dimecres, 5 de novembre del 2025

El topo de La Mata, diez años de reclusión en un zulo para sobrevivir a la represión franquista

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l topo de La Mata, diez años de reclusión en un zulo para sobrevivir a la represión franquista.

"Mejor me había pegado un tiro", llegó a decir Eufemiano Díez tras el calvario que vivió en una corte de ovejas da localidad de la Montaña Leonesa y que le dejó graves secuelas.

 

Eufemiano el topo de la mata

 

La Guerra Civil Española dio una nueva acepción a la palabra topo, para denominar a aquellas personas, en su mayoría simpatizantes republicanos, que se ocultaron en sus propias casas o en zulos para escapar de la represión franquista. 

 

Algunos se hicieron muy conocidos por permanecer escondidos durante décadas en condiciones inhumanas, como Saturnino de Lucas, que pasó 34 años oculto, o Protasio Montalvo, que estuvo 38 años; sin embargo, no se queda atrás la historia del 'Topo de La Mata de Curueño', "el topo más topo de cuantos topos en España hubo", según el escritor Julio Llamazares.

 

Eufemiano Díez González, 'el topo de La Mata' (1912-1984)

 

Eufemiano Díez González, que así se llamaba 'el topo de La Mata', era un joven de apenas 20 años cuando el país comenzó su destrucción para dividirse en dos. Había hecho la mili en Melilla durante tres años y se fue a combatir con el gobierno republicano en Asturias.

 

"Era el 18 de julio del 36, el día que cumplía 21 años, y había mucho movimiento por el pueblo. Dijeron que había que alistarse y le pregunté a mi padre porque yo no sabía nada de política. Me dijo: en tiempos revueltos hay que estar con el Gobierno, y me fui con los republicanos", contaba él mismo.

 

La mata de curueño

 

Entonces le pilló la caída del frente en el monte Naranco y el miedo le hizo poner pies en polvorosa. Huyendo por los montes logró pasar de nuevo a la Montaña Leonesa y llegar a La Mata en una fría noche de noviembre de 1937. Una vez en casa, con ayuda de su padre, excavó en la corte de las ovejas la que sería su 'prisión' durante los próximos diez terribles años.

 

Casi una tumba de dos metros de largo, menos de un metro de profundidad y ochenta centímetros de ancho, cubierta por un tablero y disimulada con los excrementos de oveja que esparcía su padre, de la que solo salía de noche y en la que apenas podía darse la vuelta. 

 

 

En ella tuvo que soportar las inclemencias del tiempo, ya fuese el frío del invierno o el calor y la humedad del verano, pero también durísimos momentos, como aquel en el que creyó ahogarse cuando un vecino regó la huerta y el agua se filtró hasta su escondite, sin que el tuviera fuerza suficiente para levantar el tablero y salir.  

 

 Y así malvivió durante diez años, convirtiéndose en uno de los topos que más tiempo pasó escondido, hasta que decidió entregarse en el cuartel de la Guardia Civil de Pardesivil en 1947. "Cuando me entregué, alguno casi se desmaya al verme; me habían estado buscando, pero no se creían que hubiera estado diez años enterrado en vida. Me juzgaron y me dejaron libre, pero nadie me iba a devolver ya lo sufrido en aquellos diez terribles años", afirmaba él mismo.

 

Después rehizo su vida como labrador, se casó con Alberta Getino en 1956, con quien no tuvo hijos; pero terminó pagando las penurias pasadas bajo tierra, ya que acabó encogido por el reuma, en silla de ruedas, hasta que falleció en la madrugada del 4 de enero de 1984 a los 71 años. 

 

Sin embargo, su historia no murió con él, en parte gracias al escritor leonés Julio Llamazares, que la dejó por escrito en las novelas 'El río del olvido' y 'Luna de lobos'. Además siempre será uno de los hijos más recordados y queridos de La Mata de Curueño. 

 

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Fuente: Diario de Valderrueda

Fotografía: Eufemiano Díez - Asociación Cultural Los Cantarales