Blog d'en Jordi Grau i Gatell d'informació sobre les atrocitats del Franquisme.....
"Las voces y las imágenes del pasado se unen con las del presente para impedir el olvido. Pero estas voces e imágenes también sirven para recordar la cobardía de los que nada hicieron cuando se cometieron crímenes atroces, los que permitieron la impunidad de los culpables y los que, ahora, continúan indiferentes ante el desamparo de las víctimas" (Baltasar Garzón).
Tres familiares de las víctimas -un hermano y dos sobrinas- han seguido con emoción los trabajos del Grupo Arqueos en la fosa del cementerio de Carcéu, en el concejo asturiano de Valdés
Los familiares asistieron a las labores de exhumación. En la imagen José Antonio, tercero por la izquierda, y las sobrinas de dos víctimas junto al consejero y la directora general. Gobierno de Asturias
Los familiares de los músicos del “Bandín de Brañalonga” han tenido que esperar 89 años para constatar que los restos de los seis jóvenes asesinados durante la dictadura del franquismo podrán ser enterrados fuera de una fosa común.
El consejero de Ordenación de Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos, Ovidio Zapico, quiso comprobar personalmente los últimos trabajos y ayer, lunes, se desplazó hasta Valdés acompañado de la directora general de Memoria Democrática, Begoña Collado, para asistir al levantamiento de los restos, una vez conseguida la autorización judicial.
Una de las familiares sostiene una foto antigua de los músicos de la banda que fueron fusilados en 1936. Gobierno de Asturias
Los seis jóvenes formaban parte de una banda de música que solía terminar sus actuaciones musicales tocando el Himno de Riego, y tenían edades comprendidas entre 17 y 21 años.
Tres de ellos residían en Ovés, en Salas: Francisco González Prado, de 17 años; Bernabé Fernández Alonso y Francisco García Rodríguez. Otros tres procedían de Brañalonga, en Tineo: Darío Peláez Cuervo, de 21 años, y los hermanos Fernando y Julio González Peláez, de 21 y 19 años, respectivamente.
El enterrador los arrojó a la fosa
Todos ellos fueron detenidos en 1936 en La Espina cuando iban a tocar a la localidad de Luarca/L.luarca y, posteriormente, ejecutados en Fervienza, ambas en el concejo valdesano. El enterrador de la zona fue el encargado de trasladar los cuerpos y arrojarlos a la fosa de Carcéu.
Uno de los momentos más emotivos lo ha protagonizado José Antonio González, quien no se ha querido perder los trabajos de exhumación. En la fosa se encontraban los restos de su hermano Francisco, el más joven del grupo que fue asesinado con solo 17 años. José Antonio tenía entonces nueve años.
Familiares y políticos junto a la fosa del cementerio valdesano. Gobierno de Asturias
La emoción de los familiares
Entre los familiares que también han seguido de cerca las labores del Grupo Arqueo figuraban las sobrinas de Fernando y Julio González Peláez.
Ambas recordaban ayer el dolor que la ejecución de sus tíos y el desconocimiento sobre el paradero de sus restos mortales había provocado en sus abuelos y el resto de la familia.
La identificación de los restos
El Gobierno de Asturias ha anunciado que el próximo paso a seguir consistirá en identificar los restos en un laboratorio homologado, un proceso muy complicado por el enorme deterioro que presentan.
Por su parte, el consejero Ovidio Zapico ha manifestado su “satisfacción” porque con esta exhumación se avanza “en la búsqueda de la verdad, de la justicia y de la reparación” y se ha mostrado confiado en que se pueda identificar, mediante el ADN, a quién corresponden los restos de los seis músicos víctimas del franquismo.
Viendo aquí al hermano de una de las víctimas o a las sobrinas de otros dos jóvenes asesinados, ¿Cómo no van a indignar al Gobierno de Asturias las palabras de Miguel Tellado, al animar en un acto político a empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos del Gobierno, y la insensibilidad del PP en Asturias, que lamentablemente perdió la oportunidad de pedir disculpas?
Ovidio Zapico— Consejero de Ordenación del Territorio, Urbanismo, Vivienda y Derechos Ciudadanos del Gobierno de Asturias
Los reproches al PP
Por otra parte, Zapico se ha mostrado muy crítico con la postura del presidente del PP de Asturias, Álvaro Queipo, por secundar las palabras del secretario general del PP nacional, Miguel Tellado, quien animó en un acto político a “empezar a cavar la fosa donde reposarán los restos del Gobierno”.
“Viendo aquí al hermano de una de las víctimas o a las sobrinas de otros dos jóvenes asesinados, ¿Cómo no van a indignar al Gobierno de Asturias estas palabras de un dirigente nacional del PP y la insensibilidad demostrada por este partido en Asturias, que lamentablemente perdió la oportunidad de pedir disculpas y desmarcarse de esa desafortunada declaración”, ha dicho, interpelando con indignación, el consejero.
Los familiares de las víctimas han seguido las labores de exhumación que han concluido con éxito al hallarse los restos. Gobierno de Asturias
Un país que no olvide su historia
“Asturias, con tantísimas fosas, tantísimos desaparecidos aún, no merece ese tipo de expresiones”, ha aseverado.
Zapico ha subrayado que las políticas de memoria democrática desarrolladas por el Principado también tienen como objetivo la garantía de que este tipo de hechos no se van a repetir, por lo que ha recomendado al PP asturiano que debe conocer estos episodios “para que no vuelvan a pasar, para que construyamos un país que no olvide su historia, que no olvide su memoria, que viva en paz, en libertad y en democracia”.
Los trabajos para la extracción de material genético de los restos de 12 soldados exhumados en 2007 de la fosa común situada en el municipio de Singra y que fueron trasladados después a nichos comenzaron a principios de este mes de septiembre.
La toma de muestras se prolongó durante cerca de cuatro jornadas y se incluyen dentro del proyecto de tres años con el que se quiere poder identificar cada año a una docena de los restos de soldados recuperados en la intervención que se llevó a cabo en 2007. Al frente de la toma de muestras estuvo un equipo del laboratorio Paleolab, especializado en proyectos de investigación en materia de Arqueología Funeraria, Bioantropología, Paleopatología, Antropología y Arqueología Forense. Paleolab inició en 2003 el proyecto Desaparecidos para servir de apoyo técnico a agrupaciones de familiares y asociaciones, en las tareas de investigación, exhumación e identificación de desaparecidos durante la Guerra Civil (1936-1939) y la dictadura franquista.
El objetivo de este proceso es devolver a las familias, noventa años después, la posibilidad de recuperar a sus seres queridos y cerrar una herida histórica, explicó el alcalde de Singra, José Javier Fuertes.
Precisamente, Fuertes quiso dejar patente el agradecimiento del municipio a la Delegación del Gobierno “por hacer posible este trabajo”. Todos los gastos derivados de este proceso de identificación serán asumidos íntegramente por el Gobierno de Aragón.
El pasado mes de marzo se difundió que la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón había abierto una nueva línea de trabajo para intentar identificar los restos de los soldados de la Guerra Civil hallados en el año 2007 en la fosa de Singra que se excavó dentro de las actuaciones llevadas a cabo con el programa de memoria democrática. Esa nueva línea se había iniciado al no poder ejecutarse otro proyecto que había para seguir avanzando en las exhumaciones debido a que la fosa continúa debajo de unos nichos del cementerio.
Una investigación denuncia el "memoricidio" del franquismo en las aulas españolas
León —
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León, 14 sep (EFE).- Más del 80% de los jóvenes españoles que han terminado la educación secundaria desconocen aspectos clave de la represión franquista y de la lucha antifranquista.
Así lo revela una investigación publicada este año en la 'Revista de Educación', que denuncia la persistencia de silencios, tergiversaciones y omisiones en los contenidos escolares sobre la dictadura.
Para ello, se aplicaron cuestionarios a 3.591 personas, se realizaron 44 entrevistas en profundidad y cinco grupos de discusión.
Laguna educativa
Los resultados son contundentes: el 77% del alumnado no recibió formación adecuada sobre la represión franquista, y el 84% no estudió la lucha antifranquista.
“Estos datos evidencian una grave laguna en el sistema educativo”, señalan tras lamentar que “la historia oficial sigue ocultando el pasado, minimizando las consecuencias de la dictadura y legitimando, por omisión, el relato franquista”.
El estudio identifica varios factores detrás de esta desmemoria: la falta de tiempo en el currículo, la escasa formación del profesorado, la presión de sectores políticos que consideran “abrir heridas” hablar del pasado, y una planificación deficiente de los contenidos escolares.
Uno de los aspectos más preocupantes es el desconocimiento sobre las fosas comunes, donde yacen más de 100.000 víctimas del franquismo. Solo el 20% del alumnado había oído hablar de ellas en clase.
En las entrevistas, varios jóvenes expresaron su sorpresa al conocer que existían exhumaciones en marcha. “No nos cuentan el dolor de las familias que nunca pudieron despedirse de sus seres queridos”, lamenta una participante.
La investigación también revela que el 90% de los estudiantes desconocen la triple represión sufrida por las mujeres durante el franquismo: por ser de izquierdas, por romper estereotipos y por estar vinculadas a republicanos. “La invisibilización de las mujeres como actor social es sistemática en los libros de texto”, denuncian los autores.
Respecto a la lucha antifranquista, el estudio muestra que la figura de los 'maquis' es desconocida para más de la mitad del alumnado. Aunque un 28% afirma conocerla por interés propio, solo un 20% la estudió en clase. “La resistencia al franquismo ha sido borrada del relato oficial, como si durante 40 años hubiera reinado la paz”, critican los investigadores.
Hacia una “normalización de la desmemoria”
La investigación concluye que existe una “normalización de la desmemoria” en el sistema educativo español, que impide a las nuevas generaciones comprender el pasado reciente y sus implicaciones en el presente. “Sin conocimiento no hay memoria histórica, ni verdad, ni justicia, ni reparación posible”, afirman.
Los autores proponen una reforma profunda del currículo escolar, que incluya la memoria histórica democrática como eje transversal. También abogan por la formación específica del profesorado, el uso de metodologías como la historia oral y las visitas a lugares de memoria, y la creación de materiales didácticos accesibles y rigurosos.
“La memoria histórica no es un lujo académico, sino una herramienta para construir ciudadanía democrática”, concluyen sin olvidar que “es hora de que el sistema educativo deje de ocultar el pasado y empiece a enseñar la historia con rigor, justicia y compromiso”.
“Rosa, xiquet i avet” pren com a punt de partida un assaig visual que l’artista Jesús Martínez Oliva ha anat elaborant des de 2018
Una de les obres de La Nau / Levante-EMV
Redacció
València
El Centre Cultural La Nau de la Universitat de València inaugura el dijous 18, a les 19 hores, l’exposició “Rosa, xiquet i avet. Alguns apunts entorn de l’homosexualitat en l’Espanya dels anys vint i trenta”, que pren com a punt de partida un assaig visual que l’artista Jesús Martínez Oliva (Múrcia, 1969) ha anat elaborant des de 2018, en què s’arrepleguen alguns apunts visuals sobre l’experiència i la representació de l’homosexualitat en l’Espanya dels anys vint i trenta del segle XX amb la figura de Federico García Lorca com a fil conductor. L’exposició, comissariada per Juan Vicente Aliaga, professor de la Facultat de Belles Arts de la Universitat Politècnica de València, està concebuda per a la Sala Estudi General, i visibilitza, a través de quatre instal·lacions, algunes de les problemàtiques abordades en este assaig.
