dimarts, 26 d’abril del 2022

El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario. Ángel Viñas.

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El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario (1/5)

En este mes de abril se conmemora, el día 26, el 85 aniversario de la destrucción de Gernika por las aviaciones nazi fascista. Es un aniversario casi redondo (el próximo no se cumplirá hasta dentro de cinco años) pero si el hecho ha saltado a la prensa, y sobre todo a las redes, es por la mención que de él hizo el presidente de Ucrania en su telecomparecencia ante el Congreso de los Diputados español. No es exagerado afirmar que levantó en armas a algunos políticos y escribidores. También a muchos periodistas.

Como ocurre con Gernika, han vuelto a distribuirse abundantes dosis de desinformación. No en vano Gernika constituye el hecho de armas singular (en el sentido en que se utilizaron armas modernas como fue la aviación) sobre el que más se ha escrito en España fuera de España. La controversia empezó al día siguiente del bombardeo. No se me ocurre ningún otro caso. Si estoy equivocado, ruego a los amables lectores que me informen.

Servidor se ocupó por primera vez del tema en una mesa redonda que se celebró en abril de 1977, para conmemorar el XL aniversario. Fue la primera vez que tuvo lugar en una atmósfera de libertad, dos meses antes de las primeras elecciones democráticas desde 1936. Lo he seguido intermitentemente y enriquecido mis ideas iniciales. Está por ver que alguien las haya echado abajo documentalmente, aunque hoy se sabe muchísimo más de aquel hecho de armas que entonces.

Por supuesto, no fui ni de lejos el primer autor en ocuparme del bombardeo basándome en evidencias primarias relevantes de la época. Sí fui uno de los primeros —y a veces el primero— en utilizar ciertos materiales hasta entonces no conocidos. Por un azar (como suele ocurrir al trabajar en archivos) los descubrí en el archivo histórico-militar de Friburgo mientras buscaba documentación para elaborar mi tesis doctoral (1971-1973) sobre los antecedentes de la intervención de la Alemania nazi en España.

Los documentos de la Legión Cóndor se quemaron en Berlín allá por 1944 en uno de los bombardeos sobre la capital del Tercer Reich. Se salvaron copias que se habían distribuido a otros ministerios obligados a conocer lo que ocurría en España. Entre ellos figuraban informes diarios de situación (Lageberichte) sobre la evolución de las operaciones de la Cóndor. No los utilicé para mi tesis ya que se salían del marco temporal en el que esta se detuvo, pero los guardé.

Hacia 1975, gracias a varios conocidos mutuos (entre ellos Paul Preston Eutimio Martin, profesor en Aix-en-Provence), entré en contacto con Herbert R. Southworth. Vivía en un castillo destartalado en Francia y acababa de leer su tesis doctoral en La Sorbona sobre el bombardeo, dirigida por Pierre Vilar. Se publicó inmediatamente en francés y más tarde en castellano e inglés. Contenía una relación para entonces exhaustiva de documentos oficiales inéditos, manuscritos de libros no publicados, documentos oficiales en el dominio público, amén de una bibliografía de más de 350 libros y folletos y de más de 150 periódicos en varios idiomas de una docena de países. Un tour de force al que los autores españoles no estaban entonces acostumbrados.

Herbert y servidor conectamos inmediata e íntimamente. Descubrí que su metodología era muy similar a la que yo había seguido, intuitivamente, al abordar mi propia tesis. Fue el primer autor en ocuparse con extremado rigor académico del tema (ya había habido decenas, si no centenares, de periodistashistoriadorespolíticos aficionados que lo habían hecho con el fin de sustentar las tesis y contratesis surgidas inmediatamente de lo ocurrido en 1937).

Las más importantes Herbert ya las había enunciado en su primer libro, El mito de la Cruzada de Franco, publicado en castellano en Ruedo Ibérico en París en 1964. Hoy, con un espléndido prólogo de Sir Paul Preston, disponible en una edición de Debolsillo, publicada en 2008 por un precio sumamente accesible (véanse sus pp. 423-426). Es, en mi modesta opinión, una obra que no debería faltar en cualquier colección, por pequeña que sea, de obras sobre la guerra civil. Se trataba de un estado de la cuestión sobre la literatura disponible desde la perspectiva franquista pro-franquistaApareció en los albores de la tímida apertura de la dictadura al exterior. Había sido forzada por las circunstancias y no por el genio de Franco, tras el plan de liberalización y estabilización de 1959. Se difundió cuando el régimen empezaba su lento camino en pos de una cierta aproximación a la naciente Europa comunitaria. A las nuevas generaciones, todo esto les sonará si no a chino, por lo menos a suahili. Pero así fue.

El mito me había acompañado durante muchos años, pero fue el libro titulado La destrucción de Guernica. Periodismo, diplomacia, propaganda e historia, publicado en francés en 1975, también por Ruedo Ibérico, en donde Southworth identificó, exploró ad nauseam y valoró críticamente una inmensa literatura sobre el bombardeo. También se introdujo en los entonces todavía poco conocidos meandros de las interioridades de la política de no intervención que agarrotó a la República (por cortesía de las potencias democráticas occidentales) en su pugna contra la ayuda nazi-fascista a Franco. En castellano se publicó en 1977, también por Ruedo Ibérico en París y ya en Barcelona.

Nadie podrá argumentar que la obra es difícil de localizar. Las preguntas que se hizo, a la hora de proceder a su investigación, fueron muy simples: ¿cómo, por quién y por qué fue destruida Gernika? Las respuestas las abordó en la tercera parte de la obra emanada de su tesis. Estuvieron precedidas por “El acontecimiento” y “La controversia”. En la primera estudió las noticias procedentes de Bilbao, la réplica del Cuartel General de Franco, las condiciones de trabajo de la prensa extranjera en la España franquista y las noticias procedentes de Vitoria. En la segunda parte, abordó las controversias públicas y no públicas durante la guerra civil que tuvieron lugar esencialmente en el mundo anglosajón y en el francés, y las que se produjeron fuera de tal ruido en los círculos diplomáticos. Después examinó la larga controversia desde 1939 hasta 1977. No dejó títere con cabeza.

