Un libro realizado desde el Foro de Memoria de Córdoba da a conocer la historia "olvidada" tras el pacto de la Transición y divulga los motivos del nombre de 15 emplazamientos cordobeses que rinden homenaje a dirigentes del dictador
El Foro por la Memoria acaba de publicar un nuevo libro con el que espera contribuir a la divulgación del genocidio franquista ocurrido en Córdoba y que quedó “olvidado” tras el pacto de la Transición. Bajo el nombre Lugares de Memoria en Córdoba, un equipo de investigadores coordinado por el exprofesor de Historia y Geografía, Luis Naranjo, ha aunado en este trabajo las investigaciones que se han realizado hasta el momento para que la sociedad pueda entender hasta dónde llegó la represión franquista y por qué es necesario eliminar del callejero cordobés determinados nombres como Conde de Vallellano o Cruz Conde.
Naranjo, que también es el portavoz del Foro y ha sido Director General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía, explica a este periódico que este nuevo libro contribuye a difundir la “verdad histórica” sobre los hechos ocurridos tras el golpe franquista en 1933, la antesala a la guerra civil y al franquismo. Para ello han participado profesionales de diferentes ramas del conocimiento, como historiadores, sociólogos, historiadores y especialistas en Historia del Arte.
Lugares de Memoria en Córdoba está dividido en tres partes perfectamente delimitadas. En una primera, que se intuye a modo de introducción, se incide en la importancia de conocer qué es un Lugar de la Memoria y por qué es tan importante, “hecho que también ocurre en la ciudadanía de otros países de Europa”. Actualmente, Córdoba es, junto a Málaga, la provincia con más Lugares de la Memoria catalogados por la Junta de Andalucía. En total, ocho: la Plaza de la Constitución y la fosa común del cementerio de Baena, los Muros de la Memoria de los cementerios de La Salud y San Rafael, la zona de batalla de Valsequillo, la ruta guerrillera de los Juiles en Montoro, la ruta del Barranco de la Huesa en Villaviciosa y las fosas comunes de los cementerios de Santaella y de La Guijarrosa.
La segunda parte del libro está centrada en los lugares donde se llevó a cabo la represión franquista y en los que, por otra parte, se libró una resistencia popular al franquismo. Del primer caso tenemos ejemplos como las fosas comunes de los cementerios o la antigua cárcel, apunta Naranjo, mientras que del segundo caso se recuerdan los pisos clandestinos o las iglesias en las que se realizaban reuniones opositoras al régimen. El historiador señala que “ésta fue una forma de organizar la resistencia cultural y política y se recurría a lugares informales, como eran las tabernas”.
En este sentido, la Sociedad de Plateros es uno de los lugares incluidos en este apartado ya que, según afirma Naranjo, allí también se hacía política antifranquista. En esta parte del libro, además, el equipo multidisciplinar encargado de su elaboración -formado por Rafael González Requena, Miguel Ángel Peña, Francisco Palomar, Ricardo Luque y Rafael Morales- ha incluido fuentes como la de la Palomera o algunas alamedas que rodeaban a Córdoba por el río Guadalquivir “donde se produjeron encuentros entre organizaciones políticas como el Partido Comunista”.
La última parte del libro la ocupa el cambio de callejero realizado en Córdoba obedeciendo a la Ley de Memoria Histórica que obliga a todos los consistorios a eliminar cualquier mención honorífica a golpistas o dirigentes de la dictadura, todo ello por respeto a las víctimas. A pesar de que la ley es taxativa, la norma se ha encontrado con el rechazo frontal de una parte de la población cordobesa que rechaza los cambios en las vías argumentando que la historia no se borra eliminando nombres de calles. Para Naranjo, esta actitud responde, también, “a una cuestión identitaria”. “Hay gente que ha nacido sabiendo el nombre de una calle y lo siente como propio y como su propia historia vital”, se explica el profesor.
No obstante, ahonda más en el trasfondo de quienes se oponen al cambio en el callejero, que responde “a la ignorancia debido al olvido que trajo la Transición”. “Gran parte de la sociedad cordobesa ignora lo que hizo gran parte de estos personajes a los que ahora hay que quitar de las calles. Se habla de Cañero como un benefactor y un banderillo, pero no se sabe el papel que jugó en el golpe de Estado o el batallón de batallistas que iba cazando a rojos y a mujeres que huían camino de la sierra. De Cruz Conde se dice que fue el gran alcalde, pero se ignora que también participó en el golpe y fue un máximo dirigente de la dictadura. Evidentemente que hicieron cosas buenas pero la cuestión no es es ésa, sino lo que hicieron como franquistas”, argumenta Naranjo.
Para ayudar aún más a esclarecer los motivos para el cambio en las vías, el libro incluye en su término toda la información que elaboró la Comisión Municipal de la Memoria Histórica y los argumentos esgrimidos para la variación de las nomenclaturas. Aunque el nuevo callejero fue aprobado en noviembre, durante el proceso se produjeron dos denuncias en los tribunales debido al cambio de nombre de la Plaza de Cañero y la calle Cronista Rey Díaz. En relación a esta vía, el Ayuntamiento ya ha aprobado el cambio al nombre de Librero Rogelio Luque caso ya que, por el momento, los tribunales no han dado la razón a la familia de Rey Díaz.
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