Es frecuente que las asociaciones para la memoria histórica localicen, en las exhumaciones de las víctimas de la guerra civil y del franquismo, objetos junto a los restos humanos: suelen ser botones, cinturones o las botas que llevaban puestas cuando fueron fusilados o ejecutados extrajudicialmente. También han podido encontrar objetos personales como lapiceros o medallas, o las balas que atravesaron sus cuerpos durante los asesinatos. En muchos casos, las asociaciones entregan esos objetos a las familias y, si no se localizan descendientes, se guardan junto a los restos en cada uno de los memoriales. La ARMH de Valladolid quiere depositar en el Centro de la Memoria de Salamanca los objetos que ha recopilado en los últimos veinte años por su valor “histórico, arqueológico y pericial”. Sin embargo, lleva más de dos años esperando para firmar el convenio que permita entregar esos objetos.
“Podríamos firmar un convenio en poco tiempo, pero hay riesgo de que esos objetos se deterioren. Y el Centro de la Memoria nos da largas. Hemos escrito en varias ocasiones al Ministerio”, protesta el presidente de la ARMH de Valladolid, Julio del Olmo, que reprocha al Gobierno de España que quiera “quitarse de encima este marrón” de custodiar los objetos. La ARMH de Valladolid reprocha que el Ejecutivo dé subvenciones para las exhumaciones pero no para la investigación de los hechos que se produjeron durante la guerra civil y el franquismo, lo que ahora les ha dejado fuera mientras otras entidades y fundaciones—ahora que tienen fondos— empiezan a trabajar en la excavación de fosas.
La ARMH de Valladolid tiene contabilizados y registrados unos 1.300 objetos: 429 botones, 303 zapatos, 229 balas, 122 cinturones, 67 monedas, 49 lapiceros, 28 medallas, 23 gemelos, 22 carteras, 14 tabaqueras y 9 boinas. Todas ellas catalogadas y clasificadas en función de la fosa en la que fue localizada. Las bases de datos realizadas por la ARMH de Valladolid recogen un total de 2669 registros. Estos registros corresponden a piezas individuales o a grupos de piezas (como pueden ser conjuntos de varios botones o partes de un mismo conjunto, como el caso de los zapatos, que se agrupan con un solo número). La ARMH de Valladolid fue una de las primeras asociaciones en empezar a excavar las fosas y los trabajos siempre se han realizado desde un punto de vista historiográfico e investigador, además de en busca de la memoria de los asesinados en una provincia en la que ni siquiera hubo dos frentes organizados, pero en la que se han localizado 41 fosas comunes de diferentes tamaños.
“La explicación que nos han dado es que están 'a otras cosas'. Pero esto se podría firmar en 15 días y bastaría con que viniera una furgoneta y se los lleve. Ya esta´todo catalogado, con una fotografía de entonces y el objeto correspondiente”, defiende Del Olmo. El presidente de la ARMH ha asegurado que el Ministerio les respondió la primera vez, pero no después, a pesar de las reiteradas llamadas realizadas: “A veces te cogen el teléfono, a veces no y otras te dicen: 'que sí, que sí'”. El Ministerio de Cultura —del que depende el Centro de la Memoria Histórica— ha tardado un mes en contestar a este diario y ha defendido que está “en contacto” con la asociación “para estudiar la mejor forma de acoger el depósito de documentación y objetos relacionados con su actividad”. “Una vez evaluado su volumen y tipología se podrá proceder a la firma del correspondiente convenio para formalizar el acuerdo de depósito”, ha asegurado.
La ARMH también localizó objetos de valor como un abrigo tipo ulster, un chaleco y un fajín que sobrevivió porque su dueño —y otras 39 personas asesiandas en Medina de Campo— fueron tirrados al pozo de los Alfredos, sellado durante 80 años y a 30 metros de profundidad. La Escuela Superior de Artes Plásticas y Diseño Mariano Timón, en Palencia, ha restaurado algunas de esas prendas deslavazadas. También se pudieron extraer objetos más pequeños prácticamente de una pieza, como una gorra o un sombrero.
¿Qué hacer con los objetos?
Preguntadas por este diario, la mayoría de asociaciones entregan los objetos personales a los familiares. Sin embargo, la ARMH entiende “que son pruebas de los crímenes de lesa humanidad” y por lo tanto la custodia debería ser institucional. Además, a veces es complicado saber a qué descendiente entregar los objetos y muchos familiares prefieren no ser los custodios de estos objetos. “En veinte años hemos entregado cuatro objetos —una pluma estilográfica, por ejemplo— y una de las familias nos devolvió el anillo de una de las víctimas un año después”, explica.
El presidente de la asociación Memoria y Justicia de Salamanca, Julio García, asegura que en los trabajos en los que participan, suele quedarse con los objetos Aranzadi o la ARMH, aunque si los familiares estaban presentes en la excavación, los objetos les han sido entregados a ellos. “En el último que nos apareció a nosotros unas botas de Carabineros quedaron en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Nosotros si estaban presentes los familiares en la excavación se los hemos dado a ellos porque eran el único recuerdo que tenían de ellos. Si hay familiares presentes siempre quedan estos objetos a su disposición. Mismo procedimiento tiene la asociación soriana Recuerdo y Dignidad: ”Se los lleva Aranzadi, los limpian y se los entregamos a las familias“, explica el presidente, Iván Aparicio, que recuerda algunos objetos como las gafas, las gafas de sol, lapiceros de maestros o el dedal del sastre y concejal de Cultura de San Esteban de Gormaz, Juan Pablo Rica. ”Los objetos también son muy importantes para las familias“, defienden desde la plataforma.
La ARMH que preside Emilio Silva asegura que el procedimiento que aplican es la restauración de los objetos y entregarlos a la familia. La ARMH de Ponferrada también los entega a la familia, y los objetos de personas que no han sido identificadas son reinhumados con ellas. En Palencia todavía recuerdan que el sonajero recuperado en 2011 de una fosa común en el Parque de la Carcavilla (Palencia) fue entregado a la familia, como tantos enseres.


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