| ![]() ![]() ![]() | |||
AQUEL 18 DE JULIO… EN VILLARCAYO
La visión que se tiene de aquel golpe de Estado del 18 de julio de 1936 es diversa en la comarca, pero los testimonios realmente pocos. Es un placer recoger este testimonio de alguien que aquel día era un niño. Miguel veraneaba con su abuelo en su pueblo Bocos cuando se produjo el golpe de estado y una de las primeras víctimas fue su abuelo el abogado republicano Manuel López Negrete- García del Valle, abuelo de Miguel que fue asesinado. El abuelo de Miguel fue un hombre de gran cultura, abogado, historiador, amante de las letras y republicano liberal. La guerra colocó al adolescente Miguel y sus dos hermanos en la zona franquista y lo único de bueno que logró obtener de esa guerra, fue que aprendió a hablar el italiano con los soldados invasores, más Miguel, en plena guerra logró reunirse con su padre y hermanos en Santander, zona republicana, en donde su hermano mayor peleó la guerra y el adolescente Miguel y su hermano Luis lograron pasar a Portugal y embarcarse a México.
El 28 de septiembre de 1986, el nieto de López-Negrete escribe un artículo en una revista mejicana sobre el Golpe de estado de 1936 con sus recuerdos de mocedad. Sobre su abuelo, asesinado por los golpistas, recogimos el homenaje que se realizó en Bocos a instancias de la concejala de Villarcayo MCV Rosario Martínez, como en la recogida de este artículo: Manuel Lopez-Negrete de Bocos. Homenaje.
Reproducimos aquel artículo, y las fotos, de Miguel Ángel Sainz López Negrete en la revista “El Informador” publicada en Guadalajara (México). Antes hemos escrito sobre ese calamitoso día en VILLARCAYO TRAS EL GOLPE DE 1936: ALGUNAS PINCELADAS
HACE YA MEDIO SIGLO, AQUEL 18 DE JULIO…
EL CALUROSO DIA DE VERANO tocaba a su fin en un largo, moroso crepúsculo vespertino. Habíamos acabado de cenar. Sobre la mesa ovalada del comedor aún permanecían los últimos restos del yantar: la hogaza de pan a medio consumir, los vestigios de un flan poco antes imponente, un pedazo de queso de Burgos, las tazas vacías del café con leche, la jarra con fresca agua de la fuente de la plaza… Por los abiertos bastidores del mirador que daba al gallinero y a la huerta penetraban un frescor agradable y los ruidos y olores del campo; el canto de los grillos, el croar de las ranas; el aroma inconfundible de la mies trillada… y, dentro del local que hacía oficio doble de comedor y sala, el perfume de la mata de espliego colocada detrás de la puerta competía, y aun dominaba, a los efluvios invasores.
Mi abuelo materno, septuagenario vigoroso, se arrellanó en el gran sillón de mimbre, junto a la mesa sobre la cual estaba el aparato de radio-grande, curvo en su parte superior- y de espaldas al armario-rinconera. Sacó un cigarrillo de su petaca[i], de aquellos que liaba con una sencilla maquinita, lo encendió y esperó que llegase la energía eléctrica. Porque en aquel tiempo en su pueblo natal, Bocos, sólo la había en la noche.
El aparato, sintonizado en la Radio Nacional de España, no tardó en funcionar (y al mismo tiempo, se prendió la luz del comedor). La voz ronca y emocionada del locutor dejó de caer con rapidez las palabras: «Se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República. El Gobierno no ha querido dirigirse al país hasta conseguir conocimiento exacto de lo sucedido y poner en ejecución las medidas urgentes e inexorables para combatirlo. Una parte del Ejército que representa a España en Marruecos se ha levantado en armas contra la República, sublevándose contra la propia Patria, realizando un acto vergonzoso y criminal de rebelión contra el Poder legítimamente constituido. El Gobierno declara que el movimiento está exclusivamente circunscrito a determinadas ciudades de la Zona del Protectorado; y que nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a este empeño absurdo; por el contrario, los españoles han reaccionado de un modo unánime y con la más profunda indignación ante la tentativa reprobable y frustrada ya en su nacimiento. El Gobierno se complace en manifestar que heroicos núcleos de elementos leales re- sisten a los sediciosos en las plazas del Protectorado defendiendo con el honor del uniforme, el prestigio del Ejército y la autoridad de la República. En estos momentos, las Fuerzas de Tierra, Mar y Aire de la República, que, salvo la triste excepción señalada, permanecen fieles al cumplimiento del deber, se dirigen contra los sediciosos para reducir con inflexible energía un movimiento insensato y vergonzoso. El Gobierno de la República domina la situación y afirma que no ha de tardar en anunciar a la opinión pública que se ha restablecido la normalidad«[ii].
Guardamos silencio un buen rato. La sorpresa nos había enmudecido. Porque la noticia, a pesar de los rumores que venían circulando desde meses antes, nos tomaba de improviso. En efecto, en todo ese sábado 18 de julio no hablamos sabido absolutamente nada de la rebelión. Lo cual no es de sorprender, pues los periódicos llegados en esa fecha mi abuelo recibía EL LIBERAL de Bilbao– no registraban aún la nueva.
(Luego supimos que el boletín lanzado a los vientos por la Radio Nacional de España, y que nosotros habíamos escuchado al anochecer, se había repetido con cierta periodicidad a lo largo del día).
Miré a mi abuelo. En sus ojos gris-miel leſ toda la tristeza, la inmensa tristeza que a él, español por encima de todo, le causaba la novedad Después del boletín, Radio Nacional, de España, de Madrid, siguió con música popular .
El viejo se, levantó lentamente del sillón y murmuró:
-¡Pobre España!
En la puerta del comedor, Ángeles, la cincuentona que llevaba más de treinta años al servicio de los López-Negrete, y que se había asomado para oír la radio, se santiguó y exclamó:
-¡Ay, Dios mío! ¿Qué pasará?
Aquel 18 de julio faltaba exactamente un mes para que yo cumpliese los 14 años. Mis dos hermanos, mayores que yo, tenían, respectivamente, 16 -casi 17-y 15.
Nos acostamos a la hora de costumbre, es decir, alrededor de las 10, pues, aunque no mucho, madrugábamos: a las 7. Estábamos pasando la primera mitad de nuestro veraneo en el pueblo de mi abuelo; luego iríamos a pasar la otra mitad en el santanderino Valle de Soba, cuna de mi padre; y después, a fines de septiembre, el regreso a Madrid, a los estudios… Sin embargo, aquel año no se cumpliría el programa.
Queríamos creer que ‘la información oficial fuese la verdaderạ. Lo deseábamos. Pero la duda nos roía por dentro…
AÏ día siguiente, 19 de julio, fuimos a Medina de Pomar ⁃distante 12 kilómetros por la ruta de Villarcayo, que era la más corta- para asistir a la feria ganadera, más caballar y mular que vacuna, de Santa Marina. Nos llevó, en taxi, Roque, uno de los hijos de LA RUBIA. Mi hermano mayor, Manolo, prefirió hacer el viaje en bicicleta, en aquella ORBEA que nuestro abuelo nos había comprado un mes antes y que le costó 225 pesetas.
El coche salió de la Calle Larga a la gran plaza formada por ocho o diez eras, con la fuente de redondo pilón en el centro y el rollo [iii]a un lado del camino. Aquel día era domingo y, por tanto, no se trillaba. Pero las parvas estaban en las eras. Seguimos por la Calle del Pozo y desembocamos, frente a la iglesia, templo que aún conservaba algunos vestigios del románico, en la carretera. Luego, eI descenso hacia el río Nela, para cruzarlo por el puente de siete ojos y continuar, ya en la margen derecha, hacia la pequeña cuesta de Peñarena. A la izquierda de la carretera, el monte, de poca elevación y abundante en matorrales, perdices y conejos monteses, con algunos robles erguidos y espaciados. Por allí cerca, en las proximidades de la Cueva del Zorro, había unos sepulcros prehistóricos, antropomorfos, que los aldeanos llamaban TUMBAS DE LOS MOROS.
