dimecres, 23 de desembre del 2015

LA DEPURACIÓN DEL MAGISTERIO Y LA ESCUELA DEL NUEVO ESTADO (III)



Con esta entrada finalizamos de publicar el texto de Luis Castro sobre el Magisterio:

LA DEPURACIÓN DEL MAGISTERIO Y LA ESCUELA DEL NUEVO ESTADO (III)

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De sobra es conocido nuestro interés en el Magisterio, al igual que impresionante la represión que sufrió, de hecho en este blog hemos publicado diversos artículos: EL MAGISTERIO EN LAS MERINDADES
placa escuela.jpgPublicamos en 3 capítulos una parte del trabajo del historiador Luis Castro para la introducción de un libro sobre la depuración del magisterio en Soria escrito por Antonio Hernández García, uno de los pioneros en el estudio de la represión franquista.
LA DEPURACIÓN DEL MAGISTERIO EN EL FRANQUISMO.
ANTECEDENTES POLÍTICOS E IDEOLÓGICOS
No dudamos que va a ser de vuestro interés.
III.-LA DEPURACIÓN DEL MAGISTERIO REPUBLICANO Y LA ESCUELA DEL NUEVO ESTADO
Escuela Cornejo .jpgPor lo general, las derechas y el clero español de la época consideraban que muchos, quizá la mayoría de nuevos maestros habilitados por los gobiernos republicanos simpatizabancon los valores oficiales y que en consecuencia iban a “envenenar” las almas cándidas de los niños y niñas con sus enseñanzas y actitudes. En el mencionado mitin revisionista de Palencia, Gil Robles se refería “a eso que llaman escuela única, que no es más que un cuartel donde se forjan los socialistas y comunistas del futuro… Es el resultado de un compromiso contraído con las logias masónicas… Se impone la legítima defensa”. Algo parecido opina el general Mola en carta dirigida a Sanjurjo en septiembre de 1934: “… la mayor parte de los maestros actuales, por su procedencia de las bajas capas sociales o por haber sido nombrados en tiempos del gobierno Azaña, son furibundos extremistas: veremos cómo se manifiesta la juventud a la vuelta de diez o quince años”. Se imponía enmendar este estado de cosas, fuera como fuera.
Como Antonio Hernández García, en el libro que este texto sirve de presentación, aporta una cumplida y rigurosa exposición de la represión del magisterio, tanto en sus aspectos legales como ideológicos y procedimentales, mostrando la muy variada casuística a que podía dar lugar su aplicación, me limitaré a hacer algunas observaciones al respecto, fruto de mi modesta labor de investigación de este tipo de temas en algunas provincias de Castilla y León.
En primer lugar, interesa subrayar lo desmesurado de la evaluación sobre el supuesto carácter republicano o izquierdista del colectivo docente, especialmente en su nivel más básico. Estudios locales indican un escaso compromiso de los maestros con valores políticos, fueran del signo que fueran, más allá de la lógica asunción de la normativa legal republicana, suprimiendo la enseñanza religiosa, quitando el crucifijo del aula o juntando en ella a niños y niñas (cosas que, por cierto, sería interesante conocer si se cumplieron en todas partes).
Es cierto que la coyuntura propició esos compromisos políticos, pero, si hemos de ponderar el asunto por el nivel de afiliación a sindicatos de enseñantes, este era minoritario, dándose el caso, en muchas provincias conservadoras del interior, como Burgos, de que había mayor la afiliación a asociaciones católicas que a la Federación Española de Trabajadores de la Enseñanza (FETE), sindicato dependiente de UGT. Al final, si el escrutinio minucioso de los antecedentes de los maestros dio lugar a un 20 % de sancionados, más o menos, como promedio(hablamos de las provincias de la actual Castilla y León), ello evidencia lo que venimos diciendo, si tenemos en cuenta que muchas veces la sanción se sustentaba en pruebas de cargo bastante endebles o subjetivas, como en este estudio se podrá comprobar sobradamente. Las normas depuradoras se presentaban como punitivas y preventivas; pues bien: parece claro que tenían mucho más de lo segundo que de lo primero.
Por otra parte, resalta el carácter reaccionario y continuista (respecto de los planteamientos educativos del Directorio de Primo de Rivera y del ultramontanismo) del personal político al que el Nuevo Estado encomendó la educación y la purga de los colectivos docentes. José Mª Pemán, presidente de la comisión de Instrucción y Cultura de la Junta Técnica, había sido secretario de la Asamblea Nacional durante la dictadura anterior, así como promotor de la Unión Patriótica. Sus ideas sobre pedagogía eran muy sumarias (tanto, que se resistió con uñas y dientes a presidir la comisión, la cual luego desatendió en la práctica). Véase lo que dijo presentando unas conferencias para maestros acerca de “lo que ha de ser la escuela de la nueva España”:
“los niños tienen, como las masas, espíritu femenino, y gustan más de que les dominen que de que les enseñen. Se rigen por la ley del mínimo esfuerzo y por eso el supremo argumento para su inteligencia será siempre la afirmación clara que exija un mínimo de atención… ¿Qué ha de enseñarse? Ya está en el temario de estos cursillos: fundamentalmente Patria y Religión” (Diario de Burgos, 7 de septiembre de 1937).
Para suplir las ausencias de Pemánen la Comisión se nombró al pediatra Enrique Suñer como vicepresidente, quien también había sido consejero de Instrucción del Directorio. Destacó este personaje por su vena represiva, siendo el gran impulsor de la depuración de los cuerpos docentes en todos sus niveles, con especial inquina hacia cuantos hubieran tenido alguna relación con la Institución Libre de Enseñanza. Más adelante sería el primer presidente del Tribunal de Responsabilidades Políticas, que también empapeló a muchos maestros, profesores e inspectores (después de haberlos depurado).
Así mismo se articuló en la época de Pemán-Suñer el sistema de censura de publicaciones, prensa, radio y espectáculos, en colaboración con un servicio nacional cuyo primer jefe fue el general Millán Astray, nada menos. José Pemartín, primo de Pemán, también había sido alto colaborador del Directorio y fue nombrado por Sainz Rodríguez, primer ministro de educación de Franco, director general de enseñanza secundaria. (De la primaria se encargó Romualdo de Toledo, de quien ya hemos hablado). En el caso de Sainz la referencia ideológica principal era Menéndez y Pelayo con su condena de los heterodoxos españoles, desde los iluminados y protestantes en adelante. Todos ellos eran colaboradores habituales de la revista Acción española, dirigida por Ramiro de Maeztu, otro de los grandes inspiradores ideológicos del Nuevo Estado.
Conviene recordar también a Francisca Bohígas, inspectora de primera enseñanza y diputada de la CEDA en 1933. Esta señora, que durante la II República se había opuesto a la reforma educativa y a la coeducación, incluso en las escuelas normales, fue una de las teorizadoras de la escuela franquista, junto con las dirigentes de la Sección Femenina de Falange y su consejero fray Justo Pérez de Urbel. “Conviene no perder el tiempo de que disponemos para la formación de la mujer –escribe– (…) La instrucción que recibirá se referirá a cuestiones fundamentales y especialmente con aplicación al hogar, al cuidado de la familia y de los hijos” (Revista Consigna de la S.F. nº 5. 1941). ¿Acaso no había señalado el papa Pío XI en su Divinis IlliusMagistri(1929) que la coeducación y la “igualdad niveladora” era sinónimo de promiscuidad y era algo “antinatural”?
Finalmente, aunque sea un aspecto que queda claro en este como en otros trabajos de Antonio Hernández, conviene insistir en el carácter específico de la represión en el ámbito de los funcionarios docentes. Como el resto de los trabajadores de las administraciones y empresas públicas (mejor, dicho, aún más), el docente se va a ver sometido a un doble proceso punitivo: por un lado, como ciudadano comprometido con ciertas ideas y organizaciones republicanas o izquierdistas, sufriría la represión política propiamente dicha, por lo general más dura y expeditiva que la depuración laboral, que tenía carácter de procedimiento administrativo.
Quiere esto decir, por poner algún ejemplo más de los muchos que se verán en esta obra, que cuando Ceferino Estébanez González, maestro de Lastras de las Heras (Burgos), recibe en la prisión de Burgos el oficio por el que se le participa la baja como maestro en el escalafón ya llevaba un año largo encerrado (desde el 24 de julio del 36) e iba a continuar así otro año más, salvándose de algo peor probablemente por su descargo de haber tenido dos hijos voluntarios en el frente, uno de ellos muerto. Posteriormente fue expedientado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas. (Archivos de la Prisión de Burgos y del Palacio de Justicia. Fondo de Responsabilidades Políticas.)
