dimecres, 27 d’abril del 2022

Una mujer masacrada y otras dos víctimas halladas en una exhumación marcada por la amenaza de Vox a la memoria histórica.

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La apertura de una de las fosas de Cuevas del Valle (Ávila) pretende ser la primera de una larga labor de recuperación que podría verse truncada por la entrada de Vox en el gobierno autonómico.




Una de las fosas de Cuevas del Valle.  Laura Martín Chiappe

La formación del nuevo gobierno de coalición del Partido Popular y Vox en Castilla y León ha sembrado la duda acerca del futuro de la memoria histórica. La principal preocupación se debe al rechazo de Vox a la misma y su voluntad de derogar el decreto que autoriza las exhumaciones para sustituirlo por una nueva "ley de concordia". En Cuevas del Valle temen que la intención de los socios de gobierno pueda afectar a la serie de exhumaciones que pretenderán hacer justicia a la historia de los represaliados del municipio abulense, cuya primera prospección se ha producido del día 14 al 18 de este mes. En ella ha podido hallarse, además de los restos de dos varones asesinados, el cuerpo de una mujer que presentaba signos de extrema violencia.

A pesar de que los restos buscados eran los de Marcela Castelo Blázquez, mujer de 36 años masacrada en octubre de 1936, la identificación en primera instancia del cuerpo ha parecido indicar que, por sus rasgos, la víctima debería tratarse de una mujer de menor edad. Ante esta contrariedad, los familiares presentes en la exhumación se han reafirmado en su felicidad por el rescate de una historia silenciada y han querido encontrar en aquella mujer a todas las mujeres masacradas de la guerra y, por ende, a su Marcela. Junto a ella se ha buscado a Isidoro Álvarez Beades (41 años), Eladio Fernández González (52), Segundo González Rodríguez (en torno a 70 años) y Francisco González Fernández (45); fusilados según los registros de defunción con escasos días de diferencia.

Al hallazgo de la mujer se ha sumado el de dos varones, enterrados en otra fosa, que bien pudieran ser Francisco, Eladio o Segundo. Al igual que los restos de la mujer, estos serán sometidos a pruebas de ADN por parte de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la cual, junto con la ayuda de la financiación estatal (encauzada a través de la Federación Española de Municipios y Provincias y de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática), ha jugado un papel esencial en la consecución de la labor.

Sin embargo, la puesta en marcha de esta causa no hubiera sido posible sin la aportación de quienes de manera individual y desinteresada han contribuido a fortalecerla con sus testimonios y su trabajo: desde los arqueólogos que altruistamente han colaborado en la exhumación hasta los que han aportado sus relatos para ensanchar la lucha contra el olvido. Claro ejemplo de ello es el caso del escritor Santos Jiménez, quien con su novela Covalverde dio voz a las historias de la represión en Cuevas del Valle y espoleó el interés por averiguar la ubicación de las víctimas.

La represión de los primeros años de la guerra supuso una esquilma demográfica en el pueblo

A la luz del trabajo de Jiménez tiene lugar la labor de Aurora Fernández Fernández, familiar de varias víctimas de la represión. En las historias desveladas, Aurora encuentra el impulso para unirse al historiador Enrique Guerra López y elaborar Al sur de Gredos: Cuevas del Valle 1936-1950, un estudio histórico-crítico que desvela la magnitud de la represión en el municipio, donde el elevado número de asesinados extrajudicialmente y en posteriores consejos de guerra ilegales, unido al de encarcelados, huidos y emigrados al frente provocaría una esquilma demográfica que, tan sólo en los dos primeros años de la guerra, supondría la pérdida de 289 habitantes, considerablemente más de una cuarta parte de su población. Entre los pretextos para las ejecuciones se encuentran con frecuencia, y además de afiliaciones políticas, numerosas rencillas entre vecinos y familiares que recrudecieron la crueldad de los asesinatos del franquismo en la localidad.

Aurora no duda en recalcar la necesidad de esta labor de recuperación, que aporte humanidad ante una tan inmensa tragedia, de carácter tan injusto y durante tanto tiempo silenciada. Para ello insiste en la importancia de conservar los registros civiles, a partir de los cuales se ha podido llevar a cabo y pretenden continuar la labor por recuperar a las decenas de víctimas aún por exhumar. De la misma manera, desea que esta tarea que tanto empeño ha costado poner en pie no sea paralizada por los cambios en el gobierno de la comunidad y recuerda la necesidad de que se realice con la mayor rapidez debido a la avanzada edad de los familiares de las víctimas.

A menudo, y debido a las trabas burocráticas o los sabotajes institucionales a los proyectos de recuperación, estos familiares fallecen a pocos años de que puedan recuperarse los restos de sus seres queridos. Ha sido el caso de Francisco, hijo de Eladio; a quien Aurora recuerda como un hombre consagrado a la lucha por la memoria. Su fallecimiento hace varios años lo privaría de observar el éxito de su causa, en el mismo pinar donde un día se fotografió señalando el lugar de enterramiento de su padre.