De Peñarena descendimos suavemente hacia Villacomparada de Rueda. El pueblo trepaba desde el pie hasta casi la modesta cumbre del monte. Al otro lado del rio Nela – en cuya margen izquierda se extendían, desde Bocos hasta Villacomparada, frescos sotos de chopos-, media docena de pueblos salpicaba el paisaje llano de tierras labrantías: Mozares, Campo, Torme, Villanueva la Blanca, (el pueblo de las tres mentiras, pues ni era villa, ni nueva, ni blanca), la Abadía de Rueda, la Quintana de Rueda)…
Tierras de pan llevar. Trigales, a medio segar, y fincas de cebada, centeno y avena, ya segadas. Entre los rastrojos amarillentos, las rojas amapolas y algún nido de negras codornices. Había también patatales, uno que otro alfalfar, sembrados de esparceta, habas, maíz, alubias, yeros, titos, remolacha forrajera, garbanzos… Dispersos en las fincas o señalando a sus mojoneras, los árboles frutales: manzanos, perales, cerezos, ciruelos, nogales, melocotoneros, higueras. Y, a los lados de las carreteras y de los caminos, en hileras casi continuas, los olmos.
No tardamos en llegar Villarcayo, distante sólo 4 kilómetros de Bocos. Y, por la calle de San Roque y la plaza seguimos a la izquierda, para salir a la carretera de Medina. A la derecha de esta vía, a poco andar, Santa Cruz de Andino, en una colina; y, en seguida, Villarías, semioculta en una hondonada. A la izquierda, más allá de un soto de chopos, Quintanilla, de los Adrianos. Más adelante, ésta sobre la carretera, Villanueva la Lastra y, algo distante, Miñón, en la ribera del Nela.
Medina de Pomar era población muy antigua. Situada en un cerro, entre los ríos Trueba y Nela, el caserío cubría desde la cumbre hasta la falda y aun se extendía, en la llanura, con sus casas de campo y huertas o algún chalé de ciertas pretensiones. La villa – ○ ciudad, como quieren otros- conservaba aún las Torres de los Velasco, del siglo XIV y ubicadas, no en lo alto como es lo más común, sino en la falda. Se atribuye al conde Fernán González (932-970) la creación de las Merindades de Castilla y se dice -que desde entonces fue Medina su capital. Sancho IV (1284-1295) encomendó la jurisdicción de las Merindades a Sancho Sánchez de Velasco. Mas tarde, en 1369, Enrique Il cedió el señorío de Medina a Pedro Fernández de Velasco. Pero como las reuniones administrativas no podían celebrarse en ningún lugar de señorío, se echó mano de la ficción, de hacerlas en el cercano Miñón. En 1562, la capitalidad de las Merindades pasó a Villarcayo y en 1834 se hizo, a esta villa cabeza de partido judicial. Y, salvo un breve paréntesis, de 1850 a 1854, en que Medina logró esa cabecera, Villarcayo ha seguido ostentando hasta hoy. En 1835, se organizaron las Merindades en Ayuntamientos.
La feria se celebraba en un gran campo, al pie, de la fortaleza de los Condestables de Castilla (es decir, los Velasco). Pero ese día, más que feria de ganado lo fue de rumores, Gente llegada de Burgos, la capital de la provincia, aseguraba que el general Dávila había declarado el estado de guerra en la madrugada del 19, Otros sostenían que la antigua CAPUT CASTELLAE estaba ya dominada totalmente por los rebeldes. En cambio, por las transmisiones de la radio se sabía que Madrid permanecía fiel al gobierno. Y lo mismo – esto por información más directa- se decía en Santander. Pero, junto a noticias más o menos verídicas, menos verosímiles corrían los rumores más descabellados: no faltaba quien afirmase que los moros estaban por llegar de un momento a otro.
En el ferial nos encontramos a dos parientes: a Paco, llegado de México un mes atrás, ya Ubaldo, que era sastre en Medina. Uno y otro, hijos de sendas hermanas, difuntas, de mi abuelo. También vimos por allí junto una pareja de bueyes tudancos y a un potro losino que pretendía comprar, a EL MAJO, hermano de Angeles[iv].
A mediodía volvimos a Villarcayo, de cierta fama por sus chorizos, no sin desviarnos un par de kilómetros para dejar a Paco en Villarías, donde vivía con una hermana, cuñado y sobrinos. Comimos en la fonda de LA RUBIA, tras esperar un rato y mi hermano mayor. Ya hablamos despachado tres docenas de cangrejos del rio Nela y nos disponíamos a seguir con truchas asalmonadas de la misma procedencia, cuando se acercó a nuestra mesa uno de los hijos de la patrona, Felipe, a quien apodaban EL FRAILE. Este nos confirmó la ocupación de Burgos -75 kilómetros al sur de Vilarcayo -por los rebeldes y añadió que otras ciudades de la Península se hablan sublevado también: Pamplona, Sevilla, Valladolid, Salamanca, Cáceres, La Coruña, Zaragoza… y las islas Canarias y Baleares.
Mi abuelo le escucho en discreto silencio. Pero cuando EL FRAILE -más bien alto; grueso y colorado- se alejó de nuestra mesa, comentó el viejo, esperanzado:
-No olvidéis que Felipe y su madre son derechistas. Y tal vez el hijo adobe algo las noticias. Sin embargo….
Ya salíamos de LA RUBIA cuando nos alcanzó, en la puerta, Dioniso Alonso, EL CURRO. Era, desde muchos años atrás, mozo de la fonda. Moreno, pequeño, de faz arrugada, le tendió la mano a mi abuelo y, mientras éste se la estrechaba con simpatía, sentenció:
-No se preocupe, don Manuel. No pasará nada.
Después nos fuimos al CAFE DE LUCIO, situado muy cerca de la fonda y en un lado de la plaza, frente al Ayuntamiento porticado y con gran reloj en lo alto. Mientras mi abuelo tomaba la negra y estimulante bebida y nosotros, sendos refrescos, Lucio, el propietario del local -ya viejo, alto, delgado. moreno, calvo, con su sempiterno chaleco abierto-, nos dio más Informes: la rebelión se había extendido por Castilla la Vieja y León, por Galicia, Navarra y Aragón y por algunos puntos de Andalucía: Sevilla y Cádiz, por lo menos, y tal vez Granada.
No tardo en unírsenos Urquiaga (se refiere a Arquiaga), el de Incinillas, pueblo cercano Era hombre acomodado: poseía algunas pequeñas industrias en la comarca y, según creo recordar, una modesta línea de autobuses que unía a varios pueblos. Republicano de izquierdas, no obstante. Grueso, blanco, reía con frecuencia y, al hacerlo, mostraba dos o tres piezas de oro. Urquiaga, buen amigo de ml abuelo, se sentía optimista: nada, la cosa no tenía importancia: el gobierno estaba aplastando ya todos los focos rebeldes. ¿Y qué pasaba en Madrid, Barcelona y Valencia? Los militares de los cuarteles. no de todos, en las dos primeras ciudades, habían Intentado sublevarse, pero las fuerzas leales al gobierno los estaban dominando. En Valencia, al parecer, no hubo rebelión, aunque sí amago de ella.
Se nos agregó, a poco, Mardones, el veterinario. Mediano de estatura, fornido, rojiza la faz,. joven, se había casado poco antes con Luz, una de las hijas de Carmen Villarías, la viuda que tenía el estanco del tabaco y que era prima de los Villarías de Santoña. Izquierdistas suegra y yermo Mardones puso cierto énfasis en su información: en Oviedo, el coronel Aranda se declaraba leal a la República; en Santander, la situación estaba dominada, y lo mismo ocurría en Bilbao. En San Sebastián, algunos cuarteles ofrecían aspecto faccioso.
Villarcayo tenía entonces solo 1,200 habitantes; y Medina, 2,000. Los pueblos de la comarca variaban entre uno tres centenares (con alguna excepción: Torme, 500). Villarcayo y Villarías, entre otros, se mencionan en la fundación del monasterio de Oña (1011). Pero algunos historiadores, basándose en el nombre, que interpretaban como VILLA DE ARCADIO, sospechan que pudo ser alguna villa o casa de campo perteneciente a un romano llamado Arcadio. De cualquier manera, a dos kilómetros de Villarcayo está Cigüenza, que es la Segontia Parámica que encontraron los romanos cuando, poco antes de Cristo, llegaron por esos rumbos. Esa Segontia sería, según unos, de los autrigones; al decir de otros, de los cántabros. Yo me inclino por la segunda opinión. En cuanto a Bocos, se le cita ya en los Votos de San Millan (934). O sea, que, en 1936 tenia, por lo menos, mil años. Y, de población, 45 vecinos con 240 habitantes.
A media tarde regresamos a Bocos, en el taxi manejado esta vez por Víctor, otro hijo de LA RUBIA, que contrastaba con su hermano Roque en carácter: prudente, callado el segundo; hablador el primero. Roque y Víctor eran menudos de cuerpo y republicanos de izquierdas. aunque moderados: (¿?)… ha dicho, se inclinaba marcadamente a la derecha por haber estudiado para cura, circunstancia que le valió el mote.
Al llegar al pueblo vimos, sentados en la escalinata que daba acceso al atrio de la iglesia, a dos vecinos Izquierdistas: Román Fernández, EL TIGRE, ya sesentón. Y a Gracián Sainz de Baranda, EL REDONDO, que no llegaba a los treinta. Este último habla heredado de su padre el tipo físico, el mote y las ideas lberales. Mas allá, por la carretera, paseaban dos derechistas: Antonio Fernández, el cura, delgado y pálido, y Emilio Varona, PANZA-BURRA, un americano [v]que habla estado en México.
El coche se detuvo ante el número 32 de la Calle de las Casas Nuevas, también llamada Calle Larga. Desde una ventana de la casa de al lado nos saludó la menuda y rubia Avelina, mujer de Gracián.
Al trasponer la puerta principal, cubierta, al estilo castellano, ,por breve tejadillo y que daba acceso a un corredor y al jardín, vimos a Ángeles que, junto al pozo, restregaba la ropa,. enérgicamente. en el lavadero. Volvió hacia nosotros su faz sanguínea, enmarcada por blancos cabellos y preguntó, angustiada:
-¿Qué se sabe de la rebelión:
Mi abuelo, antes de contestar, paseó su mirada triste por el pequeño y bien cuidado jardín: rosas, claveles, pensamientos, azucenas, geranios, violetas, petunias.. y la parra que trepaba por la pared del fondo. Salieron, lentas, las palabras de su boca:
-Malas noticias. Media España se ha sumado a los rebeldes de Marruecos. Y la otra mitad. aun no se sabe.
Y el septuagenario, que siempre caminaba erguido, entró aquella tarde en el fresco vestíbulo un tanto encorvado. Le abrumaban las tristes novedades, los nubarrones que se cernían sobre su querida España.
Él era liberal y republicano…
NOTAS:
[i] PETACA. En España no es sinónimo de maleta, como en México, sino que se llama así a la cigarrera. Pitillera. No me explico por qué este aztequismo no ha viajado al al otro lodo del mar.
[ii] No recordaba yo el contenido del texto del boletín. Lo he transcrito de Guillermo Cabanellas en su obra «LA GUERRA DE LOS MIL DIAS»‘ (Nacimiento y muerte de la II República Española), y lo he cotejado con la versión de José-Simeón Vidarte en FUIMOS CULPABLES»‘ (Testimonio de un Socialista Español). Son idénticos.
[iii] ROLLO.- lo había en Bocos, pues este pueblo fue lugar de señorío de los Medinillas y Porras, desde 1729 hasta la abolición de esos privilegios en los Cortes de Cádiz de 1812. Luego, Bocos quedó con ayuntamiento. propio hasta que, en 1929 se lo anexó Villarcayo.
[iv] TUDANCOS la tudanca es una raza de ganado vacuno, apta para el trabajo. Toma su nombre del pueblo de Tudanca, situado en el SO de la provincia de Santander (hoy Cantabria), a orillas del rio Nansa.
LOSINO. la roza caballar losina se cría en la Merindad de Losa, cercana a Medina de Pomar. Es raza pequeña, ágil y sobria.
MAJO. Sinónimo de guapo, buen mozo, de buena presencia. Es adjetivo que se usa no s6lo para las personas, sino también para los animales y las cosas: «»bueyes majos”, «una finca muy maja’
[v] AMERICANO. Se llama así, en la provincia de Burgos, al español que ha vivido en América. En Santander y Asturias se le conoce por indiano.
El Facebook es https://www.facebook.com/
LAS MERINDADES EN LA MEMORIA.






Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada