dijous, 2 de juliol del 2020

El Gobierno valenciano inicia las exhumaciones de víctimas de la represión con la apertura de la primera fosa en el cementerio municipal de Castelló.



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La emergencia sanitaria y las medidas para atenuar el efecto de la pandemia se llevaron por delante los trabajos de memoria histórica previstos para esta primavera. Durante el confinamiento, la Generalitat tenía previsto participar en la apertura de tres fosas con restos de represaliados por el franquismo, una en la ciudad de Castelló y dos en la provincia de Alicante, así como la autorización de otras siete exhumaciones en territorio valenciano.
El desconfinamiento y la desescalada hacia la normalidad han reactivado los procesos, aunque con los protocolos y los tiempos ligeramente alterados. Este martes, la Conselleria de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática iniciaba los trabajos de exhumación de víctimas de la Guerra Civil en una fosa común en el cementerio municipal de Castelló; los primeros que esta administración sufraga en el municipio mediante convocatoria pública y los primeros pilotados directamente por el Ejecutivo autonómico.

Los trabajos durarán cerca de 20 días y, según los estudios previos, se prevé encontrar ocho cuerpos. Dos de las víctimas que se encuentran enterradas fueron alcaldes de las localidades castellonenses de Villahermosa y Llucena: José Llach Ibáñez y Casimiro Isidro Beltrán, respectivamente. Junto a ellos se encuentran los restos de Ricardo Sánchez Vila, José Garí Boix, Manuel Bueso Puig, Marcelino Ora Ribera, Agustín Martí Mateu y Francisco Bachero Bartol, según los responsables de los trabajos de recuperación. Las investigaciones indican que, de los represaliados, cinco fueron fusilados, dos asesinados con la técnica del garrote vil y a un tercero se le "indujo al suicidio".
La consellera de Calidad Democrática, Rosa Pérez Garijo, acudía a la primera exhumación sufragada por la administración autonómica, que marca "un antes y un después" en la actitud de la Generalitat. Pérez Garijo ha avanzado que esta primera actuación vendrá seguida de otras muchas con el objetivo "soñado" de que el territorio esté "libre de fosas comunes".
La consellera ha querido también agradecer la tarea realizada por el Grupo de Investigación de la Memoria Histórica de Castelló, "que ha sido determinante para que se puedan realizar estos trabajos de identificación". Al respecto, ha indicado que "sin la tarea de estas entidades en los últimos años, sería imposible estar hoy aquí".
El coste de la adjudicación de estos trabajos es de 15.730 euros y el equipo técnico encargado de la tarea lo forman dos persones historiadoras, dos arqueólogas y dos antropólogas. En el cementerio civil de Castelló hay más de 400 personas represaliadas por el franquismo y en el osario, ubicado en la parte religiosa, hay enterradas 500 personas más, según indica la Generalitat en un comunicado.
Una vez finalicen los trabajos en Castelló está previsto iniciar las primeras exhumaciones costeadas con fondos públicos en la provincia de Alicante, en las localidades de Monòver y Benissa (donde reposan los cuerpos de cinco brigadistas internacionales fallecidos en el hospital de la retaguardia republicana ubicado en la localidad).
Hasta ahora, las exhumaciones financiadas por entidades públicas habían podido salir adelante con fondos de las Diputaciones provinciales en manos de la izquierda, comenzando por la de València y, desde el cambio de Gobierno, la de Castelló, ambas con coalición de PSOE, Compromís y Unides Podem-Esquerra Unida.
La Generalitat prevé -y así lo ha presupuestado- realizar trabajos de recuperación de la memoria en siete fosas comunes del territorio valenciano. Además de las tres ya citadas, se prevén actuaciones en Orihuela, Segorbe y Paterna. El obispado de Orihuela accedió el mes pasado a que la conselleria de Memoria Democrática iniciara los trabajos para recuperar los cuerpos de 17 republicanos.

Exhumaciones en streaming

Semanas atrás comenzaron los trabajos de exhumación de la Fosa 111 del cementerio de Paterna, el segundo espacio con mayor número de represaliados, conocido como el paredón de EspañaEl grupo de arqueólogos y antropólogos ArqueoAntro, especializado en trabajos de memoria histórica, tuvo que retrasar este proyecto por la COVID-19 y reanudarlo a mediados del pasado mes de mayo. Este grupo trabaja con el apoyo económico de la Diputación de València y ha realizado las primeras exhumaciones en el cementerio de Paterna.
Para acercar el proceso a los familiares, muchos de ellos mayores y población de riesgo, el grupo liderado por Miguel Mezquida decidió filmar parte de los trabajos y subirlos a Youtube para acompañar a los familiares de las víctimas. Otros procesos de exhumación habían comenzado con un homenaje que, como tantos actos de duelo, no ha podido realizarse por la pandemia.
En la fosa 111 del cementerio de Paterna se prevén recuperar 150 cuerpos enterrados, provenientes de tres sacas de fusilamientos. Los trabajos de exhumación de la primera fase han concluido con los restos de 49 personas. 
El grupo considera que deberán acelerar su actividad para poder cumplir con el plazo administrativo pactado, aún con la duda de si la pandemia habrá interrumpido o no el acuerdo. Si todo sale según lo planeado, en diciembre habrán concluido los trabajos en las fosas 111 y 120 del mismo lugar y, si no hay rebrotes, los familiares podrán recordar a las víctimas del franquismo.
En el último video de Arqueoantro, correspondiente a la séptima semana de trabajos de excavación el arqueólogo Alejandro Lara ha explicado la situación de los cuerpos que estaban enterrados en el fondo de la primera saca. Una capa de cal delata que los cuerpos de la segunda saca están cerca de asomarse. "Es importante documentar todo bien todo el proceso de excavación y registrarlo todo por escrito, con fotografías o con dibujos", explica Lara, responsable de documentación de Arqueoantro. 
El equipo de la excavación documenta mediante croquis la disposición de los cuerpos en la fosa. A la documentación gráfica se suma el dibujo arqueológico que permite a los investigadores saber a qué cuerpo corresponde cada extremidad. "De esta forma no es más sencillo asignar huesos en caso de que haya alguna duda", señala el arqueólogo.