dissabte, 30 d’agost del 2025

El viaje para que Pepet, el fundador del Levante que se exilió tras la guerra, vuelva al Cabanyal

 https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20250830/11011175/viaje-pepet-fundador-levante-exilio-guerra-vuelva-cabanyal.html

Una delegación levantinista viaja este domingo a Francia para exhumar los restos de José Ballester y su mujer Teresa Molins, que serán enterrados en València en un acto el día del aniversario de la fundación del club

El franquismo borró la figura de este polifacético pedagogo, escritor y político: “Fue uno de los tótems de la España política del siglo XX”



José Ballester Gozalvo y su mujer, Teresa Molins Gausach

 LVE

“Coneguem a Ballester / professor, advocat, pedagog i periodista / va ser el 1909, / quan va fundar el Llevant [...] a l'exili Ballester / A la França va fugir quan no teníem democràcia / desitjava retornar i encara descansa allà! / Atenció, personal, que açò ho hem d'arreglar!”. 

Esta letra de la canción ideada por el coro del IES Ballester Gozalvo de València cuenta la historia del fundador del Levante UD (y del profesor y abogado que da nombre a este instituto) que tuvo que exiliarse tras la guerra civil. La canción expresa, también, su deseo de volver al Cabanyal para ser enterrado en su tierra. Y es que, exiliado en Francia, se tuvo que conformar con que en su tumba se pusiera una pequeña bolsa de arena de la playa de este barrio costero de València.

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Felip Bens
José Ballester Gozalvo y Emilio Gascó Contell en el despacho editorial de Aristide Quillet

Una idea que, a tras componer la letra para el coro Tereseta -Teresa Molins, nombre de la pareja de Ballester-, los profesores Paco Santamans e Irene Alcolea decidieron intentar materializar. 

Santamans, profesor de Geografía e Historia, había estudiado la figura del hombre que daba nombre al instituto que le habían adjudicado. Incluso en unas vacaciones en Francia buscó, sin éxito, la tumba de Ballester. Su sorpresa, como aficionado al fútbol y granota, fue descubrir que fue el fundador del Levante UD. Fueron los periodistas Felip Bens y José Luis García Nieves quienes sacaron a la luz que Josep Ballester Gozalvo fundó el 6 de septiembre de 1909 el club. 

Felip Bens y José Luis García Nieves descubrieron que Ballester fundó el club el 6 de septiembre de 1909 

No fue fácil. Bens cuenta a La Vanguardia como el franquismo “borró la figura de Ballester” y que apenas había referencias a su persona; el silencio que se impuso en torno a su exilio. “Gran parte de su familia seguía en España y su hermano Víctor llegó a ser condenado a muerte por fundar una escuela para niños víctimas de la guerra”, señala el periodista. Afortunadamente, la sentencia no se ejecutó.

Pese a las dificultades, Bens y García Nieves encontraron distintas noticias explicando el registro del club por parte de Ballester e indagaron en su figura. Contactaron con uno de sus sobrinos que le visitó durante el exilio y que era el poseedor de mucha documentación de su tío. “José Ballester, era una persona muy reconocida en Francia. Cuando murió, François Mitterrand envió una condolencia a su viuda. Aquí el franquismo lo borró por completo”. 

Ballester, era una persona muy reconocida en Francia. Cuando murió, Mitterrand envió sus condolencias 

Felip Bens

La figura de Gozalvo, coinciden Bens, Santamans y Alcolea, va más allá del futbol. Su relación con el Levante que fundó fue corta pues su vida y exilió abarcó muchas otras facetas. “Fue uno de los tótems de la España política del siglo XX”, apunta Bens. 

En este contexto, los profesores del instituto Santamans y Alcolea decidieron contactar con el Levante para tratar de cumplir ese sueño del fundador del club de volver al Cabanyal recogido en la letra de la canción. Pensaban que sería imposible, pero al otro lado encontraron la ayuda entusiasta de Puri Naya, directora de Comunicación y Relaciones Externas del club granota.

El Levante aceptaba el reto de tratar de retornar los restos de fundador a València. Para ello, explica Naya, era necesario el permiso de los familiares y José Ballester y Teresa Molins no tuvieron hijos. Empezó entonces una búsqueda para recibir el aval tanto de la familia de él como de la de ella. También era necesario contactar con funerarias para proceder a la exhumación. Decididos a acometer el reto, el Levante UD creó la comisión “Pepet i Tereseta”, como se les ha conocido popularmente, con el apoyo de los periodistas, los profesores y varios familiares, con la firme intención de repatriar los restos de ambos.

