden determinar estudiando el esqueleto, como la estatura, el sexo o la edad.
La reparación
"Todas las víctimas del mundo, todos los ciudadanos, tienen tres derechos, y escrito con letras mayúsculas, tienen derecho: a la VERDAD, a la JUSTICIA y a la REPARACIÓN. Lo que ocurre es que la ONU estableció que existía un cuarto derecho, especialmente para las zonas de conflicto, y es el derecho de NO REPETICIÓN. Por eso creo que las fosas, cuando se exponen, tienen, además del carácter reparatorio para las víctimas (o sus familiares), un fuerte carácter didáctico. Es muy importante que demos a conocer esta situación, es para toda la sociedad, y sobre todo para las generaciones más jóvenes que deben conocer lo que ocurrió, porque tiene, como hemos dicho un fuerte carácter pedagógico. Esto mismo es lo que está ocurriendo ahora en Siria o en Congo. Lo que vemos en la televisión ocurrió aquí y estas son las consecuencias de cualquier conflicto armado que en este momento esté activo en el mundo", concluye Lourdes Herrasti.
Todas las fotografías por el autor
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada