http://lasmerindadesenlamemoria.wordpress.com/2015/01/07/esclavos-presos/
ESCLAVOS PRESOS I
Ciudadanos en batallones de trabajadores
A los franquistas las prisiones no les parecieron suficientes para matar y humillar a los republicanos, los prisioneros también se convirtieron en mano de obra barata y esclava. Durante la guerra este trabajo esclavo tuvo como prioridad la intendencia militar y las obras públicas, posteriormente obras civiles y sectores privados. Supuso el abandono de la política de exterminio generalizado para la utilización económica y la sumisión ideológica por medio del trabajo esclavo. Así el objetivo de los Batallones de Trabajadores fue el de utilizar la mano de obra forzosa de los prisioneros de guerra.
A esos Batallones de Trabajadores dedicamos esta entrada, la siguiente será sobre Batallones disciplinarios de soldados trabajadores, en la que incluimos las escasas referencias que tenemos de las Merindades. En otras dos entradas está el ejemplo en nuestra tierra es el túnel de La Engaña y el pantano de Arroyo-Arija.
Pero no estamos conformes y seguimos buscando, ya que el listado que tenemos es pequeño y no responde a la realidad. Tampoco tenemos constancia de los trabajadores de la Engaña o Arroyo que se quedaron por estas tierras, y sabemos que hubo muchos. Ayudadnos con cualquier información y testimonio, bien como comentario de la entrada, bien enviandola al merinmemo@gmail.com
La exclusión masiva de los vencidos fue un objetivo primordial del régimen franquista, y ésta tuvo en los campos de concentración la cristalización más inmediata. Hemos mencionado el internamiento, hacinamiento, clasificación, depuración, reeducación y reevangelización se dieron la mano en los campos franquistas para hacer saber a los prisioneros republicanos, a los disidentes, su verdadero lugar en aquella Nueva España.
Hacia diciembre de 1936 las Comandancias Militares habrían recibido órdenes de mantener a los prisioneros y presos en espera de un Consejo de Guerra. Si se asesinó menos era porque ya no era tan necesario, pero seguía imperando la “sin ley”, cuando había que matar sin trabas legales, se hacía. La persecución no había finalizado,: la estrategia de paralización mediante el terror, ejecutada en lo político y en lo militar, siguió a los avances de las tropas fascistas incluso cuando la violencia había sido ya, supuestamente, reglada y controlada por los tribunales castrenses
ESCLAVOS PRESOS
En la primavera de 1937 el Ejército franquista, varió el centro de gravedad de la guerra, y se encaminó hacia la toma del Norte. Este cambio llevaría a la toma de territorios de difícil evacuación, y desconectados del resto del territorio, con la única posibilidad para escapar por el mar, así amplias masas de población y de tropas se verían encerradas. Multiplicó de forma exponencial la cantidad de presos, impidiendo el asesinato impune.
Unos meses antes de que el frente norte desapareciese, el decreto 281, de 28 de mayo de 1937, que imponía el derecho-obligación al trabajo para los presos. El primer destacamento penal lo formaron 365 presos que en 1937 trabajaron en el monumento a Mola situado en Alcocero (Burgos). A la entrada del Valle del Oca desde La Bureba se alza sobre un cerro el, a 5 Km. de la nacional I, pasada la Brújula. Sólo habían transcurrido 36 días desde el decreto y un mes del accidente de Mola en el lugar. El decreto, convertía un derecho en una obligación para los presos, que se veían transformados en esclavos, la norma permitió explotar durante años, a miles de presos. De esta mano de obra barata y esclava, se sirvieron ministerios, diputaciones y ayuntamientos, instituciones del régimen, como la Iglesia y la Falange, y cientos de pequeños y grandes empresarios privados en todo el país. Empresas privadas que se lucraron con el trabajo forzado de prisioneros políticos, como lo hizo Dragados y Construcciones en la construcción de gran número de pantanos. También funcionarios y militares aprovecharon y los emplearon para su beneficio.
Un año después del decreto, en octubre de 1938, se crea el Patronato para la Redención de Penas por el trabajo, desde allí se hacía el diseño del trabajo, era el organismo que se encargaría de catalogar presos y manejar los rendimientos económicos por su trabajo forzado. En 1957 existían todavía 10 destacamentos penales. Aunque nació ‘con carácter provisional y como medida de urgencia’, el sistema perduró: Tres décadas después último destacamento penitenciario del que hay constancia, con el que José Banús construyó la colonia de chalés de lujo de Mirasierra, en Madrid, se cerraría en 1970,
EL SISTEMA DE EXPLOTACIÓN DE PRESOS
Los batallones crecieron al ritmo que disminuyeron el de campos de concentración, este sistema creció para responder a las necesidades del nuevo Estado. El sistema de explotación laboral de los presos adoptó diversas formas, dentro de las prisiones por medio de los talleres penitenciarios y destinos concretos; por otro lado en trabajosexteriores: tanto en destaca destacamentos penales, como el pantano de Arroyo, en las colonias penitenciarias militarizadas se crean en septiembre de 1939, cinco meses después de aprobarse el I Plan de Obras Públicas, para contribuir a su ejecución o en los batallones disciplinarios de trabajo como alternativa al encarcelamiento masivo
El sistema de retroalimentación fue perfecto, los presos levantaban sus cárceles, con cemento que fabricaban los presos en las factorías de Portland Iberia (Toledo) y Asland (Córdoba), cuya carpintería y mobiliario construían los presos en talleres como los de Alcalá de Henares. Vestían uniformes confeccionados por reclusas de Ventas, o Saturrarán, y comían con cubiertos fabricados en el taller de metalistería de El Dueso. Si enfermaban y tenían suerte, eran trasladados a hospitales penitenciarios atendidos por médicos y enfermeros reclusos, y tratados con fármacos fabricados en el laboratorio de la cárcel de Yeserías.
Muchos de los presos republicanos eran trabajadores cualificados y fueron rentables para los organismos y empresas. Los reclusos vivían en barracones cercanos a los lugares de trabajo, que ellos mismos construían, alojados en condiciones precarias, mal alimentados, trabajaban de 10 a 12 horas diarias y estaban siempre disponibles. Las condiciones de vida eran duras, y además se obligaba a trabajar en condiciones de sobreexplotación. El régimen alimenticio impuesto a los presos, como en las cárceles, fue terrible, la comida era precaria y no cubría el mínimo suficiente para poder soportar las larguísimas jornadas.
LOS BATALLONES DE TRABAJADORES
Estos batallones eran modalidades de castigo, unidades militarizadas y disciplinadas que servían para que los presos republicanos trabajasen de forma esclava. Gran parte de ellos eran prisioneros sin procedimiento pendiente y se dedicaban a hacer trabajos auxiliares al ejército. Los BT se utilizaron en trabajos pesados y de alto riesgo durante la guerra en primera línea de frente o en retaguardia tras la misma, de cara a la reconstrucción de zonas dañadas y también para ser “alquilados” por empresas privadas ligadas al régimen, empresas que obtenían gracias a ello mano de obra muy barata por la que pagaban al Estado, una cantidad muy inferior al salario real de un trabajador libre.
Durante la guerra, utilizaron esta fórmula primero, para realizar ciertas labores en los frentes en áreas dispares: cavar trincheras, transporte, recogida de cadáveres, recuperación del material bélico, intendencia: carga y descarga, infraestructura militar, fortificación construcción de trincheras en tierra de nadie, construcción y reparación de infraestructuras: puentes, carreteras, aeródromos, vías férreas), empresas estratégicas para los fascistas como la Naval, General Eléctrica, Explosivos…) etc.
Concluida la guerra, los batallones de trabajadores fueron empleados para reconstruir las ciudades e infraestructuras destrozadas por la guerra y para realizar obras de todo tipo (carreteras, vías férreas, túneles…). Fueron también los batallones de trabajadores los obligados a construir el Valle de los Caídos, pero hubo cientos de lugares. Los presos construyeron más de 30 embalses y canales de riego; levantaron sus cárceles, como la de Carabanchel; trazaron líneas férreas, como la de Madrid-Galicia o la de Madrid-Burgos; trabajaron en las cuencas mineras; levantaron fábricas, como la de Sniace, además de reconstruir los lugares destruidos en la guerra: Belchite, Brunete, Guernica, Teruel, Oviedo… Carreteras sobre todo en zonas fronterizas, vías férreas, trincheras, obras civiles, reparando carreteras, recogiendo cadáveres, monumentos fascistas…
SALARIO Y REDUCCIÓN DE PENAS.
