Cuando al caer la tarde del 17 de julio de 1936, el presidente del PSOE en Ceuta, Rafael Jiménez Cazorla partió de la ciudad camino del exilio, en principio, a la ciudad internacional de Tánger, se llevaba consigo la historia del PSOE de Ceuta, tras permanecer toda la guerra en Tánger, partiría definitivamente hacía el exilio Mexicano donde falleció.
En la ciudad internacional estuvo ayudando a los exiliados que llegaban huyendo de los sublevados. Los escasos ceutíes que pudieron huir de la represión le relataban los sucesos que se estaban sucediendo con fusilamientos diarios.
El presidente del PSOE en Ceuta, Jiménez Cazorla, junto a su familia, llegó a México como otros muchos exiliados con lo justo, con muchas penurias, en el penúltimo barco que zarpó, en tercera clase, llegaron al Puerto de Veracruz, el 19 de noviembre de 1941, según un documento del Departamento Demográfico, de la Secretaría de Gobernación mexicana. En un principio vivió en México capital en la colonia Tabacalera, tras unos cinco años se trasladaron a la colonia Cuahutémoc  donde vivían muchos exiliados. Según me cuenta su nieto Bernardo Rodríguez, que vive en México, pudieron sobrevivir en los primeros momentos vendiendo las escasas joyas que tenían: “En México trabajó en una fábrica de veladoras denominada la ‘Veladora Perpetua’, quien le facilitaba la materia prima para vender las veladoras y de ello sostenían una vida cómoda, se hablaba mucho que mi abuelo tenía amplios conocimientos de química. Sufrió un infarto del que no se recuperó falleciendo en 1957, a los 63 años está enterrado en el Panteón Español de la Ciudad de México”.
Bernardo, continua el relato de su abuelo: “… En casa era un total secreto todo sobre él, se hablaba muy poco y sólo se contaban unas cuantas cosillas, mi madre siempre nos enseñó que la justicia, la honradez, la ética, el bien común antes que el propio, la igualdad entre los hombres sin importar clases sociales y luchar por causas justas era lo mas importante en la vida. Sin duda alguna, fueron enseñanzas que se han transmitido de mi abuelo a mi madre y yo a mis hijos, lo que convierte a mi abuelo en un hombre de bien, con principios de justicia muy firmes”.
Otros muchos ceutíes como Jiménez Cazorla, tuvieron que exiliarse a México, como el periodista Camilo Ocaña Civantos, el profesor Menahem Coriat, que durante la guerra civil ocupó un alto cargo en el Gobierno de la República, el empresario Antonio Muñoz González. El presidente de la sociedad cultural Septa, miembro destacado de Izquierda Republicana, Juan Rueda Lara.
El capitán Francisco Llano de la Encomienda,  quien el  17 de julio de 1936 ostentaba el cargo de capitán general de la IV Región (Cataluña); meses más tarde fue nombrado jefe del Ejército de la República en la zona  Norte. En Mexico,  desarrolló una gran labor pedagógica en el Ateneo Español, escribiendo dos libros de técnica militar e historia de la contienda española, falleciendo en el exilio en 1963.
Manuel Martínez Pedroso, diputado por Ceuta y catedrático de derecho,  la doctora Antonia Castillo, primera mujer médica ceutí, junto a su marido el presidente de Izquierda Republicana  y profesor de filosofía del Instituto  Hispano-Marroquí, Luis Abad Carretero, entre otros.
En 1931 izó la bandera republicana en el balcón del telégrafos
El presidente del PSOE ceutí, Rafael Jiménez Cazorla, izó la bandera republicana en la ciudad, el 14 de abril de 1931 a las cinco de la tarde, en el edificio de telégrafos donde trabajaba.  Las noticias que llegaban desde la península, no dejaban duda de la pronta proclamación de la República en todo el país. En efecto, los servicios de comunicaciones y transmisiones del Estado se habían decantado por el nuevo régimen, transmitiendo desde las tres de la tarde de aquel 14 de abril a toda España, el cambio de régimen. El secretario del Ayuntamiento, Alfredo Meca, fue testigo de estos acontecimientos: “Cuando transitaba por la calle La Marina, observe izada  en la casa de Telégrafos la bandera tricolor, presurosamente me dirigí a la Casa Consistorial, donde llegue al mismo tiempo que una manifestación con banderas y con gran alegría, pretendían colocar la nueva enseña en el balcón del ayuntamiento. Así se hizo en medio del mayor entusiasmo y con todo orden y respeto para los muebles y efectos municipales esperándose a que retirara los papeles y sumarios que sobre la mesa de la rotonda principal había”.
