dimecres, 23 de desembre del 2015

Un callejero democrático y popular.


http://www.elmundo.es/madrid/2015/12/22/5679c5e0268e3e57358b45c9.html


La placa de pasaje del General Mola es una de las que deberán ser cambiadas. 
La Cátedra de Memoria Histórica de la Complutense ha asesorado al Consistorio en la selección de calles que cambiarán de nombre
Ayer se aprobó, por parte del Ayuntamiento de la ciudad de Madrid, la retirada de las primeras 30 calles de las 300 que se calcula que existen todavía con toponimia franquista. ¿Cómo es posible que en el Madrid europeo del siglo XXI, en el de la deseada modernidad social, hayamos normalizado y habitado en calles, paseos, avenidas como Yagüe, Millán Astray, Fanjul, Mola, Moscardó...?
Estamos convencidos de que, poco a poco, las preguntas que se harán las madrileñas y madrileños en estas próximas semanas se tornarán en evidencias. En cualquier caso, algo había fallado y sigue fallando cuando, por ejemplo, todavía buena parte de las elites políticas conservadoras madrileñas se oponen, tajantemente, a reelaborar un callejero democrático entre todos.
¿Déficits democráticos? Sin duda. Pero no sólo. Estamos ante algo más profundo e imperceptible a la hora de desentrañar tantas y tantas negativas, que atentan contra la «razón democrática» de la que en su día hablara Vázquez Montalbán. No era viable a fines de 2015 agarrarse aún a aquellas soflamas justificadoras de la postransición, y que se instalaron con fuerza en la memoria colectiva de la ciudadanía en los pasado 80, acerca de que «fuimos todos igual de culpables», de que todos «los bandos cometieron las mismas barbaridades». Tan sólo queda plausible, por supuesto, aquel grito del «Nunca más». No es posible, ya que a lo largo de estas dos últimas décadas la historiografía sobre la Guerra Civil y el Franquismo ha dado su «gran salto adelante» desterrando aquellos estereotipos.
Si una virtud ha tenido ese «gran salto adelante» ha sido, al menos, evidenciar tres grandes cuestiones. Primero, la Guerra Civil no fue ninguna «locura colectiva» sino producto de un premeditado Golpe de Estado contra la legalidad republicana. Segundo, alejados del debate de las cifras de fallecidos, se ha patentizado la planificación y el desarrollo por parte de los golpistas de un Plan de Exterminio contra el adversario político, que a ojos de la Comisión de Naciones Unidas de Derechos Humanos constituyen crímenes de lesa humanidad. Y, por último, ha quedado plenamente constatada la impunidad conquistada, durante décadas, por parte de aquellos ejecutores y verdugos de los crímenes del franquismo.
Y, con todo, han tenido que pasar casi 40 años para que la ciudad de Madrid haya adoptado esta decisión política. Una decisión política en donde no solamente se ha tenido en cuenta el cumplimiento íntegro del artículo 15.1 de la conocida Ley de Memoria Histórica del año 2007, que las administraciones previas a la actual habían omitido deliberadamente. A lo anterior, se han sumado toda otra serie de criterios para empezar a reconvertir el callejero de Madrid bajo estrictas bases científicas, jurídicas y académicas.
En un plazo de cuatro meses, la Cátedra Complutense Memoria Histórica del siglo XX (CCMHSXX) y el Ayuntamiento de Madrid se han comprometido a presentar el Plan Integral de Memoria de Madrid. Todo un reto en donde se articularán un amplio conjunto de ejes de actuación para finalizar con ese Madrid de grises y claroscuros con respecto a su historia y memoria democrática y social colectiva. Un proyecto que contará con la colaboración de los movimientos sociales por la memoria así como con el tejido social y democrático madrileño.
Desde la CCMHSXX y su equipo de expertos interdisciplinar ad hoc creado para la elaboración del citado Plan, somos conscientes de dicho reto así como de sus riesgos. Y, en concreto, de la necesidad de llevar el mismo con no pocas dosis pedagógicas. Como somos conscientes de las molestias que, por ejemplo, esta reconversión producirá en los vecinos de Madrid. Por ello, quisiéramos solicitarles que pese a los inconvenientes que se producirán, piensen que más allá de los trámites burocráticos que conlleve, en pocos meses, podrán vivir en una ciudad libre de nombres que exalten a verdugos y ejecutores de los crímenes del franquismo. Nos toca a las vecinas y vecinos de Madrid dar nuestro gran salto adelante con el objeto de dejar a las próximas generaciones un legado de convivencia democrática. Unas nuevas generaciones que tienen que conocer qué sucedió en su ciudad.
Somos también conscientes de que existen otras tantas necesidades y prioridades en nuestra ciudad. No lo dudamos. Sin embargo, ha llegado la hora de planificar un modelo de ciudad a medio y largo plazo, y en donde se nos aparece como un requisito indispensable la construcción colectiva de un Madrid más habitable y democrático, lo que pasa, necesariamente, por la apuesta decidida por políticas públicas de Memoria.
Nos resta, si nos permiten, invitar a las madrileñas y los madrileños a que, en la próxima primavera de 2016, cada cambio de calle, plaza, avenida... lo celebren como una Fiesta Democrática en memoria y recuerdo de las decenas de miles víctimas de la Guerra Civil y el franquismo.
Sergio Gálvez Biesca y Julián Vadillo Muñoz, en representación de la Cátedra de Memoria Histórica del siglo XX de la Universidad Complutense.