“La mostra ens submergix en un temps passat, en uns anys foscos en els quals la llibertat d’estimar a qui es volguera era una quimera, sovint acompanyada d’actituds violentes i de comportaments menyspreadors cap a aquells que contravenien l’orde matrimonialista i la imposició d’una societat dividida en dos únics gèneres (home/dona)”, diuen des de la UV.
Mitjançant un conjunt d’imatges i de textos d’arxiu procedents de periòdics i llibres del primer terç del segle XX, d’objectes i materials d’època, juntament amb la presència d’escultures de recent creació, “l’artista ens posa enfront de l’espill de la història d’Espanya que s’aparta dels relats hegemònics centrats en les normes heterosexuals. Esta trobada en l’arxiu amb la violència històrica del nostre passat no tan llunyà, que encoratja el projecte, cobra especial significació en el moment present, amenaçat per una tornada a repetir els errors pretèrits”, afigen.
Instal·lació amb peces inspirades en poemes de l’època / Levante-EMV
Quatre apartats
L’exposició traça un recorregut a través de les quatre seccions que l’articulen. En la primera, titulada “La infelicitat”, es pretén abordar com la desgràcia i el sofriment van ser idees assentades en els àmbits mèdic, legal i cultural com una cosa inherent al subjecte homosexual, idees que tenen un calat especial en la infantesa i l’adolescència.
La segona porta per títol “Olor de clínica” i en esta s’endinsa en el procés de patologització de l’homosexualitat mitjançant la implantació de les teories mèdiques i psiquiàtriques obsessionades per classificar cada individu en unes categories rígides, al mateix temps que es criticava la indefinició dels sexes enfront de la masculinitat i la feminitat pètries i inamovibles.
En la tercera, “Marietes de les ciutats”, es partix d’un vers del poema Oda a Walt Whitman, de Federico García Lorca. El poeta granadí, que va haver d’ocultar els seus amors i passions, excepte al seu cercle d’amistats, va reproduir també els estereotips existents sobre l’homosexualitat i va caure, d’eixa manera, en una homofòbia internalitzada.
Finalment, l’última secció, “El cel té platges on evitar la vida”, inclou una sèrie de peces inspirades en versos d’escriptors com ara Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Emilio Prados o el mateix Lorca, tots ells homosexuals. A través de les escultures s’expressa la vitalitat i el desig que emergix amb ímpetu malgrat la moral opressiva dominant en aquell temps.
Las III Jornadas, organizadas por La Comuna, dieron voz a Roser Rius y a otras mujeres que denunciaron la tortura, la violencia sexista y la falta de reconocimiento a las víctimas de la dictadura
En la España de mediados de los años setenta, cuando el régimen franquista agonizaba y la llamada “transición” apenas asomaba, la represión política seguía funcionando con toda su crudeza. Lejos de suavizarse, la violencia de Estado se aplicaba con saña sobre militantes, sindicalistas y activistas que se atrevían a desafiar la dictadura. La tortura era un instrumento habitual en ese engranaje, tanto en Madrid, en la Dirección General de Seguridad —DGS—, como en Barcelona, en la comisaría de Vía Laietana. Y en el caso de las mujeres, a la brutalidad física se sumaba una violencia específica, sexista, que buscaba humillarlas en su condición de mujeres.
Ese fue precisamente el eje de las III Jornadas de Luchas y Resistencias de las Mujeres en el Tardofranquismo, organizadas por el Grupo de Mujeres de La Comuna. Bajo el título “La tortura contra las mujeres en el tardofranquismo”, la ilustradora y militante catalana Roser Rius ofreció una ponencia extensa y estremecedora en la que relató su experiencia personal y la de muchas compañeras. Su testimonio, que puede escucharse íntegro en el canal de YouTube de La Comuna, no fue solo un ejercicio de memoria, sino también una denuncia contra la impunidad que todavía hoy rodea a quienes torturaron durante aquellos años.