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Agencias
José Ballester Gozalvo y su mujer, Teresa Molins Gausach

Un proceso que era costoso (por aquel entonces el equipo estaba todavía en Segunda División) y para lo que fue clave la ayuda de la Diputación de València. Con el único voto en contra de Vox, la corporación provincial aprobaba una ayuda de 12.000 euros destinada a recuperar los restos mortales de la pareja exiliada en Francia.

Este domingo, una delegación levantinista formada por Felip Bens, Paco Santamans, Irene Alcolea y Puri Naya, entre otros, viajarán a París para asistir en Villiers-Adam, el lunes, 1 de septiembre, a la exhumación. A la vuelta, el sábado, 6 de septiembre, coincidiendo con el aniversario de la fundación del club, se les hará un homenaje en la Llotja VIP L’Alqueria del estadio Ciutat de València.

Acto de la presentación oficial del proyecto de repatriación de los restos de José Ballester Gozalvo,

Acto de la presentación oficial del proyecto de repatriación de los restos de José Ballester Gozalvo,

 Levante UD

Será ya después, en un acto más íntimo, cuando los restos de José descansen en el nicho familiar junto a los de sus padres Enriqueta Gozalvo y Vicente Ballester Fandos. El mestre Vicentico fue toda una eminencia en el Cabanyal (el colegio de la Malva-Rosa lleva su nombre) y, como explica Felip Bens, exhortaba a sus alumnos a salir a la playa a dar paseos y a hacer deporte. De hecho, los primeros jugadores del Levante que fundó Josep Ballester, fueron alumnos de la escuela de su padre.

El horror franquista en el convento de San Pascual

 https://elsapodearanjuez.wixsite.com/elsapodearanjuez/post/el-horror-franquista-en-el-convento-de-san-pascual


El oscuro legado del Convento de San Pascual: de cuartel republicano a campo de concentración franquista y prisión especial de mujeres


El golpe de estado de julio de 1936 hizo que la tensión y polarización que reinaba en España en aquellos años erupcionase abruptamente. Aranjuez no se quedaría para nada atrás, ejemplificando el bando que gran parte del ejército eligió en ese día 18 de julio y la resistencia de quienes se oponían al golpe. La ciudad, que según el Instituto de Estadística de la Comunidad de Madrid contaba con unos 15.000 habitantes, albergaba dos edificios militares: un cuartel de la Guardia Civil y otro de autoametralladoras. Ambos cuarteles apoyaron el golpe, sin embargo, no pudieron ni siquiera salir a la calle debido a la resistencia de la clase obrera y campesina de la época, muy organizada por la importante industrialización que vivió Aranjuez durante aquellas décadas. Sindicatos como UGT o CNT y partidos políticos como el PSOE, la Izquierda Republicana y el Partido Comunista consiguieron obtener un gran apoyo en aquellos años, lo que pudo frenar al bando golpista en aquellos primeros momentos del conflicto. Gracias a esta resistencia y al fracaso del golpe en Madrid, los cuarteles comenzaron a cooperar con el Ayuntamiento pese a sus verdaderas aspiraciones. 


Durante los primeros meses del conflicto se formaron las primeras milicias republicanas, las cuales se fueron a otras zonas, como a la sierra o a Talavera de la Reina, ante la notable distancia entre Aranjuez y el frente. No obstante, esta situación cambia cuando cae Toledo; el frente se establece en la frontera entre Toledo y la Comunidad de Madrid (en Seseña, la cuesta de la Reina…). Bastantes tropas que habían sido derrotadas en Toledo se trasladaron a Aranjuez junto a otros soldados que se establecieron en la ciudad para reforzar su defensa. Este nuevo escenario se mantuvo hasta la famosa Batalla del Jarama en febrero de 1937, cuando se estableció por completo el nuevo frente que duraría hasta el final de la Guerra Civil, acumulando varias batallas sin resultados trascendentales. 