La dictadura franquista mantuvo, mientras existió, su falta de responsabilidad en la destrucción de la villa foral, que achacó a diversos elementos. Luego argumentando que se trataba de un objetivo militar. Siempre echando balones fuera

La dictadura franquista, en efecto, mantuvo, mientras existió, su falta de responsabilidad en la destrucción de la villa foral, que achacó a diversos elementos (dinamiteros asturianos, grupos de acción nacionalistas vascos e incluso alemanes que habían faltado a la palabra dada a Franco). Luego argumentando que se trataba de un objetivo militar. Siempre echando balones fuera. Un fenómeno curioso y con una duración de casi cuarenta años. Hay otros casos similares: por ejemplo, el del oro de Moscú, el papel de Franco (asesinato previo incluido) en la conspiración del 18 de julio y quién quiso la guerra civil. Por no hablar de los posteriores.

Todos ellos siguen vigentes hoy. Es lógico. Una tradición franquista tan acrisolada no puede dejar de tener seguidores. Con sus altos y con sus bajos. Personalmente los he abordado con nuevas bases documentales y he tratado de contribuir con mi granito de arena a su esclarecimiento, aportando unas Evidencias Primarias Relevantes de Época (EPRE) hasta entonces desconocidas o muy mal interpretadas.

No lo escribo para darme postín. Todas mis argumentaciones son públicas, sus fuentes también. Cualquiera puede verificarlas. Ni hay historia definitiva ni historiadores definitivos. He solido practicar el método inductivo. Ir de los documentos, debidamente examinados y contextualizados en su entorno próximo, a otro más general que permita mejorar las interpretaciones existentes. Eso sí, reduciendo la separación entre uno y otras en todo lo posible.

En el caso de Gernika, me he concentrado desde 1977 en la vertiente que me pareció siempre la más relevante y que, a juzgar por las distorsiones que hemos leído u oído en las últimas semanas tras la alocución del presidente Zelenski, me inclino a pensar que sigue siéndolo: ¿cuáles y de quiénes son las responsabilidades involucradas en la destrucción de la villa foral?

Varios autores, particularmente alemanes, han dejado en claro el papel eminente de la Legión Cóndor. Luego se ha reconocido, quizá un tanto a regañadientes, la coautoría, más limitada, de la Aviazione Legionaria. Hoy, por lo general, no las niega nadie, a pesar de que todavía siguen levantándose voces que han tratado de disminuir su papel.

La disputa en las redes y en algunos medios se ha concentrado, de nuevo, en el vector que desde siempre me pareció esencial: ¿hubo o no corresponsabilidad por parte de Franco o de sus gloriosos guerreros para evitar que la PATRIA cayera en las garras del comunismo ateo y destructor o en las de vascos traidores a la misma?

No soy, en modo alguno, el único autor que ha abordado documentalmente el tema: Sir Paul Preston y el profesor Xabier Irujo también me han acompañado en el mismo viaje en búsqueda de la, al parecer, insondable verdad. Quizá por ello la villa de Gernika nos habrá concedido ex aequo su premio por la paz y la reconciliación en el último año anterior a la pandemia.

(Continuará)

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Esta miniserie está dedicada a los políticos, periodistas y escribidores que se han pronunciado contra el discurso del presidente Zelenski y en aplicación del principio evangélico de enseñar al que no sabe. 

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.


El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario (2/5)

Cuando servidor apareció por primera vez en el caso de la destrucción de Gernika la discusión en España estaba muy influida por tesis a veces grotescas, en particular de Ricardo de la Cierva, que ya venía enunciándolas con vueltas y más vueltas en los años anteriores a la búsqueda desesperada de que le dieran una cátedra de Historia. Así ocurrió y su Agregaduría en la Universidad de Alcalá de Henares se publicó en el BOE el 1º de abril de 1975. No fue una casualidad.

Mi primera intervención, según consta en mi currículum, que es del dominio público y está actualizado en la cabecera de mi blog (www.angelvinas.es), fue un artículo aparecido en Historia 16 en septiembre de 1976 dando cuenta de la aparición del libro de Southworth. Le siguió otro (Guernica, ¿el último fraude?Historia 16, enero de 1977). Fue una crítica sin concesiones a un libro publicado por dos periodistas británicos, Gordon Thomas Max Morgan-WittsEl día en que murió Guernica. No creo haberlos guardado (a no ser que estén en algún baúl en el desván). He acudido a Wikipedia en inglés y veo que el primero, primo de Dylan Thomas, era galés, que fue autor de la friolera de 54 libros al menos (no se cita el de Gernika), sobre —en general— temas de inteligencia. El segundo, me entero ahora, era productor de la BBC y escribió diez libros junto con su compañero. En su entrada de Wikipedia sí se menciona el de Gernika. Me molestó que se inventaran escenas para las cuales no daban la menor referencia. Ambos se sintieron ofendidos y, para mi pasmo, me informaron de que estaban estudiando la posibilidad de emprender acciones legales. No sé si era cierto o no. Jamás volví a oír de ellos.

Quiero con ello indicar que preparé concienzudamente mi intervención en la mesa de historiadores de abril de aquel año en Gernika. Participamos varios académicos (Manuel Tuñón de Lara, Fernando García de Cortázar)Joseba Elósegui (excapitán de gudaris, testigo presencial y que había publicado poco antes en España un libro de memorias —Quiero morir por algo— en el que relataba su intento de cometer un atentado contra Franco y que ya había aparecido en Francia en 1971), Luis Ruiz de Aguirre (que escribía con el seudónimo Sancho de Beurko y había participado también en la guerra en el frente de Euzkadi) y Karmelo Landa Mendibe (a la sazón profesor de ikastolas en Gernika). Se repitió al año siguiente, aunque creo recordar que en esta ocasión ya participó Southworth. No entro en otros detalles.

Lo que sí puedo decir es que continué trabajando en mi exposición oral y que en 1979 apareció en una versión más elaborada en un libro sobre la Historia de la guerra civil en Euskadi, tomo III, publicada por Luis Haranburu de San Sebastián y que también introduje en mi colección de ensayos Guerra, dinero, dictadura. Ayuda fascista y autarquía en la España de Franco (Crítica, Barcelona, 1984).

En 1977 ya había manejado algunos libros publicados por autores alemanes, de historia y de memorias (Hans-Henning AbendrothWerner BeumelburgHellmuth G. DahmsHans-Christian KirschKlaus A. Maier, Manfred Merkes), a veces conocidos —o que iban a conocerse en España— y otras no. Todavía conservo algunos. Varios ya los envié a la biblioteca de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM. El más importante, para el tema de Gernika, fue sin duda el de Maier, a la sazón un comandante o teniente coronel en el Servicio Histórico de las fuerzas aéreas alemanas. Apareció en 1975 y en castellano al año siguiente en la editorial Sedmay.

En todas aquellas ocasiones servidor argumentó que había existido una conexión estrecha entre los mandos nazi y franquista en tres planos (siguiendo la entonces doctrina alemana): el estratégico, el operativo y el táctico

En todas aquellas ocasiones servidor argumentó que había existido una conexión estrecha entre los mandos nazi y franquista en tres planos (siguiendo la entonces doctrina alemana): el estratégico, el operativo y el táctico. Se había organizado desde el comienzo de la ofensiva en el Norte el 31 de marzo y aplicado a rajatabla. ¿Por qué no el 26 de abril? Mi argumento descansaba en la combinación del primer estudio sobre la campaña del Norte hecho por los alemanes después de la guerra civil y en los informes de situación localizados en Friburgo.

La doctrina franquista no había permanecido incólume o invariable para entonces. Se habían hecho algunos lentos progresos a la hora de reconocer lo que ya era imposible negar y, en particular, la autoría de la Legión Cóndor. Sin embargo, esto se había desvirtuado.

En primer lugar, argumentando que los alemanes habían actuado sin conocimiento del “Mando nacional”, es decir —en último término— de Franco. En segundo lugar, que cuando estalló el escándalo universal los documentos exhibidos por Maier probaban que, ciertamente, había habido conexiones entre alemanes y “nacionales”, pero que no habían afectado de manera sustancial a las responsabilidades por la destrucción de Gernika, porque la villa foral era un objetivo militar propiamente dicho.

Todo ello revuelto en contorsiones más o menos alambicadas. Ni que decir tiene que servidor fue objeto de agrios ataques, en especial por el “gran especialista” en que se había autoconvertido el periodista y reportero de guerra Vicente Talón. Su libro Arde Guernica se publicó con gran éxito en 1970, es decir, unos años antes de que apareciera el de Southworth.

Según veo en Wikipedia, Talón sigue vivito y coleando e innecesario es decir que se lo deseo por muchísimos años más. No es historiador de profesión (Wikipedia afirma que tiene un doctorado en Historia por la Universidad San Pablo–CEU, pero esto no es suficiente, en mi modesta opinión, para convertirlo en tal). De todas maneras, como lo cortés no quita lo valiente, he buscado en la referencia que da Wikipedia y llegado a su blog (https://vicentetalon.blogspot.com/). Los amables lectores verán que en una entrada de 25 de abril de 2009 el simpático periodista arremete contra Southworth, quien por desgracia había fallecido diez años antes. En mi caso puedo decir que no me ocupé ni de De la Cierva, ni mucho menos de Talón, durante muchos años. Tampoco de Gernika.

En este período surgió un nuevo autor que se propuso poner al día y salvar lo esencial de las leyendas franquistas. Se trató de un historiador militar con quien ya había cruzado espadas tras la publicación de mi segundo libro, El oro español en la guerra civil. Después derivé hacia la política económica y comercial franquista, los pactos secretos con Estados Unidos y finalmente terminé en el Ministerio de Asuntos Exteriores y la Comisión Europea hasta 2001.

No volví seriamente a los temas históricos serios sino poco después. Entonces me propuse encuadrar la operación del oro en el marco de la internacionalización de la guerra civil y la construcción de lo que denominé el escudo de la República. Publiqué varios libros en esta dirección. Volví a la UCM y regresé a la historia.

En 2012, uno de los jóvenes historiadores que ya iban surgiendo, Miguel Angel del Arco, director de la colección de Historia de la Editorial Comares, un sello reconocido en los medios universitarios, quiso editar algún clásico de la guerra civil y me preguntó si podía recomendarle uno.

Inmediatamente pensé en Southworth. Para entonces había leído tres versiones diferentes sobre la destrucción de Gernika debidas a la pluma del ya general de División en el Ejército del Aire Jesús Salas Larrazábal. La última, de 2012, acababa de recibirla. Era una crítica displicente, cuando no indecorosa (al menos así me pareció) a Southworth y no tuve la menor duda en recomendar una reedición, siempre y cuando me permitiera escribir un prólogo y una actualización.

Poner al día La destrucción de Guernica con un prólogo de diez páginas y un anexo de cien fue una de las tareas que mayor placer me ha proporcionado en mi actividad como historiador. Empecé por los principios: el archivo histórico del Ejército del Aire, un supuesto feudo de Salas Larrazábal. Tengo por un punto de honor consignar dos cosas: legó a dicho archivo toda su documentación a su fallecimiento y —no en segundo término— deseo que el Señor lo tenga en su gloria.

A su vez he de destacar que todos los papeles de Southworth, y una pequeña parte de su biblioteca, fueron a parar al Centro Documental sobre el Bombardeo de Gernika que cuidan con ejemplar atención Iratxe Momoitio y Ana Teresa Núñez.

Aprovecho para informar a los amables lectores que quieran conocer algo de primera mano sobre la destrucción de Gernika que ya no tienen que viajar a archivos lejanos. El museo sobre el bombardeo que alberga dicho Centro ha llevado a cabo en los últimos años, con la colaboración del profesor Xabier Irujo, una inmensa tarea de recopilación de toda la documentación primaria relacionada con la destrucciónsus antecedentes sus consecuencias. Proviene de los archivos de todos los países involucrados. El panorama de fuentes ha cambiado radicalmente.

(Continuará)

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Esta miniserie está dedicada a los políticos, periodistas y escribidores que se han pronunciado contra el discurso del presidente Zelenski y en aplicación del principio evangélico de enseñar al que no sabe. Aquí se puede leer el primer artículo de la serie.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.


El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario (3/5)

Nunca pensé que mis búsquedas en los archivos españoles fueran a discrepar de lo que se había hallado en los alemanes. Así fue. Ahora bien, tampoco había pensado que fuese a encontrar joyas. Un tema tan importante para la “memoria histórica” de la dictadura era difícil que no hubiese sufrido depredaciones a lo largo de cuarenta años o más. (Advierto al lector que en otros archivos ocurre lo mismo con temas diferentes). No hay que dar las gracias a varios ministros conocidos con nombre y apellidos que ordenaron la quema de millones de expedientes. Fue algo del dominio público). SIEMPRE TODO POR LA PATRIA. 

Sí encontré en cambio información complementaria valiosísima. La más importante ya servía para enviar las tesis de Ricardo de la Cierva, Vicente Talón et al a la papelera. En contra de lo supuesto por unos y por otros, la coordinación operativa y táctica de la aviación nazi-fascista con la franquista y el Ejército de Tierra no nació en la campaña del Norte. Nació tan pronto llegó la Legión Cóndor a España. Quien hiciera desaparecer el expediente de Gernika se le olvidó obliterar algunas de las huellas previas que dejó tal colaboración. 

A mí no me sorprendió. Parodiando a Southworth, siempre había creído que el Ejército de Franco no era como el de una tribu de hotentotes (con perdón a unos y a otros). Era una fuerza relativamente moderna, aunque poco habituada a colaborar con ejércitos extranjeros. Lo normal y lo lógico sería que se establecieran desde el primer momento lo que cabría denominar “protocolos de actuación” a los que deberían atenerse los mandos en presencia. 

Así fue. Lo que llama la atención es que en sus falaces memorias el general Alfredo Kindelán, entonces Jefe del Aire, uno de los conspiradores monárquicos en la primavera de 1936, no hablase para nada de tales protocolos y que omitiera en todo lo posible las referencias a alemanes e italianos, excepto para afirmar que se llevó siempre bien con ellos. ¡Faltaría más! 

Los protocolos que descubrí no llegaban a la campaña del Norte. Un misterio. Sin duda alguna mano bendecida por el Mando había retirado de la circulación los siguientes. Por fortuna, la combinación de los trabajos alemanes sobre la misma y los planes estratégicos y operativos de Franco y sus subordinados (empezando por Mola) sí se conservan. Los historiadores militares franquistas (coronel José Manuel Martínez Bande al frente) siempre trataron de disminuir o incluso silenciar el fundamental input a los mismos de los mandos de la Cóndor. Mi idea de la estrecha cooperación a todos los niveles entre la aviación extranjera, la franquista y las fuerzas de tierra se revalidó en todos los momentos. En esta ocasión también con documentación española, algo que se le escapó al ojo avizor del general Salas Larrazábal. A pesar de que, lógicamente, en las discusiones sobre la futura campaña estuvieron presentes siempre los mandos alemanes y, singularmente, el jefe del EM de la Cóndor, coronel Wolfram von Richthofen

La puesta en práctica correspondió naturalmente a Mola y Kindelán, por un lado, bajo la vigilancia estrecha de von Richthofen y el coronel Juan Vigón. El general Sperrle, comandante de la Cóndor, y Franco no pudieron por menos de seguirlos desde sus alturas respectivas. 

La idea final estribó en que la cooperación entre fuerzas de Aire y de Tierra debía mantenerse estrechamente y que las primeras entrarían en acción al ritmo marcado por las necesidades de las segundas, en los lugares designado por estas. ¿Para qué? Para ablandar las posiciones del adversario y reducir su resistencia y con incursiones en la retaguardia. Aquí los deseos de Mola de arrasar Vizcaya encontraron campo abierto, aunque no sin dificultades. 

A los alemanes, por muy nazis que fueran, les pareció un tanto exagerado que Mola quisiera rerruralizar Vizcaya. A veces hubo altercados que tuvieron que ser dirimidos por el Cuartel General y de los que von Richthofen dejó cuenta en su diario, publicado por Maier. 

En otra ocasión se produjo un choque (que servidor ya había detectado en los años setenta en los papeles del Servicio Histórico Militar) entre Sperrle y el propio Franco. El alemán cantó al inmarcesible Caudillo las cuatro verdades del barquero. La Cóndor se había puesto a su disposición con la condición de que actuaría en formación cerrada (de acuerdo con su papel de perforadora de la resistencia republicana), a no ser que Sperrle aceptara su empleo en formaciones disgregadas.  

Franco quiso emplear varias unidades en el frente central. Sperrle se opuso rotundamente. Casi todas las formaciones de la Condor estaban asignadas al Norte. La controversia debió de alcanzar un tono grave porque Sperrle informó inmediatamente a Berlín. Desde aquí, el ministro de la Guerra, mariscal Werner von Blomberg, respaldó a su subordinado. A servidor le hizo pensar inocentemente, ya en los años setenta, que en estas condiciones la idea de sugerir que Sperrle no se atendría a sus instrucciones y a los arreglos convenidos y que estaría dispuesto a incurrir en el supuesto desfavor de Franco bombardeando Gernika por su cuenta era, con perdón, una payasada. 

Hay autores, sin embargo, que no atribuyen al episodio tanta importancia e innecesario es decir que Salas Larrazábal lo omitió totalmente. No fue, por supuesto, la única laguna del tan puntilloso general. En mi anexo al libro de Southworth tuve un gran placer en señalar todas y cada una de las veces en que tales signos de falta de respetabilidad historiográfica se produjeron. Incluso en casos en que la reproducción de los documentos españoles que también hizo se le oponía. Tal vez supuso que los universitarios, a quienes despreciaba, no las advertirían. 

Nada hace pensar que la víspera del 26 de abril la coordinación entre las fuerzas de Tierra franquistas y las de Aviación (bajo mando operativo alemán) hubiera sufrido interrupción

El hecho es que nada hace pensar que la víspera del 26 de abril la coordinación entre las fuerzas de Tierra franquistas y las de Aviación (bajo mando operativo alemán) hubiera sufrido interrupción. Las reuniones diarias entre los coroneles Vigón y von Richthofen la aseguraban también en el plano táctico. Por no señalar que por aquel entonces ya había teléfonos y varios antecesores de los ulteriores teletipos. Incluso se llegó a utilizar la máquina Enigma, aunque ahora no recuerdo si en el frente Norte. Los alemanes dieron varios ejemplares a Franco, que instaló al menos una de ellas en el Cuartel General.

Por otro, ciertos intereses específicos alemanes. Algunos de estos los puso de relieve la historiadora germana Stefanie Schüler-Springorum en su libro Krieg und Fliegen. Die Legion Condor im Spanischen Bürgerkrieg. Schöningh, Paderborn, 2010, pp. 188-192. Partiendo de la cultura y entusiasmo que la aviación despertaba en Alemania hizo un análisis de historia cultural, política y militar en su aplicación en España. 