Una vida atravesada por la militancia y la cárcel
Roser Rius se trasladó a Madrid en 1974. Era militante y dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Allí fue detenida, acusada de asociación ilícita y propaganda. “Fui brutalmente torturada en la DGS, ese edificio que tenemos que conseguir que se declare lugar de memoria democrática”, relató en su intervención.
Las torturas que padeció le dejaron lesiones físicas que fueron recogidas en un parte médico. Ese documento le permitió presentar una denuncia en aquel mismo momento, una rareza en pleno franquismo. Más adelante, ese parte se incorporaría a la querella presentada contra Antonio González Pacheco, conocido como Billy el Niño.
Tras su paso por la DGS, Rius cumplió 14 meses de prisión en Yeserías, otro espacio que hoy forma parte de las reivindicaciones memorialistas para ser declarado lugar de memoria. Allí participó en la huelga de hambre contra las penas de muerte ejecutadas el 27 de septiembre de 1975.
Artista de vocación, nunca dejó de dibujar ni siquiera en la cárcel. “Ella siempre dice que en realidad nunca dejó de pintar, ni siquiera en prisión”, recordaban en la presentación de la jornada. En la actualidad prepara un libro, Memoria dibujada. Yeserías 1974-1975, que presentará próximamente.
Hoy, además de continuar con su trayectoria como ilustradora, participa activamente en iniciativas memorialistas, especialmente en las concentraciones que se celebran en la comisaría de Vía Laietana en Barcelona, un lugar que el movimiento memorialista reclama como centro de memoria.
La tortura no termina nunca
“Realmente una de las cosas que me han hecho reflexionar sobre la tortura han sido precisamente estas concentraciones que se celebran dos veces al mes frente a la comisaría de Vía Laietana. Era el centro de tortura, la casa del terror en Cataluña. La tortura no ha terminado cronológicamente, porque se sigue practicando, y tampoco termina porque las personas que la sufrimos nunca nos desprendemos de aquello”, explicó Rius.
Para ella, la tortura no es solo un hecho del pasado, anclado en la dictadura. También forma parte de la democracia reciente, porque siguen apareciendo testimonios de malos tratos en comisarías y porque las secuelas para las víctimas son imborrables. “Especialmente en los casos en que esto ha supuesto que estas personas hablaran bajo tortura, cuando se delata a alguien. Eso es una cruz que se lleva siempre, es una prolongación de la tortura”.
La violencia sistemática en la DGS y en Vía Laietana
Rius describió con detalle los métodos de tortura que se aplicaban a las personas detenidas en el tardofranquismo. Eran prácticas sistemáticas, repetidas una y otra vez como si se siguiera un protocolo.
“ ‘La rueda’ o ‘botella borracha’, con muchos policías golpeando a la persona y pasándola de uno a otro como si fuera una peonza. Golpes por todo el cuerpo, patadas, hacer el pato o el cisne… ‘El quirófano’, donde te ataban y te golpeaban con todo lo que encontraban. O tener que estar de pie contra una pared durante 24 horas. Incluso te apuntaban con una pistola y jugaban a la ruleta rusa”.
Pero en el caso de las mujeres, la violencia adquiría un carácter específico, ligado al sexismo y a la humillación del cuerpo femenino. “Que tú seas una mujer para ellos es mucho más satisfactorio: están humillando al sexo que les gusta humillar”.
Las torturas incluían burlas sobre el físico o la orientación sexual de las detenidas; golpes en el vientre con la amenaza de que no podrían tener más hijos; la negación de productos de higiene durante la menstruación, lo que las obligaba a permanecer manchadas de sangre mientras los policías se reían; o la vigilancia vejatoria en los baños, con comentarios lascivos.
“Saber que podían hacer contigo lo que quisieran, que estabas en sus manos y sin ningún derecho, te daba un sufrimiento no solo físico, sino emocional y psicológico muy fuerte”, resumió Rius.
Cuando la familia se convierte en instrumento de tortura
Uno de los elementos más impactantes del testimonio de Rius es lo que denominó “tortura vicaria”: el uso de familiares como herramienta de presión psicológica.
“Mostraban un pedazo de cuerda diciendo que con ella se había colgado tu compañero. O te decían que, si no hablabas, violarían a tu hermana. A veces incluso llevaban a las madres a la comisaría para hacerles creer que sus hijas estaban bien, mientras las torturaban”.
Citó el caso de unos gemelos de 17 años, Maribel y José Ferrándiz, detenidos en Barcelona, a quienes torturaron y amenazaron mutuamente. O el de una joven de 16 años a la que hicieron comer su pastel de cumpleaños a golpes delante de su madre engañada. “Eso demuestra la crueldad y el sadismo de los torturadores”, señaló.
El tránsito a la cárcel: entre el alivio y el castigo
Llegar a la prisión, explicó Rius, era un alivio en comparación con la comisaría. “Parecía un oasis, porque las compañeras venían y te abrazaban, te daban champú, ropa limpia…”. Sin embargo, también en la cárcel existían formas de tortura, especialmente el aislamiento en celdas de castigo.
Recordó el caso de Mari Luz Fernández, detenida en 1974, que pasó más de tres meses en una celda aislada, sin ropa limpia ni papel para escribir. “Era como estar fosilizada, sin contacto humano. Eso es una tortura muy bestia”.
Los médicos, salvo excepciones, tampoco actuaban en favor de las presas. “En general, los médicos colaboraban en las torturas. Te amenazaban durante las huelgas de hambre o se negaban a reconocer lesiones”.
La democracia y la continuidad de la impunidad
Rius insistió en que la tortura no terminó con la llegada de la democracia. Recordó el caso de Ruth Gavarró, en 2002, a la que amenazaron con ser violada por otros presos, o los episodios de malos tratos durante las protestas del 1 de octubre de 2017 en Cataluña.
“Han pasado muchísimas personas detenidas por Vía Laietana sufriendo torturas muy parecidas a las que sufríamos cuando no había democracia”, denunció.
También mencionó a Irache Sorozábal, cuya confesión obtenida bajo tortura fue anulada judicialmente, aunque eso no implicó consecuencias para los torturadores. “Lo grave es que, incluso cuando se demuestra que una persona habló bajo tortura, los torturadores nunca son juzgados. Como mucho reciben sanciones mínimas, mientras las víctimas seguimos cargando con las consecuencias toda la vida”.
También mencionó la denuncia presentada en mayo de 2025 por la militante Blanca Serra ante la Fiscalía de Memoria en Barcelona. “Seguimos denunciando porque seguimos creyendo que algún día habrá justicia. Aunque sea simbólica, necesitamos que se reconozca lo que vivimos”.
Y concluyó recordando que las demandas de amnistía siguen vivas: “En 1975, cuando salimos de la cárcel, pedíamos amnistía. Y 50 años después seguimos pidiendo lo mismo: que la amnistía llegue a todos los sentenciados. Lo curioso es que, igual que en 1977, los primeros amnistiados han sido siempre los policías”.
Un testimonio que interpela al presente
La intervención de Roser Rius en las III Jornadas de Luchas y Resistencias de las Mujeres en el Tardofranquismo fue, en sí misma, un acto de resistencia. No se trató únicamente de rememorar el pasado, sino de conectar esa memoria con el presente y de denunciar que la tortura no ha desaparecido, ni en las prácticas policiales ni en las vidas de quienes la sufrieron.
“La tortura no termina nunca: ni en la cronología ni en la vida de quienes la sufrimos”, sentenció.
Su voz, y la de tantas otras mujeres, constituye hoy un pilar de la memoria democrática en España. Porque recordar es también exigir justicia.