miércoles, 7 de enero de 2015
Hoy en Francia, como durante cientos de años en España, los bárbaros clérigos y sus bestiales sicarios mandan. Con cruz o media luna, de blanco impoluto o riguroso negro, desde los púlpitos nazarenos o recitando suras con un AK47 en la derecha y el corán en la siniestra, las alimanas intransigentes nos imponen otra vez su perversa visión del ser humano sometido a una imaginada divinidad para así garantizar la prevalencia de su oligarca jerarquía, bajo cuya sombra ellos y los suyos medran. Hoy en Francia, como hace setenta años en el suelo de esta tierra ibérica o como hace mil en todo el planeta. Nuestro deber es pararlos. Que encierren sus prédicas en sus secretos recintos, que limiten sus exhibiciones públicas de religiosidad exclusivamente al ámbito privado y que sus sádicos secuaces armados sean silenciados, acallados, encerrados o liquidados por el Estado. Porque creo, confío y sé que mi ideario y mi ética, basados en la Razón, en la Declaración Universal de Derechos del Hombre y en los principios de la Revolución francesa son moralmente superiores a la supertición, el feroz machismo, el desprecio al ser humano, la incultura y el dogmatismo que emanan de sus absurdos textos sagrados. Y porque tengo la certeza racional de que mis valores, nuestros valores, son Universales y deben imponerse sobre la intolerancia y el fanatismo de los barbudos y de los tonsurados. Mis respetos y mi homenaje entonces por los periodistas y dibujantes franceses cruelmente asesinados por los ruines esbirros de los ayatolás y por los sindicalistas, militantes, disidentes, escépticos e insumisos españoles sacrificados en patíbulos y paredones por los siervos de los eclesiásticos católicos y apostólicos cristianos desde hace incontables siglos. Que la tierra les sea leve. Que la Justicia les vengue. Que la Razón supere a la sinrazón.
Composición que he realizado uniendo dos fotogramas de un documental franquista tipo NODO. La escena refleja la criminal intrusión de los fascistas en un pueblo andaluz. Miles de calles como estás amanecían alfombradas de republicanos salvajemente asesinados tras las razzias de las bestiales columnas franquistas.
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