Lo había encontrado en una sucursal de los Archivos Federales alemanes próxima a Berlín. Yo creí que el autor era Wolfram von Richthofen, porque iba firmado por v. Richthofen 2 y así lo reproduje. El historiador alemán afincado en Vizcaya Ingo Nebel me informó de mi confusión. Lo hago aquí explícito, con mi agradecimiento. El libro se publicó posteriormente en España, recortado en los aspectos más directamente ligados a las vertientes culturales nazis, bajo el título La guerra como aventura. La Legión Cóndor en la guerra civil española, Alianza Editorial, Madrid, 2014. El episodio de Gernika en las pp. 259-264. En ambos casos se cita el informe: “Bericht Bombenwirkung: BA-ZDH, ZA VI, 365/III” . (Quizá alguno de los ayudantes de uno de los diputados de VOX que tanto ha vociferado tras la alocución del presidente Zelinski pudiera ir a copiarlo a Berlín, con gastos tal vez pagados incluso por el Parlamento Europeo).

La profesora Schüler-Springorum puso particularmente de relieve dicho informe, fechado el 28 de mayo de 1937, es decir, al mes del hecho que aquí nos ocupa. La fecha es importante porque para entonces el escándalo creado en todo el mundo había alcanzado proporciones homéricas. Aunque, obviamente, a ello no se refirió el autor, tuvo que tenerlo presente de alguna manera. 

Von Richthofen 2 examinó detenidamente las experiencias obtenidas en el frente Norte con diversos tipos de bombas de peso diverso, desde las pequeñas a las más grandes, en mezclas de incendiarias y rompedoras, que se habían utilizado hasta entonces en la ofensiva. Comparó los resultados en Durango, Eibar y Gernika conseguidos por los italianos y los alemanes, sus formas y los tipos de espoletas.

En el primer caso fueron principalmente bombas italianas de 50 kgs. Desde una altura de cerca de mil metros las tres bombas que arrojaba cada avión cubrían una superficie de entre 100 y 150 metros cuadrados de superficie. El grado de daños fue aproximadamente del 35 por ciento de todas las casas. Las bombas alemanas del mismo tipo, que también se emplearon en menor número, dieron resultados similares. 

En el caso de Eibar se acudió a bombas italianas de 100 kgs. Se arrojaron a una altura más reducida, entre 600 y 800 metros. Los daños se estimaron en un 60 por ciento. ¡Hurra! También se habían empleado bombas incendiarias para arrasar una fábrica de armas que quedó totalmente destruida. Advierto al lector de la importancia de este dato por lo que vendrá después. 

¿Y Gernika? Fue el auténtico florón. Desde una altura por lo general de también entre 600 a 800 metros se emplearon ante todo bombas incendiarias y después bombas de 250 kgs. La mezcla destruyó las casas por completo junto con las conducciones públicas de agua que pudieran utilizarse para cortar los incendios subsiguientes. ¡Una gozada! El grado de destrucción alcanzó ya el 75 por ciento de la ciudad. 

La idea motriz estribó en identificar la “mejor” técnica para atacar ciudades con edificios relativamente comparables a los que existían en países en los que el Tercer Reich veía posibles adversarios

Se observa fácilmente que la idea motriz estribó en identificar la “mejor” técnica para atacar ciudades con edificios relativamente comparables a los que existían en países en los que el Tercer Reich veía posibles adversarios: Polonia, Bélgica, Holanda, norte de Francia, etc. No extrañará que el grado de destrucción fuera in crescendo.

Con lo que no podían contar los planificadores y mucho menos los ejecutores del ataque contra la villa foral es que desde Bilbao acudieran rápidamente varios corresponsales extranjeros. Se dieron cuenta del volumen de destrucción, del número de víctimas y se apresuraron a informar a sus redacciones y agencias en Inglaterra, Francia, Bélgica, Holanda y Estados Unidos de forma inmediata. En pocas horas el horror de la destrucción empezó a circular. El impacto fue inmenso. 

A Franco no se le ocurrió otra idea que negarlo inmediatamente. No se reconoció, claro, la existencia de otras fuerzas aéreas al margen de la Aviación española, con el fin de impedir una eventual controversia pública que pudiera influir en la opinión de los ciudadanos de otros países y favorecer una basculación hacia la República). ¡LA OPINIÓN DE LOS CIUDADANOS PODIA CONTAR! Fuera de España desde luego, porque muchos de los gobiernos lo sabían perfectamente. El británico, el país más importante y sensible, monitoreaba y descifraba las comunicaciones por radio de las fuerzas italianas en España. No conozco a ningún historiador o periodista que haya estudiado tales interceptaciones, consultables hoy sin problema en los archivos de Kew. La controversia estalló. Ha continuado hasta la fecha. 

No me consta que los eminentes y doctísimos periodistas que se han pronunciado en diversos medios escritos y digitales sobre la alocución del presidente Zelenski hayan utilizado este tipo de informaciones que están en el dominio público. Me da un poco de vergüenza recordar que entre el 16 de mayo y el 26 de julio de 2017 desarrollé un relato sobre el bombardeo de Gernika y sus antecedentes en mi blog. Con poner “Viñas+von Richthofen+Gernika” se llega fácilmente al informe y a partir del índice del blog a las demás entradas.  

Es fácil ver que a tal informe aludí el 16 y el 23 de mayo. Me molesté en traducirlo del alemán y lo revisó un destacado historiador militar español, simplemente porque leyendo en alemán, inglés y francés principalmente no conozco bien la terminología castellana. Podrían, pues, haber advertido que había gato encerrado en las versiones pro-franquistas.  ¿Por qué? 

(Continuará)

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Esta miniserie está dedicada a los políticos, periodistas y escribidores que se han pronunciado contra el discurso del presidente Zelenski y en aplicación del principio evangélico de enseñar al que no sabe. Aquí se puede leer el primer artículo de la serie.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.

 

El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario (4/5)

Los amables lectores me permitirán que escriba lo que sigue con una cierta sonrisa. El informe de Von Richthofen 2, incompleto porque solo versó sobre los efectos de los bombardeos en tres ciudades vizcaínas, permite tirar a la papelera las sesudas —pero infantiles— disquisiciones sobre si Gernika era un objetivo militar genuino o no, sobre si se quiso destruir una fábrica de armas o no, sobre si la aviación nazi-fascista y el alto mando español actuaban coordinados o no, etc. Es decir, el pan y la sal que continúa alimentando la paupérrima dieta que consumen tantos y tantos periodistas españoles alineados ya pueden ustedes suponer dónde. 

El bombardeo, se afirma, se hizo para destruir un puente de piedra sobre la ría para dificultar la retirada de las tropas vascas. ¡Caramba! No le ocurrió absolutamente nada. Gernika era, se añade, objetivo militar. ¡Caramba de nuevo! Tampoco pasó nada a la fábrica de material de guerra. En el colmo del despropósito se acentúa que no fue el primer bombardeo sobre población civil. Evidente. ¿Hay que recordar los de Madrid en el otoño de 1936?  Nadie protestó por Durango o Eibar. Ciertamente. No había periodistas que informaran a sus lectores en el extranjero, con independencia de que los daños materiales parecieran menores. Y, como clavo, el mando alemán, se arguye, lo ordenó por su cuenta. ¡Caramba por última vez!  Los nazis hacían lo que querían. Todo esto (y otros extremos que no vienen a cuento) lo ha dicho un columnista el pasado 10 de abril sin mencionar mi nombre, quizá por extraño decoro.  También se olvida que no solo fueron bombarderos los que actuaron sobre Gernika. ¿Para qué se utilizarían cazas que dispararon a placer sobre la población civil? Porque no había, evidentemente, centenares de aguerridos gudaris prestos a la defensa contra aeronaves.

¿Por qué, pues, la escandalera mundial? Por dos razones constatables. La primera es que ni el mando franquista o alemán en España esperaban la reacción que la destrucción de la villa foral ocasionó en el extranjero. La segunda, fundamental, duradera y que surte efectos todavía hoy, porque Franco, siempre al loro en su calidad de líder máximo, aprovechó la ocasión para lanzar una histérica trola con el fin de contrarrestar el anuncio al mundo hecho por el lendakari Aguirre. Rodó tanto como su régimen (la repitió varias veces) y aún sigue surtiendo efectos en una parte de la opinión pública española. Lo cito:

“Miente Aguirre. Miente vilmente (…) No hay aviación alemana ni extranjera en la España nacional. Hay aviación española. Noble, heroica aviación española que lucha constantemente con aviones rojos que son rusos, franceses y conducen aviadores extranjeros (…) Guernica no ha sido incendiada por nosotros. La España de Franco no incendia. La tea incendiaria es monopolio de los incendiarios de Irún, de los que han incendiado Eibar, de los que trataron de quemar vivos a los defensores del Alcázar de Toledo…”

La escandalera tampoco se esperaba en Berlín, adonde había llegado, en la misma noche del 26 de abril, un telegrama que hizo famoso a Talón, que lo publicó en su primer libro en 1970, en el que se afirmaba que todas las fuerzas de la Legión Cóndor atacaban al enemigo en retirada en acciones repetidas por las carreteras al norte del Monte Oiz y por el puente y carreteras al oeste (sic) de Gernica. En Berlín se corrigió oeste por este al día siguiente. 

Tan pronto estalló el escándalo en la prensa británica se pidieron explicaciones a Sperrle. En contacto con Franco apañó el tema para salir del paso (es un episodio que requeriría de por sí una serie de artículos), pero el ruido continuó. Y es en este contexto donde, por fin, saltó la liebre. Se encuentra agazapada en un informe de Von Richthofen a Kindelán fechado el 9 de agosto de 1937. Debió de escapar al ojo avizor de quienes rastrearon y eliminaron el expediente Gernika. Lo mencionaron Manuel Ros Agudo y Morten Heiberg. Lo distorsionó el eximio general Jesús Salas Larrazábal a placer. Los periodistas trapisondistas y los directivos de la FNFF pueden ir a buscarlo al Archivo del Aire. Está en el legajo A-9109. Conviene que conecten con alguien que entienda alemán porque el informe, escrito lógicamente en este idioma, se tradujo mal al castellano. No por casualidad. Conscientemente. Un truco de niños, pero ¿se pensó en que se conservaría? ¿Pasó por alto?

El párrafo crítico del informe dice así (traducido correctamente del alemán): “La situación en tierra en el frente de Vizcaya el 26 de abril de 1937 que llevó a ordenar al mando del Ejército del Norte el bombardeo aéreo del puente pegado a Gernika era la siguiente”. En la traducción oficial, que se conserva, se sustituye por: “La situación de las tropas en el frente de Vizcaya el día 26 de abril de 1937 a la que quedó subordinado el ataque aéreo era la siguiente”. No es lo mismo. ¿Qué significa el cambio? La constatación de que Von Richthofen, a pesar de toda su buena voluntad por ayudar a Franco, no pudo renunciar a indicar lo que, de una u otra manera, los mandos de la Cóndor habían indicado desde el principio y transmitido a Berlín. El ataque había sido solicitado por las fuerzas de tierra. Es decir, del Ejército del Norte. Es decir, de Mola. Es decir, en coordinación con la Jefatura del Aire. Es decir, de Kindelán. ¿Con Franco en la inopia?

En el caso de ataques a ciudades la elección de la carga debía meditarse, pues, como escribieron los analistas nazis, “el impacto moral sobre la población ha de valorarse mucho más que la eficacia real de las bombas

Los motivos para solicitar el informe son bastante claros. El 9 de agosto de 1937 se reunió en la destrozada villa foral la famosa comisión Herrán. Fue la encargada, por el mando “nacional”,  de hacer su no menos famoso informe (cuyo texto en inglés, adaptado convenientemente por los agentes franquistas en Londres, destrozó Southworth y cuya versión en castellano, debidamente edulcorada y preparada a su vez, “analizó” Salas Larrazábal). Los comisionados no iban a dudar de la palabra de los gloriosos militares, pero es indudable que estos pudieron apoyar la tesis oficial de la autoría por los vascos separatistas, apoyados o no por los mineros asturianos, con la traducción ad hoc del “informe” de Von Richthofen. 

Sin embargo, en los días precedentes al 26 de abril y en esta misma fecha el mecanismo de coordinación sobre el terreno establecido entre Vigón y Von Richthofen funcionó perfectamente. La Cóndor emitía a diario partes de operaciones y en ellos daba cuenta de lo que hacía. Un mero repaso a los fondos disponibles en el AHEA muestra pruebas abrumadoras sobre la estrecha coordinación con la Jefatura del Aire. Para exonerar a mandos, desde la cúspide a los operativos, habría que determinar fehacientemente que en la ocasión de Gernika se produjo un fallo de comunicación. 

En realidad, Kindelán no hacía la guerra por su cuenta. No podía ni debía. También habría que demostrar que las líneas de actuación comunes (que no excluían el bombardeo de poblaciones civiles) habían sido revocadas el 26 de abril. Ahora bien, ¿de dónde surgirían aquellos pensamientos, que anotó Von Richthofen en su diario, “de reducir, a pesar de todo, Bilbao ahora mismo a escombro y cenizas?” (Maier, p. 118). Los tenía Mola antes de la destrucción de Gernika. Si le desautorizó Franco, ¿por qué no se presenta la orden?

En la víspera del ataque contra Gernika, Von Richthofen se preocupó personalmente de que la artillería actuase. Era lógico, puesto que la acción aérea del día siguiente dependía de la luz verde de las fuerzas de tierra. Se desplazó al frente. Telefoneó a Vigón. Se cuidó de que los antiaéreos (que también se utilizaban como sucedáneos de artillería de campaña) tomaran posiciones y de que la observación se desplazara hacia adelante. Para más inri: al anochecer, y aun cuando no llegó a entrevistarse en Vergara con Vigón, sí logró establecer comunicación con él, pues se citaron al día siguiente, 26 de abril, a las 7 de la mañana. 

Fue entonces cuando se pusieron a punto las unidades de aviación que actuarían aquel día. Está demostrado que en este día, el del bombardeo, los contactos no se interrumpieron. A las 6 de la mañana un Vigón madrugador telefoneó a Von Richthofen y le informó brevemente de la situación. ¿No se habló de Gernika? ¡Ja, ja, ja! Una hora más tarde, como se había previsto, establecieron de nuevo contacto y Vigón expuso, con mayor detalle imagino, cómo veía la situación. 

Según un informe alemán ex post (Auswertung Rügen) los aviones solían utilizar cargas estándar con bombas de 250 y 50 kgs. Se aplicaban en acciones continuas cuando no cabía esperar modificaciones sustanciales en el tipo de objetivos a atacar. La estandarización aumentaba la eficacia y reducía el tiempo de estancia en aeródromo. En el caso de ataques a ciudades la elección de la carga debía meditarse, pues como escribieron los analistas nazis, el impacto moral sobre la población ha de valorarse mucho más que la eficacia real de las bombas”. 

¿Conclusión? En Gernika confluyeron dos formas de pensamiento: la de la coordinación tierra-aire que los alemanes experimentaban en España y la eficacia de las combinaciones de cargas de bombas por un lado y la querencia de Mola (indudablemente autorizada o consentida por Franco) de arrasar Vizcaya en lo posible.

(Continuará)

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Esta miniserie está dedicada a los políticos, periodistas y escribidores que se han pronunciado contra el discurso del presidente Zelenski y en aplicación del principio evangélico de enseñar al que no sabe. Aquí se puede leer el primer artículo de la serie, aquí el segundo y aquí el tercero.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.


El bombardeo de Gernika, hoy. Del discurso de Zelenski al 85 aniversario (5/5)

Todos los comentarios que he leído sobre el tema del título han obviado un dato fundamental: la inversión de papeles que implican. En abril de 2022 el presidente Zelenski hizo una comparación, implícitamente acertada en lo esencial, entre las dos situaciones. En Gernika (de cuyo bombardeo se cumplen este martes 85 años), aviones extranjeros destruyeron la villa foral y los mandos la negaron, empezando por el más elevado. La destrucción afectó duramente a la población civil. En las ciudades ucranianas, aviones más misiles y artillería extranjeros, las reducían a polvo y el mando último de las mismas, en Moscú, también lo negó. En ambos casos la culpa por las atrocidades se evacuó hacia el enemigo: dinamiteros, separatistas en uno; elementos ucranianos fieles al gobierno de Kiev en otro.

Acudamos, pues, a SEJE (Su Excelencia el Jefe del Estado e inmortal Caudillo). Lo hizo Southworth y se sirvió para ello de los tomos en que se consignaron para la eternidad sus declaraciones. Palabras del Caudillo (Ediciones FE, 1939, pp. 146, 149, 158, 161,137). Para comodidad de los lectores las reproduje en mi anexo (pp. 614s). Pero Franco siguió después de la guerra. En Cádiz, el 14 de octubre de 1948, afirmó que “tras haber sido incendiada y destruida por los propios rojos en su furia destructiva, de lo que quisieron culpar a las escuadrillas nacionales”, surgió una nueva Gernika “que es la más hermosa villa de España”.  

En junio de 1950 en Bilbao continuó la matraca: “… El amor de aquellos desdichados marxistas que padecisteis en estas tierras de Vizcaya se puso de manifiesto (…) como hicieron anteriormente con los talleres de Eibar y los pueblos de Guernica y Amorebieta, volados o incendiados en serie antes de su huida. ¡Qué le importaba al marxismo internacional que gobernaba sus actos de los hogares vizcaínos y de las fuentes de trabajo de Vizcaya?” La sarta de disparates la inició Franco, la mantuvo Franco y con ella murió Franco. Es decir, si hay posibilidad de hacer una comparación entre Gernika y Ucrania es a través de los máximos líderes bajo cuya responsabilidad se organizaron los ataques. En España, revelar la verdad de Gernika equivale a mostrar las mentiras de Franco. 

En su lugar, los panegiristas de las tradiciones franquistas evacúan el problema. Otros bombardeos de ciudades por los “rojos”; PARACUELLOS; silencio profundo sobre Barcelona, Alicante, los bombardeos de la Aviazione Legionaria y de la Condor en Santander, Asturias o Cataluña. 

