El 31 de marzo de 1937 era miércoles. España llevaba ya casi nueve meses en Guerra Civil y el bando sublevado de Francisco Franco contaba con el apoyo de la Alemania nazi y de la Italia fascista para conquistar el frente del norte en su intento de imponer un nuevo Estado contra la legítima y democrática II República. En Durango, a primera hora de la mañana de este jueves de 2022, han sonado las sirenas de alerta de bombardeos en recuerdo del ataque sufrido hace 85 años. Por la tarde de ese mismo día, la Aviazione Legionaria de Benito Mussolini realizó nuevas pasadas. En total, 15.000 kilogramos de explosivos, unos 300 muertos y unos 300 edificios destruidos. Unos pocos días después, la Legión Cóndor de Adolf Hitler y los propios aparatos fascistas repitieron en Gernika.
“Tarea: Bombardear reiteradamente Durango y Elorrio en la jornada del 31/3/37”, se puede leer en los documentos que los militares italianos redactaron en España. En ese informe sobre la 'misión', planteaban una acción “de sorpresa”. El objetivo militar real era la capital de Bizkaia, Bilbao, pero los informes de inteligencia que manejaban los hombres de Mussolini indicaban que “gran parte” de las tropas de defensa estaban acantonadas en el Duranguesado. En 2017, coincidiendo con el octogésimo aniversario, se produjo un intento fallido de abrir una causa judicial por crímenes de guerra contra 46 italianos identificados en los archivos de la época como participantes en los ataques. El potente aparato de propaganda que Italia desplazó a España durante la Guerra Civil grabó y fotografió con detalle las actuaciones militares sobre el terreno, como muestra la imagen principal de este reportaje.
“85 años después, aquí estamos, en el pórtico de la iglesia de Santa María”, ha manifestado la alcaldesa de Durango, Ima Garrastatxu, que ha clamado por la “memoria”, la “justicia” y la “reparación”. Ese templo fue uno de los principales objetivos. Ha recordado igualmente un tercer acto de crueldad de los “fascistas”, ya que varias personas “fueron ametralladas en el camino del cementerio” cuando “iban a ver a sus víctimas”. El teniente de alcalde, Julián Ríos, ha añadido: “Más de 300 fueron asesinados cruelmente. Queremos recordar esta fecha para que no sigan sucediendo estos desastres. Es un sinsentido”. La alcaldesa ha publicado en Twitter una recreación de cómo serían los impactos de los explosivos en la actual Durango, de 30.000 habitantes. El lehendakari, Iñigo Urkullu, que reside en Durango, ha expresado en un mensaje que es un “tesoro” que sigan vivas siete personas supervivientes de aquella fecha. Urkullu ha aprovechado sus palabras para denunciar nuevamente la invasión unilateral de Rusia en Ucrania. Y ha deseado “un futuro basado en la convivencia”.
Se da la circunstancia de que ese mismo día, en Vitoria, ya conquistada desde el inicio de la Guerra Civil y tomada por nazis y fascistas, 16 presos de la antigua cárcel de La Paz fueron conducidos por falangistas al puerto de Azaceta para su ejecución. Un hecho no se entiende sin el otro, ya que entre los paseados estaba el alcalde republicano de la capital alavesa, Teodoro González de Zárate. “Aquel grito de libertad y democracia que hoy nos llega y su eco es más fuerte que nunca. Vitoria-Gasteiz recordará siempre su esfuerzo por la democracia y por la libertad”, ha señalado el alcalde actual, Gorka Urtaran, en un pequeño homenaje institucional celebrado en la plaza de Correos, que ha seguido a otro paralelo organizado por partidos de izquierdas.
González de Zárate -regidor de 1931 a 1934 y luego de nuevo desde 1936- fue sustituido por Rafael Santaolalla tras un breve interregno de Tomás Alfaro Fournier, nieto del fundador de la conocida fábrica de naipes de la ciudad. Santaolalla, abiertamente fascista y pronazi, puso alfombra roja a alemanes e italianos y dispuso dos edificios para acoger ministerios del primero Gobierno de Franco, los de Justicia y Educación. Vitoria se convirtió acogió cuarteles general a todos de los enviados de Italia y Alemania. Sus aeródromos fueron base -como otros en La Rioja o Castilla- de los aviones de Hitler y Mussolini. Sus hoteles acogieron a todo tipo de altos mandos militares, espías y propagandistas. Las autoridades locales, después de deponer a las legítimas electas en la República, celebraron a lo grande festejos de bienvenida a los socios nazis y fascistas. Las calles eran engalanadas con esvásticas y carteles glorificando al Duce para lo que se gastaron decenas de miles de pesetas de dinero público.
En el caso de Durango, Vitoria solamente ejerció como aeropuerto de contingencias, aunque sí como base topográfica italiana. En el caso de Gernika, el Frontón Hotel de la calle de San Prudencio, ya desaparecido, alojó al estado mayor nazi en España, con el sanguinario Wolfram von Richthofen al mando. Los aparatos de la Legión Cóndor estaban en el campo de aviación de Salburua. Este colaboracionismo se dio también en otras zonas vascas en territorio controlado por Franco y se impuso igualmente a medida que se iban conquistando localidades. “España entra en Durango”, escribía un semanario del bando rebelde cuando, tras los bombardeos, se certificó la toma de ese municipio, totalmente arrasado.
La Guerra Civil en la actual Euskadi duró 405 días. En total, se registraron en ese período 2.042 bombardeos, el 91% a cargo de franquistas, fascistas o nazis y el 9% por las fuerzas republicanas. Es un media de cinco cada día. En la ofensiva en la que se produjeron los ataques de Durango y Gernika se acumularon 747 actuaciones de los aviadores sublevados contra la II República. Sobre el caso concreto de Durango, Gerediaga Elkartea ha aportado en los últimos días numerosos datos históricos en Twitter.
“Falta un estudio serio sobre las víctimas del bombardeo”

Arqueólogo, historiador e investigador, Jimi Jiménez Sánchez (Durango, 1965) es experto en la búsqueda de documentación sobre personas represaliadas durante la dictadura franquista y dedicó buena parte de su vida a la localización y exhumación de fosas comunes. Como integrante de la asociación Durango 1936, ha participado también activamente en las prospecciones que la Sociedad de Ciencias Aranzadi realizó en febrero en el cementerio local en busca de una fosa común con víctimas del bombardeo. La investigación finalizó sin hallazgos.
-¿Cómo empezaste a trabajar con Aranzadi en temas de recuperación de la memoria histórica?
– Fue un tema meramente casual. Empecé con las exhumaciones con Aranzadi, estuve trabajando con ellos durante muchos años, pero tuve que dejar el tema de la arqueología por una incapacidad laboral. Ahora me dedico a temas de investigación, que es algo que sí puedo compatibilizar.
– Que finalmente no se hayan encontrado restos en los lugares del cementerio de Durango donde se creía que estaban las fosas comunes ha supuesto una pequeña decepción.
– Sí, porque te pones a pensar en la cantidad de gente que sigue sin tener respuestas y que buscan un lugar concreto donde poder poner un ramo de flores el 1 de noviembre.
– ¿Estabais realmente convencidos de que ibais a encontrar los restos?
– Las primeras alertas sonaron en la primera fase de la investigación, en el estudio documental de los 84 enterramientos comunes que se llevaron a cabo en el cementerio tras el bombardeo. Algunas familias nos informaron de que habían exhumado los cuerpos en los años 40 y eso nos dio que pensar porque en un cementerio hay una vida reglamentada que funciona como en cualquier ciudad. La normativa -incluso la actual que es de los 80- hace mención específica a un plazo de 10 años para renovar aquellos terrenos que no son propiedad de nadie. Un terreno que no se paga o se alquila queda libre para que sea ocupado por otra persona. De ahí que empezáramos a pensar que los restos pudieron ser exhumados al de diez años.
– A través de la investigación impulsada habéis conseguido poner nombres y apellidos a 52 víctimas y localizar a familiares de 30 de ellos, que participaron en el acto organizado por Gerediaga y Kriskitin.
– Se partió de un listado de 84 personas que habían sido enterradas en fosas comunes que conservaba el Gobierno vasco del 37 porque las hojas del libro de registro del cementerio se arrancaron. De muchas apenas había datos, únicamente referencias a su placa identificativa o a su edad aproximada. Pero las víctimas fueron más. De hecho, el informe del Gobierno vasco habla de que murieron 127 personas como consecuencia del bombardeo y en esa cifra no se incluye a quienes murieron horas o días después en los hospitales de Bilbao o de Amorebieta.
– ¿Con el acto de arrancar las hojas del libro del cementerio se quiso ocultar el ataque fascista?
– Se desconoce cuándo se arrancaron las hojas, así que las hipótesis son diversas. No se sabe si trataban de ocultar el bombardeo, todos los muertos que hubo con la toma de Durango por parte de los fascistas o el fallecimiento de alguna persona que pudo morir en su casa durante esas fechas. Lo que sí se sabe es que se arrancaron las 16 hojas que iban desde noviembre del 1936 a mayo de 1937, y que tuvo que hacerlo alguien de la Corporación o el Ayuntamiento con acceso a ese libro. Porque en cuanto entraron los franquistas ya cambia todo: la composición del Ayuntamiento, las normas… Ninguna persona relacionada con el mundo de izquierdas, nacionalista o republicano tuvo opciones de indagar mínimamente nada.
Carga emocional
– ¿Quedan muchas cosas por saber del bombardeo?
– Las partes técnicas sí que se conocen. Se han estudiado bastante concienzudamente. Ahí están los trabajos de Jon Irazabal que revelan cuántos aviones participaron, de dónde venían, cuántas bombas se lanzaron… Sí que falta un estudio serio sobre las víctimas porque sobre ellas ha quedado una especie de velo oscuro. Yo espero que la investigación que hemos comenzado ahora sirva para estudios más profundos que incluyan a quienes murieron en hospitales de fuera de Durango y permitan hacer correcciones.
– Junto a representantes del Ayuntamiento y otras asociaciones memorialistas os habéis reunido con las familias y algunas de ellas han podido enterarse, por fin, de que sus antepasados están enterrados en Durango.
– Sí, de ocho víctimas solo se conocía un número de identificación de gudari. Son personas a las que sus familiares daban por muertas en Otxandio o Aramaio, y se acaban de enterar de que llevan 85 años en Durango. La carga emocional en esas reuniones ha sido grande por el alivio que han sentido muchas al saber que sus antepasados fueron enterrados dignamente. Que no acabaron en una trinchera o en un monte como un animal. Hubieran cerrado el círculo por completo si se hubieran localizado los restos.
– Coincidiendo con el 80 aniversario del bombardeo, el Ayuntamiento de Durango y diversas entidades de memoria histórica presentaron una querella por crímenes de lesa humanidad que no prosperó.
– Sí, no solamente Durango. Tampoco ha prosperado en otras ciudades bombardeadas como Barcelona. La investigación jurídica se han topado con un muro difícil de superar. La querella de Durango fue archivada. Hay instancias mayores, como la justicia europea, a la que se puede recurrir, pero es algo que se está valorando.
Pacto de silencio
– Formas parte de Durango 1936, una asociación que lucha por la verdad, la justicia y la reparación.
– Durango 1936 no solo se dedica a los muertos del bombardeo, sino a todos los represaliados de Durangaldea como consecuencia de la guerra. El trabajo que se está haciendo tiene el propósito de que sigan apareciendo testimonios y documentos porque, para que aparezcan, hay que seguir buscando. En el momento que dejas de buscar es imposible que aparezca algo que te ayude a clarificar porque son documentos que se suelen encontrar fruto de la casualidad. Sigue habiendo mucha gente desaparecida que no ha recibido ningún reconocimiento y ese reconocimiento hay que hacerlo extensivo a todas las víctimas de la Guerra Civil y el franquismo: niños evacuados, personas exiliadas, presos, desaparecidos…
– El programa de actos incluye también una charla y un acto en memoria de las víctimas del 25 de septiembre de 1936, un episodio histórico que ha trascendido menos.
– En esa fecha se lanzaron cuatro bombas sobre Durango. Murieron en Ezkurdi un grupo de milicianos que jugaban a pelota y, como venganza, sus compañeros asaltan la cárcel y fusilan en el cementerio a 22 personas detenidas por presunta afinidad requeté. Se entiende que ese hecho marcó lo que pasó después en Durango: el silencio, el olvido, que la gente no preguntara porque los dos bandos tenían que callar. Hubo una especie de pacto de silencio.
Bombardeo de Durango
Se conoce como bombardeo de Durango al ataque aéreo realizado por la Aviación Legionaria italiana el 31 de marzo de 1937 sobre la villa vizcaína de Durango en el País Vasco, España.
Esta acción bélica se encuadró en la ofensiva del Frente Norte que realizaron las tropas denominadas «nacionales» entre marzo y octubre de 1937 en la Guerra Civil Española bajo las órdenes del general Emilio Mola. La villa fue bombardeada y ametrallada, convirtiéndose así en uno de los primeros bombardeos sobre población civil de la historia, según afirman algunos autores.Nota 1345
El ataque fue llevado a cabo por componentes de la 214 escuadrilla del grupo 24 de bombardeos pesados Savoia-Marchetti S.M.81, escoltados por cazas Fiat CR-32. Se realizó en tres pases: el primero a las 8:00 de la mañana, el segundo al comenzar la tarde y el tercero a última hora.6 En ella murieron entre 248 y 336 personas.2Nota 2 «La mayor parte de estos civiles murieron cuando se encontraban asistiendo a los oficios religiosos celebrados a primeras horas de la mañana», entre ellos un sacerdote, que había huido de Asturias, y once monjas de clausura. Junto a los italianos participaron 14 cazas alemanes que despegaron de Logroño, según consta en el diario del Jefe del Estado Mayor y, posteriormente, último comandante de la Legión Cóndor, Wolfram von Richthofen.7
Según Paul Preston, «Durango fue el comienzo de los experimentos de Richthofen con los bombardeos del terror, destinados a abatir la moral de la población civil y destruir las comunicaciones por carretera a su paso por los núcleos urbanos», como lo probaría tres semanas después el bombardeo de Guernica.8
Antecedentes[editar]
Después del fracaso del golpe de estado del 18 de julio de 1936 contra el gobierno de la Segunda República Española comenzó una guerra civil que duraría tres años. En el norte de la península ibérica las provincias de Navarra y Álava quedaron bajo el dominio de los golpistas mientras que las marítimas, entre ellas Guipúzcoa y Vizcaya, siguieron fieles al gobierno republicano.
Las tropas facciosas, en las que se encuadraban destacamentos de requetés navarros, bajo las órdenes del general Mola avanzaron sobre Guipúzcoa por el valle del Bidasoa aislando la frontera francesa del territorio fiel al gobierno republicano. En septiembre de 1936 prácticamente todo el territorio guipuzcuano queda bajo el mando de los facciosos. El frente queda detenido en el valle del río Deva a las puertas de la industriosa ciudad de Éibar.
La línea del frente sigue prácticamente la demarcación fronteriza entre Guipúzcoa y Vizcaya. En la costa la localidad vizcaína de Ondárroa está tomada por los rebeldes mientras que a sus afueras se organiza la resistencia, Berriatúa es republicana y la línea del frente se extiende por el alto de Kalamendi, Kalamua y Akondia, dejando a Éibar en el fondo del valle del Ego defendiendo la república que allí nació cinco años antes. El frente sigue hacia Elgueta y se extetiende, como marcado, por el Camino de los Toldos que une la villa de Elgueta con el puerto de Kanpazar sobre Vergara y el Udalaitz sobre Mondragón, ambas poblaciones en manos de los fascistas. Al otro lado de las cumbres de los Intxortas se esconde Elorrio donde el mando republicano tiene un cuartel general para la defensa de esta parte de la línea de fuego. Del inexpugnable Udalaitz, por los altos de Memaia y el Besaide, sigue hacia el colado de Zabalandi, Urquiola y el Saibi.
La defensa estaba encargada a diferentes organizaciones políticas y obreras, en los Intxortas estaban los gudaris de los batallones del PNV (Batallón Sabino Arana junto a las compañías del Euzko Gudarostea, Arratia y Padura) a su lado los Hermanos Proletarios que defendían el puerto de Kanpazar y daban el relevo a la CNT que tenía al batallón Isaac Puente y al Malatesta ubicados en el Udalaitz y la compañía Zabalbide de Izquierda Republicana, hacia la costa estaban los milicianos comunistas y socialistas de PCE y de la UGT.
En la primavera de 1937 y ante la imposibilidad de la toma de Madrid, el alto mando golpista decide activar el Frente Norte para acabar de tomar lo que queda de la cornisa cantábrica.9 El general Emilio Mola hace unas declaraciones en las que afirma que arrasaría Vizcaya. El 31 de marzo comienzan las acciones de combate y en abril los facciosos avanzan por tierras vizcaínas camino a Bilbao, importante plaza, en la que entran el 19 de junio. En este contexto se produce el bombardeo de Durango y posteriormente el de Guernica.
Al comienzo de la contienda se produjo el incidente de Ochandiano donde se realizó un ataque aéreo sobre la población. También se realizaron algunos ataques sobre Irún y San Sebastián pero lejos de los producidos en Durango y Guernica.
El 22 de julio de 1936, uno o varios Breguet 19 sublevados que despegaron de la base de Logroño bombardearon Ochandiano (Vizcaya) donde se habían concentrado fuerzas leales y milicianos. Hubo alrededor de 40 muertos, muchos de ellos civiles, incluidos mujeres y niños. Según un periódico republicano de Bilbao el objetivo había sido «sembrar el terror».10
Durango en 1936[editar]
La villa de Durango contaba en el año 1936 con una población de 8.797 habitantes. Políticamente era una población tradicionalista como refleja la composición de su ayuntamiento en aquellas fechas. De los 13 ediles que componían la corporación municipal duranguesa, 8 eran carlistas, 3 del Partido Nacionalista Vasco y 2 del Frente Popular, el alcalde era el carlista Adolfo Uribasterra.
El bombardeo[editar]
Los aviones Savoia-Marchetti S.M.81, pertenecientes a la 214 escuadrilla del grupo 24 de bombardeo pesado de la aviación fascista italiana, dejan caer sobre la población 80 bombas de 50 kg cada una de ellas. Tanto la iglesia de Santa María como la del colegio de Jesuitas son destruidas al igual que el cercano convento de Santa Susana. Tras las bombas los cazas van realizando ametrallamientos sobre la población.
El día 31 de marzo de 1937 a las 7:00 horas salen del aeródromo de Soria 9 aviones, pertenecientes a la 213 y 214 escuadrillas del grupo 24 de bombardeo pesado Savoia 21 (S-81) de la aviación fascista italiana. A las 8:00 horas del aeródromo de Logroño despegan 18 cazas Fiat CR.32 que se reúnen con los bombarderos en cielo riojano dirigiéndose en formación hacia el valle vizcaíno del Ibaizabal.
Los cinco aparatos de la escuadrilla 213 comandados por Vittorio Cannaviello toman rumbo a la villa de Elorrio mientras que los otros cuatro aparatos de la 214 al mando de Gildo Simiri se dirigen a Durango.
A las 8:30 de la mañana aparecen por el horizonte de la villa vizcaína cuatro bombarderos y nueve cazas. Aparecen sobre la parte de Abadiano y son vistos por el puesto de vigía y alarma sito en el campanario de la iglesia de Santa Ana los cuales dan la alarma. Las incursiones de la aviación facciosa eran habituales y normalmente tenían como objetivo la inspección del frente y la retaguardia así como la distribución de propaganda bélica, por ese motivo la población no presta demasiada atención a las campanas que alertan del peligro de ataque aéreo. La insistencia en el toque de alarma produce que muchos durangueses busquen refugio.
El ataque comienza sobre el barrio de Kurutziaga, manteniendo el sol a las espaldas de los aviones. Los edificios numerados del 34 al 40 son totalmente destruidos. La Cruz de Kurutziaga es dañada y también resulta bombardeada la iglesia del colegio San José de los Jesuitas donde Rafael Villalabeitia estaba celebrando misa. En este templo se producen más de cincuenta bajas, mayoritariamente de civiles.