Con este ejemplo se tipifica una pauta bastante general de la represión de los maestros: algunos represaliados, como Ceferino, fueron detenidos en los primeros días o semanas posteriores a la sublevación, pero otros lo fueron en septiembre, cuando se reintegraron a sus escuelas. (La franja norte de Las Merindades, bajo control gubernativo hasta el verano siguiente, sigue luego pautas parecidas, aunque con mayor gravedad punitiva, por su proximidad al frente de guerra). Quiere decirse que hasta comienzos de octubre de 1936 se producen la mayoría de las detenciones y de los asesinatos de maestros por sacas o paseos, que superan los cincuenta casos en la provincia de Burgos.
Hasta aquí estamos hablando de represión política; esto es, la derivada de supuestos antecedentes sindicales o izquierdistas del maestro, que también se podían sustanciar en algunos casos mediante consejos de guerra. Paralelamente se suele producir la sanción laboral, a través de las comisiones depuradoras, y la sanción civil, relacionada con la Comisión de Incautación de Bienes o su sucesor, el Tribunal de Responsabilidades Políticas, que solía derivar en multas.
En definitiva, el castigo al magisterio republicano fue algo especialmente riguroso y sistemático, comparativamente más grave que el de otros colectivos funcionariales. Prueba de ello es la precocidady la minuciosidad con que se plantean las normas depuradoras. La primera es una orden de 19 de agosto de 1931 por la que se ordena a los alcaldes que, antes de fin de mes, informen a los rectores del distrito universitario acerca de los antecedentes de los maestros, de modo que sean sustituidos aquellos que hubieran mostrado “ideario perturbador de las conciencias infantiles”. Desde luego, el decreto del 13 de septiembre siguiente, que ordenaba la depuración de todos los funcionarios y trabajadores de empresas públicas, hubiera podido aplicarse también a los docentes, pero resulta significativo que estos, en todos sus niveles, merecieran una normativa punitiva específica mucho más rigurosa.
Como hemos señalado, cuando comienza el proceso depurador muchos maestros ya estaban encarcelados o asesinados, o habían huido o tomado las armas para defender al régimen republicano, como hizo Abilio Bañuelos Terán, maestro de Burceña de Mena (Burgos), que fue hecho preso en septiembre de 1937, condenado a muerte en diciembre de 1938 y ejecutado mediante garrote vilel 26 de octubre de 1939, en presencia de varias autoridades y de tres vecinos que se prestaron voluntarios. Pocas veces se dilataba tanto la ejecución de una sentencia de este tipo; en el este caso ello se debió a la tardanza en la recepción del “enterado” del “Caudillo”. A Bañuelos se le acusó de ser teniente y comisario político del Ejército republicano y de haber cometido varios crímenes en pueblos cercanos al frente de guerra.
Para terminar, y puesto que en esta obra vamos a ver muchos ejemplos de conductas desviadas y antiespañolas –a juicio de las autoridades civiles y eclesiásticas del Nuevo Estado–, podemos hacernos una idea de qué tipo de actitudes merecían la bendición de estas. Se trata del informe del párroco sobre un matrimonio de maestros de Ahigal de los Aceiteros (Salamanca). Este tipo de informes eran preceptivos y tenían mucho peso tanto para los expedientes de depuración como para los de incautación de bienes o del Tribunal de Responsabilidades Políticas (incluso aparecen frecuentemente en los Consejos de Guerra, como en este caso):
Certifico que D. Procopio Domínguez Clemente, maestro de esta parroquia, ( …) ha observado (…) buena conducta moral y religiosa asistiendo todos los domingos y fiestas al Santo Sacrificio de la Misa, sin haberle oído por otra parte conversación alguna de matiz político, así como que su esposa, también maestra nacional en el expresado Ahigal, asistía además de los actos mencionados al del Santo Rosario en la iglesia parroquial y que enviaba a sus niñas a la catequesis parroquial durante el tiempo de permanencia en esta parroquia, comportándose ambos como buenos católicos. (Archivo Militar de El Ferrol. Expediente 731/1936. Facilitado por la Asociación “Salamanca Memoria y Justicia”)





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