En un recientísimo estudio, el profesor Xabier Irujo ha hecho un recuento exhaustivo de las operaciones aéreas sobre Euskadi. Ofrece un total de 1.096 franquistas y 162 republicanas. Entre las primeras, un 63,9 por ciento fueron de naturaleza táctica, un 12,2 por ciento estratégica y un 23,9 por ciento de terror. Los datos republicanos fueron respectivamente 85,8%, 9,3% y 4,9% (Atlas de Bombardeos en Euskadi). La disparidad salta a la vista. La variable crítica fue, naturalmente, la disponibilidad por parte franquista de la Legión Cóndor y de la Aviazione Legionaria, ambas consideradas como fuerzas no mercenarias sino aliadas del glorioso Ejército español. 

En Ucrania y en España las pérdidas más sensibles son (fueron) las de vidas humanas. Existencias truncadas cuyas imágenes hoy la televisión nos proyecta casi diariamente en nuestros salones de estar. Ya se afirma en el primer caso que será difícil enumerarlas. Muchas han tenido que enterrarse rápidamente, con frecuencia sin identificación. 

El presidente Zelenski hizo muy bien, en su alocución ante las Cortes, en recordar la destrucción de Gernika, porque su propio país está siendo destruido por una potencia extranjera que dice ayudar a un segmento de la población de Ucrania

En el caso español, quienes a las 48 horas del bombardeo ocuparon Gernika no dieron tal oportunidad. Obviamente no iban a enseñar o airear los muertos y, mucho menos, a la prensa internacional. Bajo el mando directo de Mola se tomaron medidas contundentes, a corto y medio plazo. También es Xabier Irujo quien mayor atención ha dedicado al estudio crítico de todas las fuentes. En primer lugar, las coetáneas documentales. Luego los testimonios emitidos en aquellos días y dados a conocer con posterioridad, y finalmente otras evidencias, documentales y materiales, que secundan la información derivada de las dos categorías de fuentes principales. Sus resultados pueden consultarlos los lectores en un libro resumen de sus numerosas pesquisas: Gernika (Crítica, 2017, cap. 11, pp. 181-201). De lectura impactante. El número de víctimas mortales es, cuando menos, de 2.000, pero resulta imposible determinarlo con demasiada precisión. 

¿Qué hicieron los “libertadores” de Gernika? En primer lugar, aplicar las lecciones aprendidas en Durango: borrar los registros de fallecimientos, arrancar las hojas del libro de inhumaciones del cementerio, hacer desaparecer la documentación del hospital y de la casa de misericordia (el tema lo ha estudiado en profundidad Jon Irazabal). En Gernika se arrancaron las hojas correspondientes entre el 26 de abril y el 22 de mayo del libro de registros del juzgado; eliminar las páginas 779 a 798 del libro nº 71 de entradas y salidas del hospital de Basurto en Bilbao; hacer desaparecer los registros correspondientes a heridos graves y fallecidos después de su traslado a hospitales en Amorebieta, Bermeo, Bilbao u otras localidades. No se han conservado (¿por qué?) las listas de fallecidos que produjo el gobierno vasco. Y, guinda sobre un amargo pastel, las tareas de la primera fase de desescombro no empezaron hasta el 21 de febrero de 1939. No fueron muy rápidas. A finales de 1941 ni siquiera había concluido la primera fase relativa al casco antiguo. Se habían removido más de 60.000 metros cúbicos de cascotes. En la segunda fase, se calcula que se removerían 30.000 más. Los cuerpos de las víctimas que murieron bajo los escombros no se contabilizaron. Las autoridades del nuevo y glorioso régimen no informaron de la existencia de restos humanos. El recuento no comenzó hasta 1992. Un récord.  Las autoridades ucranianas ya han empezado a hacer el recuento de las víctimas de los ataques de los aviones y máquinas de guerra rusos. 

Es decir, convendría que los comentaristas, informadores, incluso los políticos que encuentran paralelismos entre Gernika y otras ciudades (por no hablar de ¡¡¡PARACUELLOS!!!) leyeran alguno para poder escribir algo que no fuera una sarta de mentiras o tergiversaciones hoy desautorizadas. 

El presidente Zelenski hizo muy bien, en su alocución ante las Cortes, en recordar la destrucción de Gernika, porque su propio país está siendo destruido por una potencia extranjera que dice ayudar a un segmento de la población de Ucrania y para salvar a todo el país de su “nazificación”. Algo tan absurdo como era en la España de 1937 pensar que estaba abocada a la “sovietización”. En España ganó Franco y la leyenda se hizo historia para andar por casa. Esperemos que no ocurra en Ucrania. No ocurrirá porque la invasión rusa está forjando un espíritu de unidad nacional antes algo más débil y, cuando un pueblo lucha por su libertad, es difícil encadenarlo, sobre todo si cuenta con amigos. Cosa que no ocurrió con la República, salvo irónicamente en el caso de la URSS y, nada irónicamente, en el de México. 

 A los lectores y a los críticos les recomendaría, para que se enteraran mejor del caso de Gernika, que empezaran por el libro seminal de Southworth y, a ser posible, en la versión que edité en 2013. Luego, continuaría por tres libros de Xabier Irujo:  El Gernika de Richthofen. Un ensayo de bombardeo de terror (varias ediciones, Museo del bombardeo de Gernika, Gernika-Lumo), el publicado por CRITICA y, finalmente, La verdad alternativa. 30 mentiras sobre el bombardeo de Gernika, Txertoa, Donostia, 2017. Hay, desde luego, muchos otros. 

Y, como lo cortés no quita lo valiente, también podrían echar un vistazo a las tres diferentes versiones del general Jesús Salas Larrazábal: en primer lugar, un opúsculo de 50 páginas publicado en 1981 y del que ni se atrevió a dar cuenta en su segundo intento. Lo tituló simplemente Guernica (Rialp, Madrid, 1987). Está agotado, al igual que el opúsculo, pero no se preocupen los lectores. Su último opus, el más depurado, el más incisivo y el más mendaz está en el mercado: Guernica. El bombardeo. La Historia frente al mito, GallandBooks, Valladolid, 2012. Es la versión en la que concentré mi crítica en el epílogo a la seminal obra de Southworth. 

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Esta miniserie ha estado dedicada a los políticos, periodistas y escribidores que se han pronunciado contra el discurso del presidente Zelenski y en aplicación del principio evangélico de enseñar al que no sabe. Aquí se puede leer el primer artículo de la serie, aquí el segundoaquí el tercero. y aquí el cuarto.

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Ángel Viñas es economista e historiador especializado en la Guerra Civil y el franquismo.