dilluns, 10 de juny del 2019

Exiliados en Transición.



https://ctxt.es/es/20190529/Politica/26424/ritama-mu%C3%B1oz-rojas-exiliados-en-transicion-spanish-refugee-aid-nancy-mcdonald-exilio-republicano.htm


RITAMA MUÑOZ-ROJAS


Benita Izquierdo con una voluntaria de la Asociación de los Antiguos Refugiados Españoles en 1996.

29 DE MAYO DE 2019
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Este artículo es el primero de una serie de siete que, bajo el título ‘Exiliados en Transición’, abordarán las vidas de los refugiados de la Guerra Civil y la dictadura ya en tiempos democráticos. La autora recoge los testimonios de los protagonistas a través de las cartas que enviaron, durante años, a los responsables de los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE). La iniciativa de CTXT, que se cerrará con la publicación de un libro, conmemora el 80 aniversario de la diáspora republicana.
La primera asociación para ayudar al exilio republicano en España se creó en 1983. Han pasado ocho años desde la muerte del dictador y, desde hace uno, gobierna en amplia mayoría el Partido Socialista Obrero Español. La joven democracia española avanza obsesionada con la reconciliación, la concordia, el entendimiento, palabras ahora mágicas que, junto al olvido, se han convertido en la esencia de la Transición. Casi nadie habla de la República, de los exilados, los desaparecidos, los muertos. “Dicen los viejos que en este país hubo una guerra. Que hay dos Españas que guardan aún el rencor de viejas deudas….”. Es parte de Libertad sin ira, algo así como el himno de la transición española, cuya letra animaba a taparse los ojos, la boca y los oídos para poder levantar ese nuevo país con el que había que soñar.
Con ese panorama nace en 1983 la asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE), volcada en el apoyo económico y moral que tanto necesitan los cientos de ancianos españoles que sobreviven en el sur de Francia desde que acabó la guerra, sin que sus vidas hayan mejorado mucho desde entonces. Más bien ahora tienen que añadir a la dureza de su existencia las complicaciones que llegan con la edad. Son españoles y españolas que han envejecido ausentes y lejos de su tierra, que sobreviven con pensiones mínimas (del gobierno francés), muchos de ellos mutilados, enfermos y muy solos. Hace ya cuatro décadas que se les llama refugiados, refugiados de un fascismo contra el que lucharon y del que escaparon cruzando los Pirineos a pie. Han pasado cuarenta años desde que sus vidas están rotas, desde el destierro, los campos de concentración, la muerte de los más queridos; pero han conservado el orgullo y el recuerdo de haber luchado por la libertad y los derechos de los trabajadores; para ellos, España es la España republicana por la que pelearon y a la que siguen soñando regresar, aunque sepan que es imposible. Ellos no han olvidado.
En Spanish Refugee Aid (SRA), imprescindible organización norteamericana cuya actividad ha sido crucial para los exiliados españoles más desfavorecidos, preocupa la situación de los ya ancianos republicanos de la región del Mediodía francés (Toulouse, Montauban...) tras la llegada de la democracia a España. Entre otras cosas, porque muchos de sus colaboradores han retirado las aportaciones que venían dando desde hace tres décadas, convencidos de que ya no son necesarias. Para mentes democráticas como las suyas, el nuevo aire de la política en España debiera incluir medidas que dignifiquen la vida de las víctimas del franquismo.
La actividad de Spanish Refugee Aid supuso un gran alivio para muchísimos exiliados con vidas tristes y dramáticas, tal y como consta en los datos que fue recogiendo la propia organización: hombres y mujeres, en su mayoría obreros industriales o trabajadores del campo, que llegaban al exilio tras años, a veces décadas, de cárcel; enfermos incurables, ciegos o mutilados, con una formación demasiado elemental como para abrirse camino en un país extraño. Para ellos se creó SRA por iniciativa de Nancy McDonald, entusiasta mujer de ideas anarquistas, que tuvo un gran peso en la vida política e intelectual norteamericana desde los años treinta.
En sus casi tres décadas de vida, SRA llegó a recaudar cinco millones de dólares gracias a la colaboración de destacados intelectuales, artistas y políticos, comprometidos con el exilio español. Por citar algunos de ellos, el periodista Dwight McDonald, marido de Nancy, presidente y también fundador de SRA; Pau y Marta Casals, Alexander Calder, Noam Chomsky, Erich Fromm, Juan Marichal, Mary McCarthy, Francisco García Lorca, Ramón J. Sender, José Luis Sert, Barbara Probst Solomon, Charles Zimmerman, Esteban Vicente, Hannah Arendt, Jesús de Galíndez, Robert Lowell, Norman Thomas y una larga lista más.
Todos ellos respondieron a la llamada de Nancy MacDonald, para la que estos nombres eran, además, un recurso estratégico dirigido a llamar la atención sobre el drama de muchos refugiados españoles. Desde su fundación, en 1953, hasta su cierre, en 1984, SRA llegó a ayudar a 5.598 familias o individuos con cantidades mensuales, envíos de ropa, alimentos, medicinas, máquinas de coser, aparatos para sordos, gafas y el no menos importante apoyo moral y contacto personal.
A finales de los años setenta, Nancy MacDonald se dispone a dar por concluida la actividad de SRA. Pero, como se ha dicho, permanece un grupo de refugiados a los que no se puede abandonar a su suerte, pues carecen de los recursos básicos para vivir, no tienen pensiones, son muy mayores y están enfermos. Y, desde España, no arranca ninguna iniciativa para hacerse cargo de la situación.
“El Gobierno español no ha tomado medidas para acoger a estas personas, y la mayor parte son mutilados de guerra o enfermos que rondan los setenta años. Por otro lado, también hay refugiados que no quieren volver, porque están demasiado enfermos o no tienen familia en España, en algunos casos exterminada en la represión de la posguerra. ¿Qué harían estos viejos si el Gobierno francés decidiera retirarles esa pensión extraordinaria y el Comité de Ayuda al Refugiado desapareciera? ¿No deben nada los demócratas españoles a este grupo de compatriotas abandonados en Francia? Es un problema humano del que deben hacerse cargo los españoles. Nosotros, norteamericanos, alemanes, suecos, belgas, les hemos ayudado durante estos últimos veintiséis años. Ahora que la situación en España se ha normalizado, la sociedad española debe reconocer por qué estuvieron fuera estos refugiados y adoptar las medidas necesarias para permitirles vivir tranquilamente los últimos años de su vida”.
El País, 16 de junio de 1978.
Por eso, van a volver a tomar la iniciativa en el apoyo a los exilados. Por un lado, dirigiendo cartas y circulares a los financiadores tratando de que se hagan cargo y comprendan la situación.
Querido Amigo
Le escribo en un tiempo difícil para los refugiados españoles. Aunque ha habido cambios en España desde la muerte de Franco, se ha hecho muy poco por los refugiados españoles que permanecen aún en el exilio y con grandes necesidades.
Muchos miles permanecen en Francia sin poder retornar a sus hogares porque nada se ha dispuesto para ellos allí.
Algunos no pueden permitirse perder parte de su ínfima pensión en Francia y otros son simplemente demasiado viejos para empezar una nueva vida en España.
La vida no ha ido siendo más fácil con el tiempo. Ellos huyeron a Francia en 1939 para no vivir en un régimen fascista, pero ahora, su coraje e idealismo han sido totalmente olvidados. Y continúan viviendo en condiciones miserables, a menudo solos y enfermos.
                                              Marta Casals Istomin
Por otro lado, provocando que desde España se responsabilicen de ellos. Así es como nació Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE), primera organización que se ocupó del exilio español cuando parecía que ya habían vuelto todos, que el exilio había acabado el día en que María Zambrano llegó a España tras medio siglo de destierro. Era el 21 de noviembre de 1984, y así lo expresaba la prensa del momento: “Con el regreso de la pensadora, puede decirse que acaba el exilio español republicano”.
Nada que ver con la realidad. Justamente un mes después, quedaba legalmente constituida la Asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles, tras varias reuniones en Madrid en las que participaban Nancy MacDonald, Laura de los Ríos y Carmen Aldecoa, las dos últimas casi recién llegadas de su exilio en Nueva York. Asisten a esas primeras reuniones el sociólogo Juan J. Linz, Rocío de Terán y Ritama Fernández Troyano, quienes serán el motor de AARE durante las tres décadas largas que ha durado su actividad.
Para su funcionamiento, y para obtener fondos, la nueva asociación va a seguir el modelo de Spanish Refugee Aid: atraer a personalidades de la cultura, la política e incluso la empresa que apoyen la iniciativa y lograr así sensibilizar a la sociedad y obtener recursos. Entre las personas que apoyaron la asociación desde el principio, están Justino de Azcárate, María Luisa Díaz Canedo, Carlos Fernández Casado, Isabel García Lorca, Antonio Garrigues Walker, Francisco Giner, Eugenio Granel, Víctor Hurtado, Pedro Laín Entralgo, José Lladó, Emilia de Madariaga, Gregorio Marañón, Juan Marichal, Enrique Miret Magdalena, Soledad Ortega, Vicente Piniés, José Prat, Joaquín Ruiz Giménez, Joaquín Satrústegui, Manuel Terán, José Juan Toharia o Manuel Vidal Beneyto.  
EN 1999, EL GOBIERNO AZNAR ELIMINÓ TOTALMENTE LA AYUDA AL EXILIO ESPAÑOL
