Florencio Elipe Sánchez es la primera víctima de la Guerra Civil en ser identificada entre las 77 que se han exhumado en el cementerio de Colmenar Viejo
Cuando Florencio Elipe Sánchez supo que iba a ser fusilado por haber luchado en el bando republicano en la Guerra Civil española, le pidió a su hermano Victoriano, también condenado a muerte en un juicio franquista, que le ayudara a escribir una carta para despedirse. Florencio no podía escribir, porque en 1938, en una batalla en Alcañiz (Teruel) la explosión de un obús le había volado las dos manos. En la celda le dictó un adiós para su hijo de 16 meses al que no vería crecer. En un papelito, con un bolígrafo de tinta azul y con una letra menuda y delicada, Victoriano escribió el inicio de la carta: “Queridos todos, os pongo en conocimiento de que el día 13 a las dos de la mañana sacaron para fusilar a nuestro querido hermano Florencio. [...] Lo mismo en breve iré yo. [...] Ha sido la justicia de Franco la que nos ha matado”.
A Florencio Elipe Sánchez lo fusilaron el 13 de julio de 1939 y arrojaron su cuerpo a una fosa común en el cementerio civil de Colmenar Viejo. Estuvo desaparecido hasta que en 2022, el grupo científico Aranzadi exhumó sus restos. El pasado 12 de mayo, luego de tres pruebas de cotejo de ADN, la Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes llamó a la familia para confirmar que habían identificado a Florencio. Este albañil nacido en Corpa (Comunidad de Madrid), que se alistó en el Ejército Republicano y que fue fusilado cuando tenía 34 años, es la primera persona identificada en la fosa común de Colmenar Viejo, una de las más grandes abierta hasta ahora en la Comunidad de Madrid. A través de documentos encontrados en el Archivo Municipal, se supo que 108 personas habían recibido la pena de muerte en el tribunal militar franquista de Colmenar Viejo y que fueron arrojadas en una fosa común. De esas personas, 19 ya habían sido recuperadas y sepultadas por sus familiares. De las 89 restantes que seguían desaparecidas, se han recuperado los cuerpos de 77 en dos campañas arqueológicas hechas en 2022 y 2023. Pero solo Florencio Elipe ha sido identificado por ADN.
Florencio aún habla, aunque lleve 85 años muerto. Lo hace a través de la carta que escribió su hermano. “Carmen, Florencio me dio muchísimos besos y abrazos para vuestro hijo y para ti”, dice el papelito. Cuando venía su turno de fusilamiento, a Victoriano le permitieron ver a su familia. Allí llegó Carmen López, viuda de Florencio, con su pequeño hijo que había quedado huérfano de padre. Con discreción, el tío Victoriano escondió dos papelitos en el bolsillo de la ropa de su sobrino, para evitar que se perdieran si a Carmen le hacían una requisa. Los papelitos se salvaron y Carmen los escondió con cuidado en un joyero de la tienda Salvador González, de cubierta azul celeste y decorado con flores color lila. A veces, los Elipe sacan la carta para repasar la despedida de Florencio y Victoriano: “Así que [esperamos] seáis felices y tengáis en la vida más suerte que nosotros”.
Florencio habla a través de la carta y, también, a través de su hijo Florencio Elipe López, que tiene 86 años y aún vive; y de su nieta Natalia Elipe, que lo conoció por cuenta de las historias que le narraba la abuela Carmen. Tras la batalla en Alcañiz, Florencio volvió mutilado a casa y, unos meses después, cuando acabó la guerra, fue citado a juicio. “Sus defensores decían que cómo iban a matar a un hombre que no tenía brazos y era inofensivo. Entonces, otro respondió ‘todavía tiene lengua’”, cuenta Florencio hijo que, una vez terminó la dictadura y él rozaba los 50 años, se apuntó al Partido Comunista. Atrás quedaban los días en que, en la escuela, a Florencio lo hacían cantar el Cara al Sol y saludar con un “¡Arriba España!” antes de entrar al aula.
Los Elipe sabían dónde estaba Florencio. “El día que mataron a mi padre, mi madre llevó una sábana con la que lo cubrieron y lo enterraron. Luego, todos los años, ella me llevaba al cementerio. Salíamos de Hortaleza caminando por la avenida San Luis hasta llegar a Fuencarral. Allí, un trenecito nos llevaba a Colmenar Viejo, subíamos al cementerio y le dejábamos flores a él y a mi tío”, relata Florencio. En 2022, Emilio Silva, amigo de la familia y presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), se enteró de la exhumación y llevó a los Elipe a Colmenar. Florencio señaló el lugar donde estaba su padre y comentó que debía haber un cuerpo al que le faltaban las dos manos. Una de las arqueólogas dijo en voz baja, sorprendida: “A ese ya lo hemos sacado”. Florencio no tenía manos, pero aún tenía “lengua” para dar pistas de que él era ese esqueleto que habían encontrado en la fosa número dos.
Ese mismo día, a Florencio le tomaron una muestra de saliva y le explicaron que de ahí sacarían su ADN y lo cotejarían con el de los cuerpos exhumados. Pero tardaron más de año y medio en conseguir que la prueba saliera positiva, los análisis se tuvieron que repetir hasta tres veces. La identificación con ADN es una de las batallas más difíciles que se libran tras las exhumaciones, según explica Carmen Carreras, presidenta de la la Asociación Comisión de la Verdad de San Sebastián de los Reyes. “Por suerte, aquí tenemos ADN para identificar a cerca de la mitad de los cuerpos hallados. Hemos hecho un gran esfuerzo para conseguir las muestras de los familiares”, afirma Carreras.
Lo que viene ahora es tomar muestras de los esqueletos, enviarlos al laboratorio de genética y hacer todo el estudio en el laboratorio de arqueología esquelética de la Facultad de Biología de la Universidad Complutense de Madrid. Pero para eso hace falta dinero. Aunque la asociación consiguió dos subvenciones del Estado –una por 22.900 euros y otra por 156.000– aún necesitan recursos para terminar la identificación. “Vamos por buen camino y esto no se puede dejar en la estacada. Hay que identificarlos a todos en la medida en que sea posible y luego hay que dignificar”, asegura Carreras. Ahora, la asociación ha abierto una campaña de donaciones para comprar un mausoleo en San Sebastián de los Reyes, municipio al que pertenecen 25 de los 108 fusilados. “Los restos de quienes no puedan ser identificados tienen que reposar en algún lado”, explica Carreras.
Florencio Elipe López, por su parte, espera que le entreguen pronto los restos de su padre para llevarlo al Cementerio de Hortaleza. “Allí descansa mi madre. Hace años compré un nicho para mí; nunca imaginé que ahí iba a poder enterrarlo a él, comenta.
Cinco días después de que llamaran a los Elipe a darles la noticia de la identificación, hubo un homenaje en San Sebastián de los Reyes. Ese día, la Comisión de la Verdad y Aranzadi expusieron los resultados de las exhumaciones. En el evento, una de las diapositivas proyectadas llamó la atención de los Elipe. “Era una fotografía que mostraba a dos cadáveres y se veía perfectamente que a uno de ellos le faltaban parte de ambos brazos. Mi padre y yo nos miramos y yo le dije: ‘El abuelo estaba en la fosa 2′”, cuenta Natalia Elipe.
Tras la exposición, el Secretario de Estado de Memoria Democrática, Fernando Martínez, le dio otra sorpresa a la familia. “Esto era de tu padre”, le dijo el Secretario a Florencio y le entregó una pequeña cajita con objetos que habían recuperado junto al cuerpo de su padre: un fragmento de hebilla y otro de una anilla, un gancho de hierro y un trozo de cinta de cuero, entre otras pequeñas piezas. Los Elipe ahora guardan esa cajita blanca junto a una pequeña bolsa de plástico que contiene tierra de la fosa y el joyero que guarda la carta.
- ¿Y qué han sabido del tío Victoriano?
- Creo que nunca lo encontraremos.
Así responde Florencio sobre el paradero de su otro familiar desaparecido, el autor de la carta. Lo único que saben es que su cuerpo fue arrojado en la fosa que estaba en el pasillo del cementerio. Victoriano Elipe fue fusilado el 9 de septiembre de 1939 y en su carta solo lamentaba una cosa: que no lo hubieran fusilado con su hermano para que ambos cuerpos hubieran ido al mismo sitio.
De Victoriano, que además fue alcalde de Hortaleza y fundador del PSOE en esa localidad, hoy solo quedan honores en el barrio. En 2019, una plaza del distrito fue nombrada como Plazuela del Alcalde de Hortaleza Victoriano Elipe Sánchez. Ese mismo año, en la plaza Chabuca, se instaló un monolito con los nombres de 16 vecinos de Hortaleza asesinados entre 1939 y 1941. Los nombres de los hermanos Elipe ya se han empezado a borrar de la piedra, así como las letras de la carta que se escribió Victoriano desde su celda.
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