Con este último hallazgo serían ya más de 37 las fosas comunes encontradas entre Peña Juliana y el cerro de la Salada, aunque se calcula que podría haber muchos más cadáveres sin enterrar diseminados por la zona
En la primavera de 1938, habiendo caído el frente de Aragón, los golpistas centran sus esfuerzos en rodear Valencia, capital de la República Española. Tras dos terribles años de guerra, el “resistir es vencer” se torna en consigna. Resistir el mayor tiempo posible al envite de las tropas franquistas, italianas y alemanas, a la espera de la ayuda de unas naciones democráticas que habrían de dejar a la República abandonada a su suerte frente a los fascismos.
Con ese fin se proyecta la construcción de la Línea XYZ –conocida como Línea Matallana-, una serie de fortificaciones defensivas que recorren la provincia de Castellón desde Almenara, pasando por la Sierra de Espadán y El Toro, hasta conectar con la provincia de Cuenca. A lo largo de esta posición tuvieron lugar algunos de los enfrentamientos más cruentos de la guerra, cobrándose, según las estimaciones, 25.000 muertos –5.000 republicanos y 20.000 sublevados- entre ataques de artillería, aviación y combate directo.
Fue en este enclave castellonense donde el ejército republicano se alzó con una de sus más importantes victorias. De los 1.969 soldados franquistas fallecidos trasladados desde la Comunitat Valenciana al Valle de los Caídos, 1.727 procedían de la provincia de Castellón. La batalla del Ebro, la más grande y sangrienta de la guerra, tendría comienzo dos días después y centró sobre sí toda la atención. Con la posterior victoria franquista, el recuerdo de esta gran derrota trataría de ser borrado, a pesar de los miles de cadáveres que, aún a día de hoy, se hallan dispersos por el lugar.
A comienzos de septiembre, ochenta años después de que la barbarie de la guerra se los tragase, volvieron a ver la luz los restos de algunos de aquellos jóvenes que se dejaron la vida en la sierra de El Toro. Fueron los vecinos de la zona los que hace unos meses dieron aviso de que allí, olvidados en el monte, asomaban los restos de una trinchera que acabó sirviendo de fosa. Ellos conocen bien las historias que cuentan los mayores sobre el insoportable hedor que desprendía el monte, sobre cómo conmutaban las multas por enterrar cadáveres.
En el año 2013, los miembros del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica de Valencia (GMHV) hallaron los restos sin sepultar de un combatiente que falleció durante los enfrentamientos del 38. Los análisis posteriores revelaron que se trataba de un joven –de 24 o 25 años- que falleció a causa de diversas heridas de metralla en el pecho. No pudieron determinar, sin embargo, el bando al que pertenecía el joven soldado. Lo encontraron junto a su petate y su munición, a apenas 20 metros de una trinchera franquista. Sin una identidad o bando, sus restos yacen en un depósito en el Instituto de Medicina Legal de la Complutense en Madrid.
“No hay en toda España ningún monumento o lugar de entierro para los soldados desconocidos”, explica Matías Alonso, coordinador del grupo GRMH. Pese a que honrar a los combatientes cuya identidad se desconoce es una práctica habitual en países como Alemania o Reino Unido, “aquí este concepto no existe. Aquí se rinde honores a los comandantes, pero nadie se hace cargo de los pobres chiquillos que quedaron desperdigados por el campo de batalla”, sentencia el coordinador.
Alonso cuenta cómo tradicionalmente han tenido que sortear todo tipo de impedimentos para poder llevar a cabo exhumaciones de represaliados. “Una exhumación puede llevarse a cabo en 15 días, el problema es que los dimes y diretes previos a veces pueden ser una batalla en sí mismos”, cuenta el coordinador del grupo, que ha llegado a hacer un crowfunding para conseguir la financiación necesaria para llevar a cabo en Borriol la exhumación de una fosa.
El artículo 14.1 de la Ley Española de la Memoria Histórica establece que la localización e identificación de los restos “se constituye en fin de utilidad pública e interés social”. Sin embargo la realidad es que, ochenta años después de la batalla y tras cuarenta años de democracia, nadie se ha hecho cargo de los desaparecidos. Son varias las veces que la ONU ha reclamado al Gobierno español que los crímenes del franquismo sean investigados. Se calcula que, a día de hoy, son alrededor de 140.000 los españoles desaparecidos víctimas de la guerra y la dictadura.
El día 13 de septiembre se daba en el Congreso de los Diputados la luz verde para sacar los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Muchos de los caídos que yacen con él perdieron la vida durante los combates de la Línea XYZ. Durante los meses venideros, los restos del dictador serán trasladados con los debidos respetos, la familia Franco agotará los recursos legales y el foco mediático estará allí para acompañar todo el proceso. Mientras tanto, miles de aquellos españoles que un día fueron enemigos yacen hoy juntos olvidados en el monte.
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