Varios familiares de represaliados por la dictadura franquista, que han encontrado sus cuerpos en alguna de las decenas de fosas comunes del cementerio de Paterna o que todavía buscan los restos de sus seres queridos, se han transformado en 'libros' de una biblioteca humana para narrar en primera persona la vida de sus parientes asesinados y desparecidos "preservar la memoria, hacer justicia y que la historia no se vuelva a repetir".

La iniciativa 'Tot allò que conta el silenci', que se ha desarrollado este sábado en el Centre Cultural de la Beneficència en el marco de las actividades organizadas por L'Etno Museu y el Museu de Prehistòria de València con motivo de las exposiciones Les Fosses del Franquisme, ha contado con la presencia de 40 personas que se han dividido en cuatro grupos de diez. Cada uno de los grupos ha recorrido l'ETNO y ha escuchado "los libros que se narran en primera persona"

Entre los testimonios, estaban Palmira y Sara, dos jóvenes de 17 años que han contado la "historia de amor" de Felipe y María, sus bisabuelos. Cuando eran pequeñas, ambas pasaban mucho tiempo en casa su abuela, donde había un cuadro de la boda de sus bisabuelos, una fotografía que "tenía una historia detrás".

"Felipe era un hombre republicano del Partido Socialista que fue enviado al Frente y tuvo que dejar atrás a su mujer y sus cuatro hijas, pero María era una mujer con mucho coraje que fue a visitarlo para comprobar que su marido estaba vivo", señalan.

Las hermanas relatan que Felipe y el hermano de su bisabuelo, Jose --quien pertenecía a la Federación Anarquista Ibérica--, acabaron en la cárcel y que allí era visitado por su bisabuela María y su hija Palmira, la abuela de las jóvenes.

"En todas las visitas, Felipe y María se intercambiaban cartas que escondían bajo la ropa de mi abuela Palmira, que en aquel entonces tenía dos años", cuentan, al tiempo que añaden que "lo hicieron hasta el 24 de julio de 1940, cuando Felipe y Jose fueron fusilados y enterrados en diferentes fosas comunes de Paterna".

Sara explica que María y sus hijas "intentaron hacerles un homenaje" pero "no les dejaron llorar porque Felipe era considerado un republicano que iba en contra del régimen franquista, así que lloraron en silencio".

"María no pudo cumplir su sueño de ser enterrada junto a su marido, pero mi abuela Palmira y su hermana Amparo han podido recoger, muchos años después, los huesos de su padre", resalta, y afirma que su abuela Palmira "ha podido conocer a su padre que descansa ya con su mujer". No obstante, lamenta que el hermano de su bisabuelo, Jose, "sigue en alguna de las fosas sin identificar".

"Tirado tras ser fusilado"

Otro de los 'libros' humanos ha sido la presidenta de la Asociación de Familiares de Víctimas del Franquismo de la Fosa 126 de Paterna, Maria Navarro, quien durante años estuvo buscando a su abuelo, José Navarro Ángel, que fue "tirado" en una fosa tras ser fusilado el 12 de septiembre de 1940.

"El silencio ha acompañado la tragedia que ha vivido mi familia, una tragedia impuesta por el fascismo que ha traído dolor, hambre, tortura y muerte. Mi abuela estuvo callada mucho tiempo para proteger a sus hijas, hasta que la pena ha dejado paso a la necesidad de saber y decidí que tenía que montar una asociación para reclamar justicia", remarca Navarro, en declaraciones a Europa Press.

La nieta de José Navarro asegura que "tras un proceso muy largo, mucho trabajo, lloros y historias, en julio de 2022 se vació la fosa 126 de donde sacaron a 144 personas", al tiempo que reivindica que espera que "exista un efecto dominó y que se vacíen todas las otras fosas".

Navarro portaba un escapulario con una fotografía de su abuelo que heredó de su abuela y llevó consigo el día que consiguieron vaciar la fosa 126. En la parte trasera de este objeto está escrito "recuerdo de tus amigos", por lo que supone que su abuelo recibió este regalo de parte de sus compañeros, pero "desgraciadamente" ella no llegó a conocer la historia que "hay detrás".

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Dos exposiciones ahondan en la historia de las fosas de Paterna

"No he parado de preguntar"

Por otro lado, Teresa Claramunt narra el proceso "intenso" que lleva realizando desde hace diez años para encontrar el cuerpo de su tío abuelo, Vicente Muñoz, quien a sus 43 años fue fusilado y "tirado" en otra fosa de Paterna.

"Desde que me jubilé no he parado de preguntar a todos los vecinos del pueblo, he ido a Madrid a buscar el Consejo de Guerra, pero esta búsqueda nace cuando era una adolescente que buscaba respuestas y a la que le prohibieron indagar", ensalza, a la vez que subraya que "solo le hacía falta una prohibición para tener más ganas de encontrar respuestas".

La historia de Vicente Muñoz, ha apuntado Claramunt, empieza con una anécdota el 6 de enero de 1940, cuando su tío abuelo, en una comida familiar, ayudó a pelar un conejo con el que se manchó la camisa de sangre. Cuando fue al casino con la camisa manchada y le preguntaron por ella, bromeó con que era "la sangre de un cura", una broma que "sirvió para justificar su asesinato".

"He investigado y el cura al que mataron, llamado Vicente Raussell, murió el 8 de enero y no el día 6. Por lo tanto, la acusación de asesinato de mi tío abuelo era falsa", matiza Claramunt.

En esta línea, agrega que "fue un ajuste de cuentas porque Vicente se dedicaba a informar sobre los kilos de patatas que tenían los ricos en sus campos, para que estas fueran repartidas entre los que necesitaban comida". "Querían recuperar el dinero y mataron a Vicente", sostiene.

Claramunt recalca que el cuerpo de su tío abuelo todavía no ha sido encontrado, pero asevera que "no parará de buscarlo porque es una meta que se ha propuesto y que ha seguido durante muchos años". "No solo quiero encontrar sus restos, quiero lavar su nombre porque no fue ningún asesino", concluye.

"El corazón fuera"

El cuarto 'libro' ha sido el fotógrafo Eloy Ariza que se ha encargado de documentar el proceso de excavación de las fosas del cementerio de Paterna, una actividad que define como "muy dura" y que le obliga a "poner el corazón fuera y la cabeza dentro" para poder "centrarse en el trabajo".

"Es un trabajo duro pero a la vez muy humanitario porque al fin y al cabo recuperas al ser querido de una persona que continúa con vida. Se está haciendo un trabajo muy importante no solo para una persona sino también para la sociedad", subraya.

Ariza expone que "lo más impactante de su trabajo" es que "hay personas que confiesan que no han hablado de ese tema nunca con nadie ni con su propia familia" y el documentalista se convierte en "la primera persona con la que se abren, se desahogan y lloran después de tantos años en silencio".