Pese a la negativa del Gobierno a canalizar de manera institucional la ayuda al exilio español, sí hubo colaboración con AARE a través de las subvenciones anuales del ministerio de Asuntos Sociales, cantidad que oscilaba entre los seis y ocho millones de las antiguas pesetas. Con la llegada del Partido Popular al gobierno, en 1996, esta cifra quedó reducida a dos millones. En 1999, el Gobierno Aznar eliminó totalmente la ayuda al exilio español, lo cual suponía un verdadero problema para la vida cotidiana de los ancianos españoles que continuaban siendo exilados en el Sur de Francia. Afortunadamente, AARE contó siempre con un buen número de asociados; con sus cuotas y su generosidad se logró mantener la ayuda indispensable para los refugiados.
Desde el primer momento, el funcionamiento de AARE consistió en un permanente contacto con los exilados a los que se dedicaba que, en los primeros ochenta, eran cerca de 500, con edades comprendidas entre los 70 y los 90 años. Resultado de esa relación casi familiar con los antiguos refugiados es la interesante documentación que conserva la asociación (a la que hay que añadir las elaboradas memorias anuales), valiosa fuente de información para el estudio de este exilio tan injustamente desconocido, el de los más desfavorecidos, el de la España de la Transición. Es una muy buena noticia avanzar que el archivo de los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles se va a depositar en la sede de Toulouse del Instituto Cervantes, centro desde el que se ha dedicado tiempo y trabajo de manera admirable al exilio republicano en el sur de Francia.
Para planificar la actividad de la asociación, AARE elaboró desde el primer momento cuestionarios en los que constaban de manera clara las demandas de los exilados. Las dos responsables de AARE en Toulouse, María Batet y Antoinette Caparrós, visitaban periódicamente a las familias en sus domicilios, elaborando informes de cada persona o familia y detallando su situación económica, familiar, enfermedades.
Estremece leer esos informes que tan bien reflejan la dura y triste vida de estos ancianos, que pedían carbón para los duros inviernos, alimentos, sábanas, braguitas o unas gafas. Aún más estremecedor es leer sus cartas, escritas en lo que parece ser la única hoja de papel que han encontrado, con trazos que son los de una mano temblorosa, faltas de ortografía y un lenguaje que empieza a confundirse mucho con el francés. Son cartas en las que, a lo largo de los casi treinta años que ha durado la actividad de esta asociación, algunas palabras se repiten constantemente: soledad, olvido.
“Tenemos necesidad un poco de todo, y puede ser que dentro de unas semanas o meses, ya no tendremos necesidad de nada. La soledad es lo peor”. [F.B. 198¿?]
“Agradezco con toda mi alma que no nos hayan olvidado en esa fecha tan triste para nosotros, cuando perdimos nuestra querida patria para siempre”.  [R.S. Junio, 1989]
 “Veo que a pesar de los años no nos han olvidado aquellos que tienen la dicha de pisar tierra española y que yo, enfermo, no podré ver más”. [F.M. Diciembre 1985]
Se repiten también las alusiones a su penosa situación, a las dificultades del día a día, a las enfermedades. Cuenta esta correspondencia que mantenían con los responsables de AARE recuerdos de la guerra, de la retirada y de la llegada a Francia; no son pocos los que protestan por la injusticia que comete con ellos el gobierno de su país, que ni entiende ni atiende ni resuelve reclamaciones de pensiones o indemnizaciones por años de cárcel o trabajos forzados.
Referente a la tan vapuleada indemnización por tiempos de cárcel cumplidos por la guerra. Te diré con dolor que después de tantos trámites y vueltas, recibí con sorpresa la notificación de que se desestima mi solicitud. […]. No tengo palabras para condenar este proceder, pero me resigno pensando que: “Es una más de las innumerables injusticias que recibí en esta desgraciada vida que me tocó transitar”. [G.B. Diciembre 1992]
“ES UNA MÁS DE LAS INNUMERABLES INJUSTICIAS QUE RECIBÍ EN ESTA DESGRACIADA VIDA QUE ME TOCÓ TRANSITAR”. [G.B. DICIEMBRE 1992]
Poner algo de alegría en vidas tan torturadas fue otro de los propósitos de los responsables de AARE. Y lo hicieron enviándoles cada Navidad un paquete con turrones, un calendario y guantes o gorros de lana. En primavera, recibían un buen libro con fotos de ciudades y paisajes de su país. Conmueve la ilusión, casi infantil, que expresan sus cartas en esas ocasiones. A muchos de ellos les cambió la vida en el viaje a España, organizado por AARE junto a Cruz Roja y Solidaridad Democrática, en 1986, en el que recorrieron varias ciudades en las que eran recibidos y homenajeados por autoridades y vecinos.
De ello también dan testimonio las cartas, como se irá viendo en las siguientes entregas de esta serie, donde se ofrecerá de una selección de las más significativas.

AUTORA

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EXILIADOS EN TRANSICIÓN (II)

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El miedo a no ser recordados y la alegría que sienten al saberse rememorados invaden la correspondencia de los republicanos españoles en Francia
RITAMA MUÑOZ-ROJAS


Lorena Magee, delegada en Francia de Spanish Refugee Aid, con la refugiada Magdalena Puigverd.
CEDIDA POR LORENA MAGEE

5 DE JUNIO DE 2019
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A lo largo de tres décadas largas que comenzaron en 1985, la Asociación de Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles (AARE) mantuvo de manera constante una relación epistolar con exilados que continuaba su vida en el sur de Francia. Oficialmente, pasaron a denominarse antiguos refugiados una vez llegada la democracia a España, aunque se les conoció siempre, desde que Nancy McDonald fundó Spanish Refugee Aid (SRA) en 1953, como los olvidados, o los olvidados de los olvidados, o los silenciados. Nombres muy acertados para este grupo de españoles que huyeron de España cruzando los Pirineos a pie, pasaron por campos de concentración, y lucharon en la II Guerra Mundial. Una de las palabras que más se repite en sus cartas es olvido. El miedo a ser olvidados, saber que se les ha olvidado o la alegría cuando se sienten recordados son temas recurrentes cuando escriben. También, que ellos no olvidan:
Querida compatriota Caparrós .
En primer lugar le comunico que los giros fueron en nuestro poder. Una vez más nuestro profundo agradecimiento a las personas que con su forma de proceder inyectan moral a los que por su edad y sufrimiento todo lo que vemos a nuestro alrededor es oscuro.
Nuestro el conocimiento y aplauso para ese grupo de personas que ha cogido entre sus manos la humanitaria bandera de la ayuda a los que fuimos vencidos y que hoy después de restablecida la “democracia” nuestra situación continúa siendo la de vencido. Cuando así me pronuncio es por lo siguiente. Todo país que ha salido de una dictadura lo primero que hacen las autoridades del nuevo régimen ha sido conceder a los expresos los derechos que como ciudadanos libres le correspondían. No es privilegios, pero si pido que se nos concedan los mismos derechos que ante la ley tienen todos españoles. Pero para las autoridades democráticas de nuestro país continuamos siendo antiguos delincuentes ya que por haber estado presos por haber luchado por la libertad la democracia y la paz, aún no se nos tiene en cuenta los años de prisión para los efectos de la Seguridad Social. Y eso que muchos como yo estuvimos trabajando con un pico y una pala 8 horas y como jornada se nos abonaba 50 céntimos. Pero en fin hay quienes dicen el pasado hay que olvidarlo. Yo creo que los que somos pasado y presente, los que tenemos heridas sin cicatrizar, esas heridas, por hallarse abiertas en nuestro caminar por la vida, no tienen más remedio que sangrar y producir grandes dolores.
El próximo mes de agosto hace dos años que dejé de trabajar y pasar la retreta. La pensión que me abonan es lo mínimo, ya que he trabajado pocos años en Francia. En el mes de junio de 1982 por mediación de las autoridades francesas se pusieron en trámite la documentación correspondiente al objeto de que se abonara lo que como pensión por los años trabajados en España tengo derecho hasta la fecha y pese al tiempo transcurrido aún no se me ha abonado ni cinco céntimos. Todos los pasos dados tienen la misma respuesta, que espere que tenga paciencia, que todo ello tiene sus correspondientes trámites etc etc. Lo que siento es que cuando me empiece a pagar ya no lo necesite por estar bajo tierra.
Mi deseo sería vivir en España. Si los mejores años de mi vida por haber estado en la sombra no pude tomar el sol de nuestro país los últimos años de vida los desearía rayos de nuestro sol pero esa idea es soñar despierto ya que ahí no tengo nada. Durante la dictadura en mi lucha por la libertad perdí tres veces la casa es decir tres veces que la policía se quedó con las casas que habitaba y con todo lo había dentro de las mismas y si ello era poco, incluso los ahorros que mujer tenía producto de 14 años de ahorros, también se quedaron con ese dinero, así que para irme a vivir a España tendría que empezar de nuevo y a nuestra edad y con nuestra situación económica ello es completamente imposible; he aquí porqué digo en otro lugar que no podemos olvidar; no podemos olvidar porque somos pasado y presente; nuestro pasado está dentro de nuestro presente, ambas cosas que como Cruz pesada llevamos sobre nuestros hombros.
Con deseo de que su estado de salud sea bueno les saluda cariñosamente
R.
París 22 de abril de 1984
La oportunidad de publicar sus cartas es parte de la deuda pendiente con ellos. Seguirán siendo los olvidados de los olvidados, pero un poco menos. Para entender el contexto de esta correspondencia, decir que son cartas que enviaron a los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles, la asociación que les facilitaba la vida con estufas, medicinas, ropa, alimentos o con ingresos que completaran su pequeña pensión. A ello hacen alusión en varias ocasiones. Las cartas se han transcrito tal y como fueron escritas, salvo en los casos en que, necesariamente, ha habido que cambiar la redacción o alguna palabra para que se entiendan. Los que las escribieron son ancianas y ancianos, con edades entre los 65 y los 95, con muy poca formación, que llevan años sin practicar la escritura en español, y que además, confunden su lengua materna con el francés, por lo que a veces se inventan palabras. En muchos casos no son ellos los que escriben, porque nunca aprendieron, sino alguien que les hace ese favor. Los nombres de los que envían las cartas se han sustituido por sus iniciales. Habría que añadir que algunos de ellos viven en residencias de ancianos; que las cartas se envían desde diferentes localidades de Francia y que los nombres de las personas a las que van dirigidas son los de quienes trabajaban con los Amigos de los Antiguos Refugiados Españoles o para Spanish Refugee Aid.

Beansejous, 27 -12- 1985
Estimados amigos        
Por intermediación de este centro, he recibido vuestro paquete con la felicitación de Pascuas y Año Nuevo. Este gesto delicado nos aporta el calor dentro del frío que provoca todo exilio, sobre todo para aquellos que con las armas peleamos por un ideal de justicia y libertad.
Veo que a pesar de los años, no nos olvidan aquellos que tienen la dicha de pisar tierra española y que yo, enfermo, no podré ver más.
Gracias amigos y salud.
F. M.
Queridos amigos
Ésta sirve para decirles a Vds que he recibido su amable carta donde me dicen los 50 años del final de la guerra no se nos olvida que tenemos muchos recuerdos unos por una causa y otros por otra, que luego serán 53 años del principio que las dos fechas son inolvidables porque si el 18 de julio del 36 fue triste y lamentable tan triste fue el 1 de abril del 39; en fin todos no lo pueden contar. Que tengan Vds mucha suerte y salud en todo lo que hacen les desea ésta que mucho tiene que agradecer. Un abrazo
M.
Rodez 12 del 6 1989
Ya me perdonarán las faltas de ortografía que a mis años todo se pierde y lo que hemos sufrido. También debo decirles que el número de la casa es el 74 se ve que yo cuando di la nueva dirección me equivoqué. Lo demás todo bien nada más el número en vez del 47 pongan 74.

Cuando AARE comenzó su actividad, en 1984, era necesario estar explicando continuamente que para muchos españoles el exilio no había terminado y que los exilados necesitaban ayuda económica y apoyo moral. Alicia Alted, catedrática de Historia Contemporánea de la UNED, es una de las personas que mejor conoce la labor de AARE, de la que ha sido miembro; es también una de las primeras historiadoras que se centró en la investigación del exilio. En 1988, estuvo a cargo de la coordinación del primer gran congreso internacional dedicado a esta cuestión, La oposición al Régimen de Franco, que dirigió el historiador Javier Tusell.  “Al igual que en SRA, en AARE la ayuda material a esas personas fue muy importante para cubrir necesidades básicas, pero lo más relevante fue el contacto y la asistencia personal a estos hombres y mujeres mayores que, en su mayoría, se encontraban muy solos. En este sentido, AARE desarrolló una gran labor de solidaridad y justicia. Y esto fue posible porque las personas que colaboraban de manera voluntaria, lo hacían movidas por un sentimiento noble y digno de ayuda a personas que se encontraban en una situación de desamparo”.

Guen Le 7- 06- 89
Queridos Amigos
Qué alegría tan grande, y gran emoción al recibir la carta de tantos amigos Agradezco con toda mi alma que no nos hayan olvidado en esa fecha tan triste para nosotros, cuando perdimos nuestra querida patria para siempre. Cuántas vidas perdidas. Galán, García y tantos más, todos por luchar para vivir con libertad. Vosotros luchando y trabajando mucho para tener libertad en esa nueva España, con más suerte que nosotros. Les deseo con mucho corazón salud, prosperidad y amor para vencer al siempre luchar, porque nunca se termina la lucha por los derechos del hombre y Paz en el mundo. A todos los amigos les daré la carta a leer, y yo la conservaré toda mi vida.
Reciban queridos amigos, mil afectuosos abrazos.
R. S.
Nimes 27- 12- 88
A los amigos de los Antiguos Refugiados Españoles
Apreciados compatriotas, el que suscribe, J M, os notifico que he recibido el hermoso paquetito  que me ha sido enviado por ese organismo, el que me ha servido de una inmensa alegría al saber que al cabo de cincuenta años todavía hay personas que se acuerdan de aquellos parias que pasamos la frontera francesa después de haber luchado dos años y medio por salvaguardar la libertad de la clase obrera internacional y española en particular; pues sí, cincuenta años hace el once de febrero del 89 que pasamos a esta tierra de asilo.
Bueno, pues me despido dándoles las gracias por el gesto que han continuado haciendo en mi favor lo mismo que hicieron en años anteriores.
En fin, gracias una vez más; les deseo un feliz fin de año y mucha suerte para el 1989.
Un abrazo a todos los amigos de los refugiados que ya quedamos pocos.
La familia M.

Dos características comunes a todos estos refugiados son haber cruzado la frontera sin recursos, con lo puesto, y una formación muy básica, la propia de obreros industriales o trabajadores del campo en la España rural previa a la guerra civil. Les tocó una vida dura y difícil; regresar a su país fue un sueño irrealizable para muchos de ellos.  “No tenían medios, en España lo habían perdido todo, se lo habían quitado. Es verdad que muchos no quisieron volver porque para ellos el Rey era lo mismo que Franco. Eran republicanos hasta la médula”, apunta Lorena Magee, delegada en Francia de SRA desde finales de los años ochenta hasta su cierre en 2006.
Estimados amigos
Con fecha de hoy, recibo su agradable regalo, y me apresuro a darles acuso de recibo. Tal vez Vds no sabrán la alegría que me ha producido dicho regalo y sobre todo la gran emoción que al mismo tiempo me han producido, y no por el valor material del mismo, sino por el aporte moral; es de una satisfacción enorme, saber que después de tantos años durante los cuales todos los refugiados españoles dimos todo lo posible (en muchos casos lo imposible) para que nuestra tierra recobrase la libertad; los esfuerzos físicos, morales, materiales, humanos…. que este gesto de Vds, tras bañarme el rostro de lágrimas, ha sido un gran consuelo; todo lo realizado durante los años de refugiado ha tenido la recompensa tanto deseada; la libertad para nuestro pueblo. ¡Pueda este conservarse para las décadas vendieras!
Tras reiterar mi gran alegría por su gesto, les quedo sinceramente agradecido.
F. B. C.

“Para mí fue un honor encontrar y conocer a los exilados españoles; tenían entre 89 y 90 años y habían salido de España con 15 o 20. Eran personas increíbles, que lucharon toda su vida. Tuvieron que empezar desde cero. Vivieron con muchas dificultades, con mucho miedo. No nos lo podemos ni imaginar”, cuenta Lorena Magee. Como responsable de Spanish Refugee Aid en Francia, su principal labor consistía en hacer una ronda de visitas periódicas a los ya ancianos republicanos en sus casas o residencias. Ella las programaba sabiendo que durarían tres horas. “Era impactante, se emocionaban mucho con las visitas, y poder comunicarse en español. De alguna manera les hacía recuperar su identidad: habían pasado muchos años, ya nadie se acordaba de la guerra, de que ellos habían tenido que irse de España. Necesitaban ese reconocimiento como exilados que eran. Lloraban, pero también nos reíamos mucho”, recuerda Lorena Magee.
Marseille.  4 de enero de 1995
Queridos compatriotas
He recibido el paquete delicioso. Muchas gracias a todos y constato que no estamos olvidados por ustedes. Como un buen republicano y un buen español, yo he estado en España varias veces, pero en ese Madrid inolvidable para mí que yo defendí lleno de penalidades y fatigas no he podido estar. Cuanto me gustaría poder conocerlo personalmente y dar un paseo por ese Madrid.
Un abrazo a todos mis compatriotas
C.G.C.
reciban un fuerte abrazo de mi esposa y de mi hijo

“AARE se centró en un colectivo humano concreto, pero su compromiso sólo se entiende si somos conscientes de que las personas que trabajaban en la asociación, lo hacían imbuidas de un sentimiento de compromiso más amplio que se proyectaba en su vivir cotidiano. Sentían las tragedias y violencias que afectan a los seres humanos en diferentes partes del mundo, como algo propio que les dolía en lo más profundo de su ser y trataron de aportar su ayuda, como tantas otras personas generosas y solidarias que luchaban y siguen luchando hoy por la construcción de un mundo más justo y habitable”, señala Alicia Alted.
Carta de un refugiado a la asociación en 1991.
Carta recibida por la asociación en 1991.

Toulouse 26 de enero de 1991
Más dulce que los dulces recibidos es pensar con gratitud y cariño que en esos tiempos perturbados hay todavía en España un grupo de gente generosa e incansable que no olvida, año tras año, a las personas de edad que se encuentran lejos de la patria y solos.
Les doy una vez más las gracias de su recuerdo, deseándoles para todos ustedes un feliz año 1992 lleno de salud y prosperidad.

No se ve la firma

Marsella el 8/ 1/ 87
Estimados amigos
Unas palabras para anunciarles que hemos recibido vuestros paquetes conteniendo un turrón y una bufanda con el tradicional saludo de año nuevo; muy emocionados por vuestro gesto que a nuestra forma de ver constituye una forma de solidaridad humana de vuestra parte hacia los que quedamos. Ello moralmente nos reconforta en el crepúsculo de nuestra existencia porque sentimos que después de tantos sinsabores existan aún conciencias que aprecian el calor real de lo que representa el hecho solo de ser “exiliado”. Es agradecimiento vuestro que nos despedimos de ustedes deseándoles que el nuevo año sea para ustedes como para todos, un año de paz y prosperidad.
Saludos sinceros y afectuosos
F. P. M.

Perpignan 7 de diciembre de 1990
Estimados compañeros
Me perdonarán el motivo de no haber escrito antes pero es debido a una hospitalización de mi querida esposa.
Nosotros siempre pensamos en ustedes porque sé que ustedes siempre piensan en unos servidores en estos años de Navidad y el 1º de año.
Ya los años se van pasando y los recuerdos pasados de los campos de concentración de Francia, de la Retirada de Febrero del 1939 y de las desgracias que uno ha pasado se van olvidando, pero siempre queda en el corazón que uno es antiguo Republicano y de los Refugiados Españoles.
Y un servidor les pide un gran favor. No pido nada de importancia, nada más que si pueden mandarme el calendario, como todos los años me lo han mandado. Seré atentamente agradecido y les mando muchos saludos y mucha salud.
Éste, un Refugiado Español que siempre, a pesar de su edad, se acuerda de su madre Patria.
J. L. R.

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