En la iglesia parroquial de Santa María, el párroco Carlos Morilla celebraba también la eucaristía mientras que en el gran pórtico exterior se había abierto el mercado. En Santa María murieron numerosos civiles junto a su párroco. El convento de Santa Susana también resulta afectado, causando las bombas en él la muerte de 11 monjas. Tras el bombardeo los cazas de escolta realizaron ametrallamientos de la población.
Los bombarderos volaban a una altitud de 1.500 metros y los cazas a 400 metros. Se realizaron fotografías panorámicas y panimétricas del resultado de la acción. A las 11:00 horas volvieron a aparecer aviones sobre Durango sin que realizaran ningún ataque.
A las 17:45 de ese mismo día, cuando ya estaban en marcha las labores de auxilio y rescate de la acción de la mañana, aparecen 8 bombarderos y 15 cazas que realizan un ataque sobre la diagonal que se forma entre el cementerio, donde se estaban llevando a cabo las labores de identificación de cadáveres, y la calle Zeharkalea, centro del casco urbano hasta las instalaciones ferroviarias. Los bombarderos lanzan 22 bombas de 100 kg y 54 de 50 kg mientras que los cazas realizan ametrallamientos sobre la ciudadanía. Durango, al no estar sobre el frente de combate, carecía de defensa antiaérea.
Los días 2 y 4 de abril se vuelven a realizar bombardeos sobre Durango. El día 2 en presencia de una comisión internacional, compuesta por ingleses y franceses, que estudiaba los daños causados el 31 de marzo.
Se calcula que se arrojaron en Durango 281 bombas completando un total de 14.840 kilos de explosivos. Las víctimas mortales fueron 336, resultaron afectados 305 edificios y de ellos 71 fueron totalmente destruidos.
El 21 de abril las tropas fascista suben por Aramayona y Ochandiano tomando el Tellamendi rompiendo el frente a la altura de Zabalandi. Elgueta había caído el día anterior. Éibar es tomada el 26 de abril.
El día 27 de abril se combate a las puertas de Durango por su lado este. Los ataques están formados por batallones de requetés y se extienden por la parte norte, de tal forma que se pretende aislar la población. Las tropas de defensa se retiran hacia Bilbao e intentan poner una línea de fuego en el barrio de Berna, ya a las afueras de Iurreta. Quedan en Durango algunos milicianos emboscados en los edificios que hacen frente a los tradicionalistas del Tercio de Montejurra que toman la villa el 28 de abril.
El 29 de julio se constituye el nuevo ayuntamiento nombrando alcalde a Adolfo Uribasterra que sustituye a Ramón Oralde que había ejercido esas funciones desde la entrada de los alzados contra la legitimidad republicana en la población.1
Las consecuencias[editar]
Josep María Solé i Sabaté y Joan Villarroya describen así como quedó Durango tras el bombardeo: 3
Durango quedó humeante y llena de escombros. En cuanto a las víctimas del bombardeo, fueron mayoritariamente civiles, y su número pasó de las 250. La mayor parte de estos civiles murieron cuando se encontraban asistiendo a los oficios religiosos celebrados a primeras horas de la mañana. La iglesia de los jesuitas, la de Santa María y la capilla del convento de Santa Susana fueron dañadas gravemente. En la de Santa María, el padre Carlos Morilla murió por efecto de una bomba que estalló en el momento que alzaba el cáliz. Este sacerdote se había refugiado en Vizcaya procedente de Asturias, huyendo de la persecución religiosa. En la capilla de Santa Susana murieron once monjas de clausura (algunas fuentes hablan de catorce) de la orden agustina. La intensidad del ataque y el número de muertos que ocasionó no tenían precedentes hasta ese momento.
La propaganda del bando sublevado achacó la destrucción de las iglesias y conventos a los extremistas de izquierda del propio bando republicano. 11
El bombardeo desencadenó una oleada de manifestaciones de rechazo, entre ellas la del lehendakari del gobierno vasco José Antonio Aguirre. El cónsul británico en Bilbao, que visitó Durango tras el bombardeo, afirmó que el ataque «supera de mucho por su saña y encono, a los bombardeos que él había contemplado durante la Gran Guerra».12
El jefe del estado mayor de la Legión Cóndor Wolfram von Richthofen visitó Durango un mes después del bombardeo y describió lo que vio:11
30 de abril de 1937. (...) Se sigue hacia Durango. Pequeña y bonita ciudad, con hermosos palacios de nobles. Tras un doble bombardeo de los italianos tiene un aspecto horrible. Es como si las bombas hubiesen buscado precisamente las iglesias. El gran templo, en el cual en ese justo momento se celebraba misa mayor, recibió un mínimo de seis bombas; una iglesia conventual (convento que es cierto que era un cuartel rojo) [sic], cuatro al menos. Sólo están en pie los muros. En el templo mayor hubo muchos (se dice que más de 150) muertos. Por razones de propaganda, los rojos no han desescombrado absolutamente nada
Cuatro días después del bombardeo el general Franco recibió al embajador italiano Roberto Cantalupo ante el que justificó la brutalidad empleada. «Tal vez otros piensen que cuando mis aviones bombardean las ciudades rojas estoy haciendo una guerra como cualquier otra, pero no es así», le dijo. «Debemos llevar a cabo la tarea, por fuerza lenta, de redimir y pacificar, sin la cual, la ocupación militar sería en gran medida inútil. No estoy interesado en el territorio, sino en los habitantes. La reconquista del territorio es el medio, la redención de los habitantes es el fin», concluyó.8
Véase también[editar]
Notas[editar]
- ↑ Sí "era la primera vez que de un modo tan violento se atacaba desde el aire, en Vizcaya, a una población situada en la retaguardia. La finalidad clara era causar la desmoralización".
- ↑ Muertos según algunas fuentes: 248 según Hugh Thomas, 250 según Antony Beevor, 258 según Paul Preston, más de 250 según Josep Mª Solé i Sabaté y Joan Villarroya.
Referencias[editar]
- ↑ ab *Irazabal Agirre, Jon (2007). La guerra civil en el Duranguesado (1936-1937). Abadiano, Vizcaya (España): Gerendiaga Elkartea. ISBN 84-933999-7-3.
- ↑ ab La incidencia de la Situación internacional en la Guerra en Euskadi, 1936-1937. La ausencia de aviación será la dificultad más grave que habría de afrontar el Gobierno de Aguirre Archivado el 12 de abril de 2012 en Wayback Machine. Autor:Ricardo Miralles Edita:Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea. Pag.:504
- ↑ ab Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 79.
- ↑ Bombardeo · Bonbardaketa
- ↑ Inicio -> El Municipio -> Conoce Durango
- ↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 78.
- ↑ Aviones cazas alemanes también participaron en el bombardeo de Durango junto a la Aviazione Legionaria italiana. Medio: Mugalari Autor: Iban Gorriti Fecha: 13 de mayo de 2018
- ↑ ab Preston, 2011, p. 572.
- ↑ El 22 de marzo de 1937 el general Franco desistió definitivamente en su empeño de conquistar Madrid. La prioridad pasaría ahora al ejército del norte al mando del general Mola.
- ↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, pp. 27-28.
- ↑ ab Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, p. 80.
- ↑ Solé i Sabaté y Villarroya, 2003, pp. 79-80.
Bibliografía[editar]
- Irazabal Agirre, Jon (2001). 1937ko martxoaren 31n Durangoren aurka egindako aire-bonbardaketari buruzko azterlana [31 de marzo de 1937 : estudio sobre el bombardeo aéreo realizado contra la villa de Durango] (en euskera y castellano). Durango: Gerediaga Elkartea. OCLC 851164224.
- Preston, Paul (2011). El holocausto español. Odio y exterminio en la Guerra Civil y después [The Spanish Holocaust]. Barcelona: Debate. ISBN 978-84-8306-852-6.
- Solé i Sabaté, Josep Maria; Villarroya, Joan (2003). España en llamas. La guerra civil desde el aire. Madrid: Temas de Hoy. ISBN 84-8460-302-4.