dimarts, 18 de juliol del 2023

Una búsqueda in extremis: por la normalización del derecho a la Memoria Democrática

 https://arainfo.org/por-la-normalizacion-del-derecho-a-la-memoria-democratica/


Desde hace poco más de un mes, forenses y arqueólogos trabajan en Cuelgamuros para exhumar los restos de 128 personas republicanas, víctimas del franquismo. Entre ellas, de Zaragoza, Calatayud y Biota. Una búsqueda que corre peligro si tras el 23J gobierna la derecha y ultraderecha. Esta es una historia de tantas por la dignificación, la reparación y la justicia.

panorámica del complejo construido por Francisco Franco donde están enterrados los hermanos lapeña
Valle de Cuelgamuros.

El 12 de junio comenzaron las labores de búsqueda, identificación y exhumación de 128 víctimas del franquismo cuyos restos yacen en el Valle de Cuelgamuros. El pasado lunes, 10 de julio, la Secretaria de Estado de Memoria Democrática citó a todas las familias a la presentación del proyecto de investigación forense que corrió a cargo del propio secretario de Estado de Memoria, Fernando Martínez, y de Paco Etxeberria, antropólogo forense, ante la presencia del equipo (médicos forenses, antropólogos, historiadoras, policía científica…) que se está encargando de tan arduo proyecto. Allí acudimos más de un centenar de personas provenientes de Zaragoza (ahí estaba Pura Lapeña), de Guipúzcoa, León o València que, prácticamente, llenamos esa sala de reuniones en la Moncloa.

Ante todo es necesario aclarar que las solicitudes de los restos de familiares que se encuentran en Cuelgamuros aún es viable, de hecho, es imprescindible que toda aquella persona que desee exhumar a un familiar para darle digna sepultura lo haga lo antes posible: se está comenzando a formar ese banco de ADN tan preciado para la búsqueda de personas desaparecidas y su mapeo. La intención no es devolver a una caja podrida por la humedad y el paso del tiempo los restos óseos no requeridos por familiares, lo apropiado sería inhumarlos (o incinerarlos) con dignidad cerca de los suyos.

Esto es solo el inicio de un largo proceso que requerirá paciencia, no solo por la espera de conocer si es posible o no identificar los restos, sino también por superar las barreras jurídicas que están intentando imponer “los de siempre”, i.e., la Asociación Para la Defensa del Valle de los Caídos, la Fundación Francisco Franco, el Ayuntamiento de San Lorenzo del Escorial: la derecha y la ultraderecha, unida, con la intención de paralizar estos trabajos.

También ha habido motivos técnicos que han retrasado estas labores porque, ante todo, hay que garantizar la seguridad de las personas que ahí están trabajando, lo cual incluye la desinfección y renovación del aire de los columbarios donde solo pueden acceder al mismo tiempo cuatro personas. En estas cámaras se encuentran a 17ºC y una humedad del 70% durante horas.

Ya sabemos que se han confirmado la identificación genética de cuatro de las personas reclamadas: Valerico Canales, Emilio Caro, Flora Labajos y Román González, fusilados en 1936 en Aldeaseca (Ávila). Para encontrar la caja 198 donde se encontraban ha sido clave una fotografía de la agencia estatal de noticias EFE donde se apreciaba el lugar donde los operarios la introducían en el nivel más bajo de la cripta del Santo Sepulcro.

En la reunión se anunció el comienzo de los trabajos en el nivel 2 donde se encuentran, mayoritariamente, personas fusiladas de Zaragoza, Calatayud… o aquellas asesinadas en la fosa de Biota, en las Cinco Villas.

Reunión en Madrid el lunes 10 de julio entre las familias de víctimas republicanas, Secretaria de Estado de Memoria Democrática y equipo técnico | Foto: Isabel Pérez

“Cállese, señor Juan”

El señor Juan, mi abuelo materno, tenía mucho que contar (también mi abuela), pero cada vez que mi abuelo me relataba batallas en Madrid, con las tropas franquistas, en las que “hacía como que disparaba”, la abuela le reprendía: “Cállese, señor Juan”.

Yo debía tener 16 o 17 años cuando me compré en la Discoplay una colección de VHS sobre la Guerra Civil española. Mi abuelo me los pidió prestados y vimos un episodio juntos. Mi abuela estaba muy nerviosa: se miraba las manos, se levantaba del sofá y se volvía a sentar. Movía la comisura de la boca. Pero no decía nada. Mientras tanto, mi abuelo me contaba que a él le obligaron a luchar con Franco: “Un día vinieron y me dieron a elegir: o la muerte o luchar con ellos”.

Luchar con ellos era luchar contra los suyos. Luchar con ellos significaba poder quedarse junto a mi abuela, protegerla y ver crecer a su familia. Y digo protegerla porque a mi abuela los fascistas le arrebataron a sus cuatro hermanos. Tres de ellos, Germán, Victoriano y Bonifacio, estaban afiliados a la AIT/CNT en Biota, supuestamente así también lo estaba mi abuelo. Allí se conocieron los tres hermanos y mi abuelo y, deduzco, a partir de ahí se encontraron y se enamoraron mi abuela y mi abuelo.

Santiago Lobera Arribas, el pequeño de los hermanos (hubo un quinto hermano pero murió en un terrible accidente en una cantera) ya hacía sus primeros pinitos anarquistas a los 19 años, quemando mieses junto a otros “extremistas”, como les llamaban en el periódico La Voz de Aragón en 1935. Con el golpe de Estado, Germán (ya casado y con una hija a la que llamó ‘Esperanza’) y Bonifacio pudieron escapar a Francia. Bonifacio se libró del disparo en el propio paredón.

Victoriano, que estaba prometido y escribió una carta desde la cárcel a sus padres preguntando por el anillo (sin dar el nombre de ella), fue fusilado en Torrero. A Santi le asesinaron en Biota. Es precisamente de Santi del que conocemos poco o nada de las razones por las que fue secuestrado de la caseta donde vivía con su padre, madre, hermanos y hermanas. Tenía solo 20 años. Y es a Santi al que buscamos en Cuelgamuros.

Santiago Lobera Arribas, en una fotografía de la familia.

Esperanza

La capilla del Santo Sepulcro, en Cuelgamuros, contiene unas 1.057 cajas con 4.266 personas. En un mes, aproximadamente, el equipo forense ha sido capaz de encontrar una caja, una caja entre mil, e identificar con seguridad a cuatro personas requeridas por sus familias. Esto alimenta la esperanza del resto de familiares que esperamos con ilusión que encuentren a los nuestros. Además, a todas esas personas trabajando por recuperarlos se les quieren unir otras profesionales del Estado español y del extranjero. Europa entera nos mira.

Frente a frente, familiares y equipo técnico, nos sinceramos este pasado lunes. A las familias nos preocupa qué ocurrirá después de las elecciones estatales del 23 de julio, con la derecha y la ultraderecha amenazando por derogar la Ley de Memoria Democrática que echaría al traste todo lo que se está haciendo (y lo que se tendría que hacer en las fosas del resto del Estado).

Una compañera vasca hizo uno de los mejores comentarios que escuché durante el turno de preguntas: “Esto es algo colectivo”. Efectivamente, lo es. No se trata, solamente, de recuperar los restos de una persona represaliada, sino de emprender la marcha, constante y decidida, para normalizar la Memoria Democrática, dignificar la muerte de aquellas personas que fueron asesinadas por representar la libertad y un gobierno republicano elegido, y para desmitificar los símbolos que siguen representando lo contrario a la democracia que queremos.