dimarts, 25 de juliol del 2023

Víctimas del franquismo: “Hemos respirado. Hemos parado esta ola fascista”

 

https://www.lamarea.com/2023/07/24/victimas-del-franquismo-hemos-respirado-hemos-parado-esta-ola-fascista/


El fracaso de la ultraderecha el 23J da un balón de oxígeno a las familias que luchan por recuperar la justicia, la verdad y la reparación.

Las hermanas Gracia y Paqui Maqueda junto a su madre y las fotografías de sus familiares, en una imagen de la exposición 'El ADN de la memoria'. ASOCIACIÓN NUESTRA MEMORIA

Paqui tuvo ayer una sensación «muy chunga» cuando fue a votar y, en la misma papeleta del Senado donde tenía que seleccionar su opción política, estaba Falange Española. “Me acordé de mi bisabuelo inmediatamente, Juan Rodríguez Tirado. Y pensé que qué pena, qué maltrato más grande hacia las víctimas del franquismo y los familiares que tengamos, después de cuarenta y tantos años, en una democracia como ésta, ver que el mismo partido que asesinó, que sostuvo una represión tan cruel en el Estado, y en Andalucía concretamente, siga estando como opción política, que no se haya castigado democráticamente a Falange Española. Me sentí como si me hubieran dado una patada en la barriga”. 

Paqui Maqueda, luchadora incansable de los derechos humanos, reconocida voz entre las familias de víctimas del franquismo, la mujer que no quiso que el “¡Viva Queipo!”, a las puertas de la basílica de la Macarena, fuese lo último que se escuchara a la salida de los restos del general golpista, se ha levantado este lunes 24 de julio “aliviada, esperanzada” y, esta vez, con la sensación de vivir en un país limpio. “Hemos respirado, hemos logrado parar esta ola fascista que podía romper con tantos tantos derechos, entre ellos los logros que la memoria histórica ha tenido en este país, que ya sabemos que vienen tarde, que son pocos, que tiene que haber más, pero haberlos los ha habido. Si estos fascistas hubieran llegado, se habrían parado muchas cosas”, explica Maqueda. 

No lo ocultaban. En sus programas, en sus actos, en sus discursos, la ultraderecha, pero también la derecha, muchos de cuyos líderes han despreciado desde siempre a las víctimas del franquismo, habían anunciado la derogación de la Ley de Memoria Democrática. El mismo domingo electoral, el Ayuntamiento de Madrid, incluso, promocionó en un tuit –posteriormente borrado–, como el que promociona lugares turísticos de la ciudad, el arco franquista que conmemoraba la victoria del bando golpista en la guerra civil. “Entonces, no es igual –insiste Maqueda–. No es lo mismo haberlo conseguido, conseguir estas cosas, que son insuficientes aún, pero que están ahí, son instrumentos y podemos utilizarlos”.

Ella celebró anoche mismo este «triunfo de la democracia», como lo denominaron los líderes de la izquierda, por su bisabuelo, por su tío, por su madre, y también por España: “Este país parece entender que esta gente son lo que son, un pasado en blanco y negro”, concluye. 

“Los ha parado la gente”

“Cabalgan de nuevo / pero aquí los esperan / fusiladas y fusilados en caminos y fosas, / las mujeres en protestas violetas, / gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, / con el arco iris y la denuncia por bandera. / Les miran a los ojos / a los señores de la cruz y los correajes, / esos a los que se les percibe el ademán / aunque no vayan de uniforme azul. / Los miran y les anuncian decididos, decididas / que no rendirán su esperanza / pese a que ellos cabalguen de nuevo”. 

Éste es un extracto de uno de los poemas que componen el último libro de la escritora y periodista Susana Falcón. Se llama La niña de la chaqueta roja (El Garaje Ediciones, 2023) y, como resume la periodista Anna Bosh, que prologa este compendio de versos vivos, invita a escarbar en nuestras propias emociones si el azar nos hubiera colocado “en ese otro lugar, en esa otra circunstancia, en esa otra piel”. Argentina afincada en Sevilla, víctima de la dictadura en aquel otro lugar al otro lado del Atlántico, Falcón también muestra alivio ante la derrota de la ultraderecha este 23 de julio. 

“He sentido un inmenso respiro al sentir que se les podía parar, que no vamos a tener de ministra de Cultura, por ejemplo, a [Rocío] Monasterio, de VOX. Que, de alguna manera, se les ha puesto un freno en el sentido de que mucha gente ha salido a las urnas, a pesar de las divisiones de la izquierda. Respiré y otra vez empecé a pensar que el camino está ante nosotros, aunque sea difícil”. 

Falcón –reconoce– era “pesimista, pesimista” ante el panorama que podía haber acontecido este lunes y que, finalmente, no se ha producido. “En la noche de infarto, cuando estábamos en el 50% escrutado ya empecé a pensar que no había vuelta atrás”, cuenta con la emoción con la que suele contar las cosas. “Los hemos frenado, los ha parado la gente, por los menos en este jalón, en este pedazo de camino. Ellos –como dice su poema Los Jinetes del Apocalipsis– estaban ahí, envalentonados, lo están demostrando en las comunidades autónomas y en los ayuntamientos en los que están presentes y no hay que bajar la guardia. Porque nunca se fueron, porque están aquí”. 

Recuerda más que nunca el momento en que las familias de los asesinados y asesinadas enterrados en la fosa sevillana de Pico Reja esperaban con ilusión, al cierre, la apertura de la otra denominada Monumento: «Para la memoria histórica, esto es un balón de oxígeno. Es cierto que ahora tenemos al PP en la Junta de Andalucía y al PP en el Ayuntamiento de Sevilla, pero en Madrid seguimos teniendo la Ley de Memoria, con sus luces y sus sombras, y podemos pensar en que se podrá abrir Monumento. Y digo Monumento como símbolo de todas las fosas que quedan por abrir”.

No bajar la guardia

Ahora, reflexionan ambas, toca negociar y que los partidos estén a la altura: “Espero que los partidos a los que les hemos dado esta responsabilidad entiendan que ésta es la España que queremos, una España multidiversa, con muchas nacionalidades, de izquierda. Se tienen que poner de acuerdo porque hemos depositado una confianza tremenda en ellos para que avancemos”, resume Maqueda. 

Da un poquito de vértigo también que se pueda no llegar y vayamos a unas nuevas elecciones. Si vamos, creo que tampoco pasarían, porque esto es lo que pasa cuando la gente le ve las orejas al lobo, que le planta cara. En esta vuelta no han pasado”, afirma Falcón. No obstante, insiste: “No hay que bajar los brazos, que se dice en Argentina”.  

Emilio Silva, esta misma mañana, con la resaca aún de la derrota moral de la derecha y la ultraderecha, escribía este tuit: “Estas son las elecciones que, según Andrés Trapiello, perdió la izquierda en 1939. Los falangistas que asesinaron a mi abuelo llevaban en las manos pistolas y no papeletas. Tanta pataleta ¿será porque no va a publicar su próxima novela en el Boletín Oficial del Estado?”. Respondía, así, al mensaje que el escritor había dejado la misma noche electoral en la red social: “¡No pasarán! No pasarán! estoy oyendo que corean a Sánchez en la sede de Ferraz. Guerra civil pura. Y eso que, como en 1939, acaban de perder las elecciones! Están locos”.

Políticas «tardías y oportunistas»

Pura Sánchez, autora de Individuas de dudosa moral (Crítica, 2009)la investigación que supuso un antes y un después en la memoria de las mujeres represaliadas por el franquismo, también es rotunda: “Tanto la derecha pepera como la extrema derecha han dejado clara su intención de acabar con la Ley de Memoria Histórica. En ese sentido, el que las urnas hayan defraudado sus expectativas de gobierno representa un alivio”. “Ahora bien, esto debería hacernos reflexionar sobre dos aspectos en relación con la memoria histórica”, puntualiza. 

“Si es tan fácil poner en cuestión la reivindicación de verdad, justicia y reparación es porque los gobiernos llamados ‘de progreso’ han llevado a cabo políticas de memoria tardías y oportunistas y porque se ha propiciado una formación histórica cuyo resultado ha sido la desmemoria y el reparto, dicen que igualitario, de las responsabilidades”, analiza la investigadora.

Pura Sánchez incide, además, en otra cuestión: “El otro aspecto que, en mi opinión, no está suficientemente asentado es la idea de que la memoria histórica es una cuestión de derechos humanos y no debería estar sujeta, por tanto, a transacciones, pactos o supuestos consensos”. Y, por ello, concluye: “A partir de ahora, me gustaría que cualquier gobierno que se diga de progreso avanzara en esa dirección. Otra cosa es que realmente espere que se hagan políticas de memoria valientes, basadas en los derechos humanos y que luchen contra la desmemoria”.