Hacia Tánger el 17 de julio de 1936
El presidente del PSOE en Ceuta, Rafael Jiménez Cazorla, tiene desde primeras horas de la tarde del 17 de julio de 1936 conocimiento del inicio del golpe en Melilla. Junto a otros dirigentes socialistas visitan al delegado del Gobierno en busca de información, este les tranquiliza comentándole que acaba de hablar con el presidente la República Casares Quiroga y que la sublevación en pocas horas será abortada.
A Jiménez Cazorla, al ostentar el cargo de jefe de telégrafos le llegan noticias alarmantes de que la sublevación en Melilla es un hecho y no tiene viso de ser frenada. Observa como los acontecimientos se están precipitando, y que Ceuta será tomada por las tropas sublevadas en pocas horas. Mantiene una conversación con su buen amigo el Ingenieros de la Junta de Obras del Puerto, Gustavo Piñuelas, y deciden salir de Ceuta hacia la ciudad internacional de Tánger, y una vez allí esperan acontecimientos. Piñuelas avisa urgentemente al chofer de la JOP Marcelino Masna para que tenga preparado el vehículo (CE-1414) y así fue como marcharon de la ciudad.
Al pasar por el actual puente del Cristo, Jiménez Cazorla ve a su compañero de partido y presidente de la Casa del Pueblo Sebastián Ordoñez, le aconseja que se marchara con ellos a Tánger, pero este desestimó su consejo. Ordoñez, en las primeras horas de la sublevación es detenido y en la madrugada del 15 de agosto de 1936 sacado de la fortaleza del Hacho y ejecutado en la vía pública, sin juicio, junto varios compañeros del partido socialista.
Una vez en Tánger, comunicaron al chofer que volviera a Ceuta que ellos se quedaban, este al llegar al paso fronterizo del Boch (Tánger), fue detenido, la zona ya estaba tomada por las fuerzas sublevadas, tras explicar lo sucedido fue puesto en libertad.
Jiménez Cazorla desarrolló una gran labor recibiendo a los que llegaban huyendo de la sublevación, entre otros al ceutí Fructuoso Miaja que pudo salir de Ceuta en una pequeña embarcación, recordemos que tras la llegada de la democracia fue Senador y Alcalde de Ceuta.
Otra de las tareas encargada a Jiménez Cazorla en Tánger fue el intento de levantar en 1937 las cabilas de la zona española de Marruecos que Largo Caballero encargó a Carlos Baraibar, periodista y diputado socialista, tal y como lo describe el historiador Miguel Antonio Luna Alonso en su magnífico trabajo de investigación La Misión Baraibar: El proyecto del gobierno republicano de levantar las cabilas del Protectorado de España en Marruecos durante la Guerra Civil, visto desde el Ministerio de Estado (Madrid, UNED, 2001).
Hacia finales del mes de noviembre de 1936, llegó a Valencia una representación de estos antifascistas españoles residentes en Tánger, entre los que figuraba Jiménez Cazorla, que Baraibar iba a utilizar como lugarteniente de su confianza, en vez de a los agentes consulares
Se entrevistaron con algunos miembros del Gobierno y del PCE, y les informaron sobre las posibilidades que a su juicio existían para organizar una sublevación en la zona occidental del Protectorado español en Marruecos.
Pocos días después se celebró otra reunión a la que asistieron los ministros de Estado y de Agricultura, Julio Álvarez del Vayo y Vicente Uribe, respectivamente; el Subsecretario de la Presidencia, Rodolfo Llopis y el diputado comunista por Granada Antonio Pretel entre otros.
Baraibar telegrafió a Cazorla a Tánger para que viniera a Valencia a preparar el viaje inminente a Marruecos que tenía previsto, con objeto de estudiar sobre el terreno las posibilidades que pudiera haber de agitar las cabilas de la zona española. Cazorla manifestó que era preciso que la persona o delegación que se enviara dispusiera de amplios poderes otorgados por el Presidente del Consejo, a fin de que el Cónsul General de Rabat no pudiera entorpecer la gestión.
Con ella, Baraibar llegó a la zona francesa de Marruecos a mediados de febrero, acompañado por Jiménez Cazorla, el Comandante del Cuerpo de Seguridad y Asalto Antonio Moreno Navarro, y el Teniente Coronel de Estado Mayor Juan Ayza.
Baraibar se entrevistó en Rabat con el Cónsul General, al que dio cuenta, sin revelarle todos los detalles, del asunto que le traía a Marruecos. Después salió para Tánger y, a su regreso a la zona francesa, marchó a Marrakech, donde pasó dos días informándose de la situación en Ifni. En Tánger se entrevistó con Dris el Riffi; y en Marrakech con el Cónsul, Antonio Emilio Monleón.
Pese al trabajo desarrollado por Cazorla, no se pudo realizar y todo quedó en un fallido intento gubernamental republicano por levantar las cabilas de la zona española del Protectorado en Marruecos controlada por el ejército de Franco.
Mítines en la Casa del Pueblo
El PSOE ceutí tenía su sede en la Casa del Pueblo, en la calle Agustina de Aragón, Jiménez Cazorla como presidente de los socialistas, era un asiduo participante en mítines y charlas. Cuando fue asaltada en la madrugada del 18 de julio de 1936, no solo se expropió un edificio, se perdió la memoria de esas entidades, sus archivos, militantes, reuniones, fotografías, actas… Y después de ocho décadas, nada o muy poco sabemos de ella. Tan solo algunas notas sueltas en algún consejo de guerra y poco más.
Las organizaciones sindicales en Ceuta sufrieron una brutal represión, cuando intentamos reconstruir su historia, nos faltan documentos. Pero sobre todo nos faltan personas, con nombres y apellidos, esos nombres que por una parte fueron arrojados a la fosa del cementerio ceutí y por otra tuvieron que partir hacia el exilio como ocurrió con Cazorla, se llevaron la memoria de estas organizaciones.
Desapareciendo todos sus documentos, actas, banderas, cuadros, algunos muebles aparecieron posteriormente en las dependencias de la falange local. Como testimonio vivo de la labor educativa, cultural, social y asistencial que desempeñó este organismo y de sus objetivos fundamentales entre los que se incluyen el cooperativismo, el mutualismo, la formación profesional, la educación y la cultura.
Aquella Casa del Pueblo de Ceuta constituyó, sin duda, uno de los espacios de sociabilidad obrera por excelencia, siendo una especie de “Sociedad de sociedades“y, a la vez, lugar de formación del “obrero consciente”, así como receptáculo de buena parte de su actuación sindical y política. Poseían la peculiaridad, además, con respecto a otros ámbitos formales de reunión, los Ateneos, las Universidades Populares…
La Casa del Pueblo fue mucho más que un edificio de mayor o menor calidad en los que tuvieron lugar determinados acontecimientos relacionados con la historia del movimiento obrero en Ceuta. Durante la segunda República la sede de la calle Agustina de Aragón fue un hervidero de vida sindical y política, donde se establecían las secretarías de los sindicatos adheridos a la UGT, la Agrupación Socialista del PSOE, las Juventudes Socialistas y la Agrupación Femenina Socialista, fundamentalmente, así como un amplio abanico de organizaciones promovidas desde la institución.
Pese a los escasos documentos que tenemos de la Casa del Pueblo, podemos asegurar que en la década de los años quince-veinte del siglo pasado fue cuando se inauguró. La Ceuta de principios del siglo XX vivió una efervescente actividad asociativa, donde las sociedades federadas iniciaron la andadura en el Centro obrero, donde estaban el PSOE, la Sociedad de Albañiles, la de Carpinteros, la de Panaderos, portuarias, de la Aguja, electricistas… En sus salones se vivían las reivindicaciones de los derechos laborales y políticos, siendo continuos los llamamientos a los trabajadores para su movilización.