El Convento de San Pascual: de cuartel republicano a campo de concentración franquista

La caída de Toledo agudizó la tensión en la ciudad: las milicias y brigadas republicanas comenzaron a ocupar edificios religiosos para convertirlos en cuarteles militares. Uno de ellos fue el Convento de San Pascual, fundado por Carlos III y que ha sido habitado por las hermanas concepcionistas franciscanas, las cuales habían abandonado el edificio al comienzo de la guerra. Este edificio sería ocupado por tropas del bando republicano hasta el final del conflicto, especialmente notable la brigada 45 por su larga estancia en el complejo. Los soldados, quienes llegaron a ser 2000 en San Pascual, ocupaban también el espacio contiguo para así poder hacer maniobras y ejercicios; se debe tener en cuenta la poca experiencia militar que caracterizó a gran parte del ejército republicano, cuyos miembros sólo contaban con la experiencia del Servicio Militar Obligatorio.


Además, otros edificios fueron ocupados por los republicanos, como el Hospital de San Carlos, que se encuentra justo enfrente del convento. Este estaba dirigido por una congregación religiosa antes del comienzo del conflicto, ya que, tras el golpe de estado, quedó en manos de personal voluntario de enfermería perteneciente a las Juventudes Socialistas Unificadas. El centro principalmente funcionó como un hospital “de sangre” financiado por el Socorro Rojo Internacional


El 27 de marzo de 1939, tan sólo cinco días antes de la rendición total del bando republicano, tropas italianas entraron en Aranjuez para así hacerse finalmente con su control. El ejército sublevado pronto se dio cuenta de la gran cantidad de prisioneros que estaban haciendo, la mayoría miembros de asociaciones obreras y fuerzas militares, por lo que la primera prisión que establecieron, localizada en la Casa de Almirantes, se les quedó pequeña enseguida. De ahí que el Convento de San Pascual se convirtió en un campo de concentración franquista donde presos políticos comenzaron a ser encerrados y hacinados. Era tal la cantidad de reclusos, que se planteó la apertura de un segundo campo en el Palacio del Deleite, lo que se descartó por sus grandes ventanales, que dificultaban la seguridad, a diferencia del Convento, que contaba con barrotes en las ventanas y una estructura idónea por su naturaleza religiosa y de clausura.


Las condiciones de vida en el campo eran totalmente deficientes; la falta de medios sanitarios y de higiene facilitaba la propagación de infecciones y enfermedades contagiosas y la estructura cedía debido a la erosión provocada por los excrementos de los propios presos. Los reclusos apenas tenían espacio para dormir en aquellas precarias habitaciones, las cuales, en ocasiones, no eran más que espacios habilitados sin acondicionar. Resulta muy difícil establecer cuántos presos pasaron por el Convento de San Pascual por la falta de fuentes oficiales, pero sí que existen testimonios y pruebas que certifican la sobreocupación del edificio. 


La prisión del Convento de San Pascual no fue ninguna excepción en lo relativo a los fusilamientos y a los paseos al amanecer, en los cuales se fusilaban presos en el cementerio de Aranjuez, dónde hay dos fosas comunes, una civil y otra religiosa. La identificación de las víctimas sigue siendo algo difuso, como nos cuenta la Asociación Casa Negra. Aquellas listas eran tomadas a mano, por lo que se cometían errores al transcribir los nombres de los fusilados. Esta tarea sigue suponiendo un arduo trabajo para la mencionada Asociación Casa Negra o para la Asociación para la Conservación de la Memoria de los Fusilados y Fusiladas y Represaliados en Aranjuez tras la Guerra Civil.


Por otro lado, estos presos comenzaron a ser utilizados como mano de obra esclava siguiendo con la estrategia que el franquismo siguió durante la posguerra: los prisioneros comenzaron a trabajar en la reconstrucción de Aranjuez, así como en industrias como la antigua azucarera, la fábrica de INDRA o la cementera. Además, muchos hombres comenzaron a ser desplazados a otros lugares para poder realizar distintas tareas, como sucedió con la construcción de la Academia Militar de Toledo. Debido a estos traslados, el campo se va aliviando poco a poco de presos hasta la última expedición, con lo que queda vacío de republicanos en 1943.


Los rostros perdidos

Uno de los episodios más especiales que tuvo lugar en el campo de concentración de San Pascual, y que merece ser recordado, tiene que ver con la representación de la Última Cena de Jesús expuesta en el convento, aunque no es accesible para el público debido al voto de clausura que guarda la congregación religiosa que lo habita. Este periódico ha tenido acceso, al menos, a una imagen del fresco que esconde una historia digna de ser contada. 