Económicamente supusieron otra fuente de ingresos para lo franquistas, la expropiación del salario de los presos y el ahorro que al Régimen le supuso no tener que construir cárceles. En teoría, los presos recibían el mismo salario que cobraban los obreros libres. Las empresas contratantes de estos “asalariados” entregaban el salario íntegro de cada reo a la Jefatura del Servicio Nacional de Prisiones. El preso recibía en mano 50 céntimos (le debía servir para comprarse botas, calcetines y gorras usadas que no estuvieran rotas, substituir los viejos uniformes por ropa de trabajo menos gastada, comprar un petate y alguna raída manta), la mujer del preso, otras dos pesetas, y por cada hijo menor de 15 años, una peseta. En el mejor de los casos, apenas recibían la cuarta parte de su salario. El otro 75% se ingresaba a beneficio del Estado. La rapiña no tuvo límites, no contento con embolsarse esta dinero, además de cobrarles la manutención en una primera época llegó a descontar el uniforme y las comunicaciones con sus familias, a razón de 1,25 pesetas por visita, el valor de más de dos días de trabajo. Los presos llegaban a duplicar su jornada: como el jornal ordinario se lo quedaba el Estado, las horas extraordinarias las cobraban. Pero no por mucho tiempo, el régimen vio un nuevo botín y estableció que de las horas extraordinarias se descontase a los reclusos un 25% como ‘donativo reglamentario’ para el Fondo de Educación de Hijos Desvalidos de Penados.
La reducción de penas a cambio de trabajo se articulaba mediante el mecanismo de canjear un día de pena menos, por cada dos de trabajo, todo ello siempre a expensas de que el Jefe Militar y el sacerdote penitenciario certificaran que el preso demostraba, en sus obras de sus nuevas “creencias” políticas y religiosas.
Este sistema de clasificación en los Campos de Concentración, minuciosamente explicado por Rodrigo (2003) va a crear una doble situación: condenados y no condenados. Por un lado tenemos a un amplio grupo, clasificado como desafecto Afecto dudoso, al que ni se va a dejar en libertad, ni se va a incorporar al campo penal. Se trata, por lo tanto, de unareclusión extra-penal, orientada a la utilización económica de estos prisioneros, mediante los Batallones de Trabajadores. Por otro lado, en cambio, tenemos a los que pasan al sistema penal, quienes, tras ser acusados de un delito, son condenados a diversas penas.
Este sistema de clasificación en los Campos de Concentración, minuciosamente explicado por Rodrigo (2003) va a crear una doble situación: condenados y no condenados. Por un lado tenemos a un amplio grupo, clasificado como desafecto Afecto dudoso, al que ni se va a dejar en libertad, ni se va a incorporar al campo penal. Se trata, por lo tanto, de unareclusión extra-penal, orientada a la utilización económica de estos prisioneros, mediante los Batallones de Trabajadores. Por otro lado, en cambio, tenemos a los que pasan al sistema penal, quienes, tras ser acusados de un delito, son condenados a diversas penas.
Estos batallones funcionan entre los años 1937 y 1940, dependiendo directamente de laInspección de Campos de Concentración de Prisioneros. Así, de los 34.000 prisioneros en los B.T. en noviembre de 1937 se pasa a los 67.900 en enero de 1939, y a los 90.000 de los inmediatos meses de posguerra (Rodrigo, 2003). Como se puede observar, por lo tanto, esta modalidad de castigo extrapenal, sin juicio ni delito alguno, constituye la principal modalidad de trabajo esclavo durante la guerra, muy por encima de las cifras dadas para el Sistema de Redención de Penas por el Trabajo, al que estaban acogidos 12.781 presos a finales del año 1939 (Prada Rodríguez y Rodríguez Tejeiro, 2003). Cuando la guerra estaba a tres meses para su finalización, el 1 de enero de 1939, los efectivos que formaban los BT, Unidades Especiales y Grupos en fábricas y talleres era el siguiente: 119 batallones con 87.589 trabajadores, estas agrupaciones disciplinarias iniciaron un proceso de reducción, agrupación y desaparición desde finales de 1939. En 1940 con los Batallones disciplinarios de soldados trabajadores (BDST) crean un nuevo sistema.
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