Representación de “La Última Cena de Jesús” por Juan López. Convento de San Pascual.
Representación de “La Última Cena de Jesús” por Juan López. Convento de San Pascual.

Al finalizar la guerra el 1 de abril de 1939, las monjas que solían habitar el convento vuelven a Aranjuez y comienzan a convivir con los presos republicanos del campo de concentración. El edificio estaba gravemente deteriorado debido a los daños estructurales en muros, cubiertas y ventanas causados por la guerra. Su función como cuartel republicano lo convirtió en un objetivo militar durante meses. Muchos de aquellos hombres reconstruyeron parte de la estructura del edificio, pero otros se encargaron de pintar la iglesia. Entre estos últimos, se encontraba Juan López, el protagonista de esta historia. 


Pedro López, hijo de Juan, contó la historia de su padre en el programa de la Cadena Ser Hoy por Hoy, un testimonio que está recogido en el libro del programa "Los Años Difíciles”. Juan López era de Utrera, además de pintor y decorador de carruajes, como su tarjeta profesional señalaba. Emigró a Madrid junto a su esposa y sus dos hijas a principios de los años 30, donde les sorprendió el estallido de la guerra. Tal y cómo su hijo explica, se fueron primero a Cataluña, donde fueron acogidos en la Masía de Figueres, para más tarde tener que exiliarse a Francia atravesando los Pirineos a pie. Pedro habla de su sospecha de que aquellos años en el país vecino estuvieron llenos de miserias, pero el silencio de sus padres al respecto limita su información. También relata cómo su padre fue apresado: “Muchos de ellos se quedaron en Francia, otros se fueron a América, y los más inocentes cayeron en la trampa de la amnistía general que Franco ofreció. Y regresaron a la patria. A medida que iban llegando, los iban juzgando. A mi padre, por haber sido carabinero republicano, lo encarcelaron. Primero en Ocaña y luego en Aranjuez, mientras a mi madre y a mis dos hermanas las metían en un tren y las mandaban a Utrera.” (Gabilondo & Elordi, 2002). Cuando las monjas se enteraron de las capacidades del padre le encargaron la representación del famoso pasaje. 


No obstante, el verdadero giro a esta historia comienza justo después del testimonio de Pedro López en Hoy por Hoy, cuando la redacción de la Cadena Ser recibe la llamada de una mujer. María del Carmen Ramos, emocionada, cuenta cómo el rostro de uno de los apóstoles de la pintura es el de su padre, Zurbano, quién también estuvo preso en San Pascual. Se cree que varios de los rostros del cuadro pertenecen a compañeros de López en el campo de concentración; sin embargo, identificarlos resulta imposible debido a la falta de documentos y fotografías, tal como afirma Pepe Martín.


La fuga “exitosa”

Otro capítulo curioso que sucedió durante esta etapa fue el único intento de fuga que tuvo éxito conocido. Un preso militante de la CNT y perteneciente a la brigada 77, en la cual se concentraban principalmente anarcosindicalistas andaluces y madrileños. La Asociación La Casa Negra pudo hablar con su nieto, quién relató cómo su abuelo se comió el yeso de la pared para así enfermar y ser trasladado al hospital. Una vez en el centro sanitario, se sabe que consiguió fugarse por un informe militar de la época, aunque el método exacto de fuga es desconocido. Sin embargo, al poco tiempo volvió a ser apresado. 


Prisión especial de mujeres

El Convento de San Pascual no sólo fue un campo de concentración, sino que más tarde se convertiría en una “prisión especial de mujeres”. Según aseguró Matías Viatti en un acto organizado por La Casa Negra hace unos años, la ocupación de dicho centro llegó a ser de 500 mujeres y unos 20 niños. Además, existen varios testimonios concordantes sobre posibles robos de niños, aunque sigue siendo un tema sin estudiar en profundidad, por lo que sigue sin estar documentado.


La importancia de la memoria histórica

Este reportaje no hubiera sido posible sin el apoyo documental de la Asociación Cultural La Casa Negra, la cual trabaja para la preservación de la memoria histórica de Aranjuez. Una labor que las instituciones oficiales ribereñas abandonaron hace una década, muestra del desinterés en curar ciertas heridas que siguen doliendo a los vecinos de la localidad. Recordamos las palabras de Yosef Yerushalmi: ¿Es posible que el antónimo de “olvidar” no sea “recordar”